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MI BLOC, QUE NO BLOG

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Mensaje  achl Sáb Nov 26, 2016 3:53 pm






No tiene sentido seguir viviendo así

____¿No te das cuenta de que apareció por casualidad, que nada estaba planeado, que todo fue sin pensar?

____Sí, lo sé, pero llevas meses y meses en tu puñetera madriguera, para nada. Eras la misma que movía el mundo con sólo soplarlo. Era imposible pensar que algún día llegaran a destrozarte el alma. Eres masoquista. Sí, eso eres, masoquista. Te envuelven halos de masoquismo. En realidad, te gusta estar así. No le encuentro otra explicación.

____Tú no sabes nada. No sabes lo que es sentir, lo que es querer con las entrañas. No sabes lo que es la sensación de un pinchazo en la boca del estómago si te hieren. Sólo te dedicas a castigarme, cuando no sabes lo que es estar como yo. No es justo. Pero, en realidad, nadie sabe la forma de ayudarme, y tú crees que es mejor tu terapia de choque, pero debes saber que no funciona. Llevas mucho tiempo intentándolo, ¿y de qué ha servido? De nada.

____Creo que el martirio que tienes, tú sola te lo has ganado por idiota. Te avisé, te lo dije pero, por cabezota, hasta que no chocaste contra el muro no paraste. No paraste quieta. Te arrastraste, mientras te pisoteaban, te aniquilabas tú sola. Demasiada frustración para que la puedas entender. Es duro ver a alguien destruirse de esa forma, y sólo por cabezonería.

____¿Crees que fue cabezonería? Me has demostrado que no me conoces, y tampoco eres capaz de conocer los límites de lo que podemos llegar a hacer para que nos quieran. No entiendo cómo lo puedes hacer. Cómo es que no puedes sentir, querer, cómo proteger tu corazón, cómo no sufrir. ¿Cuál es tu secreto?

La charla siguió, pero todo llevaba al mismo punto. Yo era masoquista, yo era la que me destruía sola. Nadie me conocía. Estaba ya harta. A si que me fui a mi habitación, cerré la puerta, y me puse a pensar.

Y pensando, me dispuse a beberme mis últimos pensamientos e intentar dormirme, aún a sabiendas de que cerraría los ojos y aparecerías él, tan hiriente que me dolería, y sería como los demás.

Quedaría en silencio una madrugada más y, sinceramente, no creo que aguantase por mucho tiempo más escondida. Me daba miedo, miedo de que estallase, de que las frustraciones se escapasen y se mostrasen.

Empero, y aunque soy consciente, aún estoy viviendo una farsa. Durante meses me he encerrado en banda, me he encasillado, me he creado mi propio sitio, me he aislado y me he protegido. Y eso no puede ser bueno, pero es lo mejor que puedo hacer para intentar que mi vida, cogida con alfileres, no se caiga de nuevo, y desde luego no me la pisen, como me pasa siempre. Al fin y al cabo, él lleva su parte de razón, cuando me dice esas palabras tan duras...

Estoy ya saturada de vivir en esta situación, pero no me queda de otra. Estoy en punto muerto; si me empujan hacía atrás, caigo: si estiran de mí, ando.


Me dejo llevar por intuiciones absurdas, y sólo me envuelvo en una coraza que no deja pasar el daño, sin querer luchar contra los que me lo causan. Así transcurre mi existencia, tan triste como eso, tan real como mi vida misma


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Mensaje  achl Sáb Nov 26, 2016 5:32 pm




Ahora viene a cuento impregnar aquí un artículo (publicado en ABC Sevilla) que escribí allá por 1998, con motivo de la visita del Papa Juan  Pablo II al tan sufrido pueblo cubano, desposeído de libertar y sometido a la tiranía de un dictador, el comandante Castro, fallecido en el día de ayer, que no por haber muerto deja una secuela de persona non grata, y así desmitifico el mito de que siempre se debe hablar bien de los difuntos, aun malos siendo

______________________________________________________________________


Año 1999, los últimos 365 días del milenio; es decir, en las mismísimas puertas del siglo XXI, y como en Cuba, el indeseable e impresentable Castro insiste en pulverizar todos los Derechos Humanos, con más miseria y tiranía, si caben, y con ese comunismo tan peculiar que predica y que hace ejercer, menos a él mismo, claro, quiero expresar abiertamente mi repulsa a través de la esta denuncia:


Cuba -la nación cubana-
O ‘pinochetean’ a Castro, o pobrecitos cubanos


Con la razón que me da la sangre de hispano y la nitidez de juicio que me proporciona la rabia, denuncio públicamente el viaje a Cuba de El Papa Juan Pablo II, el pasado año 1998, con la firmímisa intención de desterrar, de una vez por todas y para siempre, las mentiras y las medias verdades de un Sistema Dictatorial, obsoleto, aberrante  y… ¿por qué no decirlo?, ¡criminal!

Cuba es para mí, como creo que para la mayoría de los españoles, y no ya sólo por lazos de consanguinidad, sino por razones netamente humanas, una cuestión de puro sentimentalismo.

Todo el mundo sabe que quien allá manda es el tristemente ínclito Castro, el catedrático de la falacia, como lo demuestran sus vomitivos discursos inconexos, que, para más INRI, ordena la comparecencia de todos los ciudadanos cubanos.
   
Me duelen las entrañas ver la situación del pueblo cubano, y juro que hago mía su hambre, y más si se trata de niños, enfermos, ancianos, mujeres… cuando en sus míseras despensas de sus “cuadras” no disponen ni tan siquiera de un trozo de pan, o de una insignificante botella de leche, porque la revolución de Castro solamente ha sabido distribuir la escasez, la pobreza y la miseria.
   
Todos hemos podido ver por la tele la Cuba amable y aparentemente organizada que ha aclamado y reclamado al Papa, seguro con más ilusiones esperanzadoras, para un logro mínimo de bienestar, que por sentimientos cristianos, o ambas cosas juntas. Pero entre esa Cuba propagada y la Cuba real hay la misma diferencia que entre la copla y la música sinfónica, por más confusión que Castro haya fraguado y difundido.

Antes de seguir con estos comentarios, con los significativos pero insuficientes datos que tenía, he procurado recabar más información y he podido hallar denuncias de eminentes plumas cubanas en el exilio, acerca de los barrios inmundos de la Habana, como Ataré, La Lisa, Palopagao, y otros, y ahora estoy en disposición de decir que la revolución de Castro ha superado, con éxito además, la miseria y la marginalidad de las metrópolis capitalistas, para igualar, incluso para rebasar, las patéticas condiciones ambientales de los barrios más miserables de la África más profunda.


Y ahora, continúo...
   
La Cuba actual, evidentemente, no es el gran sueño cubano, ni tan siquiera la Cuba de Batista, es la muy desangelada y cada vez más arrinconada Cuba de Castro, que él solito se está empeñando en convertirla en un tercermundismo puro y duro.
   
Es sabido que La Habana es el gran escaparate de la revolución de Castro, pero no sólo hay que centrarse en las cuatro esquinas de la marginalidad habanera para toparse con las mentiras del comandante porque en la vida de allá se intuye, se palpita, se masca la frustración de un régimen fosilizado en sus instituciones, incapaz de acometer con cojones sus permanentes contradicciones con un mínimo de solvencia política.
   
Es denigrante, por ejemplo, que a los hospitales los enfermos tengan que llevar sus propias sábanas para las camas, y hasta las bombillas para las lúgubres y haraposas habitaciones, sencillamente, porque el Estado no las tiene. Amén de las interminables esperas para ingresos hospitalarios, y no porque se esté atendiendo a otros enfermos, es que son muy insuficientes los Centros de Sanidad. Además, allá no es hospitalizado nadie de a pie para enfermedades que en cualquier país civilizado es obligado: sólo son admitidas las personas en un estado lamentable. Y es tan desfasado el sistema médico que allá funciona, que para conocerlo, sólo basta con saber que para las asistencias de urgencias hay que estar medio muerto para que sean consideradas urgentes. También, y debo hacerlo constar, que no todos los cubanos tienen libre acceso a los servicios de la Seguridad Social, previamente tienen que efectuar una minuciosa supervisión de sus antecedentes laborales. Y es por todo esto que a diario se producen extrañísimas defunciones, sin información de nada de ello al resto del mundo, e importándoles un comino a esa plebe de los Ministerios de Sanidad e Interior, si es que existen, que ellos mismos se sienten exculpados por obedecer ciegamente y al pie de la letra las instrucciones de tirano y cínico dictador.

Con el sueldo de un mes de un profesional medio, un cubano no puede permitirse invitar a su familia a una comida normalita, en un restaurante normalito, porque no llegaría a fin de mes. Además, allá se ve como superfluidad todo capricho, por pequeño que sea, y para el que existe un control tan severo que para sí lo quisiera la Interpool. Igual control del que adolece para otros asuntos de vital interés.
   
En las Cartillas de Racionamientos, el Estado provee a su usuario con un solo par de zapatos, unos pantalones y una camisa, ¡para todo un año!, cuestionando cualquier entrega de ropa interior: camisetas, calzoncillos, bragas, sujetadores, ¡por considerar esas prendas de uso banal y de coquetería! ¿Qué os parece? Y está de más que diga que el jabón (con “b”, no con “m”) la pasta dentífrica, el desodorante y otros artículos de igual necesidad los garantiza el Estado, siempre que ése Estado tenga jabón, pasta dentífrica, desodorante… que esto es casi nunca.
   
Agrego, consternado, que allá la prostitución es dónde únicamente puede perder su gran carga moral, siendo comprensible porque sus rácanos beneficios no tienen otro revertimiento que la subsistencia. “La inmoral exposición de cuerpos de jovencitas y jovencitos cubanos, para servicios sexuales, es en Cuba tan vulgar como en España un mercadillo ambulante”. Y esto es tan indecente que requiere de una solución drástica para el fulminante derrocamiento del único culpable: el amoral Castro, sometedor, in aeternum, del pueblo cubano.
   
Todo cubano que se manifieste, aunque sólo ligeramente, contrario al régimen de Castro, de inmediato es acusado con un peculiar concepto de esquirol, y luego es llevado a las dependencias carcelarias. Y como allá casi todos los juicios son instantáneos y arbitrarios, imagino, o no imagino, el trato que reciben en las cárceles, pues no tengo suficiente información sobre esto y no quiero pronunciarme, aunque después de lo poco que he podido escuchar, por boca de un implicado…
   
Hablando de tanta miseria junta, pensando en tanto infundio para el resto de la humanidad y dudando confirmar mis temores, ensuciaría más aún mis comentarios, o, mejor dicho, les caería más mierda de peso a los sufridos cubanos si es verdad la más que segura fortuna personal de Castro, que tenga donde la tenga, es tan cierto como que existe la propia Cuba.
   
Para mayor información de la cruel realidad de la desesperación de los cubanos, me atrevo a hacer un símil, sin nada de morbo, Dios me libre, “que las travesías fatídicas y mortales que hacen los infelices ciudadanos magrebíes hasta España, en sus obsesionadas huidas, mar adentro, en búsqueda angustiosa de un mínimo de bienestar, se pueden ver como cruceros de placer comparadas con las que hacen los desdichados cubanos para arribar en Miami, con la esperanza de encontrar igual bienestar, pero con el añadido de no poder soportar tanta tiranía y maldad”. Y, encima, el comandante, inculpa a los que se arriesgan, que sobrevivan, claro, de renunciar de su patria, por el ”insignificante” hecho de intentar esquivar la crueldad y por buscar desesperadamente un futuro digno para sus familias.

Es más, aquellos que son capturados por sus viles “perros de caza” poco tiempo les queda por ver la luz del sol. Y a esos viles emisarios despreciables nos les importa obedecer por el sólo objetivo de verse favorecidos, incluso condecorados; es decir, toda Cuba sumida en la miseria y sale a escena el quid de siempre: “los más fuertes actúan despiadadamente contra los más débiles, contagiándoseles la cruel perversión de quien los manda”. Y algunas veces ocurre que estos mandados miserables proceden de igual forma incluso con familiares directos, hijos, padres, hermanos, pero, al final, y después de algunas pequeñas concesiones, son advertidos por el de siempre que a ellos les puede suceder lo mismo si proceden de de la misma forma que los que intentaron fugarse. Es decir, de nada les vale sus permanentes actitudes criminales.
   
Sin embargo, y a pesar de lo que en Cuba está pasando, a siete mil kilómetros de allá, aquí, en España, hay gente (políticos tenían que ser) que desde la izquierda más exquisita y bizca defiende a ultranza la revolución de Castro. Y ante tal evidencia, me hago una serie de preguntas, entre la duda y la consternación: ¿se inventaría la palabra atrocidad para estos casos? ¿Pueden admitir las conciencias tantas barbaridades juntas? ¿Tanta ceguera produce un fanatismo político que no deja ver al ser humano? ¿Es posible tanta hipocresía junta y tanta maldad junta? Y aquellos que así lo procuran, ¿no se paran a pensar que les puede ocurrir a ellos o algunos de los suyos? ¿Es por intereses económicos? No lo sé. Sólo sé que todo esto es luctuoso, además de indecente e impresentable por hacer tanta apología desde el confort de un coche oficial choferizado y una sabrosa retribución en pesetas de una nómina agradecida. A estos revolucionarios de diseño los enviaría yo un mes a la casa, o, mejor dicho, a la “cuadra” de un ciudadano de a pie, y convencido estoy de que no aguantarían ni dos apagones de luz, saliendo de allá zumbando, maldiciendo y cantando aquello de: ¡¡¡¡cuando salí de Cuba…!!!!

No obstante todo lo expuesto, en este momento tengo una confusión enorme, porque veo cómo, por parte de mi país, se está fraguando serias maniobras de acercamiento político, incluso monárquico con Cuba, sin ver un verdadero objetivo de bienestar para los héroes que allá viven (¿viven?), que no son otros que los pobres cubanos.

¿Qué es lo que está pasando? ¿Quiénes son los buenos y quiénes son los malos? ¿Es esta una situación dramática, o es un montaje? ¿De dónde sacaron el voto soberano del pueblo español para tan crucial y delicada iniciativa? ¿Es consciente nuestro Rey de las consecuencias que pueden acarrear estas decisiones?

¡Vamos a ver si yo me entero de una puta vez, coño! ¿Estamos contra Castro o en favor de Castro? Desde luego, más enrevesada no puede ser la cosa. Pero, por desgracia, así se resuelven algunos asuntos en España. Y, por lo visto, leído y oído, con aprobación de la Casa Real. Y, claro, después pasa lo que pasa, que aparecen las lamentaciones.
   
Decididamente, en vista de tanta oscuridad junta y sin la posibilidad de disponer de una luz para ver lo contrario, me asigno para mí, y en propiedad, los calificativos de ingenuo, neófito e ignorante. Empero, yo no soy de los más tontos, pero ahora es cuando no comprendo nada de nada. ¿Tiene doctores la iglesia para estas “cosillas”?


Por tanto desastre junto, omito acompañar
este comentario con una foro


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Mensaje  achl Dom Nov 27, 2016 2:53 pm




El cuaderno de música y el galán

Soy una chica de 25 años. Estudio el último curso de música, y me tiene tan apasionada mi carrera, que siempre llevo conmigo un cuaderno de música por si surge de mi inspiración algo nuevo

A veces es sorprendente ver cómo historias tan tontas pueden volverse tan bonitas cuando se relatan en música.

Por ejemplo, parece que las notas musicales mejoran un infame camino de cemento desgastado y roto por los viejos árboles.

Me cercioré de ello cuando anotaba signos musicales en un cuaderno de música (acolada, caesuras, acordes, bemol...) escribiendo en él en forma de música las incidencias en el trayecto a una discoteca nueva, a la que me habían invitado.

Nunca pensé que le podía coger tanto cariño al desgaste de las suelas de mis zapatos, casi viejos. Pero ahora lo que sonaba en mi cabeza no era el repicar de taconeos al andar, sino una música por la que mis pies, sin mi consentimiento, empezaron a moverse de un lado al otro, a la vez que yo seguía a duras penas escribiendo en el cuaderno.

Los platillos resonaban más fuerte en cada punto o coma. La velocidad de mis rasgos, al escribir, iba al compás de la música, haciendo que mis notas fuesen encajando en armonía

Mientras caminaba, llegué a un punto en el que no sólo eran mis pies los que se movían con ritmo, también mi cabeza se giraba, y la tinta de mi bolígrafo se agolpaba.

Aquel ritmo evitaba mi nostalgia, y justo cuando se iba a desvanecer la pequeña felicidad que la música creo en mí, una cálida mano se posó en mi muñeca. Me vi llevada a la sensual pista de baile; un traje negro, unos zapatos negros y una camisa blanca, con una palomita negra, me habían cogido en propiedad. Instintivamente, miré hacia arriba: una sonrisa me cautivó como nunca. Los pasos y los giros eran rápidos, el baile no daba respiro, y mi cuaderno cayó al suelo, quizá para recordar el olvido, quizá para ser leído por alguien que sin saberlo le gusté, o quizá para guardar mi historia en aquellos pentagramas.

Pero un simple cuaderno no es suficiente para captar una música, ni el son de unos pies, ni el movimiento de una cabeza; quizá fue el beso que aquel galán me dio después de bailar, que conservo entre mis mejores recuerdos.

No sé si le tengo cariño a mi cuaderno de música, no sé si el desconocido galán, que apareció de repente, leyó lo que yo había escrito en él, lo que sí sé es que no hay mejor recuerdo que el de la persona que descubre la belleza en la letra y en la música de las canciones.


No pretendía hallar el amor de mi vida en aquella pista de baile, pero, sin siquiera imaginarlo, hallé un galán, con el que bailé dos piezas seguidas al compás de la música escrita en mi cuaderno, y cuando acabamos de bailar, mi galán me estampó, sin yo oponer resistencia alguna, un cálido beso en los labios


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Mensaje  achl Miér Nov 30, 2016 6:51 pm




Y Bibian llamó


Decía el papel colgado en el tablón de anuncios de la universidad:

DOS CHICAS BUSCAN COMPAÑERA DE PISO, PARA COMPARTIR GASTOS DE ALQUILER. LLAMAR AL TF.......


Bibian pensó que si aún estaba el cartel era porque todavía no se habían decidido por nadie, ya que el anuncio llevaba una semana colgado.

____Hoy puede ser mi día de suerte -y llamó desde su móvil.
____¿Sí? -contestó una voz alegre y juvenil.
____Hola. Llamaba por lo del anuncio. Me gustaría saber si todavía estáis buscando una compañera de apartamento.
____Sí. Aún no hemos hallado a nadie que se adecue a lo que buscamos. Si quieres, esta misma tarde a las siete podemos vernos, ¿Puedes tomar nota de la dirección?
____Sí, sí, dime... dime...
____Calle Amapola, 21 6ºC. ¿Has tomado nota?
____Sí, nos vemos allí a las siete. Gracias. Hasta luego.
____De acuerdo. Hasta luego.

Cuando colgó, Bibian pensó que debería pasar por la pensión después de clases y antes de ir a la reunión. No quería que la viesen con la palma de la mano llena de bolígrafo rojo y la dirección anotada. Además, se lavaría el pelo, ya que estaba muy grasiento después de dos días trabajando en el laboratorio con todos esos productos químicos.

A la hora de la comida, Sole, informó a su compañera Marta de que a las siete tenían una entrevista con Bibian, al parecer una recién llegada a la universidad para el segundo trimestre estaba interesada en compartir el apartamento.

____Me parece perfecto, Sole, ¿pero ya le has informado de cuáles son los inconvenientes?
____No. ¿Qué quieres que ni siquiera venga a la cita? Cuando llegue ya lo verá y si aún así le interesa, entonces se lo explicamos y la convencemos de que tampoco es para tanto. O podríamos esperar, y cuando lleve unos días con nosotras le explicaremos el por qué de nuestro secreto.

A la hora convenida, Bibian, puntual a su cita, se encontraba delante del nº 21 de la calle Amapola. Le sorprendió que la puerta estuviera abierta y lamentó que no hubiera ascensor porque era un sexto piso, aunque no la frenó para seguir pensando que era su día de suerte. Su tercer día en la universidad y ya había hallado piso. Bueno aún no, pero estaba segura de caer bien a sus nuevas compañeras.

Llegó al rellano del sexto casi sin aliento respirando a duras penas. Llamó al timbre de la puerta C. Pero, qué raro la puerta también estaba abierta; la empujó con la mano y la puerta acabó de abrirse, ¡Ohh, no podía creer lo que estaba viendo…!

Ya instalada en el apartamento, tumbada en la cama de su habitación y contemplando las paredes, todavía desnudas de algún póster o cuadro, porque en realidad aún no había tenido tiempo de poner todas sus cosas, pensó en su situación: 'pocas fiestas podré organizar aquí'. Y al volver a pensar en sus compañeras recordó lo extraña que fue la entrevista. 'Creo que callan alguna cosa', pensó de nuevo. Se dio cuenta de que aunque lo explicase, nadie iba a creerla, por lo que decidió guardar silencio. Al fin y al cabo, a ella no le iba a afectar. O sí...

El campus de la universidad es como la plaza mayor de un pueblo, donde todo el mundo se encuentra y sólo que aquí nadie te saluda y todos van a su bola. Entonces, ¿en qué se parece a un pueblo?, se preguntarán los lectores. En que es el escenario de todos los chismorreos y los secretos a voces. A Bibian le gustaba porque era muy agradable poder tumbarse en el césped y estudiar al aire libre, y si se cansaba se pondría boca arriba y contemplaría el cielo. Tumbada y mirando el cielo, asomó por su derecha una cabeza que la miraba desde arriba, con pelo rizado y gafas redondas con montura de carey. Era Alex, aunque su nombre era Alejandro, a él le molaba que le nombrasen por Alex. Era el único amigo en la universidad. Bueno, sin contar a Sole y a Marta.

____¡Eh, que haces ahí parado; me estás tapando la vista!

Alex sonrió y se tumbó junto a su nueva amiga y le preguntó sin rodeos, porque sabía que si tardaba mucho en hablar ya no haría la pregunta por miedo a que Bibian se enfadase con él. Después de todo, tampoco tenían tanta confianza.

____Oye, Bibian, ¿sabes el por qué de que tus compañeras de piso nunca comen nada?
____¿Por qué me haces esa pregunta? ¡Claro que comerán, lo que pasa es que a lo mejor tú no las has visto!
____No, es lo que se comenta por ahí. Nadie las ha visto comer ni siquiera a mediodía. Además, ¿cómo te explicas el que no tuvieran nevera en su apartamento y hayas tenido que comprar tú una? ¿Tú las has visto comer o cenar algún día?

