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LA CAJA DE MÚSICA 3 (UN RINCONCITO PARA COMPARTIR)

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Mensaje  achl Miér Oct 16, 2019 2:02 pm




AMENIDADES

Y precisamente en la India mueren a diario
cientos de niños de hambre, sed y frío o calor


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Mensaje  achl Miér Oct 16, 2019 2:09 pm




[b]AMENIDADES

Merches antiguos anden o
anden, que andan aún y de pm/b]



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Mensaje  achl Miér Oct 16, 2019 2:12 pm




AMENIDADES

Un paso para aumentar la familia


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Mensaje  achl Miér Oct 16, 2019 2:14 pm




AMENIDADES

Además de "eso", lo "otro"


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Mensaje  achl Miér Oct 16, 2019 2:17 pm




AMENIDADES

España va bien



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Mensaje  achl Miér Oct 16, 2019 2:20 pm




AMENIDADES

Me lo cuentas cuando
seas más vieja, ¿vale?


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Mensaje  achl Miér Oct 16, 2019 3:11 pm



MÚSICA

CLAUDIA DE COLOMBIA
Paraíso






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Mensaje  achl Miér Oct 16, 2019 3:14 pm




MÚSICA

CLAUDIA DE COLOMBIA
Nuestra historia de amor






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Mensaje  achl Miér Oct 16, 2019 3:17 pm




MÚSICA

CLAUDIA DE COLOMBIA
Tú me haces falta






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Mensaje  achl Miér Oct 16, 2019 3:26 pm




MÚSICA

LUCÍA MÉNDEZ
Tal como soy






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Mensaje  achl Miér Oct 16, 2019 3:41 pm




AMENIDADES

¡Quillo, asopla er chiclé der carburaor!


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Mensaje  achl Miér Oct 16, 2019 3:43 pm



AMENIDADES

Todo perfecto



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Mensaje  achl Miér Oct 16, 2019 3:49 pm




AMENIDADES

Simple cirugía sin anestesia


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Mensaje  achl Miér Oct 16, 2019 3:53 pm




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Como una mamá más con sus mamas



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Mensaje  achl Miér Oct 16, 2019 3:56 pm




COCINA ANDALUZA
Pollo a la andaluza






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Mensaje  achl Miér Oct 16, 2019 3:58 pm




COCINA ANDALUZA
Paella con conejo






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Mensaje  achl Miér Oct 16, 2019 4:00 pm




COCINA ANDALUZA
Menestra de verduras






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Mensaje  achl Miér Oct 16, 2019 4:01 pm




COCINA ANDALUZA
Menússin sal






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Mensaje  achl Miér Oct 16, 2019 4:05 pm




COCINA ANDALUZA
Tortillitas fritas de atún y patatas






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Mensaje  achl Miér Oct 16, 2019 4:11 pm




DOCUMENTAL

SEVILLA, la ciudad más bonita del mundo






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Mensaje  achl Miér Oct 16, 2019 10:08 pm



Si dos personas del mismo o de diferente sexo se abandonan a una pasión, algo imprevisible puede ocurrir entre ambas en el momento más inesperado


Sin premeditarla, lujuriosa noche

Era una fría tarde de un viernes de invierno, y como otro día cualquiera terminaba de llegar de la Universidad a mi humilde vivienda. Yo vivía sola. Había tenido que salir de mi pueblo para venirme a la ciudad, Sevilla, con la idea de poder estudiar la carrera de Arquitectura, y hacía ya seis meses de eso.

Bueno, antes de seguir mi historia me presento:

Me llamo Alicia, y soy una chica de 19 años, alta, pelo moreno. Creo que bastante simpática, atractiva y con un buen cuerpo. Pero a pesar de todo eso, no he conseguido amistad con ningún chico de la facultad; todos ellos se fijan sólo en mis grandes aunque bien puestos pechos, y eso me tiene acomplejada, hasta el punto de que me he planteado seriamente dejar de salir con el grupo de compañeros de la Universidad.

Pero, apenas llegué a Sevilla, conocí a un mujer de más edad que yo, tendría unos 36 años y Sara de nombre. Nos conocimos por casualidad en una sala de actos de mi Facultad, donde se iba a celebrar una reunion, a la que asistimos y terminamos sentándonos juntas. Compartíamos aficiones y gustos. La consideraba como mi hermana mayor. Me sentía muy bien con ella, y comprendida. Y según decía ella, sentía lo mismo por mí. Quedábamos algunas tardes, después que salía de la Universidad y ella de su trabajo, e íbamos a tomar algo y conversar. Nos contábamos absolutamente todo con plena confianza. Ella sabía toda mi vida y yo la suya. Era perito aparejadora y gozaba de una buena remuneración económica. Vivía sola en un ático del centro de la ciudad. Había tenido un novio, pero las cosas no iban bien entre ellos y lo dejaron, dos año atrás. Y desde entonces no había vuelto a estar con nadie más.

