LA CAJA DE MÚSICA 3 (UN RINCONCITO PARA COMPARTIR)

Leopoldo Lapes, profesor de Literatura de la Facultad de la Comunicación de Sevilla, pidió una excedencia de tres meses a la referida facultad, porque se proponía escribir una obra literaria para presentarla candidata al "Premio Planeta"

Y para ello empleaba horas de luego de almorzar hasta la hora de merendar. Mientras escribía, fumaba una barbaridad. Cuando se le iba el hilo narrativo, fumaba una barbaridad . Cuando un personaje no tenía fuerza emotiva, fumaba una barbaridad. Cuando no le salía a su gusto un diálogo, fumaba una barbaridad. Cuando no atinaba a resolver una trama, fumaba una barbaridad...

Un día, especialmente emotivo en que no sabía cómo resolver la tensión entre cuatro personajes, se metió en los pulmones, sin darse cuenta, el humo y la nicotina de un paquete de cigarrillos en apenas una hora. Y pasó que al día siguiente, cuando iba a poner punto final a la novela, no encontraba un final adecuado, luego de fumarse dos paquetes y medio, le dio un ataque al corazón y se quedó tan tieso como la mojama, frente al ordenador.

Lo encontró muerto su sobrino, pasados dos días. Se hallaba sentado y rígido en un sillón giratorio con los dedos índice y anular de la mano izquierda chamuscados y con los primeros olores de putrefacción.

Enseguida el sobrino llamó a la consulta del médico de su tío. Llegó a la casa un médico forense, que firmó el parte de defunción. En su lápida esculpieron el siguiente epitafio: "Aquí yacen los restos de un hombre que no fumaba, que se comía el tabaco".

La novela ganó el "Planeta", tuvo un éxito desaforado. Se siguió leyendo durante decadas. "Leopoldo Tabaco" (así fue rebautizado por la prensa) pasó a la historia como el creador de un nuevo género narrativo. Pero no tenía su novela un final concreto, y por esto precisamente los críticos especialistas dijeron que fue el mayor acierto del creador, cuando lo que pasó en realidad era que murió antes de dar con el final.

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