Bibian quedó pensando y aunque le molestaba el interrogatorio de Alex, reconoció que era raro; igual que el resto de cosas que hacían, como salir todas las noches a las doce en punto y volver a la hora, y siempre decían que hacía una noche maravillosa y que les encantaba mucho pasear bajo las estrellas.

____Hola, Alex, ¿has visto a mi gata Luna?

Se les acercó una chica un poco estrafalaria. No coincidían en clase, pero Bibian la conocía de vista del campus.

____Os dejo copias de fotos de la gata -dijo dirigiendo la mirada a Bibian-: si la veis, llamad al móvil que hay escrito en la cuartilla. Gracias -y se fue sin mediar más palabras.
____Pelín rara esta chica ¿no crees? -dijo Bibian, y Alex y empezó a reírse. Él sí coincidía en clases con ella, y Bibian tenía razón, era bastante rara.

Las clases de la tarde fueron aburridas, excepto la última con el profesor bacterius (le llamaban así por su parecido con el inventor de Mortadelo y Filemón). Al parecer estaba cabreado porque su gato persa aún no había vuelto de su última escapada, en busca de sexo.

A las seis sonó el timbre anunciando el final de las clases. Bibian recogió deprisa porque quería llegar al apartamento antes que las chicas, con el fin de poder husmear en lo que había detrás de la puerta verde, siempre cerrada con llave. No le dio tiempo. Sus compañeras llegaron temprano y sólo pudo dejar sobre el sofá su bolso y los libros cuando sintió la llave en la cerradura de la puerta de entrada. Ese mismo día a las doce en punto, y en cuanto salieron a la calle, volvería a intentarlo de nuevo.

____Hasta luego Bibian, nos vamos a dar una vuelta -dijo Sole.

Y Bibian escuchó cómo cerraban la puerta, tras ellas. Corrió en busca de una horquilla y una lima fina para intentar descubrir el secreto que había detrás de esa puerta verde. El miedo le hacia sudar y temblar las manos, por lo que se dificultaba más la tarea. Luego de media hora de intentarlo, y al tener pegada la cara a la cerradura... '¡uff, qué olor tan raro, huele a cebolla y ajo!', pensó. Cuando estaba casi a punto, oyó como se cerraba una puerta lo que hizo que cayera de culo del susto, perdiendo al mismo tiempo la horquilla que estaba medio girada en la cerradura. 'No es nada, será la puerta de un vecino', se dijo. Abrió una ventana, ya que sudaba y ya no sabía si del calor o del miedo. Al abrir la segunda ventana vio cómo Sole se agachaba a acariciar un gato que olfateaba cerca de las basuras. 'Ya están casi de regreso, ya no tengo tiempo', pensó de nuevo. Cerró las ventanas, recogió la horquilla del suelo, metiéndose en su cuarto como si todo el tiempo hubiera estado allí dentro.

A la mañana siguiente mintió diciendo que iba a la biblioteca, pero quedó esperando escondida detrás de un árbol. No hubo movimiento alguno por parte de sus compañeras y al final se cansó y pensó cómo podía haberse dejado enredar por Alex. Cuando se dirigía hacia el portal vio cómo Marta salía corriendo a tirar una bolsa de basura y, al girarse para ver que no pasaban vehículos..., ¡ohh, su camiseta estaba manchada de sangre! Le temblaban tanto las piernas que tuvo que sentarse en un poyete de esos grandes que hay de piedra. Miró de reojo y vio que Marta volvía a entrar en la portería. Cogió el móvil y llamó a Alex;

____¡Por favor, Alex, ven a mi casa enseguida! Te espero enfrente, donde las marquesinas de los autobuses. ¡No te tardes! -y colgó.

A Alex le pareció que estaba angustiada, y Bibian no era de esas chicas que se dejan impresionar por cualquier cosa.

Al cabo de veinte minutos llegó Alex. Bibian le explicó todo lo que había pasado y entonces Alex le increpó que por qué no le había contado lo de la habitación cerrada con llave, sabía que la decoración del apartamento era excéntrica y exagerada en colores. Eso ya las convertía en raras.

____Vamos a tomar algo y me lo explicas todo detenidamente y desde el principio.

Se sentaron en una cafetería y mientras Bibian le explicaba lo que vio el primer día en que se instaló en el piso, Alex ponía cara de incredulidad y repulsión al mismo tiempo.

____¿Por qué te quedaste con ellas?
____En el fondo es raro, pero cada uno vive como quiere y mi cuarto era lo suficiente amplio como para poder hacer vida en él sin la necesidad de compartir sitios comunes; bueno, salvo el cuarto de baño, del que ellas procuran sacarlos de la bañera antes de que yo entre.
____Bibian, estás alterada, creo que lo mejor es que te vengas a mi casa, comemos, vemos la tele y cuando estés más tranquila te acompaño a tu casa, y si quieres entre los dos inspeccionamos.

Bibian aceptó de buen grado, más que nada porque no estaba preparada para volver a su casa en ese estado.

____Alex, Bibian, nos vamos a dar nuestro paseo diario. Hasta luego.

Se oyó cerrar la puerta. Dejaron pasar unos minutos para asegurarse de que no retrocedían y se pusieron manos a la obra. Luego de diez minutos intentándolo, por fin la cerradura cedió y se abrió la puerta. Encendieron la luz del cuarto. ¡Qué es esto! No entendían nada. Una mesa, dos sillas, una estantería llena de botes con arroz, harina, azúcar, café, una caja de galletas y otra con magdalenas. Junto a la estantería había un fregadero y al lado una cocina con horno.

____¡Pero si tienen hasta nevera! Abrió la puerta de ésta y tenían verdura leche, mantequilla, salchichas, yogures, queso…
____¡Las muy ratas! Comen a escondidas para no compartir sus comidas.

Defraudados, Alex porque ya no había misterio, y Bibian por la jugada de traición y desconfianza. Salieron de la habitación y cuando iban a cerrar de nuevo se dieron cuenta que se les había caído la horquilla dentro del cuarto.

Bibian volvió a entrar otra vez. Su curiosidad no le permitió salir sin antes destapar la olla que había encima de los fogones, quería saber qué guiso habían comido al mediodía. Dio un grito espantoso, que le salió del alma. Tiró la tapadera al suelo y salió corriendo de la casa.


Mientras corría calle abajo, aterrada a más no poder, no podía apartar de su cabeza aquella cabeza de gato, cocinada entre verduras y patatas


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Mensaje  achl Jue Dic 01, 2016 9:48 pm






La Prostitución

En síntesis


Desde tiempo inmemorial, la prostitución es una lacra de la humanidad, conjuga incultura, oportunismo, utilización ajena, necesidad y apetitos. La prostitución es el camino más corto en la consecución del bienestar individual.

Existen diversas y diferentes formas de prostituirse, la más propagada, la que más escándalo provoca en la sociedad es la prostitución sexual y precisamente, por tal, la forma de prostitución más morbosa. Los seres humanos vivimos de mito en mito, y así sucesivamente. La prostitución sexual implica nuestro mecanismo de reproducción, la perpetuidad de la especie, quien la ejerce lleva en su interior la ingenua satisfacción de demostrar a los demás sus talentos en la fase más primitiva de la relación animal y la consumación de placeres terrenales. También lleva consigo una suerte de supremacía o ventaja que, supuestamente, le caracteriza en relación a quienes les rodean sin percatarse que sólo es un error.


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Mensaje  achl Sáb Dic 03, 2016 9:55 am




Ceremonial

Como el sol que nunca titubea en imponer su fulgor desde el amanecer al anochecer, con esta firmeza arde mi corazón lleno de fervor cuando recorre por todo mi ser el sentimiento que sólo me puede transmitir un segundo de tu mirada clavada en mis ojos. El sólo decirte que te amo no seria suficiente para poner de manifiesto tal avalancha de efusiones que inunda hasta la mas ínfima partícula de mi interior.

La conquista de tu amor, una ambición efímera que renace una y otra vez, cada vez que oigo tu fascinante voz resonando en mis tímpanos e inmortalizándose en un dulce recuerdo que tengo guardado celosamente en mi memoria. ¿Pero cómo lograr la gran conquista? Tal vez si te regalo el alba, el ocaso, el sol, la luna, el cielo, las nubes, el arco iris, la aurora, la hoja y la flor… la flor más hermosa para la más hermosa de todas las flores... esa eres tú.

Como esas cascadas que fluyen soberbiamente haciéndose paso entre montículos rocosos hasta llegar al fondo y unirse con la rivera, con esta determinación arde mi voluntad que murmura a mi cabeza y mi corazón frases sugestivas que reafirman el amor que siento por ti. Con el peso del mundo sobre los hombros, me levantaré una vez más sólo para buscarte. Aunque mil lanzas atravesasen mi cuerpo y mil dagas rajasen mis venas, nada podría matar lo que siento.

El esfuerzo valdrá la pena si es por ti, el sacrificio grato y la inmolación placentera, siempre vigilando en la espera del desprendimiento de una fragmento de tu ser. ¿Pero cómo conseguir la gran conquista? Tal vez si te regalo energía, voluntad, holocausto, abnegación, virtud y honestidad, pudor y probidad… mi verdugo o mi salvadora... esa eres tú.

Como arena en reloj que cuenta sin cesar el pasar de los segundos que pasan en la realidad, con tal paciencia me mantengo sereno y dispuesto para esperar por ti hasta el fin del universo, aguardando el tan aclamado día en el cual brotará de tu dulce y apacible boca las palabras que este enamorado anhela con pasión: 'te amo'.

En el lugar solitario de siempre, estaré esperando tu llegada triunfal que romperá cada eslabón de la cadena que me mantiene preso e impide la tranquilidad de mi alma que se retuerce por estar a tu lado. ¿Cuántos segundos, minutos, días, semanas, meses, años, décadas, siglos...? No importa, viviré lo que sea preciso sin dejar de amarte hasta el momento que me ames. ¿Pero cómo lograr la gran conquista? Tal vez si te regalo tolerancia y comprensión, constancia y persistencia, razón e intuición, conciencia y sabiduría, saber y verdad… la dueña de mis sueños y de mi realidad... esa eres tú.

Podría seguir eternamente escribiendo metáforas y abstracciones, pero el resultado será siempre el mismo. Lo que siento por ti y lo que te amo no puede definirse ni con las palabras más rebuscadas y más hermosas. ¿Pero cómo lograr la gran conquista? Te regalaría todo y en especial algo que nace en lo más recóndito de mi existencia...


...una palabra que reúne todo en un ceremonial, y que se llama 'amor', el vástago perpetuo de tu corazón... ese soy yo


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Mensaje  achl Sáb Dic 03, 2016 10:07 am



Matización importante en el final de un párrafo de mi anterior escrito 'Ceremonial'....


Como arena en reloj que cuenta sin cesar el pasar de los segundos que pasan en la realidad, con tal paciencia me mantengo sereno y dispuesto para esperar por ti hasta el fin del universo, aguardando el tan aclamado día en el cual brotará de tu dulce y apacible boca las palabras que este enamorado anhela con pasión: 'TQ (Te Quiero)'.
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Mensaje  achl Dom Dic 04, 2016 11:13 pm




En camino hacia la eternidad

Un viento helado recorrió el escenario arbolado, de luces sombrías. Las hojas secas se deslizaban junto a la corriente describiendo movimientos casi perfectos, una al compás de la otra.

Lo esperaba. En realidad no sabía si lo aguardaba o era parte del juego. Una de las hojas danzantes fue a parar a sus pies, la más amarilla. La que aún no había muerto por completo. Con suma delicadeza, la cogió. Unos pequeños destellos dorados reflejaban su nombre en el reverso.

____¿Por qué querías tanto que yo volviera? -resonó una voz clara en el parque solitario.

Él buscó con sus ojos castaños, hasta que la vio. Estaba sentada en un banco del aquel parque. Jugaba con un ramillete de flores violetas, de un perfume tan intenso que inundaba todo su espacio. Siempre le habían gustados las flores, sobre todo la violeta.

La miró profundamente, como antes, como siempre, intentando capturar en su memoria cada simple detalle de ella, cada gesto de ella, cada voz de ella. Impaciente ante su mutismo, ella se paró enfrente suyo.

____¿Y? ¿No te te decides a decirme el por qué de tanta insistencia para que yo apareciera?

La tenía próxima de nuevo, luego de tan prolongado sufrimiento. Él había rogado tantas noches… 'Una sola oportunidad pido. Sólo por unos breves instantes quiero verla otra vez. No quisiera convertirme en cenizas sin antes no poder contemplarla de nuevo'.

Acarició su rostro con infinita ternura, y ese simple contacto de su mano bastó para calmarla. La abrazó fuertemente. Besó con mucho amor sus labios rosados, mientras las lágrimas no cesaban de caer. Ella empezaba a recordar el sentimiento tan profundo que los había unido en vida. Y a cada caricia respondía con otra más dulce aún; a cada beso respondía con otro más cálido aún.

Pero, implacablemente, el tiempo se acabó. Aquella tarde concluyó tan abruptamente como se había iniciado. Aun eso, ambos se encontraban felices por tan feliz encuentro.

A pesar de la oscuridad en aquel parque oscuro y casi lúgubre, una luz resplandeciente empezaba a rodearla.

Con tono triste, le preguntó:

____¿Me vas a olvidar?

Él sonrió, diciéndole:

____Nunca. Te llevo marcada en el corazón.

La amargura se disipó de su cara, le dedicó su sonrisa más brillante, y se desvaneció. Una nueva ola de hojas se arremolinó durante unos minutos. Luego, todo se calmó.


Muy despacio se marchó él de aquel oscuro pero bendito lugar, para no volver nunca más


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Mensaje  achl Lun Dic 05, 2016 9:29 am





Amores adolescentes

Los muy significativos recuerdos de esta historia dan mucho sentido a mi vida. Y ahora, con mis 36 años recién cumplidos y sentado en una silla de ruedas, dan más sentido todavía

Recuerdo que el sendero se hacía eterno. La noche era oscura, y la brisa se hacía cada vez más áspera, enrojecían mis mejillas. Corrí tanto que no sentía mis pies, intentando hallar un rastro de luz en aquel crepúsculo.

Manuela se hallaba cansada. La cogí de la cintura y sentí su bello cuerpo junto al mío, entregándome un calor carnal. Sus tenues labios besaron mi cuello y una extraña sensación recorrió mi cuerpo. Empezaron sus manos a bajar hasta mis partes más íntimas, acompañadas de besos húmedos, de esos labios de rubí. No podía contenerme, la deseaba con ansia.

____Ya no hay nadie aquí -dijo con la respiración agitada en aquel silencio solemne.

La besé, apretándola con todo mi cuerpo. Comencé a desabrochar cada unos de los botones de su blusa, hasta ver esos suaves y blandos pechos descubiertos ante mí. No dudé en tocarlos y en acariciar la cima de ellos con los dedos.

Nuestras respiraciones eran cada vez más agitadas. Nos tumbamos en la húmeda yerba de la noche, y en ella seguía besándome. Al poco, empezó a bajar mis pantalones, pero mi cinturón estaba muy apretado. En mente maldije el momento en el que me lo puse. Ayudé a desabrocharme. Hubo enredo de manos, hasta que al fin fue liberada. Una de sus manos me la frotaba. Me sentí excitado, dejando escapar pequeños orgasmos.

Al día siguiente, fui al instituto, como de costumbre. Allí estaba Carmelo,  mi mejor amigo desde muy niños, casi mi hermano.

Uno de los chicos del instituto dibujaba desnudos de mujeres. Bueno, yo era distinto, aunque por lo de anoche, creo que me contagió sus formas. Aquello que me ocurrió con Manuela, aún no se lo había contado a nadie. No quería, pero mi lengua me traicionaría…

____Hola, Juan –me dijo Carmelo, dándome una palmadita en la espalda.
____Hola, Carmelo.
____Oye, ¿has visto ya a la compañera nueva?
____No… -me ruboricé.

¡Chicos, a mi clase!, nos interrumpió la profesora. Fuimos a sentarnos a nuestros respectivos sitios. Manuela no había llegado todavía. Yo quería verla, pero sentía vergüenza. Carmelo me miraba sonriendo, a la vez que escribía en un papel, cuyo decía:

'Oye, las malas lenguas dicen que ayer te vieron salir del jardín de detrás del instituto a altas horas de la noche acompañado de Manuela, y ella iba con la ropa al socaire. ¡Ya me contarás, hermanito!

Apenas lo leí, sonrojé e intenté hacerme el desentendido, pero Carmelo me conocía mejor que nadie; sacó su móvil y había en él una foto que lo delataba todo. Jodido paparazzi. Escribí en aquel papel y caí en su juego. Y seguí escribiendo…

'Manuela y yo fuimos a arreglar unas plantas al taller de Agricultura. Se nos pasó la hora. Luego comenzamos a correr para que no nos viese el director. En el jardín sucedió todo. Nos besamos. Además, ella andaba pasada de copas'.

Se lo entregué rápidamente, para no ser visto por la profesora. Carmelo lo recibió ansiosamente, pero apenas lo leyó estalló en carcajadas frente a toda la sala.

____¿Qué sucede, Carmelo? -le dijo la profesora.
____Nada, profesora -conteste yo, al ver que él no paraba de reír.
____¿Qué le quitó de la mano?
____Nada -respondí nuevamente
____¡Juan, entrégame eso! -volvió a insistir la profesora.

Carmelo me miraba como diciéndome entrégaselo, y claro, lo hice, pero sin darme cuenta en lo que me aguardaba el destino.

____Veamos qué dice este papelito -dijo la profesora.
____¡Que lo lea! ¡Que lo lea!... -gritaba toda la clase.
____¡No, profesora, por favor! -le dije, casi rogando.

La profesora (la señorita Santos) no escuchó mis súplicas y no dudó ni un segundo en leerlo en voz alta. Carmelo me miraba con cara tonta, como pidiéndome disculpas. Lo mire indiferente, pero ruborizado.

Minutos después, nada podía ser peor. Llegó Manuela. Apenas entró todo el curso se rió. Ella rió a la vez sin comprender la situación. Lis, su amiga, la esperaba en su asiento y le contó todo. Manuela, simplemente agachó la cabeza, incapaz de mirar a nadie, menos a mí…

Esa clase terminó y todos salimos del aula. Nos tocaba en otra. En fin, la situación parecía olvidada

____Hola, hermano -dijo Carmelo, que añadió:- yo sabía que tan angelito no eras, ni tan inocentito tampoco... jajajajaja.
____Aún estoy molesto. ¡La señorita Santos es una hija de…!
____Tranquilo, hermano. Esa vieja lo va a pagar. ¿Qué edad tiene?
____34 años. Al menos eso nos dijo. ¿Pero qué tiene que ver la edad?
____No está tan mal para ser mi próxima víctima. Hace rato que le tengo ganas y para mí nada es imposible. Me he acostado con cuantas de aquí, así que una más pasará por mi sexo. Pero esta vez lo publicaré -dijo con aire de superioridad y sonriendo.
____Definitivamente estás loco -le dije tocando su pequeña frente de esa cabeza hueca que no tiene más que aserrín.
____Ya. Vámonos a desayunar -añadí.
____¿Ya? ¿Pero quieres o no que esa vieja pase la vergüenza de su vida? Como te lo hizo a ti -me decía mientras caminábamos hacia el bar.
____Claro. Pero si se puede evitar un escándalo...
____¡De eso nada!. Déjalo de mi cuenta -se refregaba las manos.

El bar se encontraba repleto de estudiantes. Pedimos lo nuestro, y entre la multitud buscaba la cabellera pelirroja de Manuela. Sabía que aunque estuviera se escondería de mí, pero esa no era la idea. Quería hablar con ella, y pedirle disculpas por lo sucedido. Además, por lo de ayer comencé a sentir algo especial por ella. Carmelo me mataría si le cuento. Me diría: '¿cómo te puede gustar la primera tía que se acostó contigo? Tienes que disfrutar'. En fin, esos son los pensamientos de él. Pero Manuela para mí era la que me deleitaba con su cuerpo tan suave, sus terminaciones tan perfectas, su melena que tapa toda su espalda, su cuello, sus perpetuos labios, sus pechos, esos pechos que estuvieron entre mis dedos. Para mí era un diamante en bruto, tan frágil que quizá se rompería con cualquier cosa. Nunca había tocado a una chica. Una vez lo intenté con mi primera novia, pero era tan estrecha que salió zumbando. No me habló más.

Bueno, esas cosas son algunas anécdotas de mi adolescencia.

____Juan, sentémonos aquí. Esas nenas nos están mirando.
____Querrás decir te están mirando.
____Y a ti también. Si no, mira la rubia. No te quita ojo.

Era verdad. Cruzamos unas cuantas miradas y la rubia era muy coqueta. Se acercaron dos a nuestra mesa; una se sentó junto a Carmelo, pero la rubia se puso a mi lado.

____Hola, ¿como estás? -me dijo la rubia.
____Bien -respondí.
____Chicas, os invito a algo -soltó Carmelo.
____¡Carmelo! -le miré preocupado.
____Vale -respondieron las dos, casi al unísono.

¡Joder! Carmelo las invitó a comer algo. La última vez que lo hizo tuvimos que quedarnos a fregar platos hasta la una de la mañana, y si no es esto, es otra cosa. Y después no tiene ni para el autobús de la semana.

____Y tú, lindo, ¿cómo te llamas? -me preguntó la rubia.
____Juan -respondí.
____Dónde vais esta noche de viernes. Nosotras iremos a nuestra disco favorita y ninguna tenemos pareja. ¿Os gustaría acompañarnos? -nos preguntó la rubia.
____¡Hecho! -contestó rotundo Carmelo.
____Bueno… yo quizás no pueda -dije, haciéndome de rogar.
____Ok. Entonces invitamos a otro -dijo la rubia.
____Espera. Quizá no haga falta. Creo que iré -respondí, pensando que el hacerme de rogar no funcionó.
____Ok. Esta noche nos vemos aquí mismo.

Eran cerca de las ocho y media de la noche. Las chicas estarían fuera del instituto a las nueve, y Carmelo y yo estábamos ya en el bar.

Cuando llegaron las chicas, Carmelo iba delante con la dos; Rocío era la rubia, y Lucía la morena, las dos guapas y apuntando ya espectaculares palmitos. Rocío se veía bien, con un vestido ajustado y con escote por la espalda y por delante, que ahí es donde dejaba ver el comienzo de unos hermosos senos.

Y bailamos, y bebimos, y charlamos, y nos reímos... Pero cuando llegó la hora de 'algo más', y Carmelo 'ya había empezado', yo me levanté de mi silla y, sin despedirme de nadie, corrí hacia la discoteca 'El Dragón Rojo', donde iba los findes Manuela.


