LAS ÚLTIMAS PALABRAS QUE LE DIJE
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LAS ÚLTIMAS PALABRAS QUE LE DIJE
“Yo siempre seré tu mayordomo”
Esto fue hace unos meses cuando nos reunimos por última vez los primeros cinco hermanos de los que yo era el pequeñín. Y es que yo siempre le tenía un cariño especial a mi hermano “el mayor”. Como era muy presumido, me acuerdo que yo siempre mantenía sus zapatos de cuero alemán brillantes y bastaba que me pidiese algo para que yo lo hiciera corriendo; por esto me decían que yo era su mayordomo y yo me sentía orgulloso de serlo. Estas cosas, y otras, de aquél bonito pasado, las hablamos cuando nos reuníamos y al despedirnos le dije que yo continuaba siéndolo y que siempre lo sería.
Cuando yo crecí más un poco y comenzaba a querer ser tan presumido como él, le pedía emprestado sus corbatas, chaquetas y todo lo que no me quedase ni grande ni pequeño, pero como yo crecía mucho ya lo había alcanzado en altura antes de superarlo pues de los cinco y de los dos que vinieron ocho años más tarde, resulté ser el más alto. Nunca me negaba nada de lo que le pedía y algunas veces, cuando estaba de salida, le decía: !Ay, que pena, yo iba a pedirte emprestada esa chaqueta! El se la quitaba y se ponía otra; así lo hacía ya fuese la chaqueta o la corbata o lo que le pidiese.
Yo también era muy bueno con él hasta el punto de que una vez, que habíamos salido todos juntos, el estrenaba unos zapatos que después de andar un poco le apretaban los pies; yo que tengo los pies más grandes, para aliviarlo decidí que cambiásemos de zapatos ya que los míos le quedarían holgados y más cómodos mientras yo ensanchaba los suyos para que no le apretasen; no me preocupaba mi dolor sino el que él pudiese tener.
Así crecimos, y después de grandes, ya casados, más de una vez que había chocado su coche, yo le emprestaba uno de los míos y en dos ocasiones antes de que le arreglasen el suyo ya había chocado el mio también, pero yo le emprestaba otro sin ninguna reclamación.
Si alguna vez se descuidaba con la bebida, ya que trabajaba de relaciones públicas para la Seagram, me llamaba a cualquier hora de la noche y yo iba a buscarlo, siempre contento por ayudar a mi hermano en lo que fuese necesario. Al día siguiente lo llevaba para que pudiese recoger su coche.
Nunca me olvidaré una vez que se enrolló con una chica, que si a mi me superaba unos 10 centímetros en altura, mucho más a él que era más bajito que yo. La chica era bellísima, tengo que confesarlo. Me llamó y me dijo: Mano, préstame tu apartamento. Yo vivía sólo en un apartamento que era el paraíso de las chicas del edificio ya que nunca me faltaba compañía. Se lo dejé arregladito y me pasé la noche entera en un bar jugando al billar. Como el siempre fue muy aseado, tomó su baño antes de irse a su casa y no quiso colocarse los calzoncillos después del baño, cosa normal de las personas aseadas, pero lo malo es que su mujer se dio cuenta de que no los llevaba puestos; de hecho ni siquiera se los llevó sino que los tiró a la basura. Cuando su mujer le preguntó y como el tiene el mismo defecto que yo de no saber mentir, se lo contó todo. Siempre hablábamos de eso porque cuando fui a visitarlo a su casa y le pedí a mi cuñada que me hiciese un café, cosa que normalmente era lo primero que me hacían ya que siempre fui amante de un buen expreso, casi no conseguí tomármelo; creo que usó un kilo para hacerme dos tazas, así que ni el carbón podría aspirar ser tan negro como aquél café que era para mandarme al baño casi que inmediatamente, al primer buchito tuve que parar para no envenenarme. Después, pasado algún tiempo nos reíamos recordando aquel día en que “mi cuñada quiso asesinarme”.
Otra cosa que también nos reíamos mucho, siempre que la recordábamos, fue un día que me hicieron una jugada: Fue en una fiesta en la que estábamos todos reunidos, entiéndase por todos, nuestra familia, hermanos, sus respectivas mujeres, hijos, etc. Mi cuñada, la mujer del hermano al que me refiero, se acercó a mí sigilosamente y me dijo: “Mañana, Fernando va a viajar y no estará en casa, toma las llaves para que vengas a verme” !Wow, me puse más rojo que un tomate y las llaves cayeron en el suelo por que mis manos se alejaron con tanta rapidez que ni siquiera conseguí tocarlas. A esto, todos se mataban de risa pues sabían de qué se trataba. Quizás hizo eso no sólo porque confiaba en mi fidelidad sino para demostrar lo mucho que yo lo respetaba en todos los sentidos.
Así, podría contar sin parara muchos de los momentos tan felices y agradables, que nunca dejaron de serlo, durante el tiempo que tuve la suerte de tenerlo como hermano.
Fernando, te quiero, siempre te querré y vuelvo a decirte que siempre seré tu mayordomo y que volveré a serlo cuando nos reencontremos.
Re: LAS ÚLTIMAS PALABRAS QUE LE DIJE
Que envidia me das guasón!!! Qué bonito lo cuentas
Carmen de España- Mensajes : 1280
Fecha de inscripción : 31/01/2012
Re: LAS ÚLTIMAS PALABRAS QUE LE DIJE
No lo había leído... todo el que tenga un hermano especial sabe lo que es esto. ¡Qué bonitos recuerdos Guasón!
josedecadiz- Mensajes : 49
Fecha de inscripción : 01/02/2012
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