Se llama copla democrático


Unirse al foro, es rápido y fácil

Se llama copla democrático
Se llama copla democrático
¿Quieres reaccionar a este mensaje? Regístrate en el foro con unos pocos clics o inicia sesión para continuar.

SOLO ESCRITOS DE TRISTEZA

Página 1 de 2. 1, 2  Siguiente

Ir abajo

SOLO ESCRITOS DE TRISTEZA Empty SOLO ESCRITOS DE TRISTEZA

Mensaje  achl Sáb Oct 24, 2020 12:34 am



Agridulces sentimientos


Como un frío antártico que arrasa y corroe el metal, así llegaste tú a mí. Disfrutando de la ignorancia del amor y de amar, así llegaste tú a mí. Corroíste mi inocencia y me diste vuelos para suspirar de amor, llorar de amor, reír de amor....

Es relativamente fácil caminar sin plantearte lo que dejas atrás, pero yo, tan kamikaze de ordinario, me adentro para auscultar mi pasado, y el futuro de no haber optado siempre por pasarlo contigo a mi lado, junto a ti. Imagino, sonriente, con los ojos puestos en seguir hacia adelante, pero sin algo concreto para ser mejor, como lo era ante ti.

Si hoy pudiese decirte algo para tu futuro, sería esto:

Déjame ahora morir en tus brazos, para después volver a suspirar y poder besarte. Déjame amarte y adorarte, y que de mi amor salga tu felicidad, nuestra felicidad.

Déjame a tu lado, porque, por fin, soy alguien; alguien con un corazón ardiendo por tu amor.


SOLO ESCRITOS DE TRISTEZA Agridu10



achl
achl

Mensajes : 28377
Fecha de inscripción : 06/05/2012

A achl le gusta esta publicaciòn

Volver arriba Ir abajo

SOLO ESCRITOS DE TRISTEZA Empty Re: SOLO ESCRITOS DE TRISTEZA

Mensaje  achl Sáb Oct 24, 2020 12:38 am



Anoche soñé contigo

Y no es nuevo el que soñase contigo. Pero no quiero que se rompa esta bonita tradición. Sabes bien que éramos tú y yo los que aparecíamos en mi sueño.

Vi tu imagen, y tú sabías que no era tu sueño. Aun así, me cogiste de la mano; y no sólo eso, me acariciaste la cara con tus manos, y me miraste con tus expresivos ojos, y me sonreíste, y te mordiste el labio inferior, esos tus carnosos labios. Y yo te envolví con mis brazos.

Y había complicidad en tu mirada. Y sabías que al despertar me acordaría de lo soñado y pensaría en ti. Porque sabes que sigues aquí, conmigo, a mi lado, a pesar de tú estar allí y yo aquí.

Y en mi sueño había amor, deseo y pasión. Y tú también me buscas en tus sueños, con las mismas intenciones que yo en los míos.

Pero hoy, despierto, la realidad es la que es: que cada uno se acuesta en su casa, en su cama y en su ciudad; aunque, eso sí, pensando los dos en los mismos sueños.

Desde que nos conocemos nos pertenecemos, pero sabemos que nunca podremos vivir juntos, más allá de nuestros sueños.


SOLO ESCRITOS DE TRISTEZA Sozo_c10



achl
achl

Mensajes : 28377
Fecha de inscripción : 06/05/2012

A achl le gusta esta publicaciòn

Volver arriba Ir abajo

SOLO ESCRITOS DE TRISTEZA Empty Re: SOLO ESCRITOS DE TRISTEZA

Mensaje  achl Sáb Oct 24, 2020 12:42 am



Aquella noche sevillana

Allí nos encontrábamos ella y yo, sentados en el césped de uno de los rincones más románticos del Parque de María Luisa, en una irrepetible noche de verano. Las vistas del ínclito parque sevillano son conocidas, pero siempre sorprenden. Sin embargo, mi mirada no estaba en la belleza del paisaje, estaba sumida en un profundo bienestar, el que me daba su grata compañía, su incomparable fuerza en todas las conversaciones, su picante y a la vez ingenua inocencia, su exquisita sensualidad, su personalidad, su amistad sincera.

Permanecíamos todo el tiempo acaramelados, mientras la noche nos acariciaba con su suave y cálida brisa. Una de sus manos en mi cara la llevaba a esculpirse en mis recuerdos, mientras que las mías la envolvía. provocándome un anhelo que me desgarraba.

Seguíamos charlando, pero me costaba mantenerle la mirada, quizás por miedo a descubrirme todo lo que mis labios no podían expresar. Mi deseo era cada vez más intenso. Quería quererla, besarla, estrecharla contra mí, pero no podía o no me atrevía. Su sola presencia me absorbía por completo.

Pero al día siguiente, se marchó a su ciudad. Y aquí me quedo yo ahora, solo y echándola de menos a cada segundo.

Y es por eso que escribo esto hoy para revivir. Y lo revivo para sentir.

Cuanto siento, soy.


SOLO ESCRITOS DE TRISTEZA Noche_10



achl
achl

Mensajes : 28377
Fecha de inscripción : 06/05/2012

A achl le gusta esta publicaciòn

Volver arriba Ir abajo

SOLO ESCRITOS DE TRISTEZA Empty Re: SOLO ESCRITOS DE TRISTEZA

Mensaje  achl Sáb Oct 24, 2020 12:40 pm





Cándida caridad


El espejo de su raquítico cuarto de baño le devolvía una imagen que no quería ver y que sin embargo no podía ignorar.

Frisando los sesenta, se veían esenciales entradas en lo que en el antaño fuese una profusa cabellera. La barba, prolijamente recortada, enmarcaba una cara que podía considerarse como común, pero de ninguna de las maneras desagradable. Todo lo contrario, agradable a más no poder.

Pero no era su aspecto lo que deseaba evitar ver, era lo que ese aspecto ocultaba. Sentía que había perdido una buena parte de su vida, la mayor parte, la parte más importante y que el hecho de intentar algunos cambios a esas edades, no le daban los resultados apetecidos y esperados.

Había sido un hombre muy próspero en su juventud y durante muchos años de su adultez, pero la pésima gestión de su vida, con excesivos impagados de algunos de los clientes de su negocio, demasiados gastos improcedentes y 'ciertas amistades no recomendables', casi acababan por derrotarle.

Algunas veces la depresión le ganaba, aunque siempre sonreía e intentaba que su carácter resultase lo más cordial posible, incluso afectuoso. Sin embargo, por dentro su pena se extendía de una forma incontrolada.

Quería a su mujer, pero jamás se había adaptado a la vida de casado, y esto, día tras día, iba creciendo hasta llegar a la ruptura, en la que sólo fue ella, ¡la muy zorra!, la única favorecida. Es decir, la puntilla para él.

Su formación académica acumulada, encajaba a la perfección en el mundo actual de globalización, de especialización y de ingeniería, en todas las áreas, y sentía que era mucho lo que todavía podía aportar, pero nunca conseguía transmitirlo a ellos, a sus imaginarios empresarios.

Su estómago empezaba a hundirse por encima del cinturón, y las canas ganaban la guerra en la cabeza y la barba. Se estaba haciendo viejo con desmesurada rapidez.

Encendía allí mismo, frente a su espejo, el primer cigarrillo de la mañana, al que, sin duda, le seguirían al menos veinte más. El humo nuevo le obligaba a entrecerrar los ojos, y la imagen menguada en aquel espejo se hacía más soportable.

Interrumpía la rutina del aseo, para ir en busca de un café, y el silencio de la cocina le golpeaba el pecho, oprimiendo lo que él creía que debía ser su corazón. Añoraba su primer hogar conyugal, surtido durante bastantes años de todo, de lo superfluo y de lo normal, añoraba la presencia de sus hijos, añoraba... añoraba… y no paraba de añorar...

Pero un fuerte pitido de la cafetera lo arrastraba a la realidad, y en dos segundos su infame desayuno estaba listo. Era demasiado temprano aún, y el reloj no le impelía darse prisa. Un largo y tedioso día, con poco que hacer y un aburrimiento habitual, era lo que esperaba.

Sentado a la mesa de su inhóspita cocina, recordaba el sueño de esa noche; no era en él un magnate, ni un célebre artista, ni tan siquiera un hombre soñador, como en otros, era simplemente un humilde obrero, limpiador de aseos públicos, con un mono blanco y unos guantes azules, que malvivía de lo que buenamente dejaban los usuarios en un cartón, posado en el lavamanos, y aunque era el único 'ingreso' que tenía, lo odiaba con todas sus fuerzas.

Terminaba el café, y luego su aseo personal, con esa imagen mental de los guantes azules limpiando retretes. Un impecable traje gris marengo, una camisa azul y una corbata de seda, acompañado de unos zapatos de marca, todo esto del antaño, era lo que elegía para vestirse ese día, hasta llegar a su puesto de trabajo, que ya en él cambiaba por la indumentaria ya citada. Parado en el umbral de la puerta, echaba un último vistazo para asegurarse de que todo estaba... bueno, en relativo orden, y cogía el ascensor rumbo a la calle.

La misma gente borrega de todos los días andaba cabizbaja, sin rumbo fijo. Su calle estaba empapada por la intensa y permanente lluvia del la madrugada anterior, y todos los edificios parecían lavados y resplandecientes con los primeros rayos de un brillante sol de últimos de mayo.

Aquel aroma de churros calientes que salía de una cafetería, casi le desmayan. Con pasos largos apresuraba su llegada a la Puerta de Jerez. Como cada día, buscaba la sombra de un añoso árbol, plantado en un jardín próximo, y sobre sus exageradas raíces superficiales posaba su trasero.

Miraba a la gente pasar, apresurada, ignorándole, y el peso de sus penas hundía su cara entre las manos. Lágrimas discretas mojaban sus dedos, y la desesperación le ganaba la primera batalla del día.

Pensaba en ir a coger un diario del día en el puesto de su amigo Pepe, para leer un poco, y se imaginaba una lectura de numerosos anuncios clasificados, que ofrecían trabajos para los que él estaba perfectamente cualificado. Resignado y triste, alzaba con relativa dificultad su enjuto cuerpo, con la idea de ir a cumplir con su cometido. Pero una sorpresa congelaba su tristeza.

Ante él, una preciosa niña, de unos cuatro años, le miraba extasiada con un original bizcocho firmemente aferrado a sus regordetas manos.

Enjugaba sus someras lágrimas, y a su vez la niña ladeaba su cabeza. En casi media lengua que, sin embargo, le era entendible, le decía:

- No llores más. Toma -y tendía el bizcocho con forma de barco.

Lo cogía sin pensar bien en lo que hacía, y le sonreía a la cría que, dándose la vuelta, feliz, corría hacia su madre, cuya no le quitaba la vista de encima y que la esperaba en la cola del tranvía, a pocos metros de distancia, emocionada por el bello gesto de su pequeña gran hija.

Más lágrimas pujaban por regar sus ojos, pero se negaba a que saliesen. Miraba el tan oportuno como inesperado obsequio, y el peculiar bizcocho terminaba de tres bocados en su estómago, dejando ver sólo el ancla del barco.

Una sonrisa iluminaba la plaza, y parte de la ciudad, por lo menos desde el Puente de San Telmo, hasta el Puente de Triana, recorriendo el Paseo de Colón y la Plaza de Toros de la Real Maestranza, por un lado, y por el otro, el Paseo de las Delicias y el Paseo de la Palmera, hasta el estadio del Betis, el Benito Villamarín, club señero de la ciudad de Sevilla.

Se levantaba raudo y miraba al sol por encima de la terraza del Hotel Alfonso XIII, y Sevilla parecía retribuir su sonrisa.