En la actualidad, Manuela es mi mujer. Tenemos dos niños, la parejita. Nos queremos. Ella es maravillosa, trabajadora, responsable y buena ama de casa. Me acompaña en todo, y más ahora que me encuentro inválido por culpa de un accidente laboral


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Mensaje  achl Lun Dic 05, 2016 11:11 am




Tuve que subsistir

Cuando recobré el conocimiento, me hallaba tumbado sobre una moqueta, rodeado de trozos de carne y charco de sangre. Las paredes estaban llenas de ese líquido viscoso rojo, y donde miraba, cuerpos mutilados de personas como yo. El tren, parado en lo que parecía un túnel, o quizás el mismísimo infierno. Oscuridad a través de las ventanillas del vagón, y absoluto silencio. El tren era una tumba sobre raíles. En mi mente, un sin fin de dudas: '¿qué había ocurrido? ¿Por qué el tren permanecía parado? ¿Quién o qué mató de tan cruel forma a aquellas personas?'. Y sobre todo la que más me inquietó: '¿por qué tenía el presentimiento de ser el único superviviente?'.

Intenté en vano buscarle explicación a aquello, mientras me reincorporaba. Recorrí el tren, vagón a vagón, y en todos el mismo espectáculo macabro. Auténtica carnicería humana, cuyo autor debió despacharse a gusto.

Me dirigí al principio del tren, a la locomotora, y tras verificar el estado del cadáver del maquinista, vi un brillo plateado a través del parabrisas. 'Será la salida del túnel, o el final de esta pesadilla', pensé, deseando que fuera lo segundo. Sin dudar, me apeé del tren de la muerte y me fui a la luz. Lo que parecía cercano, se convirtió en quince minutos de caminata. El miedo me impedía mirar atrás; quería borrar de mi mente aquellas horribles imágenes y volver al mundo real.

Llegado a la salida del túnel, fui bañado por la luz que tanto tiempo en mi caminata estuve viendo. Luna llena en cielo estrellado. Noche perfecta. Me sentí aliviado un instante, sólo un instante, ya que enseguida di respuesta a mis dudas iniciales, cuando vi mi cuerpo agrandarse, cuando una especie de pelaje grueso y que quemaba como fuego brotó por toda mi piel, cuando aullé de forma instintiva...

...cuando deseé volver a probar aquella deliciosa carne humana


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Mensaje  achl Lun Dic 05, 2016 8:23 pm




Mi herida no para de sangrar

Todo lo trascendente en nuestra vida tiene su origen en hechos triviales. Es difícil, a veces imposible, recordar el principio, la causa primera de los fenómenos que nos marcan para siempre; tres o cuatro señalaríamos al final de nuestra existencia como los de verdad importantes.

En mi caso, sin embargo, recuerdo perfectamente cómo descubrí el inicio de mi herida. Al entrar en el baño vi en el espejo el pequeño rasguño, no mayor que una uña, que había aparecido en mi pecho, justo encima del corazón. No le eché cuenta porque no recordaba cómo me lo había hecho y por su perfecta disposición vertical. Luego, lo olvidé por completo.

Hasta que más tarde una sensación molesta, que no llegaba a picor, me recordó su presencia. Me sorprendía a mí mismo frotándome por encima de la camisa, en un acto reflejo similar al que provocan los insectos sobre la piel. Y cuando me puse de nuevo ante el espejo, no puedo ocultar que me quedé estupefacto por lo que vi: el rasguño se había extendido hasta la longitud de un dedo índice, y la piel aparecía enrojecida a su alrededor. Desinfecté la zona a conciencia, más sorprendido que inquieto, ya que no dejaba de pensar en una pregunta para la que no tenía respuesta. ¿Cómo se había alargado de esa forma sin que me diese cuenta?

Lo cierto es que en ese periodo de mi vida tenía mucho trabajo, siempre con docenas de pequeñas, y no tan pequeñas, tareas pendientes de toda índole. Por eso, y porque soy poco dado a las hipocondrías, creo que este extraño suceso quedó en un segundo plano por la acelerada rutina de los días cargados de responsabilidad, días que parecen misérrimos manojos de horas conseguidos en la beneficencia en lugar de días auténticos.

La preocupación llegó por sorpresa en la oficina al bajar un archivador de una estantería. Un perfecto círculo de sangre, chico pero evidente, crecía en la pechera de mi camisa. Corrí a los aseos, impulsado por la angustia, y desabroché los botones. Involuntariamente di un paso atrás. El rasguño era ahora una ranura en la carne de horrendo tono purpúreo. En su parte media, gotas de sangre manaban deslizándose por la ranura hacia abajo. Me lavé como buenamente pude y volví a mi puesto, pero con la cabeza como una centrifugadora desrielada. Quedaba ya poco tiempo para salir. Nadie me hizo comentario sobre mi camisa mojada de rojo y agua.

Al llegar a casa, otra vez tuve que afrontar, pero ahora desde un prisma penoso y absurdo, mi relación con mi mujer. Estábamos atravesando una de nuestras fases de distanciamiento; no nos hablábamos en los últimos días... discrepancias, encontronazos, circunstancias... que conformaban el quid de nuestra crisis, se había enrevesado y solidificado tanto que no había por donde cogerlo, y a esto llegaba yo con una camisa manchada de sangre por una herida que no tenía causa y que no dejaba de crecer…

____Mira cómo me he puesto la camisa –me atreví a decirle
____Yo la veo bien –dijo tras un leve vistazo.

Volvíamos a las trincheras. Otro día más.

____¿Y esto también lo ves bien? ¿Eh? –chillé, mostrándole el sangrante tajo púrpura

____¡Oye, a mí no me grites, ¿vale?! –reaccionó con furia-. Si has tenido un mal día lo pagas con otra. ¿Te enteras? ¡Dios, eres insoportable! -y con un portazo se fue. Supongo que a su trabajo.

Y yo me quedé allí de pie, solo, como un patético cristo mirándose una línea de sangre que rodaba desde el esternón hasta el ombligo.

Volví a curarme. Y esta vez, al verla más de cerca a la luz, no pude evitar un escalofrío. Era una herida salvaje que no se parecía a nada que antes hubiese visto nunca, como si la carne se hubiese abierto hacia afuera. Ni cortada ni quemada, abierta. Y en todo este tiempo, no había dejado de sangrar; de hecho, brotaba más. Para mayor extrañeza, no me sentía en absoluto débil o mareado, algo que hubiera sido lo normal por la pérdida constante e imparable. En un segundo convertí la blancura del lavabo en una siniestra carnicería. Mi cuerpo se activó con mil alarmas. Presioné la herida con tantas vendas como pude y salí de casa corriendo, invadido por pánico, calculando mentalmente cuánto tardaría en llegar a urgencia e intentando adivinar la cantidad de sangre que un hombre puede perder antes de caer muerto.

Tal vez no fue buena idea la de echarme a correr. El corazón comenzó a bombear con fuerza y la sangre se disparó como cañón del infierno hacia el exterior. Las vendas pasaron en segundos a ser amasijo sanguinolento que chorreaba al compás de mi carrera desesperada.

____¡Socorro! ¡Ayúdenme, por favor! –gritaba, tan alto como podía-. ¡Me estoy desangrando, por Dios!

Pero las gentes, en vez de acercarse a prestar auxilio a uno en riesgo de muerte, se apartaban. ¡Se apartaban de mí! ¿Es posible? ¿Qué temían de un hombre enfermo? ¿Cómo se supone que debe pedir ayuda un hombre que se muere sin sobresaltar a nadie? Mientras corría se me saltaban las lágrimas de puro miedo, impotencia. La sangre manaba ahora libre y sin freno cual río innatural, pues nadie en la tierra albergó jamás semejante cantidad de sangre en su cuerpo; y todo transeúnte se había parado para mirarme, a mí, pero no al caudal aterrador que iba vertiendo por toda la calle, manchando todo a mi paso como un horror imposible escapado del inframundo. ¡Me miraban sólo a mí, como si fuese un pobre loco! Nunca antes había percibido tan claramente la profunda soledad en la que nos encontramos.

Me paré a recobrar aliento, exhausto, justo a las puertas del ambulatorio, con las manos sobre las rodillas mientras de mi pecho seguía manando un caudal de sangre inagotable. Jadeando entré en el edificio, ya casi sin fuerzas:

___Un médico, por favor –me oí decir.

Esta vez me atendieron urgente, llevándome sin perder tiempo hasta una sala interior. Creo que por mi aspecto de desesperación, por entrar con el pecho descubierto y andar tambaleante, no por lo horrible de mi herida a la que nadie hizo gesto para impedir de alguna forma mi desangramiento masivo. Sólo las vendas empapadas que seguía apretando con fuerza, se interponían entre la sangre y el exterior.

Tras sentarnos, el médico se dirigió a mí.

___Dígame. ¿Qué le ocurre?

Todos habían perdido la cabeza. O la estaba perdiendo yo.

____¿Usted tampoco ve el río de sangre que brota de la herida? –vueltas me daban las paredes-. ¿Es que no ve cómo le estoy poniendo todo? ¿O es que me están tomando el pelo? ¡Haga algo! –ya no podía más.

Durante larguísimos segundos, el médico me escrutó con ojos analíticos. Eran los ojos que ya habían observado a miles de pacientes, a lo largo de años y años.

Después, me dijo estas palabras con rotunda determinación:

____Usted no tiene ninguna herida en el pecho.
____¡Qué! –no podía creer la ofensa que estaba oyendo.

Así que cogí la bola de vendas y la estampé con todas mis fuerzas contra la mesa. Hizo un tremendo ruido de impacto húmedo, que salpicó toda la sala y a nosotros, sobre todo a él. Una de mis manos ocupó el lugar de la venda, pero la sangre seguía escapándose entre los dedos.

El doctor no se esperaba aquello. Creo que, gracias a su profesionalidad, tardó poco en recuperarse de la impresión.

Con voz pausada, tranquilizadora, me hizo una oferta:

____Si usted me lo permite, le daré la prueba irrefutable de que no tiene ninguna herida y de que, por descontado, estamos aquí para divertirnos a su costa. Si tras esta prueba usted sigue pensando igual, yo tendré que reconocer esa enorme herida que no deja de sangrar y que, por lo tanto, debía haberlo matado ya hace horas.
____De acuerdo, doctor.

Tenía la sensación de que todo esto era una vuelta de tuerca más en esta confabulación, esta broma inhumana, pero decidí seguirle el juego. Quizá así consiguiera algo de ayuda.

____¿Cuál es esa prueba?

Abrió las dos puertas de un armario ropero para guardar el instrumental que tenía tras de sí. En su cara interior, cada una de las puertas estaba revestida por una lámina de espejo.

Mi propia imagen me impactó de pleno. Estaba demacrado, mostraba un aspecto horrible. Veía mis manos, la una sobre la otra, haciendo presión, los huesos de las costillas marcándose en la piel. Pero no había ninguna herida. Ni una gota de sangre por ninguna parte. Y mientras veía atónito aquel reflejo, seguía sintiendo fluir la sangre entre los dedos. Sangre que no aparecía en el espejo.

____¿Me cree ahora? –me preguntó, sonriendo débilmente.
____No se ve nada –musité.
____Claro, hombre. Tranquilícese, su vida no corre peligro.

La evidencia irrefutable que mostraba la imagen en el espejo contradecía las sensaciones que me transmitían mis manos, antebrazos y el resto de la piel, que era bañada por la sangre que seguía manando.

Pero al echar la vista abajo, ¡la sangre seguía ahí, tan roja como siempre! Miré alternativamente mi cuerpo y el espejo, mis brazos y el espejo, mis pantalones apelmazados y el espejo, innumerables veces, y el resultado persistía. Percibía dos realidades contradictorias al mismo tiempo.

____¿Co…cómo es posible, doctor? –balbuceé, confuso-. ¿Qué es lo que me está ocurriendo?
____No se preocupe más. Dígame, ¿cómo se ve en el espejo?
____Limpio de sangre.
____Bien, eso es lo importante. Yo también le veo así.
____Pero sigo sangrando, doctor. Es lo que siento, es lo que estoy viendo ahora mismo, en cuando dejo de mirar el espejo. Todo sigue manchado de sangre…
____¿Puedo preguntarle si ha consumido drogas?
____No, ni siquiera fumo. Ni bebo alcohol.
____Vamos a ver. ¿Considera usted que está viviendo una fase de su vida especialmente estresante?
____Sí, eso sí. Me temo que así es.

El charco bajo mi silla se extendía con una lentitud inexorable.

____Ya… comprendo.
____¿Cómo es posible ver y sentir lo que no existe de forma constante?
–mi voz temblaba. Estaba muerto de miedo.
____Verá, el cerebro tampoco es un órgano infalible. A veces se equivoca. Nuestra mente puede sufrir un amplio abanico de trastornos de diversa gravedad y posibilidad de tratamiento. Comprendo que esta alucinación que le aqueja es, además de particularmente elaborada, angustiante en extremo. Pero no debe preocuparse, hay casos con peor pronóstico que el suyo. Usted debe saber que esa hemorragia de ser real, sería mortal de necesidad, ¿verdad?
____Eh… Claro.
____Y usted mismo ve en el espejo que se trata de un error subjetivo en la percepción de su cuerpo. ¿No es así?
____Aún me cuesta creerlo, pero sí, así es.
____Por eso le digo que no debe preocuparse en exceso. La elaboración podría haber sido todavía mayor y seguir viendo la herida también en la imagen del espejo.
____¿Cree entonces que algún día dejaré de ver todo esto? –me volví a mirar, asqueado.
____Eso es seguro. Pero ahora debe darse su tiempo, tener paciencia, por nítida que sea su percepción. Debe acostumbrarse y restarle importancia hasta que desaparezca. Esto es más normal de lo que la gente piensa. Se trata de una reacción psicosomática provocada por algún estrés y puede adoptar muchas formas: ceguera, parálisis, tartamudeos… En su caso se ha manifestado así, pero podría haber sido de cualquier otra manera. El estrés puede llegar a ser terriblemente dañino.
____Es increíble… -susurré, mientras el suelo se alfombraba de rojo.
____Bien. Ahora le pasaré con un compañero –me anunció levantándose de su sillón-. El doctor Santos, aquí al lado. Es muy bueno en su trabajo, y no lo digo porque sea amigo –sonrió con jovialidad-. Siga usted todas las indicaciones que le dé al pie de la letra y ya verá como pronto todo esto queda en un mal recuerdo.
____Gracias doctor –le tendí la mano con aprensión sabiendo que le ponía en el compromiso de ensuciarse con ese apretón, como de hecho ocurrió. Aunque a él parecía no importarle.
____Venga, le acompaño… -sus pasos chapotearon en el suelo.
____Disculpe, doctor. ¿Podría prestarme una bata o algo para cubrirme?
-me sentía indefenso y estúpido.- Le prometo que mañana se la traeré. Impoluta, por supuesto.
____Claro, hombre. Y así de paso me cuenta que tal le ha ido.
____Gracias. Gracias por todo, doctor.

Me condujo hasta la sala de su amigo. Entró para hablar unos minutos en privado con él y después me hizo pasar.

____Cuídese y descanse –se despidió al pasar a mi lado con una palmada en el hombro. Dejando su huella de sangre en la reluciente bata que me había prestado.

Pasaron muchos meses, y muchas cosas, desde ese día aciago que jamás debió existir. Meses de terapia, de fármacos, cambios vitales. Me divorcié me despidieron del trabajo y tratamientos variados. Aseguro que escasas veces he puesto tanto empeño en una labor: curarme. Empero, el doctor se equivocaba. La herida no ha dejado de sangrar un solo minuto, ni uno solo, desde el día que se abrió. En todo este tiempo, sin duda, he crecido mucho como persona. En esto sí que puedo decir que mis terapeutas me han ayudado, que no en devolverme a mi estado de conciencia anterior. Puedes llegar a acostumbrarte a ensangrentar todo a tu alrededor, si los que te rodean actúan sin prestar atención. Dicen que a toda persona, en algún instante de su vida, le toca sufrir su herida crucial, que transforma todo lo que llega después. Dicen que la cuchilla que la abre suele ser un hecho pequeño, un pensamiento inconsciente, el residuo de un sueño, un gesto de alguien, y que desde entonces dejamos de ser quien estábamos destinados a ser. Esta herida es interna, aunque puede que yo sea la rara excepción a esta regla inexistente, y es el propio cuerpo que se encarga de que seamos ignorantes a la hemorragia de esa herida, fagocitando la sangre oscura de nuestra identidad originaria que vive moribunda junto a nosotros hasta que morimos. Un lamento sempiterno y sin consuelo. Sólo cuando el cuerpo falla o la sangre es mucha, llega a nuestra consciencia en forma de tristeza sin causa aparente.

Y yo creo en esa hipótesis con firmeza, no por su sentido poético, ni por afinidad con mis creencias, sino por la experiencia trascendente que me fue concedida. Una especie de visión que jamás volvió a repetirse, como la única oportunidad que se me otorgó para contemplar la realidad más allá de mis sentidos, y que fue así:

Estaba en mis primeros meses de tratamiento. Fue durante una tarde del mes de Junio. Caminaba por las calles enseñando de nuevo a mi mente a pensar y dirigir la atención hacia ideas y hechos distintos a mi perpetuo y constante derramamiento de sangre. Como si un velo que consideraba transparente hubiese caído de mis ojos, ante mí se descubrió un mundo superpuesto, que ya conocía y habitaba; al igual que mi herida siempre había estado ahí, aunque no la percibiese. Me quedé paralizado frente a la inmensa revelación. En un segundo mis fosas nasales se saturaron con intensa vaharada de hedor a plasma sanguíneo, como el cobre quemado. Los ventanales de los edificios lloraban un fino manto de líquido rojo que fluctuaba a la luz del sol. De sus balcones, cornisas, tejados, o de todos a la vez, como en los días de tormentas, chorreaba la sangre con estrépito, convirtiendo las calles en ríos espesos. Y salvo los niños pequeños, todas las personas que alcanzaba mi vista sangraban profusamente. Algunas, como en mi caso, desde una herida en el pecho; otras, desde la mitad de la frente, bañándose desde la cabeza a los pies en siniestra ablución. Las madres empujaban los cochecitos de sus hijos como mártires lapidadas. Los autobuses circulaban como depósitos rodantes de sangre, cuyo nivel máximo se veía en los cristales; y al llegar a una parada, se liberaba de pasajero en una suerte de menstruación aberrante. Los autos salpicaban a los transeúntes sin que ninguno se quejase. Las alcantarillas vomitaban el exceso inasumible. Vi un avión cruzar el cielo con sus estelas blancas y una fina nube rojiza pegada al fuselaje. La imaginación no puede fabricar por sí misma la oscura grandiosidad de lo que contemplé. Es imposible. Y allí, en mitad de aquella escena infernal e inconcebible en otros tiempos, me sentí, por primera vez desde que la pesadilla comenzó, acompañado; hasta entonces sabía que era miembro de la sociedad, pero no fue hasta este preciso momento cuando me sentí, irrevocablemente, dentro de la misma. Tras esa imagen, el velo retornó a mis ojos. No volví a ver nunca a mi ciudad sangrar.

El médico se equivocó conmigo (a veces hasta los buenos se equivocan). Mi herida no desapareció con el tiempo, ni mi sangre dejó de verterse sin cesar. Y mi visión no es un trastorno de la percepción o los sentidos, sino un don, un don único y desconocido otorgado por la Naturaleza.


Ignoro su propósito final, el mensaje último que contiene, pero doy gracias por él cada día por haberme permitido contemplar lo que el resto de la humanidad, por sí misma, nunca jamás podrá llegar a ver


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Mensaje  achl Mar Dic 06, 2016 4:34 pm





Y ella puso música para animar

Era, naturalmente, de noche, como en cualquier historia erótica clásica. Pero no había música clásica. Solo una historia. La música era… lo dejaré al jadeo del suspenso.

Él, treinta años, y ella, dieciocho años. Sigue siendo un clásico, y éste cada vez más corriente. Es más excitante si ella es de menos edad. Pero al menos de dieciocho; si no, vamos todos presos...

Ella era una tía exageradamente guapa y exageradamente bien hecha, pero no era engreía. Siempre usaba traslúcidas blusas que daban ganas de dar pellizcos a aquellos cuernitos rosados que asomaban, durísimos, mirando al poniente en la ausencia de…

Él era un tío exageradamente guapo y exageradamente bien hecho, pero exageradamente engreído. Se le endurecía la nitidez de la hombría. Imaginaba su miembro dentro de... él sabrá. Se mordía el labio, atragantado de saliva áspera y deshidratada. Una de sus manos, juguetona, tocaba ahí abajo, cuya parte se iba hinchando de deseos como cosquillas que subían por su pubis y llegaban a su estomago, queriendo explotar en desgarro de placer y penetración. Hasta que, finalmente, se le escapó un fuerte gemido.

Ella se sorprendió de la cara de bobo excitado que veía. De pronto, él estiró el brazo, detuvo la música y salió de la casa de ella para no volver nunca más, ante la extrañeza de ella, que chilló al aire:

'¡¡Cabronazo, me has deducido, me has excitado y me has dejado cachonda perdida, y al final te has aliviado tú solo; eres un pobre desgraciado mal parido…!!'


Y se calmó. Total, ya no había música


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Mensaje  achl Mar Dic 06, 2016 10:26 pm



Historia de mi penosa vida
(contada con humor, lo único que va quedando)


Vivo en la habitación 403 de la cuarta planta del Hospital Ciudad Sanitaria Virgen de Rocío. Sevilla


Mi nombre no tiene importancia, pero igualmente me presento: me llamo Pepe Pérez. Soy el único del globo que tiene un nombre tan raro, parece sacado de un chringuito de Triana. ¿En qué estarían pensando mis padres cuando me lo pusieron? Eso mismo me pregunto yo día tras día.

El mes pasado cumplí veinte tacos. Y ahora voy a describirme en lo físico para que os vayáis haciendo una idea de la materia con que estoy hecho. Mi pelo, ausente ahora, es o era rubio, ojos azules y nariz aguileña.

¿Mi cuerpo? Espectacular para unos y asquerosito según otros. Mido 2,05 y peso 117 kg. Tengo un mogollón de cicatrices pero unas medidas más que perfectas: cuarenta, ciento diez, sesenta.

El estilo de mi ropa es chuleta: vaqueros ajados, camisas vaqueras, no menos ajadas, botas y pantalones vaqueros, siempre negros. Mi ropa me la hacen a medida por culpa de mi altura y mi peso.