Como he dicho antes era un viernes por la tarde, hacía frío y la noche próxima estaba ya. Esa noche mi grupo de compañeros iba a salir. Me habían invitado a salir con ellos, pero yo rechacé la propuesta, poniendo como excusa que no me encontraba bien, pero no era eso lo que me ocurría. Todos los ellos iban acompañados de una pareja, y yo estaba cansada de estar siempre sola y pasaba de sentirme como una molestia. Lo que me causaba tristeza.

Mientras caminaba hacia la parada del autobús que me llevase a mi casa, saqué mi móvil del bolso y llamé a Sara. Necesitaba contarle mis penas a alguien, y a quien mejor que a mi única amiga en la ciudad. Me dijo que por qué no nos veíamos y así no me iría tan temprano a casa, máxime un viernes siendo. Acepté.

Como era nuestra costumbre, quedamos en la cafetería en la que lo hacíamos siempre. Apresuré mis pasos para no hacerla esperar, pero el último bus había pasado ya y no me apetecía quedarme en la parada con el frío que hacía, así que presurosa me fui. Una vez que llegué, Sara me estaba esperando sentada en una silla de una de las mesas que daba a una cristalera de dentro de la cafeteria. Me saludó mano en alto y yo me fui hacía ella. Ya a su lado, me fijé detenidamente en el modedello que lucía. Tengo que decir que era una mujer guapísima y con un cuerpazo, y que aparentaba menos edad de la que en realidad tenía. Se maquillaba poco, sólo rímel en los ojos y algo de color en las mejillas. Siempre vestía elegante; zapatos de tacón alto y ropa de marca. El gusto por la buena ropa, era algo que compartíamos. Ese día iba más maquillada de lo normal: vestía un costoso vestido verdeBetis de diez centímetros por encima de las rodillas, y una chaquetilla negra del mismo estilo. Estaba deslumbrante. Como vio que la miraba con detenimiento, me sonrió y me dijo:

_______¡Pero siéntate, pequeña! No sé si me miras embobada porque estoy guapa o porque me queda fatal esta indumentaria.

Le gustaba llamarme "pequeña". Sonreí y le dije:

_______Tu indumentaria te queda genial. ¿Pero a qué se debe el look de hoy? -la piropeé y luego le pregunté eso, sonriéndome.
_______Pues se debe a que he tenido una comida con mi equipo de trabajo para tratar un asunto importante para nuestro gabinete, y es por eso que me he arreglado un poco más -respondió.

Después de haber tomado café, haber charlado un buen rato y haberle contado mis penas, me propuso que me fuese a su casa, cenar con ella y así no quedarme sola y animarme un poco. No sabía qué decirle. Había estado ya en su casa algunas otras veces, pero nunca por las noches, y me preocupaba cómo regresar a mi casa a altas horas y con el tiempo que hacía. Me dijo que no me preocupase por eso, que ella me llevaría en su coche. Bromeó acerca de si podía quedarme a dormir en su casa.

Y eso no era mala idea. Su piso era mil veces mas acogedor que mi humilde de estudiante.

Al rato de llegar a su casa, preparó algo rápido para cenar y nos sentamos a la mesa. Se esmeró, alegando, sonriendo, que era su "pequeña invitada". Y la verdad es que le había cogido cariño a Sara, sobre todo por su amabilidad, lealtad y dulzura. Era una mujer encantadora, con la que era difícil llevarse mal. Durante casi toda la velada, no se por qué, no podía dejar de alabar su belleza.

Pero una belleza natural, marcada no sólo por su físico, del cual destacaba sus grandes y bellos ojos grises, su hermoso cabello rubio, a veces con trenzas, y su espléndida figura, sino por su adorable carácter, capaz de sacarle una sonrisa a la persona más triste y desgraciada.

Luego de la cena nos sentamos en el sofá. Yo estaba pensativa. Yo seguía deprimida por sentirme tan sola y además por verme alejada de mi familia, a la que veía sólo una vez al mes, debido a que mi pueblo era el más apartado de la provincia y mi situación económica no era boyante. No pude evitar derramar unas lágrimas. Al ver ella que me venía abajo, enseguida trató de animame. Me rodeó con sus brazos y me propinó un cálido beso en la frente.

_______No voy a dejarte sola nunca. Recuerda que eres mi pequeña.
_______Gracias que te tengo a ti. No sé que haría si no estuvieras a mi lado siempre -respondí.

Yo no quería que acabase aquella noche. Me sentía protegida mientras me encontraba entre sus brazos. No entendía qué me estaba ocurriendo. De pronto, Sara había pasado a ser para mí algo más que una amiga...

Cuando me dejó de abrazar, la miré a los ojos. Me sonrió. Vi su perfecta sonrisa y después clavé mis ojos en los suyos. Tenían aquella noche sus ojos un brillo especial. Yo me sentía confusa, dudando de si la situación era real o si estaba soñando. Sin saber cómo, lenta llevé mi rostro hacía el suyo y así rozar nuestros labios. Fue sólo un segundos, pero un segundo en que sentí como si el tiempo se detuviese. Un pensamiento cruzó mi cabeza. Pude notar su dulzura. Volví en mí y retiré mi boca de la suya, temiendo a su reacción. Me miró y me sonrió. Pensé que me pediría que me fuese de su casa. Pero no fue esto lo que sucedió...

Pasó su mano derecha por detrás de mi cabeza, me acercó más a ella y empezó a besarme. En un principio, suavmdnte, pero poco después atrajo mi boca hacia la suya y sus dientes mordieron suavemente mis labios, acabando en un apasionado beso, en el que nuestras lenguas se conocieron, se saludaron y bailaron a su aire de una forma espectacular.

Pasamos así un rato, besándonos y acariciándonos, como si no hubiese un mañana. No decíamos nada, la palabra no estaba invitada. Cada vez más cerca la una de la otra, cuerpo contra cuerpo, buscando pasión. De pronto, me cogió de la mano, me dijo que nos levantásemos y me llevó a su dormitorio. Y ya en él adiviné que las cosas iban a llegar mas lejos. Pero quizás era eso lo que deseábamos, al menos yo.

Me tumbó en la cama, poniéndose a mi lado mientras se iba desabrochando el vestido. Me quitó la blusa y nos quedamos las dos en sostén. Seguíamos con nuestro juego de besos y caricias, ahora con menos ropa. Puse mi mano en su cintura, para luego subirla hasta sus pechos. Estaba deseosa por tocarlos. Al hacer yo eso, Sara, me hizo lo mismo, desabrochándonos los sujetadores la una a la otra, y ya así acariciarnos de una forma más directa.

Mientras nos besábanos nuestros grandes senos se rozaban, pudiendo sentir así sus mamelones contra los míos. Después de eso empezó a besarme el cuello, y lentamente fue bajando hasta llegar a mis pechos. Los besó, y los lamió todo el tiempo que quiso, mordisqueándome mis puntiagudos botones. Esta era la mayor sensación sexual que había sentido hasta ahora.

Empecé yo a acariciar sus tetas con mi mano mientras iba besándola en los labios. Sara actuaba como loca con mis besos. Amplié a sus mamelones con la punta de mi lengua, para terminar devorándolos, y entonces, mi querida amiga Sara mpezó a rugir.

Entre besos, mordisquitos y caricias comenzamos a quitarnos lo que nos quedaba de ropa, y cuando me di cuenta estábamos totalmente desnudas. Entonces pude admirar a placer su despampanante anatomía. Si con ropa era espectacular, sin ropa más aún. Acaricié todas y cada una de sus perfectas curvas, y ella hacía lo mismo conmigo. Por iun mpulso, bajé mi mano hasta su sexo, alzando de vez en cuando la cabeza para mirarla a los ojos. Con dos dedos de mi mano derecha palpé sus labios vaginales, para después pellizcarle el clítoris. Esto hacia que soltase un gemido, el cual me gustó. No podía creer que lo que estaba pasando era real, que lo que a veces había pensado, sin querer reconocerlo, estaba sucediendo.

Sara bajó también su mano hasta mi sexo, y se dispuso a hacerme lo mismo. Sólo con el roce de sus dedos sobre mi vulva, mi excitación aumentaba a temperatura febril, y entonces tuve el primer orgasmo y solté un gemido, y ella lo notó enseguida. Le gustó. Me miró a los ojos y seguimos masturbándonos la una a la otra, hasta que entre besos, suspiros, gemidos e incluso rugidos, llegué a otro orgasmo, y esta vez ella también. Pude ver cómo se humedecía mi mano con sus jugos, lo que poco antes me hubiese resultado repugnante, ahora no. Todo lo contrario.

Nos miramos intercambiando sorisas febriles, besándonos y entrelazando nuestras lenguas. Me echó en la cama, se puso encima mía y me abrió completamente las piernas. Sabía lo que iba a hacer. Estaba nerviosa, sentía una mezcla de morbo y vergüenza, que en el fondo me producía placer. Con mirada pícara, acercó su boca a mi sexo y lo besó. Y lo hizo despacio con sabiduría. Subió sus manos y cogió las mías. Eso me gustó muchísimo. Así me sentía muy segura.

Empezó a lamer mi sexo con la puntita de la lengua y lametones en todo su interior. Apenas subía el ritmo, paralelamente iban creciendo mis gemidos. Ahora recorría todo mi sexo con su boca, lo besaba, lo lamía y metía su lengua lo más que podía. Yo no podía más, yo iba a explotar. Sentía que me venía de nuevo; iba a largar otra vez, pero me daba vergüenza hacerlo en su concavidad bucal. No obstante, no pude evitarlo y descargué mis jugos en su boca, y ese orgasmo incluso me hizo temblar. Y mi sexo seguía en su boca. Me cubrí la cara con las dos manos por vergüenza. Pero inmediatamente, ella las separó y las retiró.

_______No te sientas mal, pequeña -y chupó lascivamente mis labios.

Ahora tenía que devolverle el favor. La eché sobre la cama, y ella abrió las piernas. Era la primera vez que le hacía un cunilingus, pero la pasión me llevó. Me aproximé a su sexo, saqué la lengua y, con la punta, empecé a lamer sus labios menores y, a intervalos, clavaba mis ojos en los suyos. Me excitaba el verr que estaba así por mi culpa. Lamiendo su sexo terminé por devorarlo, pasando mi lengua por donde quería haciéndola gemir, cada vez más rápido hasta que dio un grito y sus líquidos terminaron en mi boca. Pude saborear sus jugos, sus excitantes jugos.

Recuperado el aliento me puse encima suya, de tal forma que nuestras sexos rozaban, y así comencaba a moverme, hasta ir subiendo el ritmo, hasta acabar cabalgándola. Gemíamos. Me incliné hacia adelante para que nuestros pechos se uniesen y poder besarla. Mientras gritaba, podía percibir su olor, cuyo ella vio en mis ojos, así que ambas alcanzamos un sublime climax Pero Sara quería más. Se incorporó, se puso ante mí y entrelazó sus piernas con las mías, haciendo tijeras.

Nuestros sexos toparon de nuevo, húmedos y sensibles, pero esta vez de un modo más directo. Comenzó a moverse sin parar y yo la seguía. Ahora podía sentir dentro de mí su fuertecalor. Aquellas sensaciones eran increíblemente excitantes. Nos movíamos por vez más rápido, gritábamos, gemíamos, rugíamos. Nuestras vergüenzas y nuestro pudores se habían ido a paseo. En ese momento, éramos uno

_______¡¡No pares, puta!! '¡¡Síííí!! ¡¡Aaaaahhhh!! -rugía Sara.

Jamás había oído a Sara decir tacos. Pero lo cierto es que lo de "puta" me hacia explotar y a moverme como nunca lo había hecho con mi ex novio de mi pueblo. Me abalancé contra ella y empecé a besarla, a lamerla, a juguetear con su lengua en mi boca. Estábamos a brazadas y frotando nuestros sexos sin parar.

_______¡¡No pares!! -exclamé en un grito.

Tanto placer junto era insostenible. Nos fundimos entre los intensos momentazos de placer. Después, cosa normal, caímos rendidas sobre la cama y nos quedamos dormidas sin darnos cuenta...

A la mañana siguiente, desperté feliz entre sus brazos. Sara estaba ya despierta. La miré largamente, y ella simplemente me sonrió. Pero, una morosidad curiosa moraba en mi mente. Le pregunte:

_______¿Es la primera vez que te has acostado con una chica? Me inclina a hacerte este pregunta porque he comprobado que eres toda una experta en estos menesteres.

Y ella me respondió:

_______Sí, es la primera vez, pero no será la última. Vendrán más pero solo contigo. Que sepas que soy una mujer convencional y hasta anoche siempre fui heterosexual, pero mi amor hacia ti me ha convertido en una lesbiana. Ya no me interesan los hombres.
_______Me gustas mucho, Sara, y me lo he pasado de pm haciendo el amor contigo. Incluso esto mismo lo podremos hacer más veces. Pero no te puedo prometer que no vuelva a estar con algún chico. Mi ilusión es formar una familia y tener hijos, lo cual, éso último, es imposible contigo.

A Sara se le humedecieron los ojos. Se repuso como pudo y me dijo:

_______Podemos vivir juntas, crear una familia adoptando. Yo gano lo suficiente y más para que podamos vivir cómodamente. No puedo ni quiero evitarlo, me he enamorado de ti.
_______No me gusta la idea de pensar que mantengan. Salí de mi pueblo y con ahorros de mis padres he iniciado la carrera de Arquitectura. Y por nada del mundo voy a abandonar mis estudios.
_______Bueno, ahora estás, estamos confusas. Nos tomaremos un tiempo. Pero yo quiero seguir siendo tu amiga.
_______Por supuesto. Y yo también quiero lo mismo.

Y ahí quedaron las cosas... Por el momento...


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Mensaje  achl Jue Oct 17, 2019 1:14 am


A veces se hacen cosas que no se deben hacer, pero otras veces no se hacen cosas que se deben hacer..



Suicidios de corazones

Era una noche calurosa, pero una suave brisa mecía a su antojo las hojas de los árboles. Aquel encuentro era un encuentro peligroso y también inapropiado. Aún sabiendo lo vital que era discutir el asunto en privado, de algún modo sabía de antemano los riesgos que suponían estar a solas con él de noche y de todo alejado. Sin ser una mala idea, al menos por complacer un desesperado deseo de, por una vez, sentirse amada, utilizó sus encantos de mujer que tocaon las fibrasde él, sin compasión. Y él, cual niño que se entrega por cometer una travesura de la que sabía que iba a ser castigado, fusionó sus labios con los de ella, no sin antes decirle que había perdido los papeles. Y era verdad; los había perdido.

Lo más hermoso de los sentimientos y las sensaciones humanas es que los deseos son tan intensos y tan irrefrenables que son capaces de tumbar la razón. Precisamente por esto, llovía una enorme cantidad de los besos más cálidos y más deliciosos que podía recordar...

Iban perdiendo las formas y sus manos empezaban a dedicarse, no con menos entrega, a tareas más serias. Sus cuerpos se exigían el contacto, como los pulmones el oxígeno. Y, pegados como siameses y por toda la superficie del suelo rodando, iban perdiendo la ropa que les iba estorbando...

Se cubrían de besos. Trazaban senderos con sus lenguas por la longitud del uno al otro. Se abrazaban y se abandonaban a la locura de la fiebre que les recorría los cuerpos aleada con el amor, que hacían del acto un auténtico suicidio de corazones.

Allí, casi a oscuras, entre caricias, besos y miradas febriles, no había sitio para la falacia. Cada milímetro de la piel, cada brillo de los ojos repetían palabras de amor. Y ya podrían luego mentirse el uno al otro, quitarle importancia al asunto, fingir fortaleza y caminar en opuestas direcciones e incluso no volver a verse. La piel no tiene murallas; las miradas las atraviesan.

Esta mnera de profesarse amor era como agotar un último cartucho, la última caja de petardos encendida, explotando en todas las direcciones. Cuando él por fin entraba en ella, ni siquiera le parecía brusco el dolor que producía su invasión. Sabía de sobra que la primera experiencia con un varón era dolorosa, pero tenía la sensación de que incluso estaba subiendo el placer que estaba sintiendo...

Casi no sabía en dónde aferrar sus manos. Le cogía la cabeza y se enredaba con una mata de pelo entre sus dedos, y con su otra mano, las uñas de sus dedos le arañaban la espalda. Él, cada vez se iba volviendo más frenético en sus acciones, y no sólo la golpeaban sus embestidas, sino que sentía un fortísimo latido dentro de su pecho desbocado, siempre que sus cuerpos se pegaban. La sensación era inténsisima. Unas euforias incontenibles la recorrían de los pies al pelo. El ritmo de su amante se aceleraba hasta que se percataba de que algo tenía que estallar de un momento a otro. Lo sentía en sus adentros y a la vez que se desplomaba encima de su pecho. Acomodaba su cabeza en sus pechos y lo abrazaba contra ella acariciándole el pelo y apretando con fuerza. Lo sentía como un niño con el corazón taladrándole el pecho y diciéndole: "mira lo que tú has provocado".

El sabor agridulce del final la hacía sonreír de la misma manera. Mientras cerraba los ojos y lo retenía más entre sus brazos, él quería contribuir a su propio final, pero su fiebre súbita se había apagado al paladear la realidad, y le pedía que lo dejase estar. El sentimiento de la pérdida tan grande que estaba sufriendo en ese momento, la desconcentraba. El momento de locura había terminado. Y ella, aún con la sonrisa agridulce de la derrota en los labios, estaba dispuesta a dejarle ir sin discutir...

Habían miradas tiernas, abrazos silenciosos, y después autoconcienciación, excusas, mentiras necesarias y aclaraciones. Se vestían en silencio y, tras un último beso de despedida, el raciocinio había vuelto a marcar la pauta. Quizás en algún lugar del mundo alguien lamenta saber que los seres humanos siempre lo hacen todo complicado.

Quizá ella, luego de haber vivido tantos años sólo con hembra no pensaba que acabaría compartiendo lecho con macho; y menos aún con uno al que había querido tanto. Nunca sabía lo que pensaba. La única verdad que le había dejado, acababa de terminar...

Se daban la espalda, y ella, agarrándose sus enaguas y atravesando los campos en plena madrugada, corría hasta llegar a su casa. Muy sigilosa se colaba por la ventana y, tras desnudarse por segunda vez esa noche, se hacía ovillo en su cama. Decidía aprovechar aquella noche, que era la única en que podía coger el sueño en mucho tiempo.

Mientras iba cerrando los ojos recordando iba el olor embriagador de su reciente encuentro, aún en su piel. Y poco después, caía rendida en los brazos de Morfeo. Profundamente dormida.


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LA CAJA DE MÚSICA 3 (UN RINCONCITO PARA COMPARTIR)  - Página 21 Empty Re: LA CAJA DE MÚSICA 3 (UN RINCONCITO PARA COMPARTIR)

Mensaje  achl Jue Oct 17, 2019 4:12 am



"Padre, ¿qué es cielo?". Preguntó un feligrés al párroco de su iglesia, después de la domical plática desde el púlpito. El cura le respondió: "hijo, el cielo es un paraíso, donde está Dios, San Pedro, los ángeles, los arcángeles... y todos ellos rodeados de amor, felicidad, concordia, fraternidad, amistas, y... feligrés lo interrumpió y le dijo:" todo eso está muy bien, Padre, pero como se está en la casa de uno, en ninguna parte. Esto encaja a las mil maravillas en este picantón escrito...


Silvia y Lucas

Nunca salían a ningún sitio, siempre en su casa. Pero tampoco era una mala idea.


Silvia le miraba a través del espejo.

Y ahí estaba Lucas, tumbado en el sofá con los manos detrás de la cabeza y mirándola mientras se vestía, sin pensar que ambos tenían que salir a la calle en quince minutos.

Silvia cogió el otro aro, ladeó la cabeza, para que su melena despejase su hombro, y después de ponérselo le dijo en un tono airado:

_______¡Lucas, ¿se puede saber cuándo vas a empezar a vestirte?!
_______Tranquila, hay tiempo aún -respondió él, sin inmutarse.
_______¡Quince minutos, Lucas, quince minutos, no te hagas el tonto!
_______¡Pero si yo sólo tardo cinco minutos en prepararme! -y, saboreándola con los ojos mientras se subía el vestido rojo por las piernas, añadió-: no como una que yo conozco.

Ella lo fulminó con la mirada y le dijo:

_______Sí, sí, ya me gustaría a mí verte poniéndote unas medias, desenredándote treinta centímetros o más de pelo, peinarte, combinarte la ropa, elegirte los zapatos, el bolso y…
_______¡Vale, vale...! -la interrumpió sonriéndose. Pero ella seguía...
_______…maquillarte y perfumarte... Te tengo que dar las gracias por si sales de casa duchado y con algo más que los calzoncillos.

Lucas se levantó del sofá, se puso en pie y abrazó a Silvia por detrás besándole el cuello. Silvia se tensó al principio, pero un segundo después se aflojó suspirando.

_______¿Por qué siempre me haces lo mismo?
_______¿Qué es lo que te hago?

Silvia lo miró, acusadora, pero no pudo evitar el sonreír porque su última pregunta, bien podría tener un doble sentido.

_______Y a ver si esperas a que me vista, me peine, me todo, para después decirme que no quieres venir.
_______Es que me chifla ver cómo te viste -le susurró sobre la piel de debajo de la oreja. Bajó la mano hacia sus piernas-. Ver como te metes las bragas por una pierna… y después por la otra... -le subió el vestido y le acarició los muslos.
_______En realidad, lo hago todo así porque tú estás mirándome -se sinceró.
_______No sabes cómo me gusta verte cruzar las piernas para subirte la cremallera de las botas…

Seguía acariciándole la parte interna de los muslos. Luego levantó la mano enredando sus dedos entre su melena entre rubia y pelirroja.

_______Me chifla ver cómo te cae el pelo por detrás mientras te lo cepillas.

Tiró de su pelo suavemente, ladeando la cabeza hacia un costado, y besó su cuello mientras hundía la otra mano en su entrepierna, hospedándose en su sexo, cubierto por unas bragas negras.

Silvia lo miró a los ojos y le preguntó, como resignada:

_______¿Entonces no quieres venir?

Él subió la mano por su entrepierna y la metió por debajo de las bragas. Con sumo cuidado, puso el dedo del corazón sobre la suave piel que cubría su vulva.

_______¿Y tú,, tú quieres ir? -le preguntó a su vez, haciendo un círculos en el pubis de Silvia.

Silvia soltó el aire que estaba conteniendo y dejó caer su nuca contra el pecho de él.

_______No, no quueronir… -dijo medio enfadada. Y añadió-: pero… es que nunca vamos a ningún parte. Siempre acabamos quedándonos en casa -concluyó.

La rodeó con su brazo por la cintura mientras su traviesa mano, afanosa continuaba en el sexo.

_______¿Y qué hacemos cuando nos quedamos en casa? -le susurró al oído.

Ella se estremeció al sentir el aliento caliente sobre su oreja.

_______¡Venga, habla, ¿qué hacemos?! -insistió preguntándole con voz ronca atrapándole el lóbulo de la oreja con sus labios.

_______De todo con mi raja, tu palo, las dos bocas, las dos lenguas y todos los dedos -respondió, al fin, relamiéndose los labios.

Él, sorprendido, levantó las cejas y soltó una carcajada.

_______¿Así lo llamas ahora? Pensé que ibas a decirlo de una manera más delicada -bromeó mientras no paraba de mover sus dedos sobre el clítoris-. Como hacernos el amor, o algo así -añadió.

Definitivamente, ella no tenía ganas de ir a la fiesta que la habían invitado.

Él hundió más la mano entre sus muslos y apoyó los dedos sobre sus labios vaginales masajeándolos, sin aún llegar a más. El pulgar lo apoyó sobre los labios menores de la vulva y vio como a ella se le aflojaban las rodillas. La sujetó con fuerza por la cintura mientras la derretía con caricias.

Cuando Silvia soltó un sollozo de placer, él sentía cómo se le iba endurenciendo su miembro. Se lo apretó contra las nalgas mientras la besaba los pechos. Ella volvió a gemir, y entonces él alzó la cabeza para verla en el espejo. Vio lágrimas en su mejilla.

Siempre le arrancaba lágrimas de pasión, pero ese día había tal tristeza en su mirada, en su expresión, algo que lo enfriaba. Dejó de mover la mano en su húmedo sexo y, después de unos momentos, le preguntó:

_______Silvia, mi amor, ¿de verdad quieres que vayamos a la fiesta?

Ella abrió los ojos y arrugó el entrecejo.

_______¿Cómo que si quiero que vayamos?
_______Que si tú quieres ir, vamos.

Permaneció en silencio por unos segundos antes de decir:

_______Jo, Lucas, me estás liando -en ese momento su voz era una mezcla de sonrisa e incredulidad-. ¡Ahora la que no quiere ir soy yo, ea! -agregó.

Se movía entre los brazos de él para que la soltase, pero él mantuvo sus brazos firmes. Después, con dos dedos de la mano de un brazo, empezó a acariciarla por allí abajo. Deslizó sus ágiles y largos dedos sobre su sexo, hacia arriba y hacia abajo, a todo lo largo de los labios y llegando de nuevo al clitoris. Y cada vez movía los dedos con más intensidad; aunque, eso sí, delicadamente.

Silvia se rendía enseguida y cogia aire con fuerza, quedándose inmóvil. Aquellos dedos masculinos bajaban y subían a un ritmo vertiginoso, resbalando entre los pétalos del sexo de ella. Le apoyó los labios sobre la oreja, rozándola con su aliento mientras le frotaba abajo con movimientos tan rápidos como sensuales.

En un momento tocó el botón de los labios menores con sus dedos húmedos y calientes, y ella aflojó todos los músculos en un intento por retrasar el clímax. Se habria caído al suelo si él no la estuviese sosteniendo. La penetró con uno de los dedos y, alzándola por la cintura y por su entrepierna, la levantó y se echó sobre el sofá con ella encima.

Su melena cayó sobre su cara, tapándole los ojos, pero se concentraba en sus manos. Metió una por su escote y comenzó a masajearle uno de sus tersos mameloness, mientras con la otra, dos de sus dedos la penetraban.

Silvia gemía y gemía ante las habilidades de su compañero en estos menesteres.

Mientras él la acariciaba ahí abajo pensaba que siempre ocurría igual. Cuando ella se estaba preparando para salir con él o sola, le invadía una excitación.

Lucas retiró el dedo de su interior y le restregó la palma por todo el sexo, esparciendo la humedad en toda la zona. Le gustaba hacerle esto: alternar entre vaivenes delicados y suaves con otras cosas no tan delicadas pero excitan tes también, como hacerle lamer los dedos para que saborease sus propios jugos.

Hundió la mano más adentro de sus muslos y sondeó en busca de su ano. Estaba a punto de penetrarlo con un dedo, cuando recordó su resolución de hacía unos momentos.

Con el ruido de su circulación en los oídos, largó un suspiro y decidió hacerla acabar cuanto antes. Antes de que no pudiese controlarse, sacó la mano del sujetador y se incorporó en el sofá, acomodándola entre sus piernas. Pero otra mano siempre seguía en la vulva.

Una vez cómodo, con sus brazos la apretó con fuerza contra su erección, encajándola justo ahí, y después dirigió esa misma mano a su sexo. Le metió dos dedos con la izquierda, y con la derecha, húmeda y caliente, le apretó el interruptor de placer. Silvia dejó caer la cabeza hacia atrás con la boca entreabierta, conteniendo la respiración.

Lucas se percataba de que Silvia intentaba nuevamente retrasar el orgasmo, mientras el propio Lucas se lo quería inducir. Esto, junto con la idea de hacerle el amor justo en el momento en que Silvia no podía porque tenía un compromiso, le excitaba tremendamente

Le apoyó el pene sobre su cara, y le metió los dedos lo más que pudo mientras que apretaba fuerte sobre su sexo. Silvia se crispó y le clavó las uñas en la espalda, retorciéndose él antes de que su cuerpo comenzase a sacudirse. La apretó con las manos atrayéndola hacia su cuerpo, sosteniéndola, penetrándola, acariciándola y ella gruñendo en su cuello mientras su placer casi lo hacía acabar a él también.

Una vez que la tormenta de placer pasó, se dejó caer sobre él como si se le hubieran derretido todos los huesos, contrayéndose involuntariamente de vez en cuanto bajo los dedos de él, que todavía permanecían acariciándola en su interior. Se los retiró, al fin, y le pasó nuevamente la palma sobre toda la parte genital, empapapada completamente desde los risitos más íntimos hasta dentro en sus muslos.

Luego sacó la mano de sus bragas mojadas, con cuidado de no tocar su vestido que estaba subido hasta la cintura; y, cogiendo su barbilla entre el pulgar y el anular, le metió dos dedos en su boca mientras le pasaba la lengua por todo el cuello.

Ella los chupó y los saboreó sin abrir aún los ojos. "Suficiente" , pensó él, y le metió los dedos hasta el fondo una vez más y se los apartó de la boca pasándolo por los labios como si estuviera limpiando un manjar

Al notar que se incorporaba Silvia, se espabiló un poco.

_______Umm… -murmuró-. Ha sido genial -soltó una sonrisa que le hinchó el pecho a él. Bueno, el pecho y el pene-. Pero me has dejado agotada. Tendrás que esperar un poco para empezar de nuevo -añadió.

Él la abrazó sonriéndole con ternura.

_______Reanudaremos luego de la fiesta, ahora tenemos que prepararnos.
_______¿Qué fiesta? -preguntó ella, confusa.
_______La fiesta de... el cumpleaños de… ¿De quién era?
_______Sonia. Pero… -se giró hacia él-, es más que obvio que ya no vamos a ir. -dijo, despierta ya.

Lucas se levantó del sillón y se agachó sobre ella metiéndole las manos debajo del vestido. Tiró de las bragas y se las sacó. Entonces Silvia alzó las piernas, deseosa y complaciente.

_______Levántate y ponte otras bragas ¡Vamos! -dijo él mientras se dirigía a la habitación y empezaba a desvestirse.

Ella seguía con el ceño fruncido cuando él salió, vestido ya y listo para salir.

_______Silvia, si no te levantas enseguida, te llevaré a esa fiesta en pelota vivas.

Le miró, incrédula

_______¿Ahora eres tú el que me apura? ¿Estás loco? Te estuve insistiendo todo el puto día. Siempre me haces lo mismo, y ahora... ¿qué haces? -la cogió en brazos y la puso en pie.
_______Métete en el baño y arréglate. Salimos en un minuto.

No le dio tiempo a protestar, porque le cogió la cara entre las manos y la besó en la boca, pero ahora con una pasión inusitada.

_______Quiero que vayamos a esa maldita fiesta -le dijo después de besarla.

Ella se quedó mirándole un momento, y luego asintió.

_______De acuerdo. Pero te has vuelto loco, loco de remate.
_______Sí, loco, pero loco por ti. Venga, que ya pasó el minuto.

Pasaron diez minutos más antes que ella estuviese lista.

Ya los dos en el coche, camino al cumpleaños, Lucas no podía dejar de pensar en las piernas y en los pechos de la mujer que estaba sentada a su lado, ni en cuanto se iba a enfurece si de nuevo le echase a perder su maravilloso atuendo.


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Mensaje  achl Jue Oct 17, 2019 4:35 am




AMENIDADES

La rubia está divorciada del ex marido de la morena,
y la morena es la novia de la hermano de la rubia, que
ésta ahora tiene un rollo con el marido de la morena


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Mensaje  achl Jue Oct 17, 2019 4:43 am




ESPAÑA CAMPEONA DEL MUNDO DE FÚTBOL EN EL AÑO 201O
LA BOLITA QUE METIÓ ANDRÉS HINIESTA NOS DIO EL TÍTULO






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