Se llama copla democrático


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Sólo escritos eróticos

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Mensaje  achl Vie Sep 25, 2020 7:26 am



Sólo escritos eróticos - Página 8 Escri205


Salió a por tabaco

— Tira ya, Paco.
—- ¿Eh?
— ¡¿Pero qué te pasa?!

Paco está petrificado, con el dardo en la mano apuntando a la diana.

— ¡Paco ya, joder!
— Sí, sí, ya voy, ya voy…

Paco lanza el dardo, que se clava en el borde del círculo colgado en la pared, muy lejos del centro pintado en rojo.

— ¿Qué carajo te pasa hoy? ¡Estás en babia, coño ya!

Paco bebe un largo trago de cerveza.

_____________________________________________________

Paco se despertó y sintió ganas por fumar, aunque hacía tres años que lo había dejado. Aquella desangelada mañana de un sábado llovía a mares y todos los estancos estaban cerrados. Entró en el primer bar que encontró abierto.

— Buenas, ¿me enciendes la máquina del tabaco?

Una mujerona pelirroja le sonrió desde detrás de la barra.

— Lo haré, pero si juegas conmigo.
— ¿Jugar yo contigo? ¿A qué?

Paco frunció el ceño.

— A los dados, por supuesto. ¿A qué coño creías?

Paco se encogió de hombros.

— Vale -respondió al fin.

Se sentaron a una mesa redonda, que tenía encima un tapete verde descolorido.

— ¡Paco, que te toca otra vez a ti, a ver si espabilamos de una puta vez!
— Sí, sí, ya voy, ya voy…

Paco coge un dardo y apunta.

La pelirroja agitó fuertemente dos dados translúcidos entre sus dedos, largos y con uñas pintadas de un rojo chillón.

— ¿Y qué nos jugamos? -pregunta Paco.

Paco sólo quiere fumar, pero le hipnotiza la pelirroja, sobre todo, sus tetas.

— Si pierdes, te vas a la mierda.
— ¿Y si gano?

La pelirroja lo miró, sonrió pícaramente y le guiñó un ojo.

— ¡Paco, está en babia, hostiasss!
— Ya, ya… ahora entiendo…

Lanzó el dardo al tuntún y dio en la pared, justo en un calendario que mostraba una exuberante mujer con labios gruesos y grandes tetas.

— Desde luego, hoy no estás para nada. ¡Anda, lárgate ya!

Paco se sienta en un rincón, la jarra de cerveza en su mano.

Dos dados empezaron a rodar sobre el tapete.

- Un once -reía la pelirroja-. ¡A ver si tienes huevos de superarlo, Paco!

Paco, sin dejar de mirar las tetas de la mujer del calendario, empezó a temblar. “Será el mono de la nicotina”, pensó. Cogió los dados, fríos y suaves, los agitó entre las manos y luego cayeron sobre el tapete: 6 doble, doce. Paco y la pelirroja se miraron fijamente.

Sin darse cuenta, Paco busca el paquete de tabaco en su bolsillo, sin éxito. Mientras apura su jarra, sabe que jamás podrá olvidar las tetas de la mujer del calendario, que eran las tetas de la mujer pelirroja que estaba jugando a los dados con él y, que luego de ganar la partida, follaron. Y repitieron. Y al otro sábado, más de lo mismo.


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Mensaje  achl Vie Sep 25, 2020 7:30 am



Sólo escritos eróticos - Página 8 Escri206


Y va de conquista

Ya no usamos zapatillas de andar por casa,
obviamos la polla flácida de aquella estatua;
y ya no bajo mi dedo, bajándote tú la falda,
ni mi bulto, en su guarida bragueta, resalta

Pero hoy lubricamos mis espesos fluidos,
vertidos salvajemente sobre tus genitales,
de polla a coño, por ambos requeridos
que en un polvo conquistador sobresalen



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Mensaje  achl Vie Sep 25, 2020 7:34 am



Sólo escritos eróticos - Página 8 Escri207


Tu anatomía

Tus pechos son mis deseos, que se mueven empinados
Tus caderas son monumentos que desean ser admirados
Tus ojos me miran antes de lanzarme sobre ti deslumbrado
Te beso los pechos, abrazo tus caderas por todos los lados.
Tu espalda da al mar, el sexo lento y rápido ha comenzado.
Entre besos, caricias y empujando, ya hemos culminado.