Una vez más, en mi lucha diaria he vuelto a recaer. No voy a hablar de lo que me pasa pero voy a dar pistas: empieza por 'C' y acaba por 'R'. Lleva una 'A' con tilde, y también una 'N', otra 'C' y una 'E'. Hace referencia al zodiacal. No sé si lo habréis adivinado, porque es difícil con huevos.

Hace dos día tuve un accidente de baño y me rompí el brazo, que aún lo tengo en cabestrillo y con molesto yeso, también me partí la nariz y casi me abro la chorla contra el lavabo.

Bueno, vamos a dejar el pasado y vamos a hablar del presente. En este momento estoy hasta las polla de cables, cual robot; botes de oxígeno, máquina del pulso y otra para el corazón, suero, tampones...

La gente de Triana me conoce por ser el único tío que fuma cigarrillo tras cigarrillo, sin sacarlo de la boca. En un día me fumo tres cajetillas. Nunca me paré a pensar en las consecuencias para mi salud, pero paso.

Tengo bichitos en el cuerpo que según me dijo mi médico es para gente de cincuenta para arriba. Pero no voy ahora hablar de ellos. Más adelante quizás...

La historia que voy a contar trata sobre las relaciones esporádicas que he tenido y sigo teniendo con mi esbelto cuerpo.

Cabe destacar que tengo pareja estable, pero evitaré que salga en esta historia, así que le pondremos un falso nombre; de ahora en adelante le llamaré Curro. Él es buena gente, responsable. Estudia 2º de bachiller y cuenta ya dieciocho tacos. Es uno de esos tipos que se conocen como 'copleros', un chiflado de la copla, vaya; género que sueña con largar en verso los amores y los desamores al mundo entero.

Bueno, esto eso del mundo entero me lo he inventado. Jajajaja..

Mejor comienzo con la historia. Por cierto, la narraré en primera persona, ya que no se me da bien escribir y menos publicar en internet. Hasta hoy no sabía lo que era un blog… Pero me gusta más mi bloc.


Un estupendo y alegre día amaneció en la Ciudad Sanitaria. Los pajaritos cagaban en los árboles y la gente andaba cabreada, pero con una sonrisa en la boca. El día era alegre para todos, menos para mi menda.

Yacía tumbado en una camilla mientras me sometían a una Broncoscopia con biopsia Transbronquial, ya que en la radiografía me había salido algo sospechoso, sospechosamente cabrón...

Los potingues y la anestesia local no hacían efecto, pues las nauseas de sentir el tubo dentro de mí (no por mi precioso culo) eran incontrolables. Mi enfermera, fea como la madre que la parió, pero servicial, siempre me decía que me tranquilizase.

Hace tres minutos que acaban de hacerme una prueba, y me llevaron a recuperación, donde un médico calvete, como yo, me auscultó. Merced a las nuevas y revolucionarias tecnologías de hoy en día, sólo bastan 28 horas horas para tener un diagnóstico completo.

Estaba sentado en una silla, mientras el atractivo calvete escribía algo Él es mi matasanos desde que llegué al Ciudad Sanitaria.

____La Broncoscopia ha revelado un feo tumor de dos centímetros en los bronquios, y la biopsia ha salido positiva en células cancerígenas. Pepe, desgraciadamente tienes un Carcinoma en el pulmón. Y ya sabes lo que viene ahora, ¿verdad?
____Uno más que más da...

Mientras el calvete me explicaba todo ese rollo, imaginé a una tropa de anticuerpos y células peleando contra Rambo. Corrían por los bronquios manchando y convirtiendo a las citadas células en malvados cangrejos negros mientras que una capa de oscuridad se iba apoderándose de mi rosado órgano.

Cuando desperté de mi bola de fantasía, el calvete me miraba fijamente a los ojos. Volví a pensar en ese cuerpo, esa cara…

Tomás Montiel, cincuenta y tres años, cuerpo escultural para su edad, sus ojos nunca se pueden ver ya que siempre lleva gafas oscuras tipo hippie. En su chorla no había rastro de pelo. Estaba a la moda: rapada entera.

____¿Te pasa algo? Te veo como ido.
____¡¿Te parece poco?¡ ¡Tengo cáncer, coño! -contesté a grito pelado.

Tomás me dio un volante donde ponía: 'bloque segundo, planta baja', ya sabía con creces que significaba eso, era el cabrón edificio de la quimio. Para quien no lo sepa, Quimioterapia es igual a kk química, es capaz de destruir a todo un ejército de células de una sola dosis.

Después, como siempre vienen esas palabras de apoyo, que casi nunca hacen efecto: 'lo siento, pero muy eres joven, te pondrás bien'. O, 'Esto va a ser jodido, así que no pienses en ello y haz vida normal'.

____¿Vida normal? ¿Tú crees que puedo hacer vida normal? Mañana me levantaré a las nueve de la mañana, iré a que me pongan la medicación multicolor, por la tarde estaré tirado en la cama vomitando y con dolor de barriga. El día siguiente más de lo mismo. ¿Esto es vida normal? Qué fácil es hablar cuando no eres tú el que tiene los bichitos.

Hace un año tuve otro tumor maligno en mi interior, aquello desembocó en una Neumonectomía y posterior trasplante de pulmón. Mi niño, Curro, también tiene la enfermedad, un tipo de Leucemia que pueden tener las personas los veinte primeros años de sus vidas.

____¿Cómo puede tener una persona con veinte años un tipo de cáncer que se diagnostica a gente de sesenta para arriba? -pregunté arrugando la nariz.
____El cuerpo humano es un misterio -respondió.
____¿Un misterio? Querrás decir un hijo de puta.
Salí del hospital como un zombie, de esos que salen en las películas de terror. Tenía grandes ojeras y estaba terriblemente pálido. Anduve hacia la parada del autobús que me llevaría a mi piso donde seguro iba a llorar hasta quedarme dormido. Pero optó por reír. Total...

Me pregunté que coño había hecho en la vida para que me castigase así. 2 cánceres en poco tiempo. Uno a los veinte y ahora a los veintiuno.

Mi alegría creció y temí que fuera a estallar de la risa, así que me puse mi Ipod, una canción de Marujita Díaz, que quita las penas a cualquiera. Voz comicalírica y cachonda; o sea, un deleite para los cancerosos.

Como la risa no se iba, busqué refugio en el tabaco. Encendí un cigarrillo y di una calada que hizo que mis pulmones se cagarsen en mis muertos. Tosí. Notaba como si me clavasen mil dagas ardiendo en el pecho.

Sentado en WC volví a mi mundo de fantasía, a la guerra. Había niebla y no podía atacar a los bichitos del ejército. Una célula empezó a chillar. Y yo pasaba de oír sus roncas voces.

____Señor, mañana al alba llegarán refuerzos, pero puede que nosotros muramos. -dijo un poseedor de bichitos.
____Moriremos por una causa hp -respondió el hecho polvo capitán

Cuando abrí los ojos empecé a reír a carcajadas. La gente me miraba con ojos extraños, pensarían que estaba loco. Además, yo también pensé que estaba perdiendo la cabeza, algo normal en mí.

El autobús llegó puntual y me subí. Todas las personas que allí había me miraban no sé si por la cara de muerto que tenía, o por mi descomunal altura. Tuve que sentarme, y aún así, casi topaba con el techo.

Mirando por la ventana dejé pasar el tiempo, ver toda la ciudad pasando rápidamente, logró despistarme hasta que mi móvil sonó, asustándome. Volví a ver las miradas de la gente. Parecía como si les diese asco.
Lo cogí enseguida.

____Hola, pito mío, ¿Cómo estás?

Era Curro hablándome con su suave voz. No me demoré en contestarle.

____Estoy de camino a casa. En la tarde iré a verte y a lo que sea...
____Tengo ganas de verte, estar en el hospital es muy aburrido.
____Ya has oído al médico, hasta que no te hagan el trasplante de médula no podrás salir, así que yo me conformaré sólo con verte

Intentaba cambiar de tono de voz, pero sonaba a funeral. Tras pequeña pausa empezó a hablar de nuevo.

____¡Vaya catarro que tienes! Parece que tienes agarrado el pecho.

Y bien agarrado que lo tengo, pensé para mí.

____Sí. Mañana iré a mi ambulatorio.
____Bueno, tengo que dejarte ya que me traen la comida. Hasta luego.
____Te quiero tela, Curro de mis amores.

Colgó. Miré el reloj del móvil, que marcaba las tres de la tarde, y le di al botón de 'parada solicitada'. Había llegado a mi calle. Al salir, un fuerte ruido llamó mi atención.

En el descampado que hay al lado de mi casa estaba el camión tráiler de mi hermano, aparcado. Había llegado desde muy lejos.

No os he hablado de mi hermano, ¿verdad? Lo presentaré: su nombre es Emilio, tiene veintitrés años. Es flaco y mucho más bajo que yo (1,70). Su cabeza es redonda, su pelo es marrón claro y corto, orejas terminadas en pico, cejas pobladas como las mías, ojos grises y grandes, nariz ancha y una sonrisa siempre en sus labios. Sus dientes son totalmente blancos y bien cuidados, ya que va dos veces al mes al dentista y usa hilo dental cada vez que come. Su barbilla es muy peculiar porque en el centro tiene una especie de hoyito. ¡Me encantan los hoyitos... Jajajajajaja...!

En cuanto me vio, bajó del enorme camión y me saludó con un golpe en el hombro.

Llevaba la ropa del trabajo: chaleco vaquero, camiseta de manga corta blanca, pantalón azul con muchos bolsos, y una gorra con el logotipo del Betis. Fuimos a mi piso, donde le prepararía una buena comida.

_________________________________________

Por la tarde, la habitación de Curro parecía el camarote de los hermanos Marx, no cabía ni un alfiler. Allí estábamos mi hermano Emilio, mi padre y yo. A mi padre lo presentaré en otro momento, mi mejor amigo. También estaba su novia… o sea, que no cabían ni los médicos.

Para no estorbar, salí con mi colega hacia su habitación. ¿Os imagináis qué le sucede? Exacto, el capullo ha tenido la misma 'suerte' que yo. En un examen rutinario le diagnosticaron un tumor en el pulmón. Tanto él como yo moriremos de cáncer. Pero nos queremos mucho, ea

El Ciudad Sanitaria es el hospital que llaman 'Sociedad de Almas' donde van las almas al morir. También hay cielo, pero allí seguramente que no me quieren. No he sido bueno en la tierra, así que para morir subiré a la cuarta planta de mi hospital, mi casa.

Hablemos de mi amigo, su nombre es Paco Montiel y es el único hijo de Montiel. Es clavado a él, incluso en las gafas oscuras, lo malo es que él está mucho más gordo (por lo menos pesará ciento sesenta) y más alto, puede que dos metros diez.

____Te veo apagado. ¿Quieres contarme algo?
____Sí, esta mañana fui a recoger los resultados de las pruebas que me hicieron.
____¿Y? Cuenta, cuenta...
____Vuelvo a tener la puta enfermedad; un tumor maligno -dije casi con una sonrisa en los labios.

Él fue quien me animó a que fuera al médico cuando un catarro que tuve no se iba, diez días culo en pompa para Antibióticos y seis días más con Antihistamínico. Me asusté cuando empecé a escupir pegotes de sangre coagulada y a tener terribles ataques de tos Pero más me asusté porque no podía hablar, con lo que me gusta... Jajajajaja...

____Mañana me ponen la hijaputa química. ¡Qué asco! Por cierto, lo de la enfermedad no se lo digas a nadie.
____¿No vas a decírselo ni a Curro?
____A él menos, está muy débil por su leucemia y podría sentarle como un tiro en la boca, así que mantén el pico bien cerrado.
____Tienes razón.

Quedó un tiempo callado, hasta que puso la tele donde hablaban de una extraña epidemia. Los casos de cáncer se habían disparado por todas las regiones; o sea, que algo raro estaba sucediendo.

____He escuchado que están instalando un hospital oncológico de día. Tal vez podrías decirle a tu padre que te mande allí.
____Se lo diré, claro que sí. Aquí puedo encontrarme con gente conocida y no quiero que nadie lo sepa.

_________________________________________

Aquel pobre hombre se acostó en la cama, se puso su mascarilla y activó el oxígeno. Se notaba falto de aire; su pecho se movía vertiginosamente.

____Me voy. Que todo te vaya lo mejor posible,
____Gracias, cielo, Hasta luego -se despidió moviendo la mano.

Salí de la habitación y fui hacia donde Curro, que estaba hablando con su compañero de cuarto, Pepín.

____Cuanta gente había antes, ¿verdad?
____Sí, esto parecía una feria -le dije, sonriendo.

En la cara, Pepín se parece a mi novio, sólo que él es más gordo y más feo, por supuesto. Siempre lleva en la cabeza una lazo negro con nimias calaveras, no tiene cejas, y pestañas le quedan pocas. Sus ojos azules, como los de Curro, pero los de mi Curro son azul cielo.

Me senté en el duro pero cómodo sillón mientras ellos dos jugaban a las cartas con mi hermano.

Mi glosario

Broncoscopia con biopsia transbronquial: un procedimiento en el que se introduce una sonda delgada con luz (Broncoscopio) a través de la nariz o la boca para recolectar fragmentos de tejido pulmonar.

Quimioterapia: empleada en tratamiento de enfermedades neoplásicas. Su función es impedir la reproducción de las células cancerosas. Estos fármacos se llaman medicamento Citotástico, Citostáticos o citotóxicos.

Neumonectomía: extirpación quirúrgica de un pulmón.

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Mensaje  achl Jue Dic 08, 2016 7:50 pm



Harto ya de tanto sexo sin amor

Todo empezó en una noche de verano. Entonces vivía en Madrid. Dirigía una de las mejores discotecas de la capital y era socio mayoritario de la misma. Todos los días me preparaba, me vestía con mis mejores trapos, como se suele decir; abría mi vestidor y elegía lo que ese día me haría sentir bien, seductor para las chicas que acudían al local, y algunas de ellas se ponían a mis pies. Era el rey de la noche.

Vivía en un dúplex de lujo. Tenía un BMW deportivo. Era pura imagen. En los negocios, la gente te ve por el coche que llevas, la ropa que vistes, la casa que tienes, y después miran dentro de ti, pero si tienes facilidad de palabra, buena imagen y eres emprendedor, el éxito está asegurado.

Esa noche aparecí por la disco sobre las doce de la noche. Llegué con la música alta y paré en la puerta mi lujoso coche. Sentado en él me sentía más importante, un triunfador, capaz de comerme el mundo. La cola de acceso era enorme y todas las chicas se fijaban en mí, vestido de Zegna, bajando del BMW.

Todas me admiraban, y mi aspecto cautivó a una incauta; una morenaza que estaba con sus amigas dispuestas a entrar. Tenía unos 30 años, con curvas de impresión, maquillada, vestida de marca y calzada con zapatos de tacón de aguja que estilizaban sus piernas hasta el infinito. Me sonrió. Estaba hablando con Valerio, el jefe de seguridad. Me acerqué y le dije a mi empleado.

____Valerio, deja pasar a mi invitada.

Le cogí la mano y tiré de ella. Giró la cabeza y miró a sus amigas, riendo nerviosa. Pero sin decir palabra, se dejó guiar por mí. Sus amigas detrás de nosotros venían como si de una comitiva se tratase. La noche estaba empezando. La llevé a la zona vip.

____Buenas noches, señor Ayala -me saludó Paco, el barman.
____Quiero que a la señorita... -la miré y dejé pasar el tiempo, clavando mis azules ojos en los suyos…
____Rosana -respondió ella.
____Quiero que a mi amiga e invitada Rosana y a sus amigas, no les falte de nada -guiñé un ojo a Paco y sonreí.

____Sí, señor Ayala -contestó, con mirada de complicidad.
____Encantado, Rosana -le dije mirándola.
____El placer es mío -se me acercó y me besó en ambas mejillas.

Ese detalle me sorprendió. Normalmente, las chicas me abrazaban, y las más osadas me besaban en la boca lengua incluida. Intuí que Rosana era diferente a las demás.
____Nos veremos más tarde, señoritas -miré a sus amigas.

Me fui alejando, despacio, pero con un pensamiento en mi cabeza: 'esta noche volveré por aquí'.

Entré a mi despacho y lo primero que hice fue mirar desde el cristal que dejaba ver el local sin ser visto. Desde la planta alta en que me hallaba, se veía el escenMI BLOC, QUE NO BLOG - Página 9 Plan_noviotipario, las jaulas donde las go-gós bailaban seductoras, y la pista central con su extensa y lujosa barra.

En el fondo de mi despacho tenía un sofá cama que usaba para dormir y para mis noches de lujuria. El equipo de música y vídeo con pantalla de plasma de 50 pulgadas, la nevera de titanio, un pequeño cuarto de baño, un ropero con ropa y algún cuadro, completaban mi refugio.

____Álvaro, ha llegado Lis. ¿Quieres que le diga que no estás? -preguntó Valerio vía móvil, dubitativo.

'¡Ufff, Lis!', pensé. Imponente mujer que quería atraparme a toda costa; rubia, de metro setenta y cinco, pecho natural y perfecto, unas curvas y un culo firme y redondo que decía ¡devórame!; y lo mejor de todo era que hacía maravillas con la lengua.

____No. Estoy. Déjala subir -contesté.
____De acuerdo. Así lo haré.

Pasados unos minutos, y ya con una copa de cava y otra dispuesta para ella, se abrió la puerta. Allí estaba Lis, impresionante como siempre, pero con cara de enfado. Quizás justificado, ya que hacía más de una semana de nuestro último encuentro y yo no había respondido a ninguna de sus llamadas.

Entró con cara de pocos amigos, queriendo ponerme en mi sitio. Pero en cuanto puse la copa en su mano, la cogí de la cintura mirando su vestido rojo ajustado, con la espalda descubierta dejando ver el inicio de su culo hermoso y su generoso escote que no dejaba nada para la imaginación y deslicé mi mano hasta llegar al final, se entregó a mí. La miré a los ojos y la besé en la boca. 'Ya estás otra vez en mi red', me dije.

Su juguetona lengua confirmó mis divagaciones, y continué hasta la línea divisoria de sus glúteos, notando el calor de su piel, mientras mi boca se centró en su cuello.

____¡Eres un cabronazo! Lo sabes, ¿verdad?
____Te iba a llamar, pero he estado muy ocupado.

'Sí, con otras', pensé, y una sonrisa pérfida escapó de mi boca.

Mis hábiles manos seguían ablandando su cuerpo, y mi boca calentando su mente. Entre susurros, reaccionó a mis caricias. Dejamos las copas en la mesa. La intensidad aumentaba, sus manos me quitaron mi camisa y recorrieron mi espalda, arañándola con suavidad. Yo le quité el tirante del vestido, a la vez que besaba su hombro moreno, y lo dejé resbalar por su brazo, despacio, acompañado de mi mano.

Me empujó contra la mesa y sus manos desabrocharon mi bragueta. Bajé la cremallera de su vestido y sus pechos quedaron al aire, expuestos. Mis manos recorrieron su contorno, y mis dedos hicieron igual con las aureola de sus pechos. Pellizqué sus dos centros a la vez. Mis dientes apresaron su labio inferior, haciendo con ello que emitiera un gemido. Inclinó el cuerpo hacia atrás. Solté mi cinturón y le até los brazos a la espalda, lo abroché a la altura de sus codos, dejándola inmóvil.

Dejé caer el pantalón, me descalcé y me quité los calcetines mientras la miraba. Se movía, con mirada desafiante en sus ojos cual felino ansiando ser poseída. La cogí con fuerza y la puse de rodillas ante mí.

____Quítame los slips con la boca -le dije.

Sus dientes empezaron a tirar, sin lograr su objetivo.

____No puedo.
____¡Inténtalo de nuevo! -repetí con tono autoritario.

Y lo intentó, y poco a poco bajaron, dejando al descubierto mi casi erecto miembro.

____Trabájatela, pero despacio.

Sus manos no llegaban, y eso le producía nerviosismo. Cogí su cabeza y obligué a su boca a trabajar. Con mi miembro completamente erecto ya, entraba y salía. La saliva empezó a caer por las comisuras de los labios y el sonido de succión se hizo audible. Su boca succionaba con tanta fuerza que su cabeza se movía de un lado a otro a ritmo ansioso. De pronto, me retiré, viendo como su boca quedaba unida a mi miembro por un hilillo espeso de saliva.

____Ahora, apóyate en el sofá y ábrete de piernas.

Empecé, despacio, a calentar su culo con pequeñas palmadas, que poco a poco subí de intensidad haciendo que la rojez fuera ya evidente. Su sexo estaba ya húmedo y comenzó a resbalar una gota blanca. Aproveché esa lubricación natural para mojarlo entero y, de paso, meter mis dedos. Sus labios de abajo, al separarlos con mis dedos, quedaron unidos por pequeños hilos, como si de telaraña se tratase, que fui rompiendo contra las paredes de su vagina. No tardé en perder de vista tres de mis dedos. Cuando los noté empapados me incliné sobre ella, giré con la otra mano su cara y de nuevo metí mi miembro en su boca, restregándola contra su nariz, labios y lengua.

____¡Te gusta mucho, ¿verdad?!
____¡Sí, mucho, pero hazme tuya de una vez! -suplicó.

Se lo metí obligando a su cabeza que retrocediera y nuestras miradas se cruzasen. Sus ojos cargados de deseo, las venas de su cuello hinchadas y su lengua fuera, hicieron que mis caderas se movieran vertiginosamente. Entrando con una facilidad pasmosa la penetré. Mis manos, mojadas por sus jugos, taparon su boca y noté en una de mis palmas cómo su lengua lamía con desesperación.

Me apetecía largar, así que no esperé más. La llevé hasta el sofá, me senté y de rodillas engulló mi miembro; subía y bajaba como pocas veces he visto hacerlo. Sus ojos cargados de lascivia me ponían cachondo. De pronto, mi líquido viscoso inundó su boca. Luego limpió todo con su lengua y, mirándome y sonriéndome, esperó mi respuesta.

____Túmbate.

Cogí sus caderas, ahora siendo yo el que se postró ante ella, y empecé a devorar su vagina, mordiendo y lamiendo su resorte más sexual. Me concentré en ese punto débil y lo mordía, lo succionaba... No tardó en empezar un orgasmo. Yo reía por dentro. Frené al son de sus contracciones.

