Hora es ahora de reflexionar
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Hora es ahora de reflexionar
Hora es ahora de reflexionar
Nunca le tuve miedo a la muerte; la muerte es un designio inexorable de la Madre Naturaleza. Y desde que murió mi hijo, con tan solo 51 años (que no por esperada su ida, después de contraer, años atrás, una terrible enfermedad, deja de ser muy dolorosa), menos miedo todavía le tengo. Mis ojos le vieron irse un odioso 11 de septiembre, y fue entonces cuando me di cuenta perfectamente de que el morir es como el nacer: se nace y se muere. Y punto.
Si me atrapase este fatídico virus, “Covid-19”, en el acto me integraría al grupo de los más vulnerables; sí, ese grupo de la gente mayor. Tengo casi 79 años y sé que, si me contagio, chungas posibilidades tendré de seguir escribiendo chorradas.
Este hp cabrón Covid (que no se va, que le ha cogido gustito a permanecer entre nosotros. ¿Es que no tiene familia? ¿Es que nadie lo echa de menos?), nos está recordando algunas prioridades a tener en cuenta, y a la vez nos está mostrando una realidad; la gran realidad de la desigualdad existente en las cinco partes del globo. Hay personas que viven ricamente, rodeadas de lujos y caprichos, y otras (desgraciadamente demasiadas) pasando hambre y sed: miseria.
Ocurre ahora que, tácitamente, estamos tratando de fabricarnos una nueva vida. Nos cuesta volver a la vida que antes creíamos normal. Ese sueño de ensueño de que el mundo se convierta, súbitamente, en disímil, en el que todos los humanos nos entendamos y nos queramos en la medida más afectiva posible.
La pura realidad es que venimos a la vida para perderlo todo; cuanto más vivimos, más perdemos. Vamos perdiendo a nuestros abuelos, nuestros padres, nuestros seres más queridos, y vamos perdiendo nuestras propias facultades, tanto físicas como intelectuales. La Parca nos arrebata todo y nos lleva de la mano de la misma forma que nuestra madre nos trajo a la vida: desnudos.
Aun todo eso anterior, ciertamente macabro pero tan real como la vida misma, no podemos vivir con temor, simplemente porque nos hace imaginar lo que aún no ha pasado. Hay que tratar de ver las cosas como son, para así poder disfrutar plenamente el presente.
Suerte en la vida a todos.
Nunca le tuve miedo a la muerte; la muerte es un designio inexorable de la Madre Naturaleza. Y desde que murió mi hijo, con tan solo 51 años (que no por esperada su ida, después de contraer, años atrás, una terrible enfermedad, deja de ser muy dolorosa), menos miedo todavía le tengo. Mis ojos le vieron irse un odioso 11 de septiembre, y fue entonces cuando me di cuenta perfectamente de que el morir es como el nacer: se nace y se muere. Y punto.
Si me atrapase este fatídico virus, “Covid-19”, en el acto me integraría al grupo de los más vulnerables; sí, ese grupo de la gente mayor. Tengo casi 79 años y sé que, si me contagio, chungas posibilidades tendré de seguir escribiendo chorradas.
Este hp cabrón Covid (que no se va, que le ha cogido gustito a permanecer entre nosotros. ¿Es que no tiene familia? ¿Es que nadie lo echa de menos?), nos está recordando algunas prioridades a tener en cuenta, y a la vez nos está mostrando una realidad; la gran realidad de la desigualdad existente en las cinco partes del globo. Hay personas que viven ricamente, rodeadas de lujos y caprichos, y otras (desgraciadamente demasiadas) pasando hambre y sed: miseria.
Ocurre ahora que, tácitamente, estamos tratando de fabricarnos una nueva vida. Nos cuesta volver a la vida que antes creíamos normal. Ese sueño de ensueño de que el mundo se convierta, súbitamente, en disímil, en el que todos los humanos nos entendamos y nos queramos en la medida más afectiva posible.
La pura realidad es que venimos a la vida para perderlo todo; cuanto más vivimos, más perdemos. Vamos perdiendo a nuestros abuelos, nuestros padres, nuestros seres más queridos, y vamos perdiendo nuestras propias facultades, tanto físicas como intelectuales. La Parca nos arrebata todo y nos lleva de la mano de la misma forma que nuestra madre nos trajo a la vida: desnudos.
Aun todo eso anterior, ciertamente macabro pero tan real como la vida misma, no podemos vivir con temor, simplemente porque nos hace imaginar lo que aún no ha pasado. Hay que tratar de ver las cosas como son, para así poder disfrutar plenamente el presente.
Suerte en la vida a todos.
achl- Mensajes : 28377
Fecha de inscripción : 06/05/2012
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