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Mensaje  achl Vie Sep 25, 2020 7:37 am



Sólo escritos eróticos - Página 8 Escri208


Anhelo

Movimientos elocuentes
reproducen sensaciones,
recuerdos persistentes
reconocen pasiones

Atracción de posiciones,
imágenes congruentes,
con mis ganas de tenerte,
entre abrazos y besos fuertes
y sin obligación que imponerte


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Mensaje  achl Vie Sep 25, 2020 7:43 am



Sólo escritos eróticos - Página 8 Escri209


Follar con Charito antes de morir en Donosti

Vagabundeaba con mis pensamientos una noche fría de invierno. Me sentía solo, muy solo. La crispación también invadía mis tristes y gélidas neuronas. Hacía poco más de un mes que habían concedido el divorcio a mi mujer, una separación por mí no deseada, y que me sumió al borde de la depresión más brutal.
Paseaba por el Paseo de La Concha de San Sebastián, la ciudad que yo había elegido para acabar, por fin, con mis desgracias. Morir en Donosti es el lujo máximo que un suicida puede aspirar. Qué vulgaridad arrojarse al metro o por el viaducto de la calle Bailen de Madrid. Si en vida en ti no viví, mi bella y mi hermosa Easo, hoy vengo a ti a morir; recíbeme en tus brazos, que tus latidos deseo sentir. Tú serás mi Halicarnaso.
Qué bellos recuerdos me evocan mi Donosti. Me senté en un banco del paseo del Peine, cerca de la Plaza del Funicular, observando como el Cantábrico acariciaba la arena de la playa con igual suavidad que yo acariciaba las tetas de Charito momentos después. ¡Vaya! Con este mar casi siempre bravío, pero hoy está en calma. no me podré suicidar. Parece que barrunta mis intenciones. Bueno, tranquilo, que tampoco es cuestión de meterle prisa a La Parca.
Pensé arrojarme al mar desde el acantilado. Que las olas me destrozaran y me llevaran hasta los jardines de la Ondarreia, para que los detritus de mis despojos dieran vida a las rosas, como Serrat dio vida a la genista del Mediterráneo.
Encendí el último cigarrillo. La calma era absoluta, pero la bruma empezaba a invadir el paseo y la tibia luz de una farola absorbía toda la humareda del cigarrillo. Me abstraje viendo como el humo, en su lento y perezoso ascender, formaba unas imágenes que se me antojaban caprichosas, pero que distraían mi atención hacia lo inevitable, y me olvidé de la muerte en ese momento. Me vino a la mente la voz de Jorge Sepúlveda en su canción "Mirando al mar", pero no soñaba como él, ni yo estaba junto a ti, como dice la letra. Pensé que esa noche tan calmada no era la más propicia para un suicidio. Era más propia para amar. Un suicidio requiere tempestades huracanadas, tornados, shunamis. ¡Coño! Me pregunté. ¿Es que me voy a ir de este mundo sin follar por última vez? ¡No! ¡Qué disparate! Me invadió un deseo de acariciar el pelo de Charito. De succionar con la mayor de las delectaciones los pezones de sus tetas, de perderme en la hondura de su cueva.
Me dirigí al centro, con intención de tomar algo caliente en una arrocera de la Plaza del Buen Pastor, frente a la Catedral. Hacer el amor con el estómago vacío no me parecía una buena idea. Allí estaba Charito; al lado de un espejo, como una estrella repleta de reflejos.
Es Charito una dama muy bella de cerca y de lejos; mujer que sulivella. La conexión fue fulminante; el deseo entre los dos surgió al instante. Supimos que follar era irremediable, imposible resistirse a sus caprichos. Nos dejamos llevar sin apenas abrir los labios. La emoción me embargaba subiendo las escaleras que accedían a su casa de la calle San Marcial. No había ascensor, era una cuarta planta. La desnudé y me dejó hacer llevada por la emoción. Fue el comienzo de una nueva vida.