____¡No me dejes así; quiero más! -gritó, a la vez que con sus manos hacían lo imposible por tocarse.

Sólo paré un segundo, lo justo para que su orgasmo se detuviera antes de llegar a su cenit. Reconozco que me encanta notar esa desesperación y la entrega que en esos momentos se apodera, incluso de la mujer más rebelde. Entonces continué pasando la punta de mi lengua por ahí abajo. La moví sintiendo su deseo incontrolable. Sus caderas, moviéndose cada vez más rápido, hicieron el resto. Su respiración y su jadeo empezaron a salir de su boca como un torrente.

Estalló en un orgasmo brutal. Mezclándose los jugos con la orina, acabó por empapar la alfombra.

La desaté, y sus brazos morados recuperaron su color moreno. Me miró riendo, me mordió los labios y me dijo.

____¡Eres un...! Nadie me hace el amor como tú...

Nos vestimos y charlamos bebiendo cava. Lis intentando que dejara mis devaneos y me centrara sólo en ella, y yo me hallé a mí mismo pensando en la chica que había dejado en la zona vip, Rosana. Lis no quería salir de mi despacho, pero se fue remoloneando, luego de hacerme prometer que la llamaría lo más pronto que pudiese.

Bajé a la zona vip con celeridad, después de ducharme y de arreglarme. Pero Rosana y sus amigas se habían ido ya.

Volví a casa, contrariado. Me di una ducha caliente y comí algo. Cuando me metí en la cama, me sorprendí por el hecho de estar pensando más en Rosana, que casi no conocía, que en Lis, que conocía y que habíamos disfrutados juntos muchas noches de amor

Pasaron unas semanas. A veces quedaba con Lis y con otras chicas. ¿Qué podía hacer si todas querían estar conmigo? Nada más que consolarlas y darles sexo. Pero estaba ya cansado de mi vida. Pensaba que ya era hora de dar y recibir amor y de despertarme con la misma mujer a mi lado.

Algún amanecer me encontraba con una mujer hermosa, desnuda en la cama y pegada a mí. Tenía que hacer memoria, incluso para recordar su nombre. La llamaba por el nombre de otra, excusándome luego con que era una broma, lo que hacía cambiar su sospecha de lo que en realidad ya sabía, pero que no quería admitir.

Estábamos ya en agosto. De madrugada la disco estaba repleta todos los días; de hecho, teníamos que colgar el cartel de completo y sólo podía pasar gente concreta.

Una madrugada, sobre las dos, estaba recorriendo la zona vip, cuando alguien me tocó por detrás. Me giré, y ese alguien y me dijo.

____¿Te acuerdas de mí? Perdona si te interrumpo, pero sólo quería darte las gracias por tu amabilidad la otra vez que estuve aquí.

Su voz, su perfume y la cercanía de su cara al inclinarme para escucharla, me despertaron de la monotonía de la noche.

____¿Eres Rosana?

Experimenté una alegría inmensa, y más aún ella al pensar que no la iba a reconocer. Me sonrió.

____Sí. Y tú Álvaro -sus besos, de nuevo en mis mejillas.
____Así es. ¿Quieres tomar algo?

Los dos mentimos. Ambos sabíamos quienes éramos. La cogí de la mano y me encaminé hacia mi despacho. Pero, de repente, di la vuelta cuando estaba a punto de llegar. Miré a Rosana y le dije:

____Me gustas demasiado como para jugar contigo. ¿Te apetece hacer un viaje a alguna playa del Sur? -le pregunté.
____Por qué no -respondió.


Y eso que se dice por esos mundos de Dios, incluso por bocas de algunos románticos empedernidos, que es mentira, que no existe el amor a primera vista


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Mensaje  achl Jue Dic 08, 2016 11:22 pm



Nuestro reflejo

¿Qué sabes de amor? Me preguntó mi reflejo acongojado. ¿Qué sabes de la caricia oportuna? ¿De la ruta a sus labios? ¿De la respiración agitada y el anhelo de que nunca se está suficientemente cerca del otro porque la única forma de saciarte es ser el otro? ¿Sabes algo de eso, niña? ¿Sabes lo que es que te devoren con la mirada en una intimidad tan pequeña y saturada que no sabes cómo salir ni quieres salir? ¿Se te han nublado los sentidos entre los brazos del otro? ¿Has jadeado sedienta de más y más? ¿Qué sabes de todo eso? Me preguntó, una y otra vez, sin compasión de mi alma de virgen rota.

Caída, olvidada, tirada sobre mi cama, yo, pequeña, aún sin florecer, no sabía nada. Era como pajarillo trémulo, sin lugar en la tierra ni en el cielo. Un calor extraño subía por mi cuerpo y se alojaba en mis mejillas rojas y virginales, pero no tenía desahogo. No había manera de deshacerme de su presencia, anhelante y oculta; no había forma de rescatarme de ese calor frío e inútil. Y mi reflejo, cruel, seguía preguntando.

Tenías que llegar tu... ¿o no? Tenías que llegar tú. Y llegaste. Mi reflejo se calló, amenazado, sabía que frente a tus ojos ya no era olvido y pasión. Adivinó en tus labios un destino irremediable para los míos.

Se dio naturalmente como agua que fluye, sin que nos diésemos cuenta. Mi reflejo mudo ante nosotros, y el calor en aumento. Entonces, dejé las puertas abiertas, porque, siempre cuidando de mis tesoros, no dejé que nadie viera nada de mí. Como cofre podrido albergando monedas de oro. Por eso te dejé las puertas abiertas, por eso te hablé desde mi silencio. Tu piel sobre mi piel desnuda que ardía, tus ojos sobre la luz extraña que despedían verbigracia mis muslos albos o mis mejillas febriles. No podías como querías precipitar sobre mí tus labios ávidos de piel perfumada de niña-mujer. También yo quería, pero no podíamos, nos decían. Estaba en los albores de mi juventud, en plena virginidad adolescente, enfrentando todos los tabúes que desde niños deformaron nuestro deseo.

¿Qué sabes de amar? Me seguía preguntando terco mi reflejo. De pronto, había vuelto a su cruel interrogatorio...

____Sé que para amar hay que ser libre y dueño de uno, para regalarse al otro -le dije, valiente.

Y a la vez, tus labios se encontraron con la piel de mi cuello, tus manos empezaron a recorrer mi suavidad curvilínea de niña-mujer, nunca antes tocada, ni valorada, ni amada.
No importó lo que dijeran otros, lo que nos inculcaron desde niños, la culpabilidad y el silencio, y la represión de uno mismo...

Nunca fuimos más inocentes y más puros que unidos, enredados, entre las sábanas.

Quizás no sabía nada de amar, pero entre los jadeos de aquella noche... supe amar más que nadie, y supe lo que era ser amada.

Nunca fui más hermosa que entre tu abrazo desnudo y carnal, que bajó tu aliento y tu mirada, albergándote en el interior de mi cuerpo.


Desde aquella noche en que le planté cara a mi reflejo, nunca más volvió a interrogarme. Al fin, conseguí silenciarlo


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Mensaje  achl Dom Dic 11, 2016 2:25 am



El amor la llevó a lo que siempre quería ser

Pensó que había perdido su odio, hasta que 16 años después lo volvió a encontrar, y entonces una tormenta se desató con furia

Era un día normal, como todos en la vida de una estudiante de pequeña ciudad: levántate, despierta a tu hermano, haz la cama, dúchate, vístete, achucha al enano para que acabe de desayunar, mira que el perro tenga comida y agua, desayuna, vete al colegio, no pienses; sobre todo eso, no pienses... Ella misma de decía que estaba loca.

Su nombre clínico era una depresión crónica. Su madre solía decirle que simplemente era una paranoica. Pero siempre hablaba más de la cuenta la inoportuna señora.

Hacía relativamente poco tiempo que mantenía una relación sentimental con su mejor amigo, Carlos.

Buscando que la dejasen en paz, y también a Carlos, ella se inventó una relación que nunca llegaría a nada. Y lo peor era que ambos lo sabían y, aunque trataban de fingir que se amaban, la verdad salía a relucir en que preferían calentarse las manos en los bolsillos, en lugar de cogérselas el uno al otro. En las convivencias, dormían cada uno en su casa; en el cine, cada cual se sentaba en su butaca y no compartían ni palomitas; a ella le engordaban, y Carlos era alérgico.

Perdón, aún no os la he presentado...

Tiene muchos nombres, pero en el instituto todos la conocían como Tina. Carlos era el chico más guapo y aplicado de último curso, y a ella aún le faltaban varias asignaturas del Primero. No se caracterizaban por ser una pareja muy armoniosa, ni siquiera en sus inclinaciones sexuales. Pero eso era algo que a nadie importaba y que pocos o ninguno conocían.

____¿Has visto a esa?

Marta, la mejor amiga de Tina estaba apoyada en la taquilla contigua a la de su compañera masticando chicle, cuyo efluvio se mezclaba de cuando en cuando con su respiración y el sonido de sus palabras.

Tina se giró para ver pasar a quien aludía Marta; era una chica del último curso. Tina la conocía porque estaba en la misma clase que Carlos.

____No pareces muy contenta hoy -dijo esa chica.

Tina volvió a su taquilla a buscar entre sus cosas, haciendo caso omiso de lo que le decía su conocida.

____Marta es heterosexual, es como darse contra una pared -masculló entre dientes -habló de nuevo la conocida.
____Perdona, pero hay mucha gente que ignora su condición -dijo Tina.
____Sí, eso le pasa mucho a los políticos... -farfulló, molesta.
____No entiendo por qué te opones a mi relación con Samanta...
____Me preocupo por ti -respondió-. No quiero más encontronazos. A este paso, todo el mundo se enterará que somos... de otro costal -rectificó, al ver que pasaba un grupo de alumnas de la ESO. Marta arrugó la nariz en señal de protesta
____No salir del armario te va a matar, cariño -ahora se interpuso entre la dueña y la taquilla. Con un gesto altivo le quitó la llaves-. No puedes vivir permanentemente huyendo de lo que somos -añadió.
____Mi terapeuta lo llama rectificación de la propia imagen. No me voy a convertir en lo que no quiero convertirme -añadió.
____¿Eso dónde lo leíste? ¿En lavadodecocos.com? No tienes ni idea. En serio, debes dejar esas sesiones, no te hacen bien. Échale un buen polvo a Lupe y ya verás qué pronto se te quita la depresión
____¡Qué me dejes en paz!

Intentó quitarle las llaves, pero Marta la esquivó y las tiró lejos. Tina fue tras ellas mientras su amiga se quedaba parada de brazos cruzados. Al agacharse, se encontró con unas manos en torno a sus llaves.

____Se te han caído -una cara guapa, tez morena, pelo negro y lacio, ojos negros, cuerpo escultural; era Lupe, bueno, Guadalupe.

Quedó sin palabras. Odiaba esa sensación y la odiaba a ella. Mutuo era el sentimiento, pero más tarde descubrían que el odio no es el sentimiento contrario al amor, sino algo apasionado que despierta el fuego, un sentir que arrasa por dentro y acaba con todo. Fuego eterno, fuego de pasiones que revivió 16 años más tarde, para ocurrir lo que entonces pospusieron para mejor ocasión.

Oscurecía temprano, o tal vez llegaba tarde. 16 años con su conciencia dormitando, escondida en el muladar de los recuerdos. Casi todo había logrado: casa, trabajo, su propia galería de arte: cuadros desgarrados por la tinta, esculturas retorcidas en orgasmos homéricos y en silencio.

En sus cuerpos se plasmaba toda esa pasión, toda esa carne que habían olvidado y que habían evitado durante 16 años. 16 largos años con sus húmedas noches, con sus paranoicas visiones de una desconocida mujer morena que atrapaba su alma, que se comía toda su carne cruda, que la reventaba en sueños y le hacía el amor una y otra vez hasta dejarla rota, seca y fuera de combate.

Se despertaba completamente empapada y con ansias de una ducha de agua fría o de seguir durmiendo durante tres días más. Nunca supo quien era la desconocida, jamás la encontró, quisiera o no, aquella le recordaba su lado olvidado, su instinto primario le despertaba un odio hirviente que no era tan sólo una máscara que ocultaba la verdad primigenia de un ser sensible y oculto dentro de su caparazón. La verdadera Tina pugnaba por salir a la superficie. Quería gritar, quería salir corriendo, quería salir fuera de su cáscara, ser libre, volar... quería recordar lo que a base de pastillas había conseguido olvidar, aunque había sido someramente feliz, notaba que tenía una deuda pendiente. Algo estaba por ocurrir que cambiaría el resto de su vida.

Su padre decía que la gente va al teatro para escuchar lo que realmente ocurre fuera, pues sólo tras ese escenario podrían vislumbrar un abismo de verdad, lejos de la falsedad y la hipocresía del vulgo... Ciertamente, a veces, el único modo de decir verdades es mintiendo como una bellaca, Tina estaba a punto de descubrirlo.

Hacía años que no iba al teatro pero algo la llevó allí aquella noche, quizá la empujara el aburrimiento, las palabras de su ya desaparecido padre, o el hecho de que alguien le cediera las entradas para ir.

Cuando puso sus pies en el recinto, supo por qué había ido allí. Le bastó una mirada para ver de lejos el fruto de su inconsciencia, el objeto de sus pesadillas, de sus fantasías ocultas, la propulsora de su auténtico yo que a cada paso que daba hacia las gradas estaba más fuera de su cáscara.

Lupe, allí, vestida con ligero atuendo blanco. Rabia empezó a recorrer sus venas y pinchaba su sangre. Endulzó sus labios con el hierro de la propia. Los labios se le resquebrajaron del frío y sequedad, su lengua se tiñó del rojo original y se hundió en su butaca. Su sexo se humedeció hasta llegar a ser molesto. Intuía lo que iba a ocurrir y sabía por qué había ido allí: a saldar una cuenta pendiente desde hacía 16 años.

Una noche de calor estuvo a punto de cambiar odio por pasión. La misma mujer que vestía de blanco y pronunciaba intrincadas y poéticas palabras la bella y hermosa Lupe, Guadalupe. Si la viese Marta...

Todo se cubrió de niebla y apareció la sombra, que se hacía más nítida a cada paso que daba hacia ella. Las luces se fueron apagando de manera intermitente, hasta dejar un leve destello que se paseó a sus anchas por la carne de la hermosa morena que se quitaba el maquillaje, sin mirarse en el espejo. La intuía, conocía el destino, sabía que estaban allí, solas de nuevo, pero esta vez sería para unirse, de una vez por todas.

____¿Te gusta el teatro de mi padre?

Era su explicación directa para la ausencia de gente tras la función. Dejó a un lado sus dudas, dejó por una vez que su odio saliese a flote. Lupe la sujetó mientras ella trataba en vano de descargar toda su rabia contra la culpable de todo, de una absurda historia, de la que había ocasionado que su madre la ingresase en un hospital durante los mejores años de su vida, hasta que, queriendo o sin querer, olvidase lo único que de verdad quería en su vida. Guadalupe vio en sus ojos su historia; en sus lágrimas su pecado, en su temblores su pasión, su deseo, su virginidad...

____Eres virgen... -lo dijo casi sin darse cuenta.

Tina se quedó paralizada, con su sexo palpitando enloquecido y húmedo, enrojecido por la vergüenza. Intentó zafarse y salir corriendo pero apenas se sostenía. Lupe la abrazó con ternura y bajó sus manos por su espalda hasta llegar a rodear la redondez de sus caderas.

Tina suspiró en su oreja. Su odio luchaba contra esa pasión que hervía en su corazón y en sus venas arrasándolo todo. Quedaron eclipsados esos años de depresión por la sonrisa de la morena. Sus palabras, sus caricias anestesiaron su mente. La deseaba, la única persona con la que quería morir de deseos, de orgasmos, de humedades...

Tembló, aunque Lupe estaba convencida de lo que hacía, Tina se moría de deseo y de miedos. Sintió las manos de la morena recorrer su cuerpo por encima de la ropa; apenas respiraba, estaba acelerada y la angustia la mordía. Lupe paró y la miró

____¿Qué te pasa, cariño?

Tiritó de amor ante sus palabras. Se abrazó aún más a ella con ansias de sentirse querida. Le confesó con suave voz que estaba asustada, aunque había soñado muchas veces con ese momento, tantos años soñando que se hacía mujer entre sus dedos...

Lupe acarició sus labios con sus largos dedos finos, la besó y acarició su cabeza, la cogió entre sus brazos y la llevó en el escenario con luz tenue. Improvisó un lecho, que cubrió con pétalos de flores y una manta suave. La desnudó lentamente mientras ésta temblaba, la besó, mimó y acarició mientras le susurraba bellas palabras, cogió entre sus manos sus pechos, turjentes y ávidos de besos, devoró su carne cruda, recorrió cada curva de su cuerpo y hundió su lengua y sus besos en las zonas más sensibles de su anatomía. Tina lloraba de pasión, mordiéndose los nudillos. Sentía que su cuerpo se convulsionaba de placer. La alejó de todo y la condujo, por fin, a la paz que llevaba tantos años buscando. Al fin, había llegado al cielo, y ella era su ángel. Esa noche la hizo mujer, le quitó toda su pureza y a cambio le brindó la libertad, recordó todo lo olvidado, aceptó todo lo estipulado en el contrato de felicidad incumplida: aceptación, paciencia y entereza.

Se casó con Lupe y ambas se demostraron y demostraron al mundo que un amor nunca se olvida y que el mundo juega sus cartas para hacernos chocar con él las veces que sean necesarias para que nos demos cuenta de que, si lo encontramos, no debemos dejarlo escapar.

Tina estuvo dormida 16 años, que bastaron para comprender que su odio siempre fue amor; que de no haberlo aceptado, hubiese destruido su ser. Empero, habiéndolo aceptado había descubierto en su interior una paz y una visión completa de la existencia, como nunca antes había sentido. Y ahora es feliz.


Y lo seguiría siendo eternamente, mientras su alma y la de su único amor, Lupe, Guadalupe, continuarán existiendo


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Mensaje  achl Lun Dic 12, 2016 7:46 pm



Una amiga muy especial


¡Cómo me gustaría tener un marido que me lave los platos!

Eso me decía mi amiga Pepita, recostada sobre el lavadero y mirándome mientras yo lavaba los platos, los cubiertos y una olla del almuerzo que habíamos comido. La miré, me sonrió y le dije que me gustaba cómo me hacia el amor.

Con su pelo recogido, sus tetas redondas con pezones afilados, su falda corta, que dejaba ver unos muslos largos y perfectos, y sus sandalias de cuero rojas, se reía y me decía tonto.

Acabé de fregar y me refresqué la cara. Pepita me alcanzó una toalla. Me sequé, me fui a la nevera, saqué una cerveza y me tiré en el sofá. Pepita se sentó a mi lado. Tan linda ella y tan sensual, puso la mano en mi pene y empezó a jugar con él. Mientras bebía mi cerveza vi en la televisión iba a empezar una serie aburrida.

Dejé el botellín sobre la mesa. Puse mi mano derecha en sus nalgas y le solté el tangas; y con la izquierda, cogí el mando y busqué un canal de música para ambientar la escena que se estaba desarrollando.

____Me encanta sentarme encima tuya -me dijo Pepita.

Me acomodé lo mejor que pude en el sofá. Ella se sentó sobre mí con una agilidad y una destreza increíbles. Se había quitado el tanga y seguía con su mano en mi pene, haciéndome diabluras. Me dijo:

____Acompáñame. Parece que hay alguien en la cocina.

Me hizo levantar pegado a ella hasta el umbral de la cocina y se puso en noventa grados, en ángulo recto, ofreciéndome uno de los traseros más redondos y más lindos que he tenido a mi disposición. Siempre se lo veía más esplendoroso que la vez anterior.

____Hazme tu mujer. Soy tu yegua, cabalga y cógeme del pelo -me dijo

Ya en la cocina me di cuenta de que no había nadie, sólo quería ensayar posturas nuevas; de ahí que, con el culo en pompa, simulase sacar ropa de la lavadora. Acabamos follando en el suelo; yo exhausto; ella riendo.

____Como puedes comprobar, siempre te dejo rendido.

La abrazaba diciéndole que parecía Mesalina.

____¿Quién es esa? -me preguntó, riéndome a carcajadas.
____Averígualo -respondí.


¿Qué cómo conocí a Pepita?

Pues la conocí tres años atrás, por culpa de un buen amigo. Esta historia es la historia de ese amigo, de Pepita y mía.

Hace tres años, Pepe, mi amigo de siempre, se encontró conmigo en una fiesta de una amiga común. Pepe es buen tipo, al menos para mí. No era chismoso, no tenía mal beber, y cuando tenía que pelearse con alguien por defenderme a mí, se peleaba con quien fuera.

Y en esa fiesta hablamos de todo; amores, trabajo, chicas difíciles, chicas fáciles, anécdotas, amigos que viven, amigos que ya murieron...

Ni sé cuánto bebimos. Serían las cinco y media de la mañana. Salimos de la fiesta y me invitó a seguir bebiendo en su casa. En realidad, no quería seguir bebiendo, pero no quería defraudarle ya que quería presentarme a su compañera de piso. Subí a mi coche y seguí el suyo.

Su casa estaba a las afueras de la ciudad. Pepe no hablaba mucho, era, como antes dije, un buen tipo. Amigo de sus amigos. Al llegar a la puerta de su lujoso chalet, sacó sus llaves, abrió tres cerraduras, tres cerrojos y cuatro candados en cadenas. Eso me llamó la atención.

Había amanecido ya. Al entrar vimos encendida la luz del salón. Me pidió que me pusiera cómodo. Le pregunté que dónde estaba el baño.

Entré al baño, me miré en el espejo y vi mi cara cansada. Me enjuagué la boca, me lavé la cara. Afuera había murmullos. Cogí una toalla mullida y me sequé la cara. Salí.

Estaba Pepe sentado en un sillón y me senté en otro. Había una botella de Chivas, dos vasos y algo de hielo. Ya era de día. En esto apareció una chica con bata. Estaba arreglada, pese a estar en bata. Era guapa. Pero había algo en ella... Pepe se levantó. Yo me levanté.

____Te presento a Pepita.

La cara de Pepita era de fastidio. Me acerqué. Regla número uno: 'cuando dama no tiene cara amable, no busques mejilla, extiende mano'.

____Buenos días -le dije.
____Hola –me respondió.

Una mirada simple y regresé a mi asiento. Ella se esfumó. Pensé que no era mujer. Tenía un no sé qué que marcaba la diferencia. Pepe me miraba como esperando que le preguntase. Cogí mi vaso, me eché hielo y luego Chivas. Tenía que decirle algo a mi amigo Pepe.

____¿Cuánto tiempo lleváis de convivencia?
____Casi dos años -me dijo, acomodándose en el sillón.
____¿Y qué tal?
____Jodido a veces, feliz otras. Pero sobre todo la quiero.
____Qué bien. Además, ella es guapa…

Pepe me miró serio.