Empezaba a caminar por el césped, recién cortado, de los Jardines de Cristina hacia la Avenida de la Constitución, pero a medio camino se detenía, daba un pequeño salto, juntando por detrás de su cuerpo los tacones de sus zapatos, y con su característico optimismo levantaba sus brazos hacia el cielo y saludaba efusivamente a su ciudad... ¡¡Buenos días, Sevilla!!



SOLO ESCRITOS DE TRISTEZA Czadid10



achl
achl

Mensajes : 28377
Fecha de inscripción : 06/05/2012

A achl le gusta esta publicaciòn

Volver arriba Ir abajo

SOLO ESCRITOS DE TRISTEZA Empty Re: SOLO ESCRITOS DE TRISTEZA

Mensaje  achl Sáb Oct 24, 2020 12:47 pm



Cobardía

El rectangular espejo con su luz fluorescente palpitando le devolvía la imagen de un hombre triste, pálido y envejecido

Estaba cansado. Tras toda la noche escribiendo, sentía que las piernas le flojeaban. Por primera y única vez sentía la necesidad de irse a la cama. Cerraba la puerta del cuarto de baño y caminaba a través del pasillo, tratando de no hacer ruido. Al pasar por delante del cuarto de los niños entreabría la puerta y se asomaba. Una sonrisa aparecía en su cara. Esa era la típica sonrisa de un padre orgulloso de sus hijos.

Despacio cerraba la puerta, se iba al salón y se sentaba en el sofá. Los pensamientos bullían y rebullían en su mente, incontrolablemente, y sólo un nombre permanecía quieto: Críspulo. Críspulo en su juventud, Críspulo el día que fue por primera vez a su casa, Críspulo cuando se marchó… y Críspulo ayer...

Le había vuelto a ver luego de casi veinte años sin tener noticias suyas, sin saber si estaba casado o soltero, si trabajaba o estaba en paro, sin siquiera saber si estaba vivo o muerto. Pero ahora, el pasado volvía cual fantasma, como una sombra que volvía para llevárselo. Aunque, pensando, se daba cuenta de que el tiempo le hacía ver las cosas de un modo muy diferente.

Cuando tenía veinte años, la idea de casarse y de formar una familia le parecía ideal; aquello con lo que todo hombre sueña, o por lo menos lo que él soñaba. Empero, ahora daría lo que fuese por no haberse casado. Sabía que no la quería, pero, aun eso, se había casado con ella.

¿Por qué? Lo sabía, pero aún hoy no se atrevía a decirlo. Muchas veces soñaba con gritarlo a los cuatro vientos, pero siempre había algo que le frenaba. Quizá eran sus adorados hijos, quizá la familia que ya había formado, o quizá fuese miedo. Miedo a sentirse rechazado, miedo a ser diferente, miedo al qué dirán...

La cabeza le iba a estallar. No podía seguir lamentándose por lo mismo tantas veces, tanta vida. Eran más de las tres de la madrugada y aún no había terminado.

Debía terminar la carta que había empezado antes de que su familia despertase. Se levantaba del sofá lo más rápido que sus ya endebles y casi atrofiados músculos le permitían, y entraba de nuevo a la cocina.

Todo seguía como lo había dejado antes de salir hacia el baño a refrescarse. El agua le había sentado bien. Ya no se sentía tan somnoliento. Se sentaba de nuevo frente a la carta y releía lo que ya había escrito:

Querido Críspulo:

Sí, has leído bien, he dicho ‘querido’. Lo he dicho y no me arrepiento. Lo volvería a decir mil veces, porque eso es lo que siempre has sido para mí. Siempre he querido estar contigo y cuando te vi ayer creía que me iba a desmayar. Quería correr y darte un beso, como aquel que tú me robaste hace ya casi veinte años. ¿Lo recuerdas? Sí, tienes que recordarlo. Te juro que yo no lo he olvidado. No he besado a nadie más desde aquel día, no con el corazón. Mi boca se ha unido algunas veces a la de mi esposa, pero los besos de mi alma, siempre han estado reservados para ti. No sabes cuánto he lamentado el no haberme subido contigo a aquel autobús. Millones de veces maldije mi cobardía por haberte dejado ir. Es por esto que te digo ahora algo que siempre quise decirte, pero que nunca me atrevía a hacerlo: 'te quiero’.


¿Y cómo seguir a partir de este punto? Las últimas dos palabras lo decían todo; pero ¿estaba haciendo lo correcto?

Luchando consigo mismo se percató de que lo correcto era envejecer junto a su esposa y sus hijos, pero, aun todo esto, estaba decidido a entregarse



SOLO ESCRITOS DE TRISTEZA Cobard12



achl
achl

Mensajes : 28377
Fecha de inscripción : 06/05/2012

A achl le gusta esta publicaciòn

Volver arriba Ir abajo

SOLO ESCRITOS DE TRISTEZA Empty Re: SOLO ESCRITOS DE TRISTEZA

Mensaje  achl Sáb Oct 24, 2020 12:53 pm



Don Nadie

¿Quién es Don Nadie?

El que, diligente, reparte los periódicos en las frías madrugadas, o el que, prestamente, descarga mercadería en la trastienda de algún bar.

Quizá el que, con humildad por limosnas, a la entrada de la iglesia eleva una oración a los feligreses, o sólo trata de pasar desapercibido y recoge, sigilosamente, el desechado alimento de algún contenedor.

Don Nadie ofrece estampas de María y lápices de colores a los viandantes, que ni lo miran, o flores carmesí en la puerta de algún restaurante.

Don Nadie, viste muchos rostros, pero siempre los mismos ojos tristes de súplica y una mueca anudada en la garganta.

De pronto, parado en la esquina, raro artilugio, arlequín del asfalto. Leve bamboleo, el efecto del peleón de la pasada noche hace estragos aún, pero él, afanándose en aupar su dignidad, ahueca su mano con cautela para que la dádiva sea generosa, lo poco a veces es mucho.

Allí te veré mañana, una semana, un año, hasta que la adicción al alcohol o una helada acaben con tus días. La ciudad no se lamentará ni te llorará. Alguien como tú ocupará tu esquina y tu banco-lecho en el parque.

Allá arriba, con hidalguía contestarás: ¡sí, soy yo!, cuando ángeles coreen tu nombre para comparecer ante el Divino Tribunal.

Pero aquí abajo, sólo eres Don Nadie


SOLO ESCRITOS DE TRISTEZA Cobard13



achl
achl

Mensajes : 28377
Fecha de inscripción : 06/05/2012

A achl le gusta esta publicaciòn

Volver arriba Ir abajo

SOLO ESCRITOS DE TRISTEZA Empty Re: SOLO ESCRITOS DE TRISTEZA

Mensaje  achl Sáb Oct 24, 2020 1:02 pm



Dudas por quedarte sola
Dudas por venirte conmigo


¿Por qué?

¿Por qué ese pugilato permanente en tu interior?
¿Por qué tienes que renunciar a irte con quien amas?

¿Y por qué no?

¿Y por qué no huyes de tus ataduras y me das sin miedo la mano?
¿Y por qué no dejas tu mundo y vuelas al mío conmigo?
¿Y por qué vives en un corazón que no te quiere?
¿Y por qué no te vas de de unos brazos que no te dan calor?

¿Miedo a qué?

Miedo yo: de buscarte y no encontrarte, de no saber si volveré a verte, de que puedan zaherirte algunos comentarios ajenos, o alguna equivocada decisión tuya. Miedo yo, a que nunca más me vuelva a derretir con esa tu sonrisa, porque no te vea sonreír nunca más.

¿Pánico?

Pánico el mío: de que tus pasos sigan unos pasos que no sean los míos, de que tus labios dejen de nombrarme, aunque sólo sea para decirme que no te apetece hablar.

Y en ese intento desesperado de buscarte en la lejanía, me doy cuenta de que sólo puedo hablar conmigo, porque no te tengo en mis manos, ni en mis brazos, ni en mis labios, ni en otra cualquier parte de mi cuerpo...

Tú eres mi sueño, mis días, mis noches, mis ganas de comerme el mundo, pero contigo siempre a mi lado. Porque el mundo sabe que nos domina, el mundo sabe que puede hacer con nosotros lo que le venga en ganas; pero yo, mientras te pienso, el mundo no existe.

¿Mi tortura?

Bendita tortura que se apodera de mi mente. Bendita tortura que me persigue, se multiplica y se divide con sólo recordarte. Bendita tortura que me arrastra a un sin fin de sentimientos y de sensaciones, a la vez que me atormenta con esos recuerdos de tu piel.

Bendita memoria y bendita cordura, que cuando consigo salir del éxtasis de tus recuerdos, me susurra al oído que tú eres real, que tú existes, que tú sientes, que tú padeces, que tú me quieres, y te recuerda que tú sabes que yo te quiero...

Y en esta espiral de circunnavegación amorosa, termino por encontrarte. Me miras fijamente, altanera, y desafiante en doma, y veo cómo tus dudas se van apoderando de tus sueños. Y a medida que me voy acercando a ti, te revelas contigo misma, te ensañas contigo misma, te comes por dentro, y, sin fuerzas ya, me preguntas: '¿por qué?' Y yo te respondo:


SOLO ESCRITOS DE TRISTEZA Dudas11




achl
achl

Mensajes : 28377
Fecha de inscripción : 06/05/2012

A achl le gusta esta publicaciòn

Volver arriba Ir abajo

SOLO ESCRITOS DE TRISTEZA Empty Re: SOLO ESCRITOS DE TRISTEZA

Mensaje  achl Sáb Oct 24, 2020 1:10 pm



El destino se ocupó de que no hubiesen ataduras

Un viernes de septiembre a las siete y media de la tarde se produjo el final de ella. Él no se lo podía creer. Estaban los dos en una habitación de un hospital, sosteniendo él la mano fría de ella entre las suyas. No paraba de preguntarse a sí mismo los por qué de aquello: ‘¿Por qué ahora?’ ‘¿Por qué de esta forma?’ ‘¿Por qué me habrá llamado en su último aliento?’ ‘¿Por qué se ha refugiado en mí si yo soy uno de sus amigos que últimamente no he tenido ningún contacto con ella?’.

No podía dejar de mirarla. Si no fuese por la palidez de su piel, se podría decir que dormía. En su cara se veía tranquilidad, paz, felicidad. Parecía que de un momento a otro iba a abrir los ojos y obsequiarle con una de sus preciosas sonrisas. Pero sabía que eso no iba a ocurrir. Caprichoso era el destino que después de tanto tiempo los había vuelto a unir, y ahora se la arrebataba de esta forma, de una forma tan cruel y tan despiadada.

Pensaba en el día en el que la había conocido, nueve años atrás. Era casi una niña, con sólo 17 años. Como muchas otras chicas de las que habían allí, nada había que la hiciese diferente a las demás, o al menos esto era lo que parecía a simple vista. La química empezaba a funcionar bien en el laboratorio de cada uno desde el primer segundo en el que se habían conocido.

Al principio, él no pensaba que pudiese llegar a tener con ella algo más que amistad, pero fruto del mucho tiempo que pasaban juntos, o por el alcohol ingerido en una fiesta, aquella noche la besaba. Y la besaba en la boca, con las lenguas como reinas invitadas. Y las dos lenguas se saludaban, se gustaban y se explayaban...

Recordó que yendo vestido de animadora había hecho lo imposible por acercarse a ella, e incluso se lo contó a una amiga en común para que la advirtiese, pero ella no reparaba en él; estaba entregada a la fiesta, charlando y bailando con unos y otros, sin pararse en quien fuese, pero siempre varón. Aunque en sus adentros había una atracción por alguien, que él se auto erigía como el alguien.

Más a menudo de lo normal en dos desconocidos, cruzaban miradas insinuantes, y ella siempre le sonreía al mirarle. Era entonces en que ella se percataba de que él le sonreía también mientras la miraba. Hacía tiempo ya que él no experimentaba esta sensación y por eso se lanzaba. Los amigos iban dejándolos solos, pero él temía que ella se fuese sin haber tenido la oportunidad de hablarle; así que se armaba de valor y se iba hasta donde estaba. La música estaba demasiado alta para hablar con voz normal, por lo que decidían irse hacia una ventana, alejada del jolgorio.