Las tetas turgentes con pezones puntiagudos de Charito alimentaron con sus jugos mi mente destruida. Fue mi hada, mi druida. La fuente de las rosas. La que me sirvió la vida. Ella me devolvió mi prosa. Los besos fueron interminables, los pulmones se olvidaron de respirar, no querían entorpecer el momento tan sublime con su ajetreo. Los viajes por las rutas de su piel eran interminables: sus collados, sus valles, sus llanuras y sus montes fueron recorridos por mis manos y mi lengua en forma lenta, parsimoniosa, no quedó centímetro de su dermis que no descubrieran mis sentidos; todos juntos estaban concentrados en ella, en su anatomía.
Devoré salvajemente sus labios como un animal sediento el agua. Todavía siento sus contactos en los míos; sus gemidos, y su olor; un aroma que cubrió la estancia; fragancia de rosas y jazmines emanaban de sus nacimientos. ¡No existe un perfume más embriagador que el de una mujer en celo! Mis fosas nasales se inundaban de ellos y me elevaban la libido hasta la locura. La perfecta anatomía de mi amada Charito, me salvó la vida, pero, poco a poco, me matará su siempre ardiente vagina.


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Mensaje  achl Vie Sep 25, 2020 3:01 pm





Sólo escritos eróticos - Página 8 Escri210


Mujeres árabes en su alcoba



Sólo escritos eróticos - Página 8 Despuz15



Podrían decir que estamos hablando en un lenguaje del siglo pasado, cuando lo de alcoba sonaba a obsceno por hacerlo pasar por un eufemismo para hablar de la vida sexual en pareja. Los occidentales no concebíamos otra cosa. Ahora, los temas de cama se airean con más libertad y es común que no nos importe lo que pase en otros dormitorios.

¿Y cómo es eso en las mujeres árabes? Puede que tengamos una concepción errónea sobre el sexo árabe, como numerosos escritores y periodistas nos han hecho ver. Tenemos la creencia de que las mujeres árabes tienen poco que hacer y decidir sobre su vida sexual, que está supeditada al placer de su pareja y que no hay forma de que una esposa pueda ir más allá de la puerta de su casa sin permiso de su marido, y mucho menos imponer algo que tenga que ver con la sexualidad entre las cuatro paredes de un dormitorio. Pero puede que estemos en un gran error.


Sólo escritos eróticos - Página 8 Desoue10


El porno árabe parece que están en pleno auge, gracias a la concepción que tenemos de este tipo de pornografía. Además, como tiene aire oriental, esperamos ver mujeres desnudas que hacen movimientos sinuosos para seducir a su hombre, y luego se pliegan a todos sus deseos siendo sus esclavas sexuales, en un ambiente místico, quizás con velas, sedas y toda clase de elementos orientales… y nos damos con un canto en los dientes. Porque las mujeres árabes follan como las occidentales, la maman como los occidentales, se abren de piernas como las occidentales, y ponen los cuernos como las occidentales, y para colmo, en la cama se hace lo que dicen ellas, como te pasa a ti con todas las tías de tu entorno con las que acabas en la cama. Y esta es la verdadera historia.

No nos engañemos: la sociedad árabe puede ser una cosa, y la manera en que las mujeres se comportan en la intimidad, otra. Y sospecho que aquí, en Arabia o en la Conchinchina, las féminas se las ingenian para llevar la voz cantante y, lo que es peor, hacer que los hombres piensen que son ellos los que la llevan. Por eso, porque aún son los hombres los que dictan las normas en casi su totalidad, y dirigen los gobiernos y los países, creen que en temas del sexo también son ellos los dueños del cotarro, y así lo venden. Pero que Dios, Alá o Manitú los coja confesados y les haga el milagro de que eso no llegue a oídos de sus mujeres, o les tocará hacerse trabajos manuales como poco durante una temporada. Más les vale aceptar el poder femenino dentro del dormitorio, o acabarán pidiéndolo de rodillas a poco que se descuiden

Hubo un punto en la historia en que se veía a los hombres árabes libertinos, y a las mujeres árabes seductoras; pero claro, todo eso desde la óptica cristiana de la época. Ahora, esa misma óptica nos hace ver el sexo árabe como algo oscuro, cerrado, lleno de prejuicios y tabúes. Estamos errados. Está claro. Y todo gracias al desconocimiento y a la manía de juzgar todo por las apariencias y de manera precipitada. Cada uno debería preocuparse de lo que pasa en su alcoba, y dejar en paz las alcobas de los otros.


Sólo escritos eróticos - Página 8 Despue10


La vestimenta de las mujeres árabes es elegante y diversa, con un patrimonio cultural que es único.  El bordado y la artesanía son un componente clave de la mayoría de los vestidos árabes y un componente apreciado de la propia cultura arábica. Por supuesto no se puede generalizar, pues cada país incluso dentro de ellos algunas comunidades o etnias han hecho de algunas prendas femeninas una seña de identidad, y han considerado que más o menos adornos, o incluso qué tipo de ellos, se ajustaba más a sus creencias y tradiciones.