____Disculpa mi atrevimiento -me apresuré en añadir.
____No, no pasa nada. Ella es guapa y yo soy demasiado celoso. Tengo miedo de que me deje. La quiero con locura.
____A mí me pasó también. Los celos son malos. Destruyen el amor. Trata de controlarte -bebí un sorbo de whisky-. Si sigo solo es porque no confío en ninguna mujer. La relación se basa en confianza. ¿Tú confías en ella?
____Poco. Mi vida sentimental es complicada. Pepita no es mujer.

Intenté poner cara de sorpresa, respecto a algo que ya adivinaba. Sonreí cínicamente y le dije:

____¡Claro, no es mujer, es un ángel!
____Ella es travesti, se prostituía. Nos conocimos en un antro. La recogí y ahora vivimos juntos. Por eso no confío. Lo intento, pero no puedo.

Sentía que sufría al decirme eso. Sus ojos se pusieron vidriosos.

____Ahora vengo –me dijo y se fue hacia el baño.

El día anunciaba los primeros ruidos. La gente saliendo a comprar el pan. Desde la segunda planta de aquel chalet se veía como empezaba el día en esa urbanización de gente de nivel alto.

Pepe vino con la cara lavada.

____Pero si no confías, ¿por qué convives con él? O ella, perdón.
____Porque la quiero -me dice, resignado.
____¿Y ella te quiere?
____Creo que sí, pero ahí está el problema. Ella es mucho más joven que yo, y a veces me sale con unas cosas…
____¿Cómo qué?
____Quiere que la lleve a discos horribles. Esas que se llaman discos de ambiente. Quiere traer aquí a sus amigas, unas travestis horrorosas…

Le escuchaba. Sentía lastima por él. Y también por ella/él.

____Eres mi amigo. Disculpa la franqueza, pero eres injusto con tu pareja. Ella tuvo su mundo antes de conocerte. ¿Qué más pruebas de amor que dejar su mundo y vivir bajo tus reglas?

____¡Pero si en mi casa tiene todo lo que quiera!
____¿Todo? ¿Qué es para ti todo? Casa, comida, ropa, comodidades, auto, dinero... ¿Pero qué me dices de su vida anterior?
____Esa vida es una porquería.
____Pecas de egoísta, Pepe. Ella te quiere, pero tu quieres devoción y eso no viene solo, eso hay que buscarlo y ganarlo.

Miro mi reloj: las siete. Me tomo el último sorbo de whisky.

____Disculpa que corte esta charla, pero tengo que irme a trabajar a mi oficina. Espero volver a verte pronto de nuevo.

Me levanto. Él se levanta.

____Me gustaría seguir conversando contigo -me dice.
____Te di mi tarjeta. En ella está mi número de móvil

Nos abrazamos y nos damos las manos.

____Despídeme de tu mujer. Seguimos en contacto. Adiós.

Salí de allí aturdido. La primera vez que veía a alguien cercano a mí que tenía una relación así.

Pasaban los días recordando a Pepe y Pepita como algo extravagante.

Un día, después del almuerzo en la oficina, sonó mi móvil. La llamada era desde un teléfono público.

____¿Sí?
____Hola. Soy Pepita
____¿Pepita? –pregunté extrañado.
____Sí, Pepita, la pareja de Pepe, tu amigo.

Esa voz, siniestramente suave, parecía que no era su voz. Sentí extraña excitación. Tantas veces abominé a estas personas, y ahora en el dilema de no quedar mal con mi amigo tratando mal a su pareja.

Dudé, pero seguí hablando por amabilidad.

____¡Ah, Pepita! ¿Cómo estás? Dime, ¿en qué te puedo ayudar?
____¿Puedo hablar contigo en algún sitio?
____Bueno... Sí. ¿Dónde?
____En la calle Betis. Allí hay un pub que se llama 'Eros'.

Miré mi reloj; la una y media.

____Vale. A las dos o dos y algo no veremos allí.
____De acuerdo.
____Hasta entonces pues.

Me quedé sorprendido, no pensé jamás recibir una llamada de ella.

¿Cómo sabía mi número? ¿Por qué me llamaba a mí? Cogí un taxi. Sentía gran ansiedad y gran temor. Ansiedad, por saber lo que me diría, y temor porque la gente me iba a marcar por compartir compañía con un travesti. Aunque resultaba difícil notarlo en Pepita.

Me preocupaba la situación. Si Pepe se enterase de este encuentro, iba a tener que vérmelas con él. Pero vamos a ver qué quiere esta chica o este chico. ¡Puta madre! ¡Esta persona, coño!

Llegué cinco minutos antes de las dos. Busqué un lugar medio oscuro en aquel local, bastante concurrido. Se me acercó un camarero.

____Un agua mineral sin gas y helada, por favor -le dije.

Vino con el agua y me sirvió en el vaso. El local era de mucho trasiego de gente. No me gustaba para verme con la mujer de un celoso. Miraba a un lado y a otro en alerta para no ver a conocidos. No había nadie conocido, pero igual me sentía nervioso.

Distinguí su figura entrando, vestida de verde claro y con gafas enormes. Me gustaba su caminar. Los tacones de aguja la hacían destacar entre la gente. Cuando me vio levantó la mano. Yo también levanté una mía.

¡Hostia, en qué lío me estoy metiendo!, pensé

Cuando llegó a mi mesa, me levanté y le extendí la mano. Recordando nuestro frío encuentro inicial, en el que casi ni me miró y sólo me dio la mano. Ella/él me cogió la mano, se me acercó y puso su cara. No la besé, simplemente junté mi mejilla con la suya.

____Hola. Te agradezco que hayas venido –me dijo.
____¿Qué ocurre? ¿Le pasa algo a Pepe?
____Le pasan tantas cosas...
____¿Cómo qué...?
____Pepe es un malvado. Hemos terminado.
____Pepita, Pepe te quiere…

Se acercó el camarero y pidió agua mineral, igual que yo.

Tenía que defender a mi amigo. Uno nunca sabe qué pasa con la gente. Me sentía raro, atraído intensamente por aquel travesti.

____Pepita, el día que te conocí, Pepe me dijo que eres su vida. Te quiere quizás demasiado…

Sacó un clinex de su bolso y con delicadeza de dama se levantó las gafas y lo pasó por su ojo hinchado. Era la respuesta a mi defensa.

____Pero, ¿por qué?
____Me escapé el sábado. Quise verme con mis amigas. Pasear un rato, caminar, ver tiendas. No le avisé, o peor aún, no le pedí permiso. Llegué a las once de la noche, con mis bolsas. A él le había comprado un regalo. Como no tenía llave, llamé y me abrió la puerta. Al entrar, me cogió del cuello, me gritó que era guarra y que siempre lo sería. Me soltó, y le dije que era un cobarde y que si lo volvía a hacer lo mataría. Me dijo que por qué salía sin pedirle permiso. Que la casa no es un corral. Le dije que no tenía tantas llaves de tantas cerraduras, que cuando él se iba me dejaba encerrada. Entonces otra vez me cogió del cuello, me golpeó la cara. Me dijo: 'aquí mando yo, perra; si no aprendiste a respetar, respetarás'.

Sacó un clinex porque el otro se le había manchado de carmín.

____Bebe agua y no llores más. Tú le conoces. Alguna razón debió haber para que se comportase así.
____Pepe es un pobre diablo. Cuando le conocí sentía vergüenza de estar conmigo. Sufría cuando me veía con otros clientes, después me buscaba y me daba dinero. Me pedía que no saliese con nadie, y sólo con él. Casi tres años pasamos así.
____¿Y por qué aceptaste irte a vivir con él?
____Hay tantas cosas... Te cansas de las batidas policiales, te cansas de pagar protección, te cansas de los chulos… ¿Sigo...?
____No, es suficiente.
____¿Por qué me llamaste a mí?
____Ese día, escuché lo que conversaban tú y él. Me gustó tu manera de pensar, me caíste bien.
____No lo parecía. Tu cara decía otra cosa.
____Eso fue para despistar a Pepe.
____Vale. ¿Pero por qué me llamaste a mí? -repetí.
____Porque no tengo a quien recurrir. Mi familia hace años que se olvidó de mí. La última vez que vi a mi madre me amenazó con mis hermanos. Me ordenó que desapareciera del mapa. No tengo ni amigas. Las únicas amigas sólo sirven para las juergas. Ahora estoy parando en una hostal de tercera. Necesito que me ayudes.
____¿En qué te puedo ayudar?
____Necesito dinero. Un préstamo.

En mi vida, frente a los problemas, siempre evalúo el problema y lo que puede significar ayudar a alguien. En este caso, un travesti ex prostituta. Después, Pepe, amigo de la infancia. ¡Qué follón, por Dios!

____Mejor será que hable con Pepe y a ver si consigo que se arreglen las cosas entre ustedes de nuevo.
____Lo último que quiero es que alguien interceda por mí con él. Necesito ese préstamo. Si hablas con él, arruinarías mis planes.

Bebí agua, trataba de descifrar lo que planeaba. Pero era imposible. No podía ver sus ojos ni un gesto que mostrase sus reales intenciones. Sólo veía una señorita tan fina que en absoluto parecía un travesti. Para que negar que me gustaba y me excitaba.

____Está bien. Acepto.

Me sonrió, y me cogió el brazo. Sentí instantáneamente una aceleración en todo mi cuerpo.

Miré mi reloj; las tres y cuarto.

____Tengo que volver a mi oficina. ¿Cómo hacemos para los detalles?
____Yo te llamo a la siete.

Nos despedimos. Ella salió primero y yo después. Durante toda la tarde estuve pensando en lo que tenía en mente Pepita. ¿En qué emplearía el dinero? ¿Un negocio? ¿Una estafa? ¿Un crimen...?

Pensaba también en Pepe. ¡Qué imbécil por enamorarse de una persona tan complicada, que puede acarrearle problemas! ¡Encerrarla, golpearla, qué idiota! Y pensaba en mí, por aceptar el trato. Se me juntaron varias cosas: curiosidad, excitación y lascivia. Sobre todo, lo último. Recordé los sermones de mis mayores; mis padres: me decían que con sexo anal se te puede coger el Sida. Al final, si me pasa algo, me jodo yo solo. ¡Y a la puta mierda!

Sonó mi móvil. Iban a dar las siete.

____Hola. Soy Pepita.
____Hola. ¿Dónde quedamos?.
____Estoy en La Alameda. Es el Hostal Alameda, habitación 12.
____En veinte minutos llego. Salgo ya para allá.

Salí de la oficina, cogí un taxi. Conocía esa zona, una zona de hospedajes para putas. En mis épocas de estudiante universitario, fui por ahí a matar mis angustias. En aquellas épocas en las que por 500 pesetas conseguías sexo rápido, no muy bueno, pero sexo al fin y al cabo.

Al llegar, el tío de la puerta me pidió el DNI, me ofreció condones. Rehusé y pasé. Busqué el número doce. Un segundo piso oscuro, paredes rojas y puertas negras. Olía a tabaco y a humedad. Llamé a la puerta.

Me abrió Pepita, con el pelo enrollado en trenza, un cuerpo espectacular, cubierto por un vestido suave transparente. No llevaba ropa interior. Aun su cara herida, me seguía gustando.

Me quede mirándola. Ella me sonrió.

Se me acercó y me dio un beso en las mejillas. Yo la besé y se me paró todo. Su perfume era de esos caros. Mi experiencia en regalar perfumes me daba esa certeza.

En una pequeña mesa había una botella de litro y medio de Coca Cola, y vasos descartables. Me sirvió uno. Tomé un sorbo.

Se sentó frente a mí en la forma peculiar que tienen las mujeres de subir los pies en el sofá como gatas dormilonas.

____Bueno, hablemos de negocios –me dijo.
____Antes, dos cosas -le dije-. Siento mucho que Pepe te haya pegado; la otra... ¿cómo conseguiste mi número de móvil?
____Revise las cosas de Pepe y encontré tu tarjeta.
____¡Vaya! Eres una chica muy avispada.

Me sonrió y se acomodó mejor en el sofá.

____Ahora sí, hablemos de negocios –le dije.
____Quiero vengarme. Él cree que con el dinero todo lo puede resolver y todo lo puede comprar. Él cree que me compró y que soy un mueble más de su casa. No puedo pensar, no puedo tomar decisiones, sólo estoy para darle placer en la cama y donde le apetezca y cuando le apetezca.
____¿Cuál es el plan? ¿Dónde entro yo en este trío?
____Necesito que me prestes 3000 euros. Te pago en diez meses, 300 por mes. Con ese dinero pagaré la entrada de un piso. Si antes no lo sangré, ahora lo sangraré. Me iré sin decirle nada cuando crea que ha alcanzado el cielo conmigo. Con lo que le saque, te pagaré y adelantaré lo del piso. En diez meses seré libre.
____Ah, falta algo más, quiero que hables con él. Quiero que le digas que estoy triste y arrepentida y que quiero regresar.
____¿Cómo? –pregunte, intrigado.
____Le dices que te llamé, que hablé contigo, que estoy viviendo en una pocilga. Seguro que volveré a mi vida anterior, esto no se lo digas
____Interesante tu plan, ¿pero qué te hace pensar que me fíe de ti?

Su cara se puso seria. Me miró y sus ojos se encendieron.

____¿Tú crees que soy una basura?
____No, pero Pepe es mi mejor amigo -le dije.
____No es amigo de nadie. Quien trata así a su pareja, no merece piedad.
____Entiendo tus razones. ¿Pero y yo? No tengo razón para traicionarle. Él me llevó a su casa y ahora voy a colaborar contigo para herirle.

Pepita agachó la cabeza, se quedó mirando el suelo fijamente. Un breve silencio. Sentí haberla acorralado con mis palabras. Levantó finalmente la cabeza y me dijo:

____Cuando era niño, mi padre me decía que los hombres siempre deben tener palabra. Ya soy hombre, como tú, lo único que tengo es mi palabra. Tienes la palabra de una travesti. Pero no te arrepentirás por lo que vas a hacer. Mi palabra es todo lo que te puedo dar, por ahora...

Después de decir eso la vi tranquila, como quien se siente libre.

____¿Tienes cuenta bancaria para ingresar el dinero? –le pregunté.
____Sí, pero mejor te envío el número por correo electrónico.

Sacó un papel y lo rompió en dos partes; escribió su correo en una y yo en la otra el mío e intercambiamos los papeles.

____A la espera quedo de tu cuenta –le dije.
____Sí, pero apunta lo que haremos paso a paso.

Me dictaba paso a paso lo que haríamos, para yo acabar con esa amistad de la infancia y ganar la amistad de un travesti que quería vengarse.

Me levanté, se levantó descalza y me abrió la puerta. La miré. El perfume me puso de una excitación insospechada...

____Adiós, Pepita. Tranquilízate.
____No hemos firmado ningún papel, me da miedo que me falles.
____No te fallaré. Tu palabra me basta.

Se me acercó más aún, la cogí suavemente y me dio un beso, que sentí muy intenso y muy caliente. Era la primera vez que besaba un travesti. La toqué, la acaricié lentamente y me llamó la atención la dureza de su cuerpo. Nos separamos.

____Ea, ya está firmado –le dije, sonriendo. Ella también sonrió.
____Adiós.
____Adiós.

Se cumplieron todos los pasos del plan. Pepita me envío su cuenta por correo, transferí el dinero y le confirmé el ingreso por correo.

Llamé a Pepe.

Ya tenía pensado todo lo que le iba a decir. Lo invité a comer pizza. Era una pizzería por Triana, cerca del Altozano.

Llegó puntual. Hablamos de fútbol, de otras cosas. Terminamos de comer y pedí un helado. De acuerdo a mi guión, solté mi pregunta del millón:

____¿Cómo está tu mujer?
____En casa…
____¿Y cómo vas tú con esos celos?

Vi en su cara fastidio. Y eso era justamente lo que quería: fastidiarle con mis impertinencias.

____En realidad, hemos peleado y creo que se acabó.
____Pero tú la quieres.

Lo presioné con preguntas. Pepe hizo lo que hace todo el mundo cuando tiene un vaso de licor y tiene que decir algo; miró el vaso, como si en el estuviese escrita la respuesta.

____Y siempre la voy a querer -respondió, al fin.
____¿Por qué no te arreglas de nuevo con ella?
____Es que se fue y no sé donde está. Le hice daño, la lastimé, la ofendí, y me siento fatal por todo eso.
____Sí, lo sé.

De pronto, puso su vaso sobre la mesa.

____¿Y tú cómo lo sabes?

Traté de concentrarme. Sabía bien mi rollo, pero no debía dejar huella de sospecha.

____Pepita me llamó y me dijo algo parecido. Añadió que siempre te va querer. Que peleasteis, que te faltó el respeto y por eso decidió irse.
____¿Cómo consiguió tu teléfono?
____Eso sí que no lo sé. Lo cierto es que me llamó.
____¿Sabes dónde está ahora?
____Me dejó su dirección y me pidió que te buscase y que te la diese. En realidad, mi invitación a comer tenía como objetivo esto.

Pepe me miró. Su mirada me hizo recordar un perro que quise bastante y que le gustaba que le cepillase el pelo. Siempre me miraba así cuando lo cepillaba. Era una mirada de agradecimiento y de satisfacción.

____Eres el mejor amigo que tengo. Yo amo a Pepita.
____Entonces... ¡búscala, joder, y deja ya de pelearte con ella!
____Eso haré. Gracias, amigo.

En ese momento me sentí como un Judas cualquiera después de cobrar las treinta monedas.

En los siguientes meses me comunicaba con Pepita, vía correo. Cumplía con los pagos mensuales, de acuerdo a lo convenido. Mi deseo por ella permanecía latente. Cuatro meses después, Pepe me invitó a su casa a comer. Me dijo para ver un clásico Betis-Sevilla. Aparte quería conversar conmigo. Llevé un vino reserva para acompañar el almuerzo. Llegué a las dos en punto, según lo acordado. Me abrió ella, mas linda que el primer día, y al mirarla me hizo un guiño.

____Hola –le dije.
____Pasa, toma asiento, ponte cómodo.

Le di el vino y lo puso a enfriar. En la tele estaban en las previas. Salió Pepe y me saludó. Nos abrazamos y retomamos nuestra conversación de siempre, preguntándonos acerca de los amigos del barrio. De fulano, de mengano... De todos los chismes de hacía veinte años.

Almorzamos. Todo estaba delicioso. Abrí el vino y me tomé la libertad de servirlo. Propuse cínicamente un brindis por la amistad. En la tele ponían ya el partido. Nos levantamos y nos fuimos al salón para verlo. De pronto apareció Pepita, con varias botellas de cerveza, que le dijo a Pepe:

____Yo ya mismo regreso. Voy a recoger la cocina.

Vimos el primer tiempo. Tomamos tres cervezas cada uno. Al descanso, Pepe me dijo:

____Me voy a Italia. Ya empecé los trámites. Tengo un negocio importante allí que requiere que resida en Milán. Me llevo a Pepita.
____¿Y qué dice ella? ¿Está de acuerdo?
____Aún no se lo dije. Apenas pueda hablaré con ella.

Preferí quedarme callado. Sabía que Pepe estaba echando todo a perder nuevamente.

Acabó el partido. Ganó el Betis 2-4. Me levanté del sofá. Le dije a Pepe que me disculpase, que me despidiese de Pepita. Salí pensando en qué haría Pepita con la nueva variación que podía alterar sus planes.

Hola. Pepe se va el 15. Después va mandar por mí. Estoy arreglando mi pasaporte. Todo sigue de acuerdo a lo planeado. Te llamaré el miércoles. Un beso. Pepita.

Eso decía el último correo de Pepita. El 15 era domingo. Unos amigos le habían organizado el viernes una despedida a Pepe. Me avisaron. Dudé en ir. Veinte años después, nuestro barrio estaba rodeado de galerías.

Llegué a las diez. Ya estaban algo avanzados. Pepe estaba ya ebrio. Me vio, se me acercó y me abrazó.

____¡Mi amigo! – me dijo.
____Hola, Pepe. Veo que ya estás con media papa.

Me serví un whisky. Me lo bebí del tirón.

____Espero que te vaya bien en Italia y con los negocios.
____Gracias, amigo.

Me mosqueó el énfasis al decirme que era su amigo. Se acercaron otras personas y seguimos bebiendo en grupo. Pasó una hora, más o menos, y creí conveniente irme. Me acerqué a Pepe y le dije:

____Que tenga un buen viaje. Avísame cuando regreses para conversar y comer juntos.

Se me acercó más y me dijo:

____Sé casi todo. A pesar de eso, te considero mi amigo.
____¿Qué sabes? –pregunté.
____Que contactas con Pepita, que tenéis un plan para joderme la vida.
____¿Joderte la vida? Yo no tengo nada planeado. Tengo un negocio con Pepita, eso sí, pero joderte la vida...
____Espera un momento -me dijo.

Se alejó dando tumbos. Regresó con dos cervezas, me llevó a un lugar aparte. Se sirvió y me dio la otra.

____Sabes qué es lo que más aprecio de ti, que siempre tienes la mejor respuesta a la peor pregunta. Por eso te considero amigo. Esa cualidad es suficiente para valorarte como amigo.
____¿Cómo sabes que me comunico con Pepita?
____Fácil. Mandé instalar un GPS en su móvil con un transmisor de voz y de datos.

Le miré beber lo que le quedaba de la cerveza. 'Si me tengo que delatar, que sea como un héroe', pensé.

____Salud, Pepe.
____Salud –respondió él.
____¿Pepita no ha venido?
____No le gusta venir a estas reuniones. Prefiere quedarse en casa.
____¿Está encerrada o ya no la encierras?

Agachó la cabeza. Se hizo un silencio entre los dos.

____No, ya no la encierro. Todo cambió cuando regresó. Gracias a ti.
____¿Tampoco le pegas?
____Tampoco le pego.
____Cuando me buscó estaba enferma de soledad y resentimiento.
____¿Me puedes decir cuál es el plan que tiene ella?
____No puedo. No te va joder la vida. Creo que va ser bueno para ti que así sea. Si entiendes lo que te estoy diciendo ahora, le darás realmente amor a Pepita. Si no, mejor quédate solo.

Nos despedimos. Me prometió que no diría nada de lo que hablamos.

Sólo me quedaba confiar y esperar.

Pepe se fue el domingo. Contaba los segundos a la espera de la llamada de Pepita el miércoles. Me llamó y me dio su nueva dirección.

Fui a su nueva casa.

Estaba en traje de ama de casa, con un pañuelo que le cubría la cabeza. Era extraño. Trataba de encontrar al hombre que estaba debajo de esa apariencia femenina y no lo encontraba por ninguna parte. Ese acertijo permanente aumentaba mi excitación.

____Hola -le dije.
____Hola. ¿Cómo estás? ¿Todo bien?
____Vine a conocer tu casa nueva.
____Sí, la estoy arreglando. He traído algunas cosas del chalet de Pepe. El resto lo voy a vender. Con ello bastará para pagarte lo que falta del préstamo.

____Justamente de eso te quería hablar. El préstamo lo dejamos. Págame cuando puedas y como puedas.

Pepita dejó de hacer lo que estaba haciendo.

____Te di mi palabra. Eres la única persona en toda mi vida que ha creído en mí. Y voy a cumplir mi palabra.
____Es que no me siento bien haciendo trato con la pareja de un amigo a sus espaldas.
____No estamos haciendo nada malo. Es un negocio. Sólo eso.
____¿Cuándo te vas?
____En un mes, más o menos.
____¿Cómo te ha ido con él?
____Ha cambiado. Pero no siento amor por él, sólo un compromiso. Algo que debo cumplir.
____Él te quiere.
____Sí, pero es un bruto. ¿Qué pasará si vuelve a lastimarme?
____Pues regresas... y ya.
____¿Por qué no me pides tú que me quede aquí?

Su cara sin maquillar, su pañuelo floreado cubriéndole el cabello, su ropa sencilla. Todo se iluminó.

____No puedo enamorarme de ti. Sería peor que Pepe. No dejaría ni que te toque el viento.

Se me acercó y me abrió lentamente la camisa. La acerqué con suavidad hacia mí.

____¿No estás operada?
____¿Quizá eso importa?

Me besó y la besé con pasión.

____¿Qué ves en mí?
____Una mujer hermosa.
____Sabía que tú me dirías eso. Eres un buen hombre.

Me iba quitando la ropa lentamente. Trataba de hacer lo propio con algo de temor. Parecía que ella se daba cuenta de ello. Me abrazó aún más, no tendimos en un sofá semi desnudos.

____¿Qué temes?-me preguntó ella.
____Que me sorprendas.

Mi inexperiencia con una travesti se hacía evidente. Pepita sin separarse de mí me dijo:

____He tenido una infinidad de hombres en mi vida. Heterosexuales puros como tú. Maricones, que te quitan la ropa y se la ponen ellos, y los que 'les da igual carne que pecado'. Todo fluye solo. El instinto sale solo. No tengas miedo. Soy mujer, sólo que no me la corté porque este negocio así lo exige.

Acercó su cara hacia mí, me miró a los ojos

____Me gustas mucho, Pepita.
____Y yo te quiero mucho porque creíste en mí.
____Creí en ti porque me hablaste con el corazón.

Mis palabras se ahogaron con sus besos. Ella hacía todo. Yo sólo la seguía Una experiencia increíble. No soy bisexual ni me gustan los transexuales, pero Pepita me volvía loco...

Cumplió su palabra: saldó su cuenta conmigo. No nos hicimos promesas de amor, pero nos amábamos...


Para mí será de por vida una amiga muy especial. Y eso ella lo sabe. Siempre que viene a Sevilla me llama...


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Mensaje  achl Mar Dic 13, 2016 10:39 pm



Perseveraron hasta culminar

Sumergió la cara en su pelo. Olía a perfume, a deseos. Mientras una mano insaciable intentaba abarcar toda la espalda, la otra acariciaba los labios. La chica daba pequeños mordisquitos a los dedos, que intentaban entrar en la boca, y sonreía.

Por fin, el chico encontró el cordón que dejaría a sus ojos la desnudez de su amada; pero, en lugar de tirar de él, se enfrascó en recorrer a besos el cuello de la joven. Oía su respiración agitada, pues la oreja quedaba a la altura de la boca que, entreabierta, dejaba escapar ligeros gemidos y un jadeo constante. Mientras tanto, ella exploraba el torso de él, miraba sus fuertes brazos, acariciaba su musculatura...

Súbitamente, el chico cayó de rodillas. Sin levantar el vestido, comenzó a acariciar las piernas de ella. La parte inferior, aunque delgada, mostraba gemelos fuertes y muslos generosos, terminando en anchas caderas.

Cuando las manos de él llegaron a la zona alta, ella no pudo contenerse y dejó caer el vestido. Él, aún de rodillas, quedó un poco sorprendido al encontrarse de repente con la zona más íntima de la mujer. Al igual que en la cabeza, el pelo allí abajo era negro.

Al levantar la vista, pudo ver que ella tenía los ojos cerrados y la cabeza hacia atrás, con la boca entreabierta y la respiración agitada. Él llevó sus manos a las nalgas de ella, mientras que las de ésta acariciaban senos y sus lanzas, ya de por sí endurecidas.

Volvió a dirigir su atención a la entrepierna de ella. Gotitas espesas caían por un muslo. Acercó su boca, pudiendo comprobar que ese líquido tenía sabor salado, pero a él le pareció el más dulce de los manjares.

Sin saber muy bien qué hacer, comenzó a besar tan delicada zona de esa anatomía femenina. A la vez observaba las reacciones de la chica, atento a las zonas que le ofrecían más placer. Mientras pasaba la lengua por un concreto lugar de la parte superior, el espasmo de placer que recorrió el cuerpo de su chica fue tal que ésta se dejó caer sobre un montón de paja y apoyó la espalda contra la pared. Se encorvó dejando escapar gritos de placer y apretando con fuerza sus pechos.

Los escalofríos dejaron de atacarla, que seguía con los ojos cerrados y la cabeza hacia atrás, apoyada sobre la pared.

Los gritos dejaron paso a un jadeo constante y éste a una respiración que empezó agitada y terminó por ser relajada. Ya tranquila, la chica abrió los ojos, miró a su amado, sonrió y se abalanzó hacia él, lo calló poniendo un dedo sobre los labios y cubrió a besos el torso desnudo. Él se echó sobre el suelo del granero, y acariciaba el pelo de su amada.

Cuando no quedaba centímetro de piel que los labios hubiesen tocado, la chica deshizo el nudo que mantenía el pantalón; apartó los slip, dejando a la vista el miembro, que durísimo se alzaba reclamando una atención que hasta ahora no le había sido brindada.

Por un instante, la chica no supo qué hacer, pues nunca había yacido con hombre, y quedó quieta, mirando el miembro y su poblado pubis de vello negro y rizado. Luego de tragar saliva se sentó sobre él, y entre ambos lograron que sus partes se acoplasen. A partir de ahí, la sabia naturaleza les guió.

Como por instinto, ella comenzó a moverse rítmicamente, arriba y abajo, cerrando las piernas. Volvió el jadeo, volvió la respiración agitada..., y los gemidos volvieron. Y los aullidos no tardarían en aparecer...

Por su parte, el chico acariciaba los muslos de su amada y, en ocasiones, cuando los escalofríos recorrían su espalda, se aferraba a ellos con tanta fuerza que llegó a hacerle sangrar.

La hembra se tumbó sobre el pecho del macho, tratando de recuperar el aliento. Su pelo cubría la cara de él, quien cogió suavemente a ella de la barbilla y la besó con una pasión desorbitada.

La lengua de la chica se asomó a la boca del chico, incluso llegó a tocar su lengua, pero la retiró, quizás asustada, quizás deseosa...

Empero, en el momento de separar sus labios, la chica se demoró unos instantes, cogiendo con sus dientes el labio inferior de su amante.

Éste creyó que era el momento de cambiar los roles, por lo que cogió a la chica de la cintura y la dejó contra el suelo. Ella sopló un beso pícaro que hizo que él suspirase de placer...

Viéndola allí desnuda contra el suelo lleno de paja riendo maliciosamente con el pelo revuelto cayendo sobre la cara, los ojos le brillaban y el pecho se agitaba al compás de la respiración acelerada. La piel de los pequeños pechos, pero duros y turgentes, era nívea, como la del resto de su cuerpo, y creaba un extraño contraste con el rosado de las erectas lanzas.

Aquel vientre plano daba paso a un sexo que mostraba sin pudor, con las piernas abiertas ofreciendo una fruta que nadie había probado jamás. Dio las gracias a los dioses por permitirle vivir el momento, y los maldijo por no poder disfrutarlo día a día. Pero no era momento para dioses.

Volvió a penetrarla. Primero, despacio, buscando la postura idónea. Una vez ésta encontrada, las embestidas iban creciendo en intensidad y rapidez. A cada una, ella dejaba escapar gritos. Se mesaba el pelo, pellizcaba sus lanzas o llevaba una mano a la entrepierna de él.

Ambos llegaron al clímax al unísono.

Él, ahogó un grito. Su espalda se encorvó y se le erizó el vello de todo el cuerpo. Cerró las manos con tal fuerza que, al abrirlas, tenía heridas en las palmas.

Ella, que estaba tumbada, se incorporó al llegar el placer. Con una mano se cogió al cuello de su chico y con la otra arañó de tal forma la espalda de éste que le causó hileras de sangre.

Besó el cuello de su hombre buscando sus labios y, una vez los encontró, le besó con una pasión irrefrenable.

Permanecieron así unos instantes, separados por escasos centímetros. Las respiraciones agitadas se aleaban. Ella seguía con una mano en la nuca de su amante, y con la otra dibujaba formas abstractas en la ancha espalda. Mientras él la abrazaba con fuerza, soterrando la cara en el pelo revuelto.

Sin dejar las caricias, los besos, los abrazos, las promesas, que ambos sabían que nunca se iban a cumplir, se quedaron dormidos.


En ese instante no imaginaban que esa no sería la única ocasión en que dieran riendas sueltas al amor que desde niños los había mantenido unidos, aun los contratiempos pasados...


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Mensaje  achl Miér Dic 14, 2016 7:28 pm




Los primeros y únicos cuernos

Se oyó un violento portazo y se vio un hombre corriendo y hablando solo por el pasillo, como si llevase prisa; y la llevaba, pero prisa por alejarse de aquella compañía cuanto antes. Quería a su esposa, pero ésta era una frígida recalcitrante, y además no pensaba cambiar. Él hizo un rápido repaso mental de 'las cosas que le ocurrieron' durante dos horas de la noche anterior; que, sin saber cómo, llegaron a oídos de su esposa, pero él no sabía que su esposa lo sabía, ¿Quizá una trampa?


Al día siguiente a media mañana fue a recoger a su mujer al aeropuerto. Grandes expectativas tenía él para ese día; había algo que celebrar. Se moría de ganas por ver la cara de su esposa cuando viese el regalo que le había comprado.

Pero toda su felicidad se hizo añicos cuando padeció el frío del beso del saludo. Le hizo sentir como si estuviese en Siberia. Y la peligrosidad de la mirada de ella parecía un silencioso aviso de la tormenta que se gestaba tras esos ojos.

El trayecto desde aeropuerto hasta el hotel lo hicieron en el silencio más sepulcral. Cuando, al fin, llegaron al hotel, sentía el corazón oprimido y le costaba respirar.

Al poco de haber entrado a la suitte, y sin dar tiempo a preguntarle qué estaba pasando, la sorpresa le golpeó con fuerza.

____Le ruego abandone esta habitación -dijo ella con hiriente frialdad-. No acostumbro a compartir cama con necios -él no salió de allí.

Si existía una sorpresa mayor a la que estaba viviendo, no lo sabía. Y eso se veía en su cara, y más al escuchar lo que ella dijo a continuación:

____¿Qué parte no entendió? ¡Ah, ya! Debe ser que usted es sordo-mudo. Aunque no tengo idea de cómo será porque no le conozco de nada.

No había forma de que su cerebro sincronizase con su lengua, por lo que dio un paso hacia ella, pero quedó inhiesto por una amenazante mirada. Su corazón se abrió el camino que su cerebro era incapaz de hacer.

____Cariño, tenemos que hablar -logró decir al fin.

Por toda respuesta le dio la espalda, y pasó del recibidor de la suitte a la habitación. No sabía si seguirla cuando ella le tiró algo. No había podido ver lo que era, pero apenas cayó a su lado, no se lo podía creer. Llevó su mirada hacia lo que le había causado susto: un reloj de oro con brillantes posaba ajado sobre el suelo. Ella también lo miró, pero con una sonrisa irónica en los labios

____Mi expresión ha hablado por mí, señor -dijo, en tono indiferente.
____Cariño, por favor, hay una explicación para...
____¡Claro! -dijo con sorna, interrumpiéndole-. De eso no me cabe la menor duda. Pero, francamente, no estoy interesada en escucharla.
____Cariño, te lo suplico, escúchame...
____Tengo cosas más importantes que hacer que escuchar sus patéticas explicaciones -dijo volviéndole de nuevo la espalda.
____Reina... -se detuvo al ver que se volvía con ira en la mirada.
____¡¿Reina?! -se enfureció- ¡Paso de ser reina de un reino de mierda!
____Cariño, sólo déjame explicarte algo...
____Si fuera usted inteligente, aunque eso es mucho pedirle, me libraría del calvario de su presencia -sentenció con frialdad.
____¡No, no me iré hasta que no me hayas escuchado! -su paciencia se agotó, hablándole más alto de lo conveniente en ese momento.
____Si me obliga usted a escuchar su odiosa voz, seré yo la que me vaya para no volver nunca más -dicho esto, se alejó hacia el baño.

Le costó asimilar lo oído. No quería perderla. Ella era tan esencial en su vida como el aire que respiraba. Pensó que había sido tonto por haberse acostado con Rita, la mejor amiga de ellos. Pero rió al recordar lo que ella le había dicho una vez... 'En lugar de cacarear tanto, conquístame'.

Y su respuesta e eso fue...

'Te conquisté de novios y seguí los dos primeros años de casados, pero pasados esos años te acomodaste al lujo que yo mismo te proporcioné, merced a mi trabajo y mi dinero, y nunca, en ningún momento te dio por pensar en mis necesidades sexuales. Pero mi gran error ha sido....

...no reparar en esa malicia innata en las mujeres, que, por ingenuo, caí en la red de añagazas que me tendiste, en puta colaboración con la guarra de Rita'


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Mensaje  achl Jue Dic 15, 2016 10:54 pm




Al retortero de tu fuego

El ocaso del cielo en la mirada
y el color palpitante del deseo en el instinto.
En los labios un dulzor de luna nueva
que se desmadeja, cadencioso, en prístinas hebras
pegando el paladar a la lengua.

Tu saliva, húmeda y volcánica, resbala
por mis candentes y endurecidos senos,
minando de rescoldos los ardientes caminos
y gratos senderos, que nos hacen inmortales,
dioses únicos, embriagados, fecundos…

Igneos de veneno,
vertido en cada ignota gruta
que de nuevo recorremos.
La respiración entrecortada
el aliento exhausto en el aroma del sexo.

El efluvio poderoso y viril de la simiente
impregnando, inexorablemente, el lecho.
La piel inerme ante tus besos sabios
especiados, precisos, preciosos…

El exhálito mordaz y erótico
del Apolo que te habita mas allá de tus serpientes.
El deliro fugaz de una rosa enigmática
que ensambla levemente dos desiertos
proficuos de profundidad y ligaduras,
retobados de proximidades siempre nuevas.

Henchidas las ganas, inmutables,
retenidas, atesoradas…
El ímpetu de la sangre
y el tropel de espuma
que transforma al hombre
en una bestia apacible.

El placer y el dolor que se enzarzan
como se enreda y enzarza la palabra al pensamiento
el color al blanco y negro, el hambre y el hambriento…
Te hundes de gula en un pubis famélico
que absorbe, tentacular, tu más intima infloración desnuda
tibia, amante, amiga…

La suavidad del vigor activo me satura
y mis fieras gimen y sollozan,
extásicas y derrotadas, traspuestas .

En el culmen de la noche
sin limites de cuerpos en el cuerpo
tu falo, impúdico, extiende sus fulgores
y en esparcir se prende al alba nueva.


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Mensaje  achl Sáb Dic 17, 2016 8:23 pm




Luna

Luna recorría lenta pero estruendosamente el pasillo. Se hizo notar con sus patas firmes sobre el parqué, arañando con sus uñas la textura de las paredes empapeladas, seduciendo con vaivenes de su cola y su esbelto pelaje blanco. Cuando ya había atravesado más de la mitad, apareció su ama en el otro extremo del pasillo.

Luna temió una regañina y se metió por la puerta que tenía más a mano, que era el dormitorio de su ama. Ya en él, otra vez travesuras nuevas. Su ama abrió un poco la puerta de su cuarto y apagó la luz coincidiendo con el ruido que hizo el felino al intentar esconderse, subiéndose de un salto gatuno al armario y lanzándose con ganas, como desde trampolín, sobre la cama, deshilachándose una buena parte del flamante edredón, recién comprado, por las garras abiertas que se deslizaron sobre él.

Al oír su ama un extraño ruido, abrió de nuevo la puerta, y entonces vio desplumado su edredón. Se quitó una zapatilla y se fue en busca de la causante de aquel desastre; pero, sorprendentemente, o no tanto, Luna había desaparecido sin dejar rastro.

Aun su edad, once años, más de media vida de un gato, mantenía una agilidad fuera de serie, por lo que no era de extrañar por su ama que, de tejado en tejado, arribase en una azotea de alguna casa vecina, máxime conociendo su ama que era una gata ardiente y conquistadora y siempre dispuesta a buscar y encontrar macho. De hecho, ni su mismísima dueña sabía o no lo recordaba cuántas preñeces había contraído, con partos de hijos, regalados y repartidos por doquier, e incluso nietos. Es que le era imposible criar a tanto gato.  

A la permanente cupida Luna le encanta tumbarse al sol y dar volteretas hasta quedarse dormida. Por las mañanas pide el desayuno, que consiste siempre en el mismo tipo de pienso, y por las noches, increíble, siempre a la misma hora, cena un sobre de carne. Su preferido es 'Felix'.

Cuando baja desde cuarto de arriba, junto a la azotea, hasta la vivienda, propiamente dicha, le atrae sobremanera afilarse las uñas en alfombras y sillones, por lo que hay que cerrar el salón; y entonces, como dándose cuenta de que su ama se ha percatado de su maniobra, se tumba encima del radiador de la calefacción del pasillo, como para despistar...

Luna intuye si su ama se encuentra mal, y además lo nota desde lejos; la mira muy fijamente, se va hacia ella y pasa su lomo sobre las piernas de su protectora, a la vez que ronronea. Es por todo ello que su ama le tiene mucho cariño, con lo que esto de coger una zapatilla para golpearla por haber cometido alguna travesura, nunca se produce.

Ese mismo cariño hacia Luna es también compartido por los hijos de la ama de la casa: es decir, la ama absoluta de este singular animal y, de alguna forma, su sempiterna compañera. Es por esto que en esa casa se desmitifica el mito de que dueños/as de gatos son ariscos/as. Y menos en la ama de Luna, a decir de amigos y vecinos. Corroborado este hecho por un amigo muy especial que tiene la tal señora, más bien, señorita, pues también ella forma parte del gran listado de divorciados.

En definitiva, Luna es la alegría de una huerta que reina el amor, aun sus permanentes travesuras e incluso sus actos amorales, pues saben en esa casa que ha tenido hijos mediante relaciones incestuosas con sus hijos o sus nietos. Pero el mundo irracional es lo opuesto al mundo racional, por lo que estas cosas son normales en los animales no humanos.

¡Qué más quisiéramos los seres humanos poseer ese instinto natural de fidelidad que es innato en los animales domésticos!

¿Cuánto poder de persuasión poseen los animales domésticos que acaban por domar a personas xenófobas de ellos? ¿Por qué todavía hay gentes que no saben o no quieren ver el cariño, la fidelidad, la compañía y la ayuda que estos animales proporcionan? ¿Cuándo se extinguirá, de una vez por todas, esa horrible desaprensión contra los animales de compañía?


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Mensaje  achl Dom Dic 18, 2016 2:18 pm




La masajista y sus técnicas

Llegué a la casa de los García al atardecer, a la hora convenida. Mi amiga y maestra, Lina, había previsto esta cita para que yo comenzase a abrirme paso en mi nuevo oficio de masajista con nuevas técnicas japonesas. Me había encauzado en un estilo de vida pura, basado en la filosofía y medicamentos orientales. Así me dedicaba a dar alivio a los demás. Por supuesto, cobrando a través de estas prácticas.

Tenía entonces treinta años. Aquel día estaba nerviosa, puesto que los García era gente muy adinerada y quería causarle una buena impresión como profesional en masajes.

Para esa ocasión, como era verano, me puse blusa y minifalda verde; ropa interior negra, y sandalias rojas. Melena al aire, piel morena, hidratada con aceite, y brazos y tobillos adornados con pulseras de bisutería, que había comprado en mi último viaje a Ibiza, esa era mi imagen al completo.

Llamé al portón del inmenso chalet, que se hallaba entre pinos centenarios en una urbanización de lujo a las afueras de Sevilla. Me abrió una doncella, y a pocos metros de ella caminaba hacia el portón la señora García: una mujer elegante, refinada, amable y frisando en los cincuenta. Pasé, junto con la señora, a la casa, cuya se hallaba limpia, fresca y silenciosa.

Según me dijo, empezaría el masaje a ella, y luego a su marido, Alfonso, que estaba en cama debido de un ataque de lumbalgia. Imaginé que la señora quería comprobar primero mi capacidad, antes de someter a su esposo a mis enérgicas manos.

Me llevó a un dormitorio, con cama alta. Supuse era su cuarto, pues habían objetos femeninos sobre un mueble del fondo. Se tumbó, supina, vestida sólo con camisón de seda, y procedí con el masaje, empezando, como solía hacer, por nuca y sienes. Su energía estaba en equilibrio, con lo que no haría falta trabajar con excesivo dispendio por mi parte.

Relajada estaba ella. Me habló de Lina, de cómo se conocieron, de su esposo y de trivialidades. Su cuerpo iba cediendo a la leve presión de mis palmas. Su piel era blanca, cuidada y perfumada con Quizás Quizás Quizás, de Loewe. Toqué todos los puntos del cuerpo, en especial los pies, que la llevó a un estado de máxima relajación, dejándose mecer por el tintinar de mis pulseras. Una vez que acabé con ella, luego de una hora, la cubrí con sábana. Se quedó dormida. Cerré despacio la puerta y me fui a un cuarto donde antes ella me había presentado a su marido.

El cuarto era amplio y lujosamente amueblado. Una brisa movía las cortinas de un ventanal entreabierto. Alfonso yacía desnudo, con sólo slips. Admiré en silencio su cuerpo bronceado, tendido. Llevaba bloqueado algunos días, tras haber estado cortando el césped del jardín, según me dijo su mujer. Él era un poco mayor que su mujer: canoso, alto, cuerpo atlético. Con esfuerzo lo puse boca abajo para iniciar el masaje en la parte dolorida. Comencé a acariciarle las vértebras, haciendo una ligera presión. Su aura rebosaba energía.

El contacto con su piel causó hormigueo en mis senos, se me erizaron las lanzas. Maldije mi camisa transparente, bajo la cual era difícil disimular mis grandes aunque erguidos pechos. Mientras movía las manos por su columna, rozó uno de mis senos contra su espalda. Ya tenía las lanzas erectas, la aureola grande y oscura, pegada al sostén. Vi que se aceleraba su respiración. Pasé a las piernas y a los pies, evitando el contacto con los muslos y así ver si cesaba mi excitación. No me concentraba; un fuerte deseo se adueñaba de mí, flaqueando mi energía. Llegó el momento de girarlo para el resto del masaje, de nuevo de la cabeza a los pies.

En estas técnicas japonesas, los genitales no entran en contacto con las manos; quedan suspendidas en el aire para dejar fluir la energía sobre ellos, sin tocarlos ni presionarlos.

Alfonso, callado, sólo me miraba, mientras su pecho se llenaba de aire con respiración entrecortada. Vi claramente que estaba excitadísimo, y ello produjo palpitación en mis labios de abajo. Para seguir el masaje sobre el vientre y las piernas, me arrodillé en el borde de la cama, rozándole una rodilla al tenderme sobre él. Seguí hacia el bajo vientre, en la zona de la pelvis.

Vi cómo su miembro empujaba bajo los calzoncillos. No decía nada, con la mirada nos entendíamos. Desde ese momento, mi contacto cesó. Alzó una mano y me cogió un pecho por debajo de la blusa. La lanza estaba dura, cual piedra. Empezó a acariciarlo con la yema de los dedos. Cerré los ojos para sentir más placer del que sus yemas me daban. Yo estaba ya mojadísima, con los labios de abajo hinchados. Me escurrí hasta su miembro y por primera vez rozaron mis senos, posados en la puesta en marcha palpitante que asomaba. Su miembro se ponía más duro y más erguido. Con mi lengua, llena de saliva, lo lamí repetidamente. Alfonso gemía.

Como su mujer estaba al otro lado del pasillo, no había ya tiempo y el deseo era incontrolable. Me alcé la falda, mis muslos firmes a caballo sobre sus caderas; aparté las bragas mojadas a un lado; cogí su miembro tieso y me lo introduje entero, con un gemido apagado. Le dije que no se moviese, para no empeorar su espalda, y empecé a cabalgar con ritmo pausado, metiéndome su 'fogoso' hasta el fondo, mientras él me frotaba mi puesta en marcha, con su mirada fija en el rebote de mis senos bajo la blusa. Llegó a un climax intenso sin pronunciar palabras ni sonidos. Mientras me vestía, me dijo que quería verme completamente desnuda. Le dije que ya no había tiempo y que si quería eso que volvería otro día.

Cuando me preparaba para irme, ya en la puerta de la casa, la señora salió a despedirse. Me agradeció y me rogó que volviese para concluir el tratamiento de su marido, quien para entonces estaría más aliviado, y porque ella también necesitaba otro masaje, ya que se había sentido muy liberada con mis técnicas. 

Regresé semana después. Era un día fresco, aun verano siendo, así que me metí en un vestido verde de entretiempo, abotonado por delante, y chaqueta de punto, también verde. Los García me esperaban, cada uno en su cuarto. La casa estaba en penumbra, las ventanas entornadas. Saludé a Alfonso, que seguía en su cama. Me correspondió sonriéndome y penetrando con los ojos más allá de los botones del vestido. Inicié el masaje a la señora. Llevaba un camisón de raso azul con tirantes. Relajada esperaba el contacto de mis manos. La noté muy serena. Esta vez no hablaba, sólo mantenía los ojos cerrados, concentrada en el efecto que el masaje le estaba procurando.

Me atraía su piel blanca, perfumada, que cedía bajo el fuego de mis palmas. Cuando acabé, abrió los ojos. Tenía nueva luz en la mirada. De pronto, ‘sorprendentemente’, me cogió una mano y la llevó a su vagina. Me miró, con ese tipo de miradas que corresponden a un deseo sexual, y me dijo con voz dulce y suave:

____Sigue ahí, por favor. 

Seguí acariciando los labios inferiores; estaban tersos, calientes, y encendida su puesta en marcha. De pronto, se bajó el camisón y sacó sus pechos, pequeños pero firmes, con las lanzas en punta.

Mientras le acariciaba su puesta en marcha, ella lamía mis lanzas rosadas. El sabor me excitaba. Pensé en el climax que le proporcionaría, y entonces me estremecí y me empapé. Ella, al fin, llegó al éxtasis. Tras agradecerme mis servicios y después despedirnos, la cubrí con una sábana. Se dio media vuelta y se quedó dormida, aliviada...

Alfonso esperaba, excitado ya. Le dije que debía primero curarle la espalda, y después ya veríamos. Una vez tendido boca abajo, logré hacer contacto con su zona lumbar, donde la inflamación había desaparecido. Al terminar, se dio la vuelta y se incorporó, la cabeza apoyada en la almohada doblada. En esta ocasión, le tocaba a él llevar el juego.

____¡Desvístete! -me dijo con voz decidida, cargada de deseo.

Desabroché lentamente los botones, y el vestido cayó al suelo. Me miraba, sin hablar, pero se sobaba su miembro, enarbolado, bajo la sábana. Me quité el sostén y aparecieron mis grandes mamas. Me subí a la cama y puse mi pubis contra su cabeza. Él empezó a lamerlo furiosamente. Me apoyé a la cabecera. No paró hasta que no me oyó gemir de placer y sentir que los fluidos que salían de mi vagina corrían por mis muslos.

Me tendió en la cama y empezó a recorrer, con boca hambrienta y lengua salvaje, todos y cada uno de los rincones de mi cuerpo. Me lamía las lanzas erizadas, se perdía su cara entre mis senos para después bajar a mi vientre y a mis muslos. Se puso encima de mí y con un rápido vaivén de piernas, abrió las mías y metió con ansia en mi caverna deseosa un inquilino poderoso. Arremetía con fuerza, golpe tras golpe. Con mis piernas enlazadas a su espalda lo sentí en lo más hondo, contagiándome su calentura, cuya me hacía vibrar entera. 

Mantuvo ese ritmo acelerado más tiempo de lo normal para su edad, acometiendo con el mismo ímpetu hasta que gozamos de un intenso e inmenso placer, entre gemidos, no tan apagados ya. Quedamos así durante unos minutos.

____Ahi tienes el domicilio de un amigo mío. Él también necesita tus masajes para el lumbago -me dijo con voz cansada, a la vez que me dio una tarjeta.

Iba hacia la puerta de salida al jardín, rumbo a la calle, cuando la señora me paró y puso un sobre en mi mano. Me dijo:

____Este dinero es para ti. Por todos tus servicios. Y gracias.

Me sorprendí, pues los servicios me lo había pagado ya Lina. Sin pensar más en ello entré en el coche, pero ya dentro me pudo la curiosidad. Abrí el sobre y... ¡1500 euros, tres billetes de 500 había dentro!, además de una nota en la que rezaba:


Mi marido y yo te esperamos, por lo menos una o dos veces al mes


Don Alfonso se empeñó en hacerme una foto con su móvil, completamente desnuda. Argumentándome que quería conservarla. A lo que yo le respondí que, por el momento, se conformase con una foto de un discreto desnudo, que más adelante habría más y mejor. Esta fue la única que le permití...


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Mensaje  achl Mar Dic 20, 2016 2:15 am

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¿Por qué amor prohibido si nos amamos?
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Tengo 19 años y estoy enamorado de una mujer de 38, siendo correspondido. Hace como unos cuatro meses tuvimos un accidente de coche, del que ella salió ilesa pero yo me partí un brazo y una pierna, y aún no estoy bien del todo. Nuestra relación es mal vista por mis padres, que me tienen ametrallado con consejos y controles, y más desde aquel accidente. Nunca falté a dormir a mi casa. Hasta ayer...


Era sábado noche. Estuvimos bebiendo y divirtiéndonos en una discoteca nueva, a la que nos invitaron, permaneciendo allí hasta el alba. Tomamos un taxi para regresar a la casa de ella.

El sol entraba a chorros por aquella ventana, y mi postura en la cama era igual que cuando mis párpados dijeron basta ya y se rindieron antes que el resto de mi cuerpo y echaron las persianas.

Ella buscó ansiosamente mi boca, pidiéndome besos, mientras yo estaba mirando al techo suplicando volver atrás para que hubiese pasado lo que no pasó. Como si los dos al mismo sueño de amor y sexo nos hubiésemos acogidos, pero no con un final tan desastroso.

____¿Qué hora es? -le pregunté.

Estaba aturdido. Aquel no era el sitio donde despertaba los domingos, en los que el sol hacía el papel de madre y te animaba a levantarte. Este no es mi cuarto, y en este instante no sé dónde estoy, pero tengo claro que no es donde suelo estar, y más un domingo a media mañana.

____No lo sé -respondió.

Pero respondió sin abrir los ojos, esforzándose para que no se le notara la ira tan descomunal que tenía.

A ella no la controlaban. A mí sí. A ella nunca le importaba la hora. A mí sí. Quizá era mejor que no le hubiese preguntado la hora. En su siguiente reacción respondí diciéndole las mil y una cosas que le hubiese dicho y hecho en su elegante dormitorio.

____Debo irme. En mi casa estarán preocupados, y yo ya lo estoy. Quizás no debimos beber tanto.

Ella abrió los ojos de repente. Algo de lo que dije pareció no gustarle.

____Dices que bebimos demasiado, y yo pienso que simplemente estabas deseando de no hacer el amor conmigo.

Intenté inventarme una respuesta, pero acabé sonriendo con una de esas sonrisas con las que, sin decir nada, das la razón; porque ella, tocante al sexo, es una mujer insaciable, hasta me arruga a mí, que soy muy fogoso y muy joven. Pero esa noche estaba muerto por tanto alcohol.  

Ella se levantó.

____Te voy a preparar un buen desayuno, seguro que tienes hambre. Buscaré en la nevera y en los muebles. Yo no me ocupo de estas cosas porque lo hace mi asistenta. Además, nunca tomo nada al despertarme.

Mientras decía eso, abría y cerraba puertas y cajones, levantándose de puntillas para llegar a lo más alto de los muebles de la cocina. Delataba que lo que decía era verdad.

____Deja ya de buscar. Me estarán esperando. Me harán preguntas, y lo peor es que no tengo respuestas.

Pero no. Ella tenía prisa por atenderme. Tenía prisa por saber cómo sería su vida sin mí, si finalmente no era aceptada por mis padres. El no haber hecho el amor esa noche, la tenía muy impaciente por saber cómo iba a responder yo en adelante.

Soy de esa clase de gente que suele hablarle al espejo, y lo hago con la esperanza de que me dé la razón a través del silencio. Al fin y al cabo me cuento mis propios problemas frente a él, y como se me da muy bien dar consejos, yo mismo me respondo.

____Seguramente te dejes influenciar por tus padres y a mí que me den. Pero ellos deberían saber que te quiero de verdad, y que eso de la edad es sólo un número. Además, soy independiente y con dinero.
____Nos obligan nuestros mayores a lo que ellos quieren. Pero eso no me preocupa, ya que conozco a mi memoria y se lleva tan mal con el olvido que siempre acaban peleándose; nunca hay un claro vencedor, pero el olvido siempre golpea más fuerte. Y sé lo que digo...

Ella se enfadó, pues dejó de prepararme ese tan exquisito desayuno para ofrecerme amablemente que me lo preparase yo, si al final quería.

Tan sólo le había dado tiempo a verter la leche en una taza blanca, en la que aparecía dibujado una vaca que sonreía como nadie lo haría con una horrible resaca. No soy de los que se despiertan con energías, con ganas de reír, de hablar, de contar cosas...

____Además, respuestas válidas es lo que busco y no las hallo.

Me apresuré en añadir pensado en sacar tiempo para lograr respuestas ante las más que seguras preguntas al regresar a mi casa.

No quería desayunar, no tenía hambre, como de costumbre, como cada noche de juerga, vino y clavel. Es que ni sed tenía.


Pero ella, sentada en el suelo del cuarto de baño, con las manos en la cabeza y una copa de CocaCola a su lado, pensaba que se sentía una auténtica birria ante mis ojos por no haberse producido en la pasada noche una noche entera y plena de amor y sexo salvaje, que tanto ansiaba desde que nos conocimos, meses atrás...


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Mensaje  achl Mar Dic 20, 2016 3:23 am




Nunca te olvido

Los dos cómodos sillones en la alegre terraza frente al jardín. En el suelo, justo entre las piernas de Antonio, con la cabeza descansando entre sus patas delantera y la mirada hacia su amo, el chuchillo Balú.

____¿Sabes qué es lo que estoy recordando? El día que nos conocimos. Era mi primer amor. Y el tuyo también.
____¿Te acuerdas de aquel poema que escribí, dedicado a ti? No sabía nada de rimas, ni métricas ni de poesía, pero me salía del alma. Escribía lo que sentía.

____¿Quieres que te lo lea?

Antonio sacó del bolsillo de arriba de su batín, con su mano arrugada y temblorosa, un papel doblado, y amarillo por el paso de los años. Lo fue desdoblando lentamente y una vez que terminó, comenzó a leer:

A mi único Amor

¡Qué sensación tan extraña cuando rocé por primera vez tu mano con la mía!
¡Qué fuego interno iluminó tus blancas y suaves mejillas!

Soy una luz de esperanza en tu infancia, arrebatada por las personas que pisaban las flores y las semillas de todo aquello peligroso.

Tus besos son la fuente de la energía que me fortalece.

Mis besos para ti son los de un hombre que enciende las estrellas y hace vibrar tu ser, tu alma, tu naturaleza...

Nuestros corazones laten al mismo tiempo mientras nuestra sangre se precipita en torrentes hirvientes como lavas de volcán.

Soy tu laguna en medio de tus sufrimientos.

Soy ese hombre que te llevará al altar y seguirá tratando de hacerte feliz hasta el último instante de nuestras vidas. Sí, porque será el de nosotros, el único amor.


El anciano dejó descansar sus brazos encima de sus piernas con el papel en la mano, mientras lágrimas serpenteaban por las arrugas de su rostro. Dirigió la mirada hacia el sillón vacío y dijo:


Te gustaba mucho ese poema, mi amor


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Mensaje  achl Miér Dic 21, 2016 1:15 pm




Me busco la vida

Policía. Ese sería mi papel representativo a la hora de ir a trabajar. Por lo general, no cambiaba la rutina, siempre se decidían por policía, bombero, militar o boxeador.

Me vestí con el clásico uniforme, cogí las llaves de mi coche y salí de mi apartamento. Cerré la puerta, bajé a la calle, subí al coche, lo encendí, y avancé por aquella concurrida avenida.

Trabajaba como striper para fiestas nocturnas hacía poco más de un año. El trabajo no era gran cosa, pero se pagaba bastante bien, incluso mucho mejor que cualquier otro. La primera y única regla de un striper era la de ser lo más profesional posible, en cuanto a no tocar ni propasarse con las clientas.

Llegué a la dirección indicada. Estaba claro que allí era la fiesta, pues la música se oía desde lejos. Estacioné mi coche, apagué el motor, le quité la llave y salí de él, cerrando después la puerta del conductor. Ya frente al piso, pulsé el timbre y esperé.

La propia cumpleañera me abrió la puerta. No imagine jamás que me iba a encontrar con aquello tan espectacular.

Era una hermosa madura, de aspecto agraciado, pero ojos lujuriosos. Llevaba el pelo en media cola. Tenía un cuerpo verdaderamente colorista: guapa, senos grandes y firmes y culo redondo. Un escote me golpeó en el rostro, como incitando a que lo mirase.

La dueña de ese escote me miró y sonrió, y a su mirada y su sonrisa se le unieron dos de sus amigas, que, bailando con un vaso de whisky en la mano, me miraron de arriba a abajo.

____¡Pero entra ya! -exclamó en tono autoritario la madura. Parecía muy alegre, quizás por el alcohol.
____Veo que es una hermosa fiesta, pero no tanto como ustedes. ¿Podría unirme a su baile? -pregunté con una sonrisa, desabrochando uno de los botones de mi camisa y moviéndome al ritmo de la música.
____¡Claro, oficial! -dijo con un hablar nervioso y sonriendo una de las chicas.

Del tirón arranqué la camisa, dejando mi torso al aire. Las chicas dieron gritos de exclamación, y con palmas acompañaban mis movimientos al ritmo de la música.

Con lentos movimientos, me quité luego el cinturón de balas, y dejé que mi pantalón se escurriera por mis piernas quitándomelo a la altura de los zapatos, quedándome tan sólo en tangas. Las chicas dieron unas cuantas exclamaciones más, y dos de ellas se acercaron más a mí, acariciándome pecho, brazos, muslos y cara. Y una tercera, tal vez demasiado atrevida, puso una de sus manos sobre mi paquete.

Mis ojos se fueron a la cumpleañera; aquella madura que me había atrapado. Reía y miraba a la concurrencia, sirviéndose un nuevo whisky. Por alguna razón, yo podía adivinar que estaba empezando a mojarse por ahí abajo.

Luego de una hora de show, comencé a vestirme de nuevo, ayudado por una chica que permaneció junto a mí durante todo el baile. Fue entonces cuando la madura se me acercó de nuevo.

____Ven conmigo. Te voy a pagar lo que acordamos -me dijo.

La seguí por el pasillo de aquel piso, hasta que llegamos a su habitación. Cerró la puerta detrás de mí, y un nerviosismo me llegó, a la vez que una erección repentina e inoportuna se apoderaba de mi ser.

Cogió una billetera que había sobre un mueble, frente a la cama, contra la pared, y sacó unos cuantos billetes.

____Aquí tienes los 1.500 que acordamos. Cuéntalos si quieres -dijo, con una sonrisa nerviosa en los labios.
____No hace falta -respondí-: -por cierto, ¿cuál es su nombre?
____¿Para qué quieres saberlo? -sonrió y añadió-: mi nombre no importa. El tuyo es el que importa.
____Me llamo Alejandro -respondí.
____Bonito nombre -dijo mirándome a los ojos y acercándose más a mí. La sonrisa en su cara permanecía inalterable.
____¿Como empezaste en este trabajo?
____Como muchos otros chicos. Estaba sin trabajo, y la idea me la dio un buen amigo que me acompañaba al gimnasio.
____Espero que te guste tu trabajo -dijo mirándome con deseo.

Sin pudor y con desparpajo, me cogió el paquete con su mano derecha.

____¡Oh! Si quieres ganar una buena pasta, nunca busques un trabajo.

Su mano izquierda levantó torpemente su vaso de whisky, cayéndose y haciéndose añicos contra el suelo. Sin prestar atención a eso, apartó el escote de sus senos, dejando verlos, sin dejar de mirarme a los ojos. Mi respiración se aceleró. Deseaba hacerle el amor desde el primer momento que había entrado a aquel piso, pero tampoco quería dejar de ser el mismo profesional de siempre.

De un golpe apartó la mano de mi paquete, y poniéndome la mano en el pecho me dio un empujón, haciendo que cayera de espalda a la cama. Se puso encima mía, besándome el cuello. Noté una mezcla de olor a alcohol y a perfume caro de mujer.

Intenté apartarme, pero no pude, como si hubiera perdido todo el poder de decisión; ella me lo había arrebatado. La cogí de la cintura, deslizando las manos hacia sus nalgas firmes, cubiertas por una falda corta que dejaba ver muslos tersos y torneados.

Besó entonces mis labios, mordisqueándolos, acariciando mi lengua con la suya en suaves movimientos circulares y constantes. Luego me abrió la camisa, besando mi pecho. Mis manos alzaron su falda, y dos dedos se colaron por su entrepierna. No llevaba bragas, y 'ese' de ahí abajo estaba muy mojado.

De pronto, se echó a mi lado sobre la cama, mirándome, provocándome y pidiéndome con los ojos que hiciera lo que quisiera con ella.

Me quité la camisa y luego el pantalón, quedándome en tangas de baile. Ella se quitó el sujetador, dejando sus pechos desnudos al aire, y luego yo le quité la falda corta, terminando así de desnudarla por completo.

Mis manos recorrieron su vientre, subiendo hacia sus senos, y, luego de besarlos, succioné fuertemente los botones amarronados, mientras le acariciaba todo el cuerpo con las yemas de mis dedos. Gemía sin parar...

Me aparté de aquella¡os sensuales y adictos pechos, acariciándolos una vez más, y mi lengua siguió hasta llegar a sus muslos. Besé uno, luego besé el otro, sin tocar su entrepierna, tentándola. Ardía de deseo.

Me concentré en su puesta en marcha de abajo. Mi lengua se paseó de un lado a otro por ella, arrancando aullidos a aquella infartante madura. La succioné con fuerza, metí tres dedos en su aparatito para hacer pis y seguí con mis juegos de lengua.

Su vientre subía y bajaba al ritmo de los gemidos de sus movimientos en mi boca. Borracha de deseo, me pidió que la hiciera mía de una vez. Suponía que ya habría tenido dos climax por lo menos.

Me quité el tangas y con lentitud acaricié sus intimidades más íntimas. Ella alzó su pelvis y le metí lo que tenía que meterle, cuyo fue recibido sin pagar aduana y con las piernas completamente abiertas.

Comencé a moverme, mientras que, inclinado sobre su pecho, besaba y acariciaba con mi lengua todo su cuerpo. Me tiraba del pelo y se aferraba a mi espalda, arañándome y provocándome varias vías de sangre.

Una sucesión de gemidos animalescos brotaron de su garganta a medida que los espasmos de un nuevo climax invadían su entrepierna y su cuerpo, contorsionándose a su antojo. Sentía que me venía a mí también, de modo que saqué mi aparato, masturbándolo ella con una de sus manos. Dejándome llevar por la pasión y por mi experiencia sexual, eyaculé bestialmente en su boca.

Mientras me recuperaba, ella se acariciaba  sus botones amarronados, dispersando mi líquido viscoso de su boca. Con el líquido que quedaba en sus manos, se relamió los dedos. Después, me miro, sonrió y me dijo:

____Espero volver a verte de nuevo.

A lo que le respondí:


Puedes apostar, sin riego a perder, al 'SÍ'. Y después de decir eso, hice un gesto como indicándole que mi cuerpo era sólo para ella...


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