Ya en la ventana, la brisa hacía que su olor le inundase todos los sentidos. Hablaban de cosas intrascendentes, pero seguían cruzando miradas, y cada vez la atracción era mayor entre ellos.

Por un momento pensaba que la iba a besar allí mismo, pero no la besaba. Uno de los amigos se acercaba para intentar ligar con una chica que había en la ventana, pero al percatarse de que era un chico, se iba avergonzado. Entonces, él caía en la cuenta de que seguía vestido de animadora, de ahí la confusión del otro.

Él pedía a ella que le esperase unos minutos mientras subía a cambiarse a su cuarto; ella asentía. Aunque la fiesta estaba terminando, buscarían otro lugar donde seguir divirtiéndose. Eran para ella los minutos más largos de su vida.

Subía él y seleccionaba de su ropero una ropa adecuada para la ocasión. No quería vestirse con cualquier trapo, quería que ella sólo tuviese ojos para él; así que decidía jersey verde y pantalón y abrigo negros. Recordó que cuando se vieron por primera vez en una parada del autobús, ella le había comentado que le gustaba muchísimo la combinación del verde con el negro en la ropa.

Cuando volvía a recepción, donde ella le esperaba, se encontraba con que habían otros dos amigos que, durante su ausencia, al verla sola le proponían seguir la fiesta en otro lugar, y ella no pudo negarse; así que, aunque lo que en realidad le hubiese gustado era estar con ella a solas, accedía a ir en pequeño grupo a algún otro coto y así continuar la fiesta.

Él, por una experiencia anterior, sabía que eso no iba a ser posible. Eran casi las 3 de la madrugada y por aquel sector, sólo había garitos nocturnos, a los que no quería que ella entrase. Así que caminaban en busca de una discoteca. Durante el trayecto conversaban y él se cercioraba de que el color castaño de los ojos de ella conseguía hechizarle.

Luego de caminar dos horas, se daban por vencidos. Aunque por ser viernes tenían permiso de la dirección, debían regresar a la residencia porque era muy tarde. En el camino de vuelta, el grupo se dispersaba, quedando ellos dos y un chico rezagado. Pero él sólo quería estar con ella; abrazarla, besarla y perderse en sus ojos que no se atrevía a dar el paso pensando que ella se podía incomodar, así que se resignaba y seguía caminando a su lado, hechizado con sus ojos.

Antes de lo que le hubiese gustado, llegaban a la residencia de ella. Era el momento del despido. El otro amigo no estaba dispuesto a dejarlos ni un instante a solas, así que él se lanzaba, la cogía del mentón, lo llevaba desviándolo a su boca y la besaba de la forma más tierna que se pueda besar.

Veía cómo le brillaban los ojos, y no le sorprendía. Todo lo contrario. Le confirmaba que también estaba loca por besarle de la forma que lo había hecho. Se despedían hasta mañana. Él miraba, contrariado, cómo ella se iba alejando hacia la residencia femenina de estudiantes, a tres manzanas de la suya, la masculina.

Mientras iba subiendo hacia su cuarto, rulaba en su cabeza la extraña sensación de no haber hecho lo correcto. Ella le atraía mucho, pero sus padres le encarecían que no buscase una novia hasta no acabar sus estudios. Pero, por otro lado, su corazón le empujaba a salir con ella, para conocerse mejor, para seguir descubriendo lo que se podían ofrecer.

Por el momento, desechaba dar vueltas al asunto. Pensaba que lo mejor era que la sabiduría del tiempo decidiese. Convencido estaba de no perderla de pista, pero sin ataduras, sin ponerle nombre a su relación, que no fuese el de amistad.

Pero la amistad se rompía con la muerte de ella que, en su lecho de muerte, acudía a la última oportunidad que da la vida de hablar antes de irse, y ella la aprovechaba para decirle, con un tono de voz débil pero audible, que desde que se habían visto por primera vez, sabía que era el amor de su vida.

Estas dos fotografías de ahí abajo (un montaje por separado), fueron hechas a las siete y media de la tarde de un viernes. Ella se hallaba en la sección de libros de aventuras de una biblioteca pública de la ciudad. Y él estaba en la puerta de salida de esa misma biblioteca, hasta que ambos coincidían más tarde en la parada número 247 del autobús, empezando entonces todo lo narrado anteriormente. ¿A qué podrían haber formado una bonita pareja?



SOLO ESCRITOS DE TRISTEZA Destin11SOLO ESCRITOS DE TRISTEZA Desr10



achl
achl

Mensajes : 28377
Fecha de inscripción : 06/05/2012

A achl le gusta esta publicaciòn

Volver arriba Ir abajo

SOLO ESCRITOS DE TRISTEZA Empty Re: SOLO ESCRITOS DE TRISTEZA

Mensaje  achl Sáb Oct 24, 2020 1:31 pm



Los rescoldos que le dejó su papá

Los recuerdos le rondaban esa noche. La luz artificial era tenue. El cielo nublado, sin estrellas. El ambiente llamaba a la depresión, a la melancolía. Los sentimientos en el interior de Gil eran complejos, una ansiedad que jamás podía contener. Culpa, sí, culpa sentía cada vez que se acercaba la fecha en la que tenían que hacer un ritual hipócrita que odiaba con toda su ser. Nunca se había sentido amado por su gente, pero cada año se repetía la maldita romería de la familia para visitar la tumba, y él, con ganas de sacar todo a la luz, de gritar la verdad en la cara. ¿Reprimirse en su marcada vida? Callar era el sentimiento para no perder su dignidad, pero al no gritar, no se daba cuenta de que poco a poco la iba perdiendo.

Aquella noche su padre se aferraba a su esposa, abrazándola. Abrazar a su esposa le hacía sentirse bien, como si sus miedos menguasen. Ni tan siquiera pasaba por el cuarto de su hijo a darle un beso. Le fallaban las fuerzas. Se levantaba, se echaba un whisky y con el vaso en la mano se iba a contemplar las estrellas desde el jardín. Su esposa le bendecía desde una de las ventanas del salón, sabiendo que su esposo tenía demonios dentro que nunca había exorcizado.

Su padre le golpeaba, le maltrataba, abusaba de él. Gil lo resistía todo en silencio, aguantaba hasta que su padre salía de la habitación, y entonces lloraba en ahogos callados. El hombre saciaba unos deseos anormales en el, en su cuerpo, aún infantil. Era rasgarle el cuerpo, el alma, con la virilidad de un hombre. Nunca llegaba a saber si su madre se enteraba del martirio que le sometía su padre. En sus adentros sentía que sí, que ella lo sabía, simplemente se callaba por miedo o porque pensaba que acciones así eran relativamente normales.

Todos los años desde la muerte de su padre, era de un riguroso rito reunirse con la familia en el cementerio para visitar la tumba. Actuar Gil como si le doliese... pues sí, le dolía, pero no la muerte, lo que le dolía era el hecho de no haber sido él quien lo había matado, sino el cáncer.

Una noche, mientras Gil estaba en el cuarto del anciano moribundo, se le acercaba al oído y le decía a sovoz:

-¡No sabes cuánto disfruto con verte sufrir, cabrón! ¡Ojalá sufras mil veces esto! ¡No tendría comparación nunca con lo que tú me hacías, hijo de puta!

Dos días después moría. Y luego, el derrame cerebral de la madre, que no asistiría al funeral ni al entierro de 'el esposo y padre ejemplar': su epitafio. Y los llantos de su hermana en el velatorio y la Necrópolis, certificaban lo que sabía en años. Ninguno había compartido su victimización a manos de aquel, mal llamado padre.

Sacaba todas las fuerzas de flaqueza que podía. Tenía muchas ganas de hacer lo que iba a hacer. Se levantaba una madrugada y, mientras sostenía con una mano la manija de la puerta del dormitorio, era en aquel justo momento cuando odiaba más a su padre. Su 'amado papá', lo había convertido a su imagen y semejanza.

Del otro lado de la puerta, un niño de apenas ocho años abrazaba fuertemente su tesoro: su bicicleta, mientras rezaba fervorosamente para que no fuese el fantasma de su 'amado papá' el que estuviese al otro lado de la puerta.


SOLO ESCRITOS DE TRISTEZA Bici10



achl
achl

Mensajes : 28377
Fecha de inscripción : 06/05/2012

A achl le gusta esta publicaciòn

Volver arriba Ir abajo

SOLO ESCRITOS DE TRISTEZA Empty Re: SOLO ESCRITOS DE TRISTEZA

Mensaje  achl Sáb Oct 24, 2020 1:38 pm



En camino hacia la eternidad

Un viento frío recorría el escenario arbolado de luces sombrías. Las hojas secas se deslizaban junto a la corriente, describiendo un movimiento casi perfecto, una al compás de la otra.

Lo esperaba. En realidad no sabía si lo aguardaba, o era parte del juego. Una de las hojas danzantes iba a parar a sus pies, la más amarilla de todas, la que aún no había muerto completamente. Con delicadeza, la cogía. Un destello dorado más pequeño que grande reflejaba su nombre en el reverso.

-¿Por qué ansiabas tanto que volviese a verte? -resonaba una voz clara en aquel parque solitario.

La buscaba con los ojos hasta que la veía. Se encontraba sentada en un banco del parque. Jugaba con un ramillete de flores violeta, con un perfume tan intenso que inundaba todo el espacio en el que se hallaba. Siempre le habían gustado las flores, sobre todo las violetas.

La miraba profundamente, como antes, como siempre, intentando capturar para su memoria cada detalle de ella, cada gesto, cada voz. Impaciente frente a su mutismo, ella se paraba enfrente de él.

- ¿No te decides a decirme el por qué de tanta insistencia para que apareciese?

La tenía próxima de nuevo, después de un prolongado sufrimiento. Había suplicado tantas noches… 'una oportunidad, sólo un instante quiero verla de nuevo, no quiero convertirme en cenizas sin antes no verla', pensaba.

Acariciaba su cara con infinita ternura. El simple contacto de su mano bastaba para tranquilizarla. La abrazaba fuertemente. Besaba con amor y pasión aquellos labios rosados, mientras lágrimas no cesaban de caer sobre sus mejillas. Ella comenzaba a recordar el sentimiento tan profundo que los habían unido en vida. Y a cada caricia, respondía con otra más dulce; a cada beso, otro más cálido.

Pero, implacablemente, el tiempo se estaba acabando. Aquella tarde concluía, tan abruptamente de cómo había empezado. A pesar de esto, ambos se hallaban felices por tan dichoso encuentro.

Aun lo tenebroso en aquel parque, oscuro y casi lúgubre, una luz resplandeciente empezaba a rodearla.

Con un tono triste, ella le preguntaba:

-¿Me vas a olvidar?

Él la miraba y le decía:

- Jamás. Te llevo marcada en mi corazón.

La amargura se disipaba en su cara, le dedicaba su sonrisa más brillante y sincera, y después se desvanecía. Un nuevo oleaje de hojas se arremolinaba unos minutos. Pero, inmediatamente después, todo se tranquilizaba.

Muy despacio se marchaba de aquel parque; oscuro, pero iluminado para él, para no volver nunca más.



SOLO ESCRITOS DE TRISTEZA Dest10


achl
achl

Mensajes : 28377
Fecha de inscripción : 06/05/2012

A achl le gusta esta publicaciòn

Volver arriba Ir abajo

SOLO ESCRITOS DE TRISTEZA Empty Re: SOLO ESCRITOS DE TRISTEZA

Mensaje  achl Sáb Oct 24, 2020 1:44 pm



Enamorado realista

El amor y el odio mueven los engranajes del mundo.