Pero nadie puede negar que, en su conjunto, los vestidos del mundo árabe son todo un espectáculo digno de admirar. Lo mejor, es que no hace tanto tiempo que realmente se usaban por las mujeres árabes, al contrario de los vestidos tradicionales de las féminas occidentales, que han quedado como recuerdos de un pasado muy lejano y que sólo se usan en fiestas tradicionales o momentos de culto. Pero seguro que es interesante dar un vistazo a las diferentes versiones que las mujeres árabes usan en sus países de origen.

Marruecos:

A caballo entre el mundo árabe y Occidente, este país tiene un estilo distintivo. El vestido árabe tradicional que verás allí es el caftán, una túnica colorida con mangas largas. El caftán está bordado y viene en muchos colores.

Túnez:

En un país con fuerte influencia occidental, es más difícil observar los vestidos tradicionales, pero no imposible. El sefsari, un largo velo blanco, es común en áreas más rurales. También son populares la bluza y la fouta, una blusa y falda bordadas a juego, a menudo como un vestido de novia.

Argelia:

En Argelia, el karakou es una chaqueta bordada tradicional, extremadamente popular en bodas y ocasiones especiales.

Libia:

En Libia tienen el llamado sudra; este elaborado atuendo es a menudo usado por mujeres casadas. Incluye pantalones con cordón, una camisa con brazos bordados, un chaleco con botones dorados, un paño a rayas que se envuelve y se cubre con un brazo y una envoltura de cabeza a juego.

Egipto:

En Egipto, se puede ver a las mujeres vistiendo la gallabya, una túnica larga sin botones o cuello adecuado. Usado por ambos sexos, generalmente se hace más colorido para las mujeres.

Jordania:


Los thawbs y abayas adornados con el torso y los puños bordados rojos son bastante comunes allí. El rojo es un color nacional, que se ve a menudo en la keffiyah del país, pero también existen muchos otros colores de bordado.

Irak:

Para Irak, el vestido único es el hashmiyah, que está adornado alrededor del cuello y la cintura con un hilo metálico y, a veces, joyas, que se utiliza para las ceremonias.

Palestina:

La ropa tradicional de Palestina se parece mucho a la de Jordania, con un gran énfasis en el bordado. Cada aldea importante en Palestina está representada a través de distintos estilos y colores de bordado.


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Mensaje  achl Vie Sep 25, 2020 3:46 pm



Sólo escritos eróticos - Página 8 Escri211


Mi suegra enviudó joven

Yo le chupaba el coño, ella gemía y se iba deslizando del sofá al suelo. Le levanté las piernas, se las separé y comencé a lamerle culo y coño, tenía la polla tiesa, pero quería que ella me lo pidiera. Sus gemidos cada vez eran más fuertes, cuando se la metí del tirón dio un grito, me abrazó y nos besarnos como dos adolescentes

Era verano en España, mi esposa estaba en Italia por motivo de su profesión, por lo que quedé sólo en casa, ya que mi hija se había ido de vacaciones con una amiga. Tengo que aclarar que tengo 46 años y vivo en la planta alta de un chalé, construido por mi difunto suegro. En la planta baja vive mi suegra, Josefa, que es viuda desde el pasado año. Su hijo Raúl, que tiene 27 años y es soltero, padece de una pequeña discapacidad cerebral

Mi cuñada Sofía de 35 años se separó hace dos años y desde entonces no se le conoce pareja, y Marco, mi sobrino de 18 años, viven en un piso ubicado en el fondo del chalé

En los 20 años que llevaba de casado siempre tuve la intención de follarme a mi suegra, máxime después de la muerte del marido, pero nunca había tenido una oportunidad como la que se me presentaba ahora, así que tenía que planear la estrategia a seguir. Nuestra relación era buena, ella a los 49 años se conservaba bien, con tetas grandes y hermoso culo, que siempre trataba de disimular usando ropa amplia. Era muy recatada y su religión le hacía creer que follar fuera del matrimonio era pecado. Recuerdo una vez en que, con unas copas de más, mi suegro me contó que nunca le permitió follarle culo, por lo que aún lo conservaba virgen, y esto me excitaba más aún

El sábado por la mañana escuché que Sofía iría al cine de madrugada con unas amigas y seguramente Marco saldría con sus amigos como cada sábado, así que era la noche ideal, sólo tenía que encargarme de Raúl y ya lo tenía pensado. Josefa le daba todas las noches, por orden médica, un ansiolítico para que durmiese mejor, como un angelito

Aquel sábado hacía un calor horrible. A Josefa le chiflaba la cerveza, pero bebía poco porque se mareaba y le daba por reírse sin parar.

