LA CAJA DE MÚSICA 3 (UN RINCONCITO PARA COMPARTIR)

A veces aparece un error en algún plan en la vida qu7e la realidad nos incluye. A veces es tan grave que ser consciente de ello es un hecho extraordinario, algo para lo que nuestro cerebro no fue programado. Intentar comunicarlo es lo mismo que buscar la consideración de loco entre nuestros iguales. Lo sé, lo he vivido, he visto el velo rasgado y los engranajes que se ocultan detrás de él.

Todo ocurrió en una noche de invierno. Dormía plácidamente, sin ninguna preocupación, igual que cualquier otra noche. Pero, me desperté súbitamente. Y este fue mi gran error, el fallo dentro del plan. No debí haber despertado en ese momento, no estaba previsto que así fuera y, sin embargo, por alguna causa que me era desconocida, lo hacía.

Abrí los párpados, despejado por completo y sin el menor rastro de sueño. Creo que fue aquella reacción inhabitual en mí la que sorprendió a la realidad con el pie cambiado. Así alteré, sin quererlo, el futuro que me estaba predestinado.

Un ojo flotaba en la mitad de la oscuridad de mi dormitorio. Un ojo de aspecto humano con el iris azul hielo. ¿Pertenecía a alguien que estuviera allí, en silencio? No, no era eso lo que parecía porque habría alcanzado a ver algo más de la cara o la silueta del extraño. No tendría sentido que sólo una parte tan pequeña fuera visible, y nada más.

Era un ojo solitario que me miraba sin pestañear.

Mi propio terror quedó paralizado mientras analizaba la forma de aquel ojo sin expresión, fijo en mí. Sé que hubiera perdido el juicio en el mismo momento del descubrimiento, de no ser porque, en el fondo, todavía no podía creer que estuviera despierto. No, no es cierto, sabía perfectamente que no dormía, que aquel ojo era tan real como mi cama y que estaba ahí, observando mi estupor, pero yo había preferido iengañarme y así protegía mi anterior y sencilla concepción de la realidad. Y quizá mis últimos minutos de vida. Ensaya a a autoconvencerme de que experimentaba un sueños lúcido que se moldea como un acto de vigilia, con las manos firmes sobre las riendas de la imaginación.

Dadme tiempo para asimilar que lo imposible estaba ocurriendo delante de mí.

Traté de que la conmoción y sus efectos se mantuvieran, conteniéndome el miedo creciente que de estallar iba a precipitar que el dueño de aquel ojo se lanzase contra mí para terminar conmigo, único error y testigo de su existencia. Ganarle minutos a la muerte, concentrando y extendiendo mi pensamiento en analizar qué podía ser aquello que me miraba desde la oscuridad.

Podía haber sido de un asesino, un ladrón... Pero, de ser lo primero, ya estaría yo con la garganta abierta, y un ladrón hubiese huido al verse descubierto. Además, en la actitud de la mirada que bañaba el ojo, había algo profundamente frío, carente de emoción, inhumano incluso. Y como dije, ¿qué sentido lógico tendría que sólo esa pequeña parte del rostro apareciese iluminada frente a mí? No, era obvio; ahí sólo había un ojo flotando en la oscuridad.

Podría ser que aún estuviese durmiendo yo, viviendo uno de esos sueños nítidos en los que todo se siente con más intensidad que hasta durante la vigilia y que llega a confundirse con ella. Pero opté por morderme la lengua, un acto voluntario con la idea de poder descartar tal posibilidad. Sentía la modulable presión de mis dientes, el dolor intenso, real… estaba despierto.

Quizá un ser de pesadilla había escapado a la red de mis sueños o a su propia dimensión particular y ahora se hallaba allí mirándome antes de tomar una decisión que bien podría acarrear mi muerte o la rotura de mi cordura, en el mejor de los casos. Si bien no hay modo humano de poder repulsar esta hipótesis, con entera garantía, desde el mismo momento se me antojó como algo ridículo como una rémora de los viejos miedos infantiles que todos escondemos en algún rincón de nuestro subconsciente.

Entonces surgió de mi mente una extravagante posibilidad, una opción alucinante que de tan inconcebible y precisamente por ello, podría ser la más certera.

Si los sentidos, ideas o percepciones, el cerebro al completo, y por tanto nosotros en su interior, es reo de todos aquellos elementos relacionados con la adaptación al medio, ¿no será a la vez absolutamente ciego hacia el infinito cosmos de cuanto nada tiene que ver con la supervivencia? ¿Cómo puede captar un perro la existencia de una ecuación? ¿Y si el perro, durante un fugaz segundo, pudiese concebir las dimensiones del mundo que habita, su absoluta posición en él?

Un error de esos que están ahi detrás me permitió a mí, ignorante perro humano, descubrir que todo lo que consideramos realidad se deriva de una perfecta programación biológica, la cual mantiene constantemente una ilusión extraordinaria en dimensiones y en contenidos.Y por tanto, sin más valor que el que entre todos le otorgamos.

Mientras así pensaba, sé que pestañeé un instante, intentando procesar las abismales consideraciones que ahora se abrían frente a mí como un pozo de soledad eterna. Pero cuando abrí de nuevo los ojos, el ojo azul ya no estaba allí.

Miré hacia un lado y otro, pestañeé varias veces… pero todo era oscuridad. El ojo había desaparecido a la vez que yo iba concebiendo la hipótesis, como si se hubiese sentido pelado en su integridad, confirmando involuntariamente que yo estaba en lo cierto.

Desde aquel momento, la vida dejó de ser para mí lo que había sido hasta ahora. La puerta de la locura se abrió ante mí, y la franqueé formulándome unas preguntas, y ya sin poder parar…

¿Por qué era un ojo? Ellos, o ello, lo que quiera que sea eso que está ahí detrás no son humanos ¿Era una broma? ¿Se burlaban de mí?

Si todo cuanto toco es una simple reacción atómica sólo concebida para hacerme creer que el objeto que he tocado tiene ealidad.

Si todo cuanto veo no son más que los resultados que mi cerebro fabrica ante el impacto de la frecuencia y las ondas, al igual que con cuanto llega a mis oídos.

Si todo lo que como son átomos, moléculas y aglomeraciones unidas por configuraciones electrónicas y estables ¿Configuraciones electrónicas? ¿Pero qué esencia tienen? ¿Qué estoy comiendo? ¿Qué significa comer? Proceso electrones que corren temporalmente junto a otros electrones… ¿Cuándo se llega al fondo del átomo?

Si con quienes hablo son fantasmas autoengañados, desconocedores de sí mismos, víctimas de nuestra común condición, con quienes sólo puedo intercambiar mentiras repetidas.

Mentiras y más mentiras, tan profundas que se confunden con la verdad. ¿Cuántas soledades se contienen en la soledad de aquel que sabe que ya ni siquiera es persona sino un acto procesual del devenir? Si todo eso es así, ¿cómo es la auténtica realidad que nos es vedada?

Mi ego es un sistema que reune unas creencias sobre lo que creía ser: una carátula, una máscara sobre un proceso permanente, invisible y que delimita y que contiene un mar de la nada sin fondo. Una configuración electrónica más, ya difuminada, disuelta, destruida…

Ahora floto en el caos de la realidad absoluta.

¿Quién habla? ¿De dónde surgen estas palabras?

Me hablan, me inyectan, me medican, me hacen dormir. Pero despierto, y las preguntas inundan todo como un caudal titánico aunque invisible ¿Quiénes sois? ¿Qué creéis que sois? Os compadezco y envidio porque yo ya no puedo creer en nada, sólo flotar en una tormenta electrónica de sufrimientos pero sin dolor físico. Me intentáis convencer, palabras, palabras, palabras, y casi podría llorar de ternura ante vuestra ignorancia, por la que yo daría o haría cualquier cosa.

Cualq... cualquier cosa.

Y a medida que hablo, que pregunto sin cesar, personas hay se quedan fascinadas escuchándome. Pero no permitirán que llegue a convencerles a descubrir que existe otra realidad tras el velo. Inventaron la etiqueta de la locura para aislar y castigar a los visionarios que descubrieron el gran engaño. Porque siempre reímos de quien dice la verdad. O lo matamos, para no escucharle, para que nada cambie.

No lo permitirán. Cuando alguien empiece a creer en lo que digo… me desconectarán.

Ellos lo llaman muerte, pero no existe tamaña cosa. Disolviendo mi cuerpo se aseguran de que no seguiré hablando; mi voz quedará sólo en este papel, sin añadir una palabra más. Pero mi alma electrónica fluirá, se entremezclará con muchas otras, las presencias infinitas invisibles, que ahora mismo siento a mi alrededor. Me fundiré en el caos absoluto que nos espera tras la Gran Mentira.

Y ya han comenzado a trabajar sobre mí. Será un proceso muy lento y doloroso. Me romperán por dentro, debilitarán mis órganos, mis nervios… como a tantos otros, me postrarán en una cama, me convertirán en un demente, y después seré un vegetal que respira… antes de ser desconectado para siempre.