Amar no es bidireccional, sino que proyecta un sentimiento hacia alguien o algo, por lo que el amor puede o no ser correspondido.

Mis palabras se vuelcan sobre una foto, llena de lágrimas, en la que queda grabado a fuego en mi alma nuestro único encuentro. Ojalá esa perla del tiempo se materialice, que entonces será cuando mi retina encuentre la tuya y tu voz acaricie mis sentidos.

Desde aquel día, intenté que fueses mía y, aunque en la vida hay misiones imposibles, le pedía al sino me diese otro mágico encuentro, pero siempre se interponía algo entre los dos. La única vez que nos vimos, no percibías mis enamoradas miradas, ni percibías mi afán por llegar a ti.

El dardo emponzoñado con el que Cupido sangró mi corazón, no llegó al tuyo, resbalando en una invisible coraza que se interponía.

Después de aquel octubre, la añoranza acompaña mis días, sin el calor de tu presencia, sin que bese tus labios y flagelándome tu ausencia. Pero me convenzo, a pesar de mi dolor, de que nada puede cuajar entre nosotros, siendo que te perteneces a ti misma.

Pero es malo hurgar en las heridas incurables. No es necesario pulverizar el ídolo, simplemente no adorarlo, y, al faltarle la base que lo mantiene en pie, por su propio peso caerá convirtiéndose en polvo.

¿Será verdad que el amor no correspondido es la única clase de amor que permanece?



SOLO ESCRITOS DE TRISTEZA Dest11



achl
achl

Mensajes : 28377
Fecha de inscripción : 06/05/2012

A achl le gusta esta publicaciòn

Volver arriba Ir abajo

SOLO ESCRITOS DE TRISTEZA Empty Re: SOLO ESCRITOS DE TRISTEZA

Mensaje  achl Sáb Oct 24, 2020 1:53 pm



Forzado a emigrar

Desde aquella España del dictador Franco, en la que tanto adultos como jóvenes, de ambos sexos, forzosamente se veían obligados a emigrar, para poder sobrevivir, para poder buscarse la vida, no se había vuelto a ver tanta emigración como la que estamos padeciendo en la España de hoy, transcurridas ya casi dos décadas del siglo XXI.
_________________________________________________________


Y esta que narro a continuación, es la historia de un muchacho de 18 años, de oficio pescador en aquella etapa franquista.

Se sentía empujado a irse, como tantos otros. Hacía tiempo que sabía que llegaría el día en el que perdería de vista, por lo menos durante un montón de años, aquellos paisajes; que llegaría el momento en el que pasear por su playa o por su pueblo, le produciría la sensación de que podría ser la última vez.

Comenzaba a aferrarse a los recuerdos antes de perderlos, a grabar en su memoria cada olor, cada objeto... Caminaba despacio por las calles de su pueblo, rozando las paredes de las fachadas de las casas con las yemas de los dedos. Se embadurnaba las piernas y los brazos con la arena de la playa, y se lavaba la cara con el agua clara del mar. No quería perderse nada. Sentía en las miradas de los vecinos el calor de un ‘hasta siempre’, y la camaradería, que sólo los que han vivido tamaña pesadilla desde generaciones anteriores, son capaces de sentir y transmitir.

Hacía varios años que el pueblo había ido cerrando. Primero era la fábrica de sal la que soldaba sus puertas, llenando de dolor los puestos de trabajo de una veintena de empleados. La pesca dejaba ya de ser rentable, y se terminaban definitivamente las composturas de las nasas y las redes viejas. Habían dejados escapar tantísimas cosas que, cuando venían a darse cuenta, se les había escurrido el futuro entre las manos.

Y comenzaban los funerales en vida, las familias rotas, las falacias de los políticos, los orfanatos, los llantos constantes de un pueblo que vivía su única esperanza disuelta en el humo del barco de vapor que cruzaba el océano y que empezaba a diseminar su semilla por medio mundo.

Él se resistía aferrado al aroma del pan casero, a las empanadillas de su madre, a los remiendos en las redes y a los zumos de su limonero, hasta que el destino le dejaba un contundente recado, en forma de nudo en el estómago y sabañones en el alma y en el corazón.

Aparecían unas goteras en el tejado de su casa, que acababan por inundar todo, y el hambre no entendía de proyectos ni de tiempos mejores. Así que un día, después de tantos otros sentado frente al mar, viendo cómo las olas se iban llevando su vida, se subía a un viejo carromato y en poco más de cinco minutos se encontraba en el puerto del pueblo que, a pesar de estar próximo le parecía extranjero, preguntando el precio de un pasaje hacia la ilusión.

De regreso en su casa, esperaba hasta después de que acabase la infame cena para informar a la familia de su meditada decisión. No se producían escenas, ni gritos, ni ningún gesto fuera de tono. Solamente el suave tic-tac del viejo reloj de cuerda en el pasillo distorsionaba el silencio.

Su madre dejaba caer lágrimas a mares, pero se levantaba y sacaba de un aparador destartalado una maleta grande de cartón, que luego ponía encima de la mesa del comedor. Como buenamente podía, se secaba las lágrimas en la manga de su ajado chaleco, el cual se quitaba y lo metía en la maleta.

El terrible miedo al olvido, debe ser uno de los mayores horrores que sufre una madre

Sólo faltaban tres días. No, no hubiese podido estar más tiempo con esta sensación. Miraba, emocionado, un paupérrimo cuadro de varias frutas que colgaba de una de las paredes del comedor y que nunca le había gustado.

Sabía que nadie miraría ya igual a los suyos. El tendero metía seis patatas más en el saco y el lechero lo llenaba hasta rebosar de botellas, compartiendo el duelo. Nunca había tenido muchas cosas, pero cuando las metía en aquella maleta de cartón, su cuarto, compartido con tres de sus hermanos, le parecía un descampado.

El día antes de partir, su padre le despertaba antes del amanecer. Su padre no había pronunciado palabra desde la noticia, quizá avergonzado por no haberse ido él en su día. Cogían el único cerdo, que estaba en el patio, y se encaminaban al matadero a venderlo, y así obtener algún dinero y con él pagar el pasaje.

Los vecinos y amigos lo miraban con el respeto que merecen los intrépidos, con el reconocimiento de la dignidad hecha viaje. Sólo cambiaban gestos. Y a la puerta del matadero, el adulto ponía una mano sobre el hombro del púber y, apesadumbrado y luchando contra las lágrimas, le decía:

- No olvides nunca escribirnos, hijo. Buscaremos a alguien que nos lea tus cartas. Alguien habrá, seguro.

El muchacho se pasaba toda la tarde en la playa, con su mente intentando llevarse consigo cada mirada, cada sonrisa, cada gesto de su madre, su padre, sus hermanos más pequeños que él, cada arruga de su abuela...

No podía quedarse dormido en toda la noche, y eso que le esperaba un larguísimo viaje, hacinado en un camarote.

Sólo su padre le iba a acompañar a coger el barco. Se despedía con besos y abrazos del resto de su familia, y luego echaba un último vistazo a la casa. Cogía su maleta y empezaba a bajar la cuesta hasta la plaza, desde donde iba a salir un carro con dos ruedas tirado por una mula que los llevaba hasta el puerto.

El barco era enorme. Nunca había visto uno igual. La cola que aguardaba para el embarque, era un cúmulo de gestos, escalofríos y miradas perdidas. Muchos de los que se iban, no tenían quien le acompañase, pero en vez de acogerse a sus familias se aferraban al cielo, empujando con fuerza los pies hacia abajo, como queriendo echar raíces, como queriendo vivir del agua que caía a cántaros.

El primer pitido del barco de vapor retumbaba en todo el pueblo, hasta perderse en el horizonte, y entonces los cuerpos comenzaban la procesión de las almas a través de la escalerilla del barco; pero no todos, alguno dejaba su alma en tierra.

Mientras el joven iba subiendo peldaños se giraba para mirar a su padre, quizás por última vez. Su madre llegaba presurosa hasta la barandilla y, sin poder contener por más tiempo sus emociones, retorciéndose de dolor gritaba:

- ¡¡Hijo mío, no nos olvides nunca!!

Pasaban seis meses antes que pudiese enviar la primera carta. Una eternidad para los que allí esperaban, una décima de segundo para los que el mundo empezaba a girar vertiginosamente.

Al llegar, se encontraba con un lugar donde infinidad de personas se apretujaban, esperando una oportunidad. Pedían cocineros, y más de cien aparecían. ¿Peones para la construcción? Varios cientos. La competencia era tan feroz que, finalmente, decidía coger un tren de mercancías antes que la vorágine le devorase.

Y encontraba un trabajo de cuidador de animales en una granja. No era gran cosa, pero le permitía vivir y, más pronto que tarde, enviar un poco de dinero a su casa, acompañado de una carta. Pero el paraíso no estaba tan bien asfaltado como en sueños había soñado, y mucho antes de lo que cabía esperar por él mismo, se veía de nuevo deambulando por el interior de un lugar desconocido.

Empezaba a remitir cartas con más frecuencia, como queriendo convertir aquello en su forma de aferrarse a la cordura. En ellas hablaba de un mar que le traía el olor de la cocina de su casa; de una playa, a la que le llegaban flotando las hojas de un limonero. Decía escuchar el repicar de las campanas de la iglesia retumbando en las míseras casas, y les preguntaba si la lluvia de aquella mañana de mayo caería, acaso, de una nube que ellos hubiesen visto primero.

Y entre carta y carta, veía las montañas más altas de las que nunca hubiese pensado que existían, y ríos con tal anchura que dudaba si no hubiese llegado a otro mar. Y entre párrafos de tinta seca y mendrugos de gloria seguía luchando por sobrevivir.

Su familia contaba con la ayuda de una vecina. No hubiesen podido leer las cartas, porque ninguno de ellos sabía leer ni escribir. En un lugar donde todo lo cotidiano era un lujo, no habían tenido tiempo de pararse en algo que no quitaba el hambre. Así que, apenas escuchaban el timbre de la bicicleta del cartero, que subía la cuesta luchando contra los empedrados, alguien salía disparado en busca de la lectora, y todos se ponían alrededor de ella a escuchar su relato. Cada carta les descubría un poco más de aquel lugar tan lejano y del que habían oído hablar tantas veces.

Siempre hablaba de un mar, de su olor y de lo cerca que en realidad estaba de ellos, como si de golpe una feroz resaca le pudiese dejar el día menos pensado en el otro lado del charco. Era tan fuerte la sensación, que nadie se atrevía a tocar su cuarto ni a ocupar su lugar en la mesa, por si regresase en cualquier momento a llenar el sitio con su optimismo.

Cuando acababa la lectura y la lectora salía hacia su casa, destapando el tarro de su sensibilidad para no deshacer el hechizo del texto, la abuela se levantaba y, sigilosa, la abordaba en el camino, llevando consigo siete sobres en la mano, el de aquel día y seis anteriores que había ido guardando. Ante la sorpresa de la lectora, la anciana le pedía por favor que le leyese la procedencia de todos los matasellos. La abuela era la única de todos que adivinaba que los relatos de las cartas eran pura mentira, que el pobre muchacho no quería preocupar a su familia.

Matasellos tras matasellos confirmaban que donde su queridísimo nieto dieciochoañero se encontraba no había mar.



SOLO ESCRITOS DE TRISTEZA Dest12


achl
achl

Mensajes : 28377
Fecha de inscripción : 06/05/2012

A achl le gusta esta publicaciòn

Volver arriba Ir abajo

SOLO ESCRITOS DE TRISTEZA Empty Re: SOLO ESCRITOS DE TRISTEZA

Mensaje  achl Sáb Oct 24, 2020 2:03 pm



La tolerancia es tan necesaria como el comer

Angustiada corría por aquel pasillo. Los números en las puertas se le agolpaban. Hasta que, por fin, veía la placa: habitación 133. Se quedada parada un instante, sin aliento y con la mirada fija. Movía la cabeza para tratar de salir de su aturdimiento, ponía la mano trémula en el picaporte, cogía aire y abría despacio la puerta, como si se fuese a romper.

Y allí dentro estaba su hijo, en una cama, y junto a él, su médico mirando su historial clínico. Se sobresaltaba al verle con goteros, con cables que entraban y salían en el cuerpo, con la cabeza totalmente vendada y con un brazo y una pierna, enyesados, pero el chico no se percataba; en ese justo momento tenía la cabeza girada hacía la ventana.

— Buenas tardes, doctor, soy Sonia, la madre de Hugo –decía con ojos vidriosos y voz quebradiza.
— Hola, Sonia. Y yo soy Antonio, el médico de Hugo. ¿Te importaría si salimos al pasillo un momento y así dejamos a Hugo descansar?

Hugo sonreía a la vez que una lágrima nublaba cada ojo, mientras madre y médico salían de la habitación, cerrando él tras de sí la puerta.

— ¡¿Có... cómo está mi hijo?! –preguntaba y sacaba un pañuelo de su bolso, con un movimiento asombrosamente nervioso.
— Dentro de la gravedad, estable. Se recuperará con la rehabilitación –miraba de nuevo su historial, parpadeaba y tragaba saliva- Brazo derecho fracturado, la pierna izquierda fracturada, costillas fracturadas, y el ojo izquierdo ulcerado, pero no existe riesgo de pérdida.
— ¡¿Cómo ha sido?! –preguntaba nerviosa, cerrando fuertemente los ojos y apoyándose en la pared.
— Un muchacho de su mismo instituto, pero dos cursos por encima del de Hugo, le golpeó todas las veces que le vino en ganas con un patín metálico.

La puerta se volvía abrir de nuevo. Hugo no sabía si había pasado un minuto o una hora. Abría despacio el ojo bueno y miraba a su madre, junto a la cama, que sonreía entre lágrimas.

— Hola, mamá.
— Hola, mi vida –contestaba y le cogía la mano–. ¿Cómo estás? ¿Qué fue lo que pasó? –preguntaba intentando mantenerse lo más serena posible.
— Es... estaba -empezaba Hugo, a partes iguales de duda, de rabia y de dolor. Se mordía con fuerza el labio y proseguía–. …despidiéndome de Luis en la puerta de su casa. Llevaríamos cinco minutos o así, entre abrazos y risas y… le besé. Luego abría la puerta del portal y subía la escalera hacia el ascensor, y mientras se iba cerrando nos íbamos despidiendo con un beso al aire -hacia una pausa para tomar aire–. Me giré y lo último que recuerdo es que uno decía: '¡Eh tú, maricón, te vas a enterar…!'.

Sonia se quedaba paralizada. Lo único que podía hacer era acariciarle la mano. Las palabras no le salían por más que lo intentaba.

— ¿Recuerdas lo que me decías la primera vez que me insultaban por lo que soy, por como soy, cuando tenía nueve años? ¿Y la segunda…? ¿Y la tercera…? ¿Y luego del primer puñetazo…?

Asentía despacio. No podía sino no soltarle la mano y mirarle con dulzura.

— Me decías que con el paso del tiempo todo pasaría, que la gente se convertiría en tolerante, que se acostumbraría. ¿Tolerante? Y la sensación que tengo es que me siento como un pasajero de tren, al que no quise subir; no compré el billete, y siento que no me dejan bajar. Por día pienso que al viaje le quedan menos paradas. Cada vez son insultos, desprecios, golpes… Tengo 15 años, mamá, y la sensación de que un reloj con cuenta atrás pende sobre mi cabeza –y empezaba a llorar.
— No digas eso –respondía tierna-. Puede que no te guste el viaje. No podemos a veces elegir ni el trayecto ni el destino pero sí podemos elegir con quien hacerlo. Un día llegará en que el tren se quede sin combustible, sin el impulso que es el desdén y el odio irracionales. Poco a poco lo estamos logrando. Aférrate a tus sueños, a tus esperanzas y a lo que más quieras. Porque de eso se trata la vida, hijo mío.


SOLO ESCRITOS DE TRISTEZA Bici11



achl
achl

Mensajes : 28377
Fecha de inscripción : 06/05/2012

A achl le gusta esta publicaciòn

Volver arriba Ir abajo

SOLO ESCRITOS DE TRISTEZA Empty Re: SOLO ESCRITOS DE TRISTEZA

Mensaje  achl Dom Oct 25, 2020 3:58 am



Loor a la Soledad

Como el amor, el odio, la alegría o la pena, la Soledad también es un sentimiento. Un sentimiento con hondas raíces de tristeza.

Querida Soledad, cada uno habla de ti como quiera, o como le venga en ganas. Y yo también hablo de ti, pero nunca mal, aunque quisiera.

Has estado en todos lados a mi lado; en los momentos buenos y en los que por su fealdad ya he olvidado. En mis largos y agotadores caminares.

¡Cuántas palabras de desprecio hacia ti he oído, y cuántas he leído!” ¿Por qué, Soledad? ¿Por qué sólo yo te he comprendido?

Hoy estoy de nuevo aquí, contigo, y en vez de hablarte te escribo, pues el silencio ayuda a entendernos como amigos. Si estamos juntos es porque te necesito y no porque tú me lo hayas pedido.

Siempre he estado bien a tu lado: he reído, llorado, ignorado, y cuando abandoné a quien nunca debí de haber abandonado.

Perdido en el mundo, entre gente de otras etnias, sin entender nada y sin forma de hacerme entender, donde hasta el Cielo y la Tierra me eran diferentes, incluidas las personas que dibujaban sonrisas en sus caras, mientras yo, con gestos de inocentes y tratando de agradar, dudaba de si todo eso era una burla, o algo habitual de entendernos sin hablar.

Pero allí estabas, en una habitación pequeña y fría, en una calle solitaria, en la barra de algún bar, donde no cabía ni un alfiler. Allí estabas, en medio de la multitud o en medio de la nada, en el tren que entraba desde las entrañas de la Tierra, pero jamás estorbabas.

Todas las cosas buenas me gustaba compartirlas contigo: mis amores, mi familia, mis aficiones…, y, de alegría, todos mis motivos.

Allí estabas tú, y ahora estás en los peores tragos que me ha dado la vida en copas malolientes. Cuánto te agradecí que estuvieras, cuando el amor se me iba, en ese momento amargo en que la vida me tenía de rodillas y no me atrevía a mirar atrás, allí estabas tú, con tus silencios, tu calma y tu manto, que me aislaba del mundo, a empezar a ayudarme. Has logrado levantarme una vez más, es por eso que no entiendo, querida mía, que yo te quiera a mi lado y otros de ti se hayan olvidado.

Que no me dejases solo, por favor te lo pedía aquel día que debajo de un
coche, que reparaba, a mi mejor amigo perdía. Era un día triste, de horas amargas, y yo te hablaba en un lenguaje que me entendías. Mi amigo, todo corazón, amigo de todo lo que merece amistad, daba de comer a su perro, que era su distracción, y para cobijarlo, una casuca le hacía para su refugio, pero el destino o lo que fuese, ya que en nada se puede creer, hacía que debajo de un pesado tronco, mi amigo falleciese teniendo una larga agonía, sin que nadie ayuda le ofreciese.

Cómo no ibas a estar conmigo, Soledad, en esos momentos tan tristes de ver partir para siempre a un amigo mío, que no tenía ni un momento de descanso al día por sacar adelante a sus hijos, sin perder la sonrisa y sin arrugarse frente a los golpes de esta vida, sin olvidarse de una caricia para cada uno cuando a casa regresaba, siempre de noche y cansado de tanto trabajar. Aquel hombre, al que siempre le quedaban fuerzas y paciencia para explicarme lo poco que él sabía.

Cómo no ibas a estar conmigo, Soledad, para ayudarme en ese trago tan difícil de despedir una vida de fatigas, y de amor a su familia, que vivía en un cuchitril. Cómo no ibas a estar a mi lado, Soledad, para despedir a mi padre, derrotado por la edad y por el trabajo...

No me dejes, Soledad, aunque te lo pida; te suplico que seas más fuerte que yo y no oigas mi súplica. Arrópame con tu manto y ayúdame con tu silencio, como de siempre lo has hecho.

Ayúdame a levantarme, a elegir el camino, a caminar de nuevo. Ayúdame a ordenar mi cabeza, y a secar mis lágrimas que tardan en secar. Sabes que soy sensible y romántico. Y no sé por qué hablamos, si siempre me haces llorar, y eso que esta noche no vamos a tocar esos asuntos de los amores, que me llevaron, junto contigo, a escondidos rincones para que nadie más que tú y yo supiéramos lo que me hacían sufrir.

Soledad, querida mía, me queda lo mejor en el tintero, pero los días son largos. Me siento joven todavía y tú más que yo. Vamos a tomarlo con calma, que las penas al contarlas duelen menos.

La próxima vez que hablemos, hablaremos solamente de alegrías. Hasta siempre, Soledad.



SOLO ESCRITOS DE TRISTEZA Soleda11





achl
achl

Mensajes : 28377
Fecha de inscripción : 06/05/2012

A achl le gusta esta publicaciòn

Volver arriba Ir abajo

SOLO ESCRITOS DE TRISTEZA Empty Re: SOLO ESCRITOS DE TRISTEZA

Mensaje  achl Dom Oct 25, 2020 4:04 am



Luchando contra la agridulce realidad

Declaración, más que de intenciones es de querer querer intenciones de amar. El amor es un dios poderoso y todo lo puede, pero precisamente por ser un dios poderoso y porque todo lo puede, también puede irse de la misma manera que llega. Amar es amar, mientras querer es tener el valor suficiente para exponerse a un inconveniente.

Por favor, hagas lo que hagas no permitas que me vaya de tu lado. Por día, el muro entre tú y yo es más ancho, más rígido, más lleno de caras nuevas.

Malditos rostros sin ojos y con retorcidas sonrisas. Se burlan de nuestra separación. Gozan de nuestra separación. Les maldigo. Cállense y ahóguense en vuestra propia sangre. ¡Les odio!

Tantos tiernos momentos juntos, ahora son masacrados. Mientras tú lloras, y yo aquí, al otro lado del muro consolándote, y llorando también. Dejemos de llorar, y no permitamos que nos vayamos. No les creas, no saben lo que dicen, o lo saben. Son puras mentiras, puras falacias. Son celosos de nosotros. Quieren vernos sufrir. No los escojas a ellos, escógeme a mí. No te vas a arrepentir. Reanudemos nuestro glorioso camino. Vayamos juntos de la mano.

En pleno silencio tuyo, empero creo haberte comprendido mejor de lo que piensas. Es hora ya de no escuchar a nadie. Este muro se ha hecho más fuerte, pero no importa. Lo derribaremos.

¡Oh mi amor! Algo pasó. ¿Qué te han dicho? Detrás de este horrible muro escucho tus pasos, vienes hacia mí de nuevo. ¡Qué alegría! ¡Vamos, coge mi mano una vez más! Visitemos juntos nuestro jardín, que en él estarán esperándonos nuestros verdaderos amigos. ¿No los echa en falta? Soñaste con verlos. ¿Te acuerdas? Ese día nací yo.

En silencio, sin palabra alguna, habla, amor mío. Es mucho lo que quiero contarte. El muro no se ha roto sólo un momento. Vendrán muchos más momentos. ¡Aprovechémoslos!

¡Qué hermosas flores! Frescas, vivas y coloridas, como hijas legítimas de la Madre Naturaleza, elementos del Edén. ¡Ellas también lloran, al igual que tú! ¡Ellas también sangran y sienten miedos! Lentamente, ese muro aparece en cada una de ellas. ¡Maldita oscuridad! ¡No me sueltes, amor mío! No soy nadie sin ti. Recapacita. Hazme fuerte para que yo sepa interpretar tu recapacitar.

Con palabras tranquilas pero tristes, creo haberte escuchado decir: 'deja de amarme, sólo fuiste una pesadilla; el mejor momento de aquella noche fue cuando desperté'.

¡Te mientes a ti mismo y quieres hacerme partícipe de tus mentiras! Pero no. Yo sé bien lo que quiero: TÚ.

No quiero que sea esta nuestra última vez. Quiero volver apoderarme de tus miedos. ¿Por qué huyes de tu verdadera amiga, mientras yo, ésa, tu amiga del alma, podría caer en el profundo vacío de tu olvido.



SOLO ESCRITOS DE TRISTEZA Imagen13



achl
achl

Mensajes : 28377
Fecha de inscripción : 06/05/2012

A achl le gusta esta publicaciòn

Volver arriba Ir abajo

SOLO ESCRITOS DE TRISTEZA Empty Re: SOLO ESCRITOS DE TRISTEZA

Mensaje  achl Dom Oct 25, 2020 4:25 am



No tiene ningún sentido seguir viviendo así

[size=13]- ¿No te das cuenta de que apareció por casualidad, de que nada de esto estaba planeado, de que todo ha sido sin pensar?

- Sí me he percatado, pero tú llevas seis meses escondido en tu puta madriguera, y todo es para nada. No eres la misma que antes movías el mundo con sólo mirarlo. Era probable pensar que un día llegasen a destrozarte el alma. Eres una masoquista. ¡Sí, eso es lo que eres, una masoquista! Te envuelven muchos halos de masoquismo. En realidad, te gusta ser masoquista. No le encuentro otra explicación.

- Tú no sabes nada; no sabes lo que es sentir, lo que es amar con las entrañas. Tú no sabes lo que es la sensación de un pinchazo en la boca del estómago, cuando te hieren. Sólo te dedicas a flagelarme, cuando no sabes lo que es estar como estoy yo. No es justo, pero, en realidad, nadie sabe de qué forma puedo ayudarme, y tú crees que lo más acertado es tu terapia de choque, pero debes de saber que no funciona, que nunca ha funcionado. Llevas tiempo intentándolo, ¿y de qué te ha servido? De nada. Absolutamente de nada.

- Creo que el martirio que tienes ahora, sola te lo has ganado a pulso por idiota. Te avisé, te lo dije, pero, como eres una cabezota, hasta que no chocaste contra el muro no has parado. Te arrastrabas mientras te pisoteaban, así que tú solita te estabas aniquilando. Es mucha la frustración para que puedas entenderlo. Es duro ver a alguien que has amado destruirse de esta forma, y sólo por cabezonería.

-¿Crees en serio que era cabezonería? Con decirme esto, me estás demostrando que no me conoces, como siempre decías que me conocías, y tampoco eres capaz de descubrir qué es lo que no estás pasando, qué es lo que podemos hacer para amarnos, para querernos. Sinceramente, por más que me esfuerzo, no te entiendo. ¿Cómo lo haces para no sentir, para no amar, para no querer? ¿Cómo te las arreglas para proteger tu corazón? ¿Puede saberse cuál es tu secreto?

El diálogo seguía, pero todo llevaba a un mismo punto: a un punto de la nada. Yo era la masoquista, yo era la que me destruía sola. Nadie me conocía. Estaba ya harta de todo. Así que decidía irme a mi cuarto; y ya en él, cerraba la puerta por dentro con pestillo, me tumbaba en la cama y me ponía a pensar.

Y pensando y pensando me disponía a beberme del tirón mis últimos comentarios y a intentar dormirme, aun sabiendo de antemano que cuando cerrase los ojos, en mi mente aparecería él, tan hiriente que me dolería, y al final, sería como los demás.

Me quedaría callada una noche más, y la verdad era que no sabía si podía aguantar por mucho tiempo más en silencio. Me daba miedo, miedo a que estallase, a que las frustraciones se escapasen y se mostrasen públicamente.

Empero, aunque soy consciente, aún estoy viviendo una farsa. Durante meses me he encerrado en banda, me he encasillado, me he creado mi propio mundo, me he aislado y me he protegido yo misma. Y eso no puede ser bueno, pero era lo mejor que podía hacer para intentar que mi vida, cogida con alfileres ensangrentados, no caiga de nuevo, y, por supuesto, que no me la pisen, como me pasa siempre. Al fin y al cabo, él lleva mucha parte de razón cuando se atreve a decirme sin rodeos esas palabras tan duras...

Estoy saturada de vivir en esta situación, pero no de vivir normalmente. Así que no me queda de otra. En estos momentos estoy como un coche cuando está en punto muerto; si me empujan hacia atrás, sin mirar, sin precaución, caigo: si me meten una velocidad, ando.

Conscientemente me estoy dejando arrastrar por unas intuiciones absurdas, que sólo sirven para envolverme en una tupida coraza que no deja pasar el daño, y ni tan siquiera el llanto, y, además, sin por mi parte querer combatir contra los que me lo han causado. Y ya ven, este es mi Gólgota, mi calvario, mi INRI… Y así transcurre mi jodida existencia, tan triste como eso, tan real como mi vida misma.
[/size

SOLO ESCRITOS DE TRISTEZA Imagen14



achl
achl

Mensajes : 28377
Fecha de inscripción : 06/05/2012

A achl le gusta esta publicaciòn

Volver arriba Ir abajo

SOLO ESCRITOS DE TRISTEZA Empty Re: SOLO ESCRITOS DE TRISTEZA

Mensaje  achl Dom Oct 25, 2020 4:36 am



Nuestra discoteca

Me llamo Alonso y tengo 37 años. Soy alto, rubio y más o menos agraciados de cara y cuerpo. Luego de enviudar, casi cuatro años ya, sólo salía de mi casa para acudir a mi trabajo, ir al supermercado una vez a la semana, pasarme por mi banco, o a otro lugar a resolver algo que tenía que ser en persona, por lo que prácticamente estaba enclaustrado. Hasta que un viernes del mes de mayo por la noche, decidía salir un rato a tomar una copa, y a ver si me encontraba con alguno de mis amigos de entonces.

Estaba siendo una noche animada en la discoteca El Loro Alegre, de los pocos sitios donde aún se podía disfrutar de merengues y salsas. El local no era grande, pero el buen ojo del dueño hacía que el poco espacio fuese distribuido de modo que los beodos y los bailones pudiesen gozar de sus vicios sin estorbarse. A un lado estaba la barra, atestada de gente joven, donde tres guapas camareras de anatomías ¡ufff!, ponían sin parar copas. Justo enfrente, la puerta de entrada/salida, la cabina del DJ y los aseos. En el centro, en forma circular, rodeada por focos con luces de colores, la pista de baile, que, por cierto, no estaba en ese momento muy concurrida.

Luego de un empalagoso merengue, el DJ pinchaba una pieza de salsa. Cambiaban el tempo y el compás. Era muy atrevida e incitaba a bailar, aunque sin experiencia en mover armoniosamente los pies. Enseguida se ponía la pista a tope. Decenas de gente rompían sus esqueletos, despreocupadas. Quizá por esto, nadie se percataba de que una pareja bailaba espectacularmente al fondo de la pista.

Ella llevaba minifalda y sandalias con tacón bajo; tenía el pelo oscuro y liso, el cual le colgaba hasta el coxis. Era delgada y no muy alta. Lucía una figura muy femenina. Mostraba una sonrisa pícara, y sus ojos estaban fijos en los de él, que se entregaba al juego de la seducción, y lo gozaban. Él vestía pantalón rojo a juego con la camisa y las botas. Ancho de espaldas, más alto que ella, pero con una complexión próxima a la delgadez. La observaba con deseo. ‘Como el primer día que te vi aparecer por la oficina’. Se mordía los labios mirando su contoneo. Su mano izquierda sujetaba con firmeza la cintura de avispa de ella.

En todo momento jugaban con las miradas, sincronizando los vaivenes. Se sentían felices. “No dejaba de pensar en la noche en que te besé en los labios, tras una feliz cena de empresa; y luego te propuse otra noche y tú aceptabas. Era la primera vez que rozábamos nuestros cuerpos al compás de una música, y como tú sospechabas, yo era tu pareja ideal de baile. Dábamos una vuelta y te cogía entre mis brazos; y te volvía a alzar y nos estirábamos en un ejercicio que era aplaudido por las camareras, que, con sonrisas forzadas, no hacían sino ocultar la envidia, pero no por no bailar como tú, sino por tus perfectas hechuras, y eso que las camareras eran bellezones”.

Ella se arrimaba a su pecho, y él se giraba; un paso atrás, dos adelante y un giro de 360 grados, quedando pegadas las espalda. Justo cuando el número concluía, pero volvían a enfrentarse con vaivenes suaves. Ella le acariciaba la cara, y él besaba la de ella en la mejilla, y en la boca. “Ahora recuerdo nuestro primer beso, mi amor”.

Luchando contra la nostalgia, decidía ir a la barra a pedirme una copa.

— ¿Qué bebes, guapo? –me preguntaba melosa una de las camareras.
— Un JB con hielo y sin agua –le pedía y pagaba.

Calmado el fuego en mi entrepierna, que cara, muslo y tetas de la camarera que me sirvió me causó, me giré y seguí deleitándome con la espectacular pareja de baile, que tan buenos recuerdos y tan malos a la vez me hacían rememorar. “Pienso en ti, y en nosotros por lo bien que nos movíamos marcándonos unos pasos, y el público de entonces de esta disco disfrutaba a rabiar con nuestros movimientos y nuestras sincronizaciones. Descansa en paz, mi amor”.

No dejaba de mirar a aquella pareja en todo el tiempo que duraba una nueva pieza, incapaz de abandonar la nostalgia.

Y hasta el loro alegre, pintado en la pared del fondo del local, se contagió de mi nostalgia. Así que, como no pintaba nada allí, me levanté y me fui de la discoteca. “La misma discoteca en la que tú y yo bailamos por primera vez, hace ahora, exactamente, tres años, once meses, seis días y... ¡Espera un momento, mi amor, que voy a mirar mi reloj-cronómetro! …quince horas, catorce minutos y seis… siete… ocho… nueve… segundos”.


SOLO ESCRITOS DE TRISTEZA Imagen32



achl
achl

Mensajes : 28377
Fecha de inscripción : 06/05/2012

A achl le gusta esta publicaciòn

Volver arriba Ir abajo

SOLO ESCRITOS DE TRISTEZA Empty Re: SOLO ESCRITOS DE TRISTEZA

Mensaje  achl Dom Oct 25, 2020 4:41 am



Recuerdos que hacen daño

Acababan de conocerse y precisamente se estaban conociendo.

Estaban sentados en el frío suelo sin más luz en el cuarto que la que provenía de una casa vecina. Las ventanas estaban cerradas, y hacía tiempo que habían quitado las cortinas, porque en esa casa no hacían falta ya.

Un cuarto conocido y a la vez desconocido: sin cama, ni ropero, ni mesilla. Vacío completamente, excepto un catre y ellos dos con las respiraciones agitadas, pero sin contacto físico. Sabían que había ciertos momentos en que era mejor hacer que arrepentirse, y los dos preferían lo primero, cada cual con sus diversas y disímiles consecuencias.

Él se sentía nervioso, pero seguro de lo que hacía. Miraba las paredes que podía distinguir del cuarto, y los recuerdos le llegaban sin imágenes. Allí habían vivido antes que se besasen por vez primera, allí habían vivido la derrota de los avatares, ribeteada por un: ‘a ver qué pasa’. Allí, sin flores ni besos, habían cambiado las ropas de calle por pijamas, se habían metido en la cama y habían dedicado su insomnio al placer personal. Él pensaba en que ella con una de sus manos le rozaba el pelo. Todo era disímil, cual rutina rota. La maldición de su cuarto infantil se rompía, porque le cogía la boca con la otra mano y la besaba. Ella accedía y abría sus labios, con los ojos cerrados.

‘En los párpados debía haber algo’, pensaba mientras se disponía a sacar de su boca lo que ella pretendía callar. Ella llevaba su boca hasta el sexo de él, mordisqueándolo subía al pecho. La sensación era extraña, no era como otras veces anteriores; de hecho, para los dos era un mal necesario ¿Tenía que ocurrir? Era una bienvenida al mundo de los dos. Así se dice: ‘gusto en conocerte’ pero callarían los nombres. La obvia animalidad de los dos se tornaba humana en el tiempo pasado.

Debido a la oscuridad, los sentidos debían adaptarse a estas condiciones. Dejaba de sentir las piernas cuando él con su lengua bajaba a sus pechos. Le restaba importancia al hecho de que las tetas estaban doloridas por los tirantes de la blusa. Los ojos de ambos sufrían porque no podían verse. En aquella oscuridad molesta, que los dejaba entre distinguirse o oscuridad, descubría sus pequeños tetas, y con la lengua buscaba los pezones, que, por vanidad, intentaba ponerlos a la luz y recordarlos siempre. Los lamía más de la cuenta, pero ella no se quejaba.

Esto era una historia, pero cada uno vivía la suya propia. Ella, sin esfuerzo, planeaba controlar el asunto, y él, que, con todas sus ganas, quería sacar lo máximo de ella, por así decirlo.

Ahora se subía en él, y su cabeza estaba incómoda y el suelo frío. Juego de roles. Su mano encima de la bragueta de él, para sentirla sin llegar a tocarla. El vello del pubis estaba cerca, pero ella sentía que el juego había terminado. Al comprobar traspasado todos los límites se mordía su propia lengua y le decía que no. El relato era una ficción.

Y ahí estaban los dos, suspendidos en el centro de una historia que nunca debió haber comenzado, en los adentros de un cuarto abandonado, sin conocerse y, encima, ausente el deseo...

"Las cosas no pueden quedar así", decía él en voz baja. Pero ella no pensaba en lo que iba a decir, pero lo decía e incluso en voz alta y con énfasis: ¡se acabó!



SOLO ESCRITOS DE TRISTEZA Soleda12


achl
achl

Mensajes : 28377
Fecha de inscripción : 06/05/2012

A achl le gusta esta publicaciòn

Volver arriba Ir abajo

SOLO ESCRITOS DE TRISTEZA Empty Re: SOLO ESCRITOS DE TRISTEZA

Mensaje  achl Dom Oct 25, 2020 4:52 am



Recuerdos que matan

Recuerdo un cuarto y unas batidas de sexo en un día frío y lluvioso de abril. La lluvia dibujaba etéreos paisajes en el cristal de la ventana. La nevera ofrecía cervezas que anticipaban un placentero trago que reduciría la resaca. Y las blancas y negras teclas de un piano, repartían la melodía de un 'Me embrujaste' de ensueño.

Recuerdo en especial un beso y un suspiro, y también los caídos pétalos de una rosa en el olvido. Y te recuerdo a ti, llegando al cuarto, oculta en los márgenes del tiempo, y envuelta en la bruma de mis sueños.

Recuerdo tus sonrisas cómplices, tus insinuantes miradas de pecaminosa pasión, y la gran capacidad que tenías para hacer de un simple cuarto, un palacio, donde el deseo y la lujuria eran los majestuosos aposentos de los juegos de amores.

Bebimos la estimulante rubia. Tus vaivenes eran la fascinante coreografía de la sensualidad, eran unos seductores hechizos que trastornaban todos mis sentidos, con la magia que sólo se desprende de una auténtica mujer. Y sonreíste ocultando la belleza en el enigma de tus labios, y en el negro absoluto de tus grandes y bellos ojos.

Sobraban las palabras, el silencio era el preludio de un altar, donde la piel y el alma se unían en una excitante plegaria al placer. Era testigo directo de cómo la brisa de tu aliento iniciaba los caminos de la pasión, de cómo el más leve o insignificante vaivén, era el sendero por el que suministrabas la savia que alimentaba todo mi ser. Fue entonces cuando comprendí que podía pasar la eternidad atrapado en los brazos de una mujer hermosa, la más hermosa entre todas las mujeres. ¿Ironía de la vida?

Pero ahora, ya no soy nada, tan sólo la apariencia de unos días deshechos en un pretérito y en un agobiante fuego de una angustia inmisericorde. Y, ahora, presiento que formo parte del vacío que modela tu ausencia, y de las inquietantes sombras que se pegan al sufrimiento de un presente que se amamanta de los repulsivos pechos de la muerte.

Aún sigues en mí, amándote. Aún sigue mi pecho, abierto, y aún noto mi desgarrado corazón, desangrándose en el tuyo, cuyo se transformó en un hermoso cáliz del que bebí hasta calmar la sed, y tu vientre de platino en el plato del que comí los más exquisitos manjares.

Realmente conmoviste rescoldos, donde sólo cabe la diabólica presencia de una llama infernal, y sabiendo que mi lucha no era contra ti, me aterra sólo con pensar que se ha acabado nuestro sueño de amor.

He permanecido algunos años camuflado entre pesadillas. A duras penas he soportado nuestros miedos, pero de nuevo y con más ansia, la sed y el hambre de ti me arrastran a querer recuperarte.

Por eso te buscaré afanosamente y me expondré ante todos los inconvenientes, buscando en la brisa de tu aliento el pasaje que burle al tiempo, para que me permita volver a catar la apetitosa carne de tu anatomía.



SOLO ESCRITOS DE TRISTEZA Soleda14



achl
achl

Mensajes : 28377
Fecha de inscripción : 06/05/2012

A achl le gusta esta publicaciòn

Volver arriba Ir abajo

SOLO ESCRITOS DE TRISTEZA Empty Re: SOLO ESCRITOS DE TRISTEZA

Mensaje  achl Dom Oct 25, 2020 4:56 am



Siempre lo mismo

No sé, honestamente, por qué sigo peleando batallas inútiles que nunca podré ganar y que me llevarán a una guerra de la que no voy a salir bien parada, sino, más bien, con infinidad de lesiones de gravedad que me van a perseguir el resto de mi existencia.

Me pregunto a menudo si a estas alturas de la vida debía haber aprendido ya que las batallas que peleo no son, necesariamente, una cuestión de ganar o de perder, porque son perdidas por ambas partes, que únicamente combaten por saber quien hiere más al otro, o quien sale menos leso.

Todo comienza con una palabra fuera de lugar, o una mirada, o quizá un gesto. A veces es el simple hecho de no hacer o decir nada, y el ring del primer asalto pita. Si supiese de antemano en qué va a desencadenar el asalto, lo detendría muchísimo antes de que comenzase, pero, dadas las circunstancias, para cuando me percato, sólo consigo ver que estoy muy dentro de la boca del lobo, rodeada de dientes y de los cadáveres de mis otros errores, y salir de allí, no me parece ni remotamente una opción, porque cada palabra que pronuncie, sólo logrará empujarme más dentro de las manos del boxeador, con el que peleo, el cual, por cierto, es más grande y fuerte que yo, sin mencionar que tiene una capacidad de pelea superior a la mía. ¿Y qué va a pasar? Voy a caer en el KO más rápido de la historia, y empezaré a rogar piedad mientras me arrastro por los carbones calientes, rezando para que no dé comienzo el segundo asalto, y cuando creo haberlo logrado... ¡ring, 2º asalto!

Cuando un asalto nuevo empieza, peleo sin cesar por controlar a una abominación horrible que vive dentro de mí y que busca a toda costa librarse de las cadenas que tanto me ha costado ponerle. Lo monstruoso que vive conmigo, sólo sirve para una cosa: destruir, y es bueno en eso, como toda la buena abominación, y es entonces cuando al oír el ring, empieza a luchar contra las cadenas, y un hombre pequeño, para el tamaño de la bestia en sí, lucha para mantenerle encadenado.

Es sensato preguntarse entonces si la batalla está siendo perdida por una infinidad de números de derrotas en contra. ¿Por qué no soltar la bestia? ¿Por qué dejar que agregue más derrotas a esa lista interminable de batallas perdidas? Quizá sea que me guste acumular derrotas, que quizá a veces me gusta hacer lo que me complace, quizás es porque no estoy diseñada para vivir encadenada a unas decisiones ajenas, o a probar otras cosas, o no lo sé... Quizá sea, simplemente, que me guste perder...

Mi adversario, que siempre es el mismo, tiene la habilidad de recordar las cosas que han ocurrido muchos años atrás, y aun siendo así, sabe olvidar las cosas pasadas, con un segundo de diferencia. Y en su capacidad inexorable de memoria yace su verdadero poder; yo, por otro lado, no consigo recordar qué cené ayer, ni mucho menos que pasó hace un mes. Sin importarme lo feo, lo grande, o las marcas que me pudiesen haber quedado de las batallas que siempre se me olvidan, y me aferro al fin del capítulo cuando me quito la armadura y decido que me voy a curar yo sola mis heridas, a la vez que guardaré en un lugar remoto de mi memoria cada palabra y hecho ocurrido entonces.

Olvidar pareciese lo más sensato, pero cada vez que olvido es como si se repitiese la historia sin querer o queriendo desde lo más hondo, tan hondo que desconcierta y se desconoce. Y luego de pelear con un gigante y levantarse del campo de batalla, sin fuerza, sin arma, sin un mínimo de orgullo, sin nada... ¿Qué es lo que queda?

Queda recoger las piezas que tú mismo dejaste romper; queda recoger lo que restó de aquello que solías ser y que ya no eres; queda regresar a ver la bestia y a darse cuenta de que, por ausencia de seguir practicando, no es tan grande como parecía, o que quizá nunca lo ha sido...

Queda guardar todo lo ocurrido en una caja de cristal, donde puedes mirarlo día, noche y madrugada, recordarlo, vivirlo, sentirlo, y ver cómo te destroza una y otra vez, pero sin que puedas tocarlo, ni cambiarlo, y sólo destinado a repetirlo siempre.



SOLO ESCRITOS DE TRISTEZA Imagen15



achl
achl

Mensajes : 28377
Fecha de inscripción : 06/05/2012

A achl le gusta esta publicaciòn

Volver arriba Ir abajo

SOLO ESCRITOS DE TRISTEZA Empty Re: SOLO ESCRITOS DE TRISTEZA

Mensaje  achl Dom Oct 25, 2020 5:04 am



Sin embargo, más amor que dolor

Como si no fuese en un pasado próximo y hoy mismo fuese, aún conservo tu imagen nítida en el interior de mi alma, en la retina de mis ojos, en las mismísimas entrañas de mi corazón. Es como si tu cara y toda tú se negasen a borrarse de mi ser

¿Serías feliz a mi lado? Ésta pregunta me corroe.
¿Sería feliz a tu lado? Ésta pregunta me estremece.
¿Por qué no puedo olvidarte? Ésta pregunta me reafirma.

Cansado estoy ya de estar alimentando ilusiones, de estar esperando algo que parece o que se ve que nunca llega. Tal vez deba abandonar la idea de que algún día seamos algo.

¿Por qué no consigo dejar de ver tu imagen, a pesar del tiempo y de la distancia? Ésta pregunta alimenta mi perseverancia.

Es como si una línea de fuego estuviese bordeando los límites de mi alma, de mi razón, de un amor imposible, de esos que escapan a la imaginación.

Es como si no quisiera perderte aunque ya te he perdido porque nunca te he tenido. Pero me ayudas de una forma etérea a escribir estas palabras, a darte todo lo que siento en este momento con cada letra, con cada sílaba, con cada frase que te dedico...

Tú me haces ser mejor en lo que hago, o tal vez me engañe a mí mismo. No lo sé. A veces, es todo tan frágil, tan real, como si una bala me hubiese atravesado. Me has dado algo que no puedo difuminar. Me parece que te estoy viendo mientras estoy escribiéndote estas palabras. Me siento más cerca de ti, aun lejos de ti, pero el amor auténtico, el verdadero motor de mundo, no cae en un pozo sin fondo.

Y así es como vivo, como siempre me sostengo; imaginándome soñar con tus labios carnosos. Seguramente nunca más los probaré. ¿Y sabes qué? Si los probase de nuevo, tal vez serían otras letras las que haría llegar a ti. No hallo ningún resquicio por el que perderme, por el que abandonarme a tu sueño, siempre lo despedaza el sonido de alguna alarma. Abro los ojos y, amargamente, descubro que no estás; sólo eres una imagen, un sueño de tantos, una ilusión, un detalle importante, un rasgo, aunque significativo, en mi universo interior.

Sería un auténtico hipócrita si no te desease lo mejor, aun sin mí. Quiero que vueles alto y que nunca mires hacia abajo, que la negrura de la vida no te haga borrar la blancura de tu alma. Sé que lo harás, pero yo ya no lo veré, seguiré atrapado en un mapa sin coordenadas.

Si ahora mismo pudiese pedirte un deseo, te pediría que me dieses un beso virtual para poder imaginarme que he sentido tu calor, y así dar más sentido a estas palabras, emitidas desde un mundo invertido, el mío.



SOLO ESCRITOS DE TRISTEZA Soleda15






achl
achl

Mensajes : 28377
Fecha de inscripción : 06/05/2012

A achl le gusta esta publicaciòn

Volver arriba Ir abajo

SOLO ESCRITOS DE TRISTEZA Empty Re: SOLO ESCRITOS DE TRISTEZA

Mensaje  achl Dom Oct 25, 2020 5:11 am



Su día a día

Las siete y media de la mañana....

— ¡Daros prisa, que vais a llegar tarde!

Gritaba azuzando a sus hijos, que avanzaban por el pasillo con paso cansado y bamboleante. Cada mañana se levantaban aletargados, como sin energías, y ella repetía la misma cantinela de siempre:

— ¡Esta noche a la cama a las nueve! ¡Así no habrá cansancios que valgan!

Adrián aparecía de pronto en la cocina, con prisa, envuelto en el aroma fresco de su colonia, el pelo mojado todavía, y vestido con una indumentaria, propia para acudir a su Instituto. Pronunciaba unos buenos días poco audibles, sin mirar apenas a su madre. Lo único que buscaban sus ojos era la cafetera. Su móvil no dejaba de lanzar pitidos. Entre semana, ni tan siquiera se sentaba a la mesa: se bebía de pie el café a la vez que iba mirando en su móvil los mensajes recibidos en su whatsapp.

A escasos minutos, la pequeña cocina se vestía de gala para acoger a Mirea, inmaculadamente vestida y exquisitamente perfumada. Con la mirada fija en el móvil, a poco si cae al suelo. Con ojos medio fruncidos, miraba a su madre. Mientras desayunaba, sin dejar de mirar su móvil, le decía que necesitaba unos botines nuevos, unos vaqueros de tubo, un vestido y un bolso para la fiesta de fin de curso, un... un... un… Su madre asentía mirándola, pero sin hablar. Sabía que quedaría tocada para el resto del día si le llevaba la contraria.

Apenas se cerraba la puerta de la calle detrás de las mochilas, la casa quedaba sumergida en un súbito silencio, como si la hubiesen sellado al vacío. El único ruido que la señora de la casa oía, a lo lejos, era un gorgoteo, seguro que de algún grifo mal cerrado. Se iba presurosa hacia el cuarto de baño y ya en él cerraba bien todos los grifos. De nuevo de vuelta, miraba la hora en el reloj de la cocina. Aún le sobraba tiempo para llegar puntual a su trabajo eventual.

Se servía su único café del día, lo saboreaba pausado y sola. Repasaba todo lo que tenía por delante: limpiar la casa, poner la lavadora, pensar en qué hacer de almorzar (para la cena improvisaba cualquier cosa), sacar los bajos a todos los pantalones de Mireia, que había crecido mucho, revisar todas las ofertas de trabajo en cuatro páginas de empleo, seguir enviando currículum, comprobar si le habían respondido los de la entrevista de la que había salido tan contenta, convencida de que esta vez tendría suerte y la cogerían, llamar a varios sitios, en los que había solicitado trabajo, para que no se olvidasen de ella, que en su casa permanecía desesperada por encontrar un empleo fijo cuanto antes…

Agobiada, pero sacando ánimos, que ni sabía de dónde, dejaba su vaso vacío en el fregadero y se quedaba parada pensando en que una vez más tendría que hacer encajes de bolillos para llegar a fin de mes.

"¡Creo que ya va siendo hora de que cambie mi suerte!", se decía para sí mirando al techo, e inmediatamente después salía de su casa, rumbo a su duro y mal retribuido trabajo en la calle.


SOLO ESCRITOS DE TRISTEZA Soleda16



achl
achl

Mensajes : 28377
Fecha de inscripción : 06/05/2012

A achl le gusta esta publicaciòn

Volver arriba Ir abajo

SOLO ESCRITOS DE TRISTEZA Empty Re: SOLO ESCRITOS DE TRISTEZA

Mensaje  achl Dom Oct 25, 2020 5:20 am



Su mayor tesoro era su nieta y las veinte cartas de él


— ¿Cómo fue?

Preguntó una vocecilla aguda, mientras sus ojos oscuros se posaban en los de la mujer mayor, buscando las palabras exactas que la introducían en ese mundo mágico, indescifrable.

— Fue…

Se interrumpió, mientras su mirada se perdía por unos momentos en la ventana que daba a la calle. La lluvia caía intensamente, mojando todo a su paso.

— Fue como un bello sueño, de esos que uno no quiere olvidar. El día se había apagado ya y la noche aparecía majestuosa, desplegando miles de estrellas en el oscuro firmamento. Era el momento justo para los dos. Así estaba escrito en sus destinos.

— ¿Eso es verdad? -preguntó la niña, arrodillada en su cama.

Al notarse los ojos brillantes por la emoción, luego de haber capturado la atención de su nieta, esbozó una sonrisa y continuó:

— Sí, todo lo que digo es cierto. Esa damita y ese jovencito misterioso se miraron el uno al otro, con las luciérnagas como únicos testigos. Ya nada iba a ser igual…

Por fin se había quedado dormidita. Respiraba muy tranquila, vencida por el cansancio, después de un largo día de juegos en el jardín.

Cerró la puerta con cuidado y despacio, y sin hacer ruido se dirigió a su habitación; abrió su armario y cogió una pequeña caja de cartón, de esas para zapatos. En su interior guardaba uno de sus tesoros. Veinte cartas. Cogió una y la releyó. En cada línea, la nostalgia castigaba su alma. Cogió una foto en blanco y negro donde aparecía un veinteañero sonriendo, y sus ojos verdes brillaban con un dejo de ingenuidad reflejados en ellos. Su uniforme militar lucía impecable, perfecto.

Los recuerdos felices, lejanos, recorrían su mente como un torbellino. Era imposible no sentir pena y tristeza por lo que no fue.

A pesar de los años, los sentimientos permanecían intactos, imborrables. El paso del tiempo había apaciguado el dolor, pero nunca lo extinguió. Cada gesto, cada nota de su voz, todo lo que él significaba para ella, se encontraba guardado en su corazón. Nunca pudo olvidar su mirada. Sus ojos tenían un brillo especial; siempre estaban llenos de luz.

Las lágrimas se deslizaban lentamente por las mejillas de la abuela, que le recordaba una vez más como cada año, en secreto. Secreto había sido su amor en vida y secreto sería hasta su muerte.

'Bueno, en realidad no era tan secreto', pensó, de repente, mientras una sonrisa brillante aparecía en su cara. 'Mi nieta es testigo en mi cuento de nuestro amor, Antonio', añadió a su pensamiento.

Y en silencio y tranquilamente, cerró los ojos y soñó. Soñó que el tiempo no había pasado, que él besaba sus labios finos.

Y también soñó que su profundo amor por Antonio perduraría más allá de la eternidad.



SOLO ESCRITOS DE TRISTEZA Soleda17




achl
achl

Mensajes : 28377
Fecha de inscripción : 06/05/2012

A achl le gusta esta publicaciòn

Volver arriba Ir abajo

SOLO ESCRITOS DE TRISTEZA Empty Re: SOLO ESCRITOS DE TRISTEZA

Mensaje  achl Dom Oct 25, 2020 5:23 am



Te echo en falta

Las horas lejos de ti están inundadas de fragmentos de tu vida que moran en mi interior. Puedo verte de mil formas reflejadas en mi corazón.

A veces te percibo como una brisa súbita y fugaz. Otras, eres aroma fresco o breve verso, pero de pronto eres una calidez que me llena de bienestar; y, al pensar en ti, mis labios esbozan una sonrisa tierna.

A veces eres una lluvia clara y fresca de verano que revitaliza mi espíritu, eres un abrazo cálido y apretado, y en el aire tu voz identifico; eres euforia y, al imaginarte así, de mi boca sale una melodiosa sonrisa.

A veces te veo en el espiral del infinito, mi silencio te escribe, pero figuras como un ruido extraño de la noche, o como un cielo nublado, y entonces en mi mente eres un acertijo que nunca acabo de descifrar.

Y siempre, en esos días en los que todo es posible, eres humedad cálida, y eres toda carne, todo cuerpo, todo beso y toda caricia; tu aroma rocía mi mente, y tu sabor sabe a mar, y tu sonido a aire matizado por suspiros que me hacen vibrar y desearte a mi lado más que nunca.

Y, entonces, en mi cara se dibuja un gesto concupiscente, que se nota por el rubor de mis mejillas.


SOLO ESCRITOS DE TRISTEZA Imagen33



achl
achl

Mensajes : 28377
Fecha de inscripción : 06/05/2012

A achl le gusta esta publicaciòn

Volver arriba Ir abajo

SOLO ESCRITOS DE TRISTEZA Empty Re: SOLO ESCRITOS DE TRISTEZA

Mensaje  achl Dom Oct 25, 2020 5:27 am



Tristeza

Todo pasa tan rápido que da la sensación de pararse.

Cada noche, en mis ausencias del sueño, me sumerjo en las aventuras de recomponer este puzzle en el que se han convertido mis días A veces, me considero un valiente, y otras veces un cabezota que nada entiende y que asustado se miente.

Y qué decir de los días en los que cansado te sientas y juegas a tientas con el dolor: te llenas los bolsillos de tristezas y dejas de confiar en tus sueños y en tus proezas.

Tal vez he querido volar más alto de lo que los sueños suelen alcanzar, o tal vez me encapriché de un imposible una vez más.

Hago de tripas corazón y al desánimo me niego a darle la razón, así que me vacío los bolsillos y vuelvo a soñar con tesón.

Después me incorporo y, aunque estoy triste y lloro, empiezo a caminar otra vez.


SOLO ESCRITOS DE TRISTEZA Soleda18



achl
achl

Mensajes : 28377
Fecha de inscripción : 06/05/2012

A achl le gusta esta publicaciòn

Volver arriba Ir abajo

SOLO ESCRITOS DE TRISTEZA Empty Re: SOLO ESCRITOS DE TRISTEZA

Mensaje  Contenido patrocinado


Contenido patrocinado


Volver arriba Ir abajo

Página 1 de 2. 1, 2  Siguiente

Volver arriba

- Temas similares

 
Permisos de este foro:
No puedes responder a temas en este foro.