– Suegra, esta noche deberías hacer pizza, bebemos cerveza y vemos una película, ya que vamos a estar los tres solos.
– Perfecto -dijo-, con este calor no tengo mucha gana de meterme en la cocina. Todo sea por una jarra de cerveza.

Ya de noche, mientras mi suegra terminaba con las pizzas, me acerqué a Raúl que veía la tele y le ofrecí un vaso de jugo. Cuando Josefa trajo las pizzas saqué la cerveza helada y nos dispusimos a cenar. Mi suegra no sospechaba nada de lo que iba a vivir esa noche…

– Mamá, tengo sueño, me voy a dormir ya.
– Espera Raúl, tienes que tomarte tu pastilla.

Todo estaba saliendo en función a lo planeado, con su pastilla, Raúl dormiría como un tronco. Mientras Josefa se levantó a buscar la pastilla llené de nuevo su jarra.

– ¿Qué te parece Juan si vemos la película que trajiste?, ¿de qué se trata?
- De suspenso, como a ti te gusta.

Me había asegurado de que tuviera alguna escena de sexo, pero no demasiadas para no incomodarla de antemano.

- Pero terminemos de cenar y luego la vemos tranquilos en el salón -le dije.

Terminamos y nos fuimos al salón y mientras ella ponía la película yo traje otra litrona bien fría de cerveza

- Bébetela antes de que se caliente -le dije.
– No Juan, ya bebí demasiado.
– Hace mucho calor, está exquisita, además no me vas a dejar bebiendo solo.
– Está bien, la última.

Esa jarra fue suficiente para que comenzara a ponerse caliente y a mostrar sus tetas

– Esta noche voy a follarte, suegra -le dije mientras la sostenía del pelo y con la otra mano le apretaba los pezones.
– ¡Estás loco, soy la madre de tu esposa, suéltame o grito!
- Vas a gritar, pero de gusto -metí la mano por debajo de su falda y comencé a morderle suavemente un pezón y ella se retorcía como una víbora.
- ¡Ah, no por favor, para ya, ahhhh! -comenzó a gemir.

Me incorporé para quitarme el pantalón y ella intentó escapar, la cogí del brazo y la tiré sobre el sofá y le arranqué la blusa, el sujetado la falda y las bragas, por lo que quedó totalmente desnuda, tratando de cubrirse, mientras llorisqueaba, su coño

– Qué bien poblado tienes el coño, suegrita. Un día de estos te lo voy a afeitar, pero por hoy te lo voy a chupar así.

Me arrodillé, metí la cabeza en su entrepierna y comencé a chupárselo.

- ¡No, por favor, ahhhh! ¡Juan estás loco, ahhhh! -ya no tenía más resistencia.

Mientras chupaba con fuerza, ella gemía y se iba deslizando del sofá al suelo. Le levanté las piernas, se las separé y comencé a lamerle la raja Tenía la polla erecta, pero quería que ella me pidiera que la follase. Sus gemidos cada vez eran más fuertes

- ¡Ah, ah, métemela ya y fóllame de una vez!

Estuvimos follando hasta que quedó rendida, agotada. Saqué mi polla todavía dura de su coño, me arrodillé sobre su cara y le dije

– Bueno, querida suegrita, ahora una buena mamada.
– No, eso es asqueroso -y comenzó a resistirse de nuevo, mientras acercaba yo mi polla a su boca, y ella con los labios cerrados y apretados.

Con mis piernas aprisioné sus brazos y no tuve más remedio que taparle la nariz para que abriese la boca y respirase. Se retorcía, lo cual me excitaba más aún. Cuando por fin abrió la boca, se la metí hasta la garganta. Comenzó a dar arcadas hasta que la cogí del pelo y le ordené que me la chupara. Abrió los ojos, se serenó y pegó una mamada tan soberana que me hizo correrme enseguida, y esta vez dentro de su boca

- Trágate la leche -dije, mientras le chorreaba por la comisura de los labios- y desde ahora, suegrita, vas a ser mi putita sin chistar, