LA CAJA DE MÚSICA 4 (UN RINCONCITO PARA COMPARTIR)
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Re: LA CAJA DE MÚSICA 4 (UN RINCONCITO PARA COMPARTIR)
Un día, sin rodeos, enérgicamente, el cerebro dijo:
___Por ser yo, y sólo yo, quien da las órdenes y controla las diferentes partes del cuerpo, exijo tajantemente que se me llame jefe.
Los pies, sorprendidos, se pronunciaron:
___Diferimos. Somos nosotros los que soportamos el peso de todo el cuerpo y lo transladamos a todas las partes, por lo tanto la jefatura nos corresponde legalmente.
De la misma forma, las distintas partes del cuerpo expresaron su importancia. El corazón, los pulmones, el aparato digestivo, los brazos, las manos, los codos... y hasta el mismísimo trasero reclamaron su derecho a ser jefe.
Todos, sin excepción alguna, al conocer las pretensiones del culo se echaron a reír .
Cómo se atrevía a pedir la jefatura un orgáno (si a ese redondo pedazo de carne se le puede llamar órgano), que está tan desprestigiado y es completamente insignificante.
A raíz de aquellas burlas y herido en sus más íntimos sentimientos, el culo, como un buen pompis que es, se acomodó y decidió bloquear la salida de excrementos pronunciando con énfasis cinco palabras:
___¡YA NO CAGO MÁS, EA!
Al poco tiempo y como consecuencia de aquella semejante actitud, el cerebro comenzó a tener trastornos: fiebre alta en todo el organismo, pésimas digestiones, ojos hinchados, pies inflamados y con tanto dolor que ya no podían soportar el peso del cuerpo...
El corazón y los pulmones luchaban por sobrevivir. Debían trabajar a toda máquina para eliminar una parte de las toxinas que los invadían.Todo era un auténtico desastre, todo era un auténtico caos, hasta que todos juntos imploraron al cerebro para que el culo fuera el jefe.
Enterado de lo decidido por todos los órganos del cuerpo, el culo o pompis o trasero o retaguardia comenzó a funcionar a marchas forzadas, largando mierda a diestra y siniestra, asumiendo su cargo de jefe.
Mail enviado por el culo al cerebro:
Señor Cerebro. Para llegar a ser jefe no es necesario ser cerebro, ni ser más o menos inteligente, ni ser más o menos listo, ni ser más o menos imprescindible, sólo hay que ser un buen culo, como soy yo, y aprovechar el momento más oportuno para cagar a los demás
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Re: LA CAJA DE MÚSICA 4 (UN RINCONCITO PARA COMPARTIR)
MÚSICA
MUJERES (Remix y otros)
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Re: LA CAJA DE MÚSICA 4 (UN RINCONCITO PARA COMPARTIR)
MÚSICA
FARRUKO
Coalant
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Re: LA CAJA DE MÚSICA 4 (UN RINCONCITO PARA COMPARTIR)
VÍDEO REPORTAJE
CARLOS LATRE
El hombre de las mil voces
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Re: LA CAJA DE MÚSICA 4 (UN RINCONCITO PARA COMPARTIR)
CURIOSIDADES
EL ARTE DEL DOBLAJE
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Re: LA CAJA DE MÚSICA 4 (UN RINCONCITO PARA COMPARTIR)
CURIOSIDADES
EL ARTE DEL DOBLAJE
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Re: LA CAJA DE MÚSICA 4 (UN RINCONCITO PARA COMPARTIR)
CURIOSIDADES
EL ARTE DEL DOBLAJE
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Re: LA CAJA DE MÚSICA 4 (UN RINCONCITO PARA COMPARTIR)
El día en el que la doncella personal de la adinerada señorita Oriol cayó enferma y murió y tuvieron que poner en su puesto a otra mujer, cuya torpeza no le permitía ni siquiera encender una chimenea , fue cuando Guille, obrero de la hacienda de la señorita, se obsesionó con ella y... con el olor de su sexo.
Aquel día, la nueva doncella hizo llamar a un obrero, escogido al azar, para que encendiese la chimenea y así calentar el dormitorio de su señorita aquella fría noche. El escogido fue un tal Guille, el cual entró al cuarto apestando a caballo, y que al instante se puso manos a la obra. Y fue cuando habló por primera vez con la señorita Oriol. Era guapa, pelirroja y metidita en carnes. Aquella noche iba ataviada con un picardías de color negro, transparente, que dejaba ver buena parte de sus encantos. Su rellenita figura relucía más todavía a la luz de la vela que Guille llevaba en la mano y que después entregaba a su ama.
A Guille se le encandilaron los ojos, y poco faltó para que su desconcierto le costase una quemadura porque no podía apartar los ojos de aquel par de tetas que el escote del picardías dejaba entrever: redondas, firmes y de amarronados pezones. Cuando la señorita puso la vela sobre la mesilla, para acostarse, la luz iluminaba su entrepierna y entonces se podía ver una mata pelirroja que por allí anidaba.
______¡Quillo, que te vaj a quemá! -gritó la criada, que era una castiza pueblerina sevillana, devolviéndole a la realidad.
El muchacho apagó el leño que sostenía cubierto en llamas, ya que se acercaba peligrosamente a la lujosa alfombra.
______Ea, po ya te pue jí -le dijo la criada.
______Y deja de pajo ejo en la lavandería –se apresuró en añadir, señalando una cesta con ropa sucia.
Y Guille, después de cumplir las órdenes de la nueva doncella de la señorita se fue a su trabajo, procurando disimular una enorme erección bajo sus pantalones.
Ya en su trabajo, de pronto recordó la ropa interior que había en aquel cesto. Se fue de nuevo a la lavandería, mirando a un lado y otro y asegurándose de que nadie lo había seguido, buscó en el cesto con ropa sucia y apareció una prenda íntima que olía a perfume del caro. Pegó la nariz a la parte que corresponde a la parte delantera e inhaló con fuerza, y el olor le pareció una mezcla de marisco y alguna flor embriagadora. Estuvo un buen rato con la prenda en la nariz, mientras se le iba tensando la cremallera de los pantalones vaqueros, debido a una erección tan fuerte que pensaba que le iba a romper la bragueta.
Y a partir de aquel día, una obsesión por su ama y por su sexo nublaba sus sentidos. Conocía de pasada a su señorita desde que comenzó a trabajar en su hacienda, año atrás, pero nunca había pensado en ella de la manera que ahora lo hacía. No podía quitarse de la cabeza la guapura de su cara y su figura desnuda, que vio o creyó ver la noche en la que fue a encender la chimenea. Finalmente, terminó por perder el control de su imaginación y de su pene.
Mientras llevaba el ganado a pastar o iba a laborar en el campo, era incapaz de centrarse en las tareas. Sólo hacía imaginarse a su señorita desnuda, acariciándose sus redondos y generosos pechos e introduciéndose sus dedos en aquel bosque de pelos de su entrepierna, y acercándose a él para darle a probar el líquido de su fruto, con un olor tan embriagante que desquiciado terminaba. Y luego él idolatraría hasta el último palmo de su cuerpo, con besos en boca, senos y muslos empapados del fluidos que con tanta abundancia había, y por último hundiría su lengua en aquella cueva, y ahí y así se quedaría, embriagándose con el olor que salía de la prenda que había sacado del cesto de la ropa sucia.
______¡Guille, estás empalmao! -era el capataz de la hacienda, que de pronto lo despertó del porno letargo.
______¡Yo... no... yo... no...! -esto fue lo único que pudo decir, pero tartamudeando.
______¡Entonces, sácate ese pepino que llevas en la entrepierna y deja de arar el camino, que el campo está en la otra dirección!
Los otros obreros se echaron a reír, y Guille se miró la bragueta y se dio cuenta de que su erección era tan grande que se podía ver cien metros.
Pasaba el tiempo y el rendimiento del pobre muchacho cada vez bajaba más, a la vez que su imaginación iba a más morbosa, y siempre con su señorita de por medio.
Un sábado, caída la tarde, el capataz lo invitó a un puticlub de carretera, y a ver si con esto le calmaba. Pero de nada le sirvió: ninguna de aquellas hermosas muchachas se podían comparar con su ama.
______¡Más te vale que aprendas a controlar la nutria que ocultas bajo los vaqueros porque como sigas así, no tendré más remedio que despedirte! -le dijo, muy en serio el capataz.
Achuchando a su mente, pensaba que tenía que declararse a su ama. Era probable que lo rechazase, y si no, el ricachón irascible del padre no iba a consentir que su señorita hija compartiese lecho con un insignificante obrero, por lo que acabaría echándole de su hacienda. Pero como eso último parecía algo inevitable, decidió hacer lo pensado.
______Yo me llamo Guillermo, pero me dicen Guille. Estoy trabajando en su hacienda. Una noche encendí la chimenea de su cuarto, y esa noche estaba usted en ropa de dormir, y luego su doncella me ordenó llevar su ropa sucia a…
______No sé qué decirte… -le interrumpió, dejando finalmente salir su voz, tan dulce como su cuerpo.
______¿Mi ropa sucia? -le preguntó, de pronto.
______Sí. Y desde aquella noche estoy enamorado de usted.
La señorita adoptó un gesto de confusión y luego respondió:
______¡Pero si mi ropa sucia siempre la recogen por la mañana, nunca por la noche! La cesta debía contener ropa interior de mi padre, cuyo cuarto está ahí arriba -señaló con la mano.
A Guille le entró un asco súbito. Corrió hacia afuera del caserón y ya allí se puso a vomitar. Su ama lo siguió, sin poder contener la risa. Una vez al lado de él, le miró y le dijo:
______Mira, Guille, mi padre es viudo, y supongo que de vez en cuando se dará u que otro homenaje –hiacía gestos obscenos con ula mano, que provocaron que el muchacho vomitase más aún .
______¡Soy el tonto más tonto de todos los tintos!-dijo Guille, entre lágrimas.
La señorita volvió a reír, pero le dio pena Guille y lo estrechó entre sus brazos.
______Tranquilízate -le dijo, apartándole las lágrimas de la cara-. Anda, Guille, ve a lavarte y cuando termines vuelve aquí sin que nadie te vea, ¿vale? -añadió.
La mirada que Guille le dedicó a su ama era tan sincera, tan limpia , que la señorita se conmovió.
Aquella noche compartieron cama, siendo Guille el primero en quitarse rápidamente la ropa
______Tu paquete parece impaciente -dijo mirando su pene erecto.
Dicho esto empezó a desvestirse despacio mostrando cada parte de su cuerpo, como sirviendo poco a poco la carnd. Primero, los muslos, gruesos y firmes, cuyos Guille besó. Y luego recorrió con su lengua las piernas y lamió cada uno de los dedos de los pies.
______¡Jo, qué fogoso…! –exclamó la señorita.
Se quitó el vestido y, quedando totalmente desnuda, se volvió hacia Guille, que, loco con los senos, lamía su lengua los pezones. Llevó dos dedos ahí abajo y empezó a agitarlos. Mientras enloquecido seguía lamiendo aquella espectacular anatomía. Su ama, con palabras sucias, lo calentarle más aún:
_____¡Pues sí que sabes tú encender bien las chimeneas! -exclamó, mientras guiaba la boca de Guille hacia su ya húmedo sexo.
Guille seguía navegando por aquel palmito, dejando atrás cara, tetas y culo, y, parándose en la vulva, llevó la nariz hasta ella y de pronto se aclararonq sus dudas; aquel olor era más glorioso que el que recordaba de la ropa de la cesta. Pasaron toda la noche copulando Alcanzaron ambos dos climax, pero Guille tenía que irse antes del alba, porque sería catastrófico que el padre de la señorita los sorprendiese juntos.
______Sólo pienso en que volvamos a vernos pronto –dijo Guille, entusiasmado, antes de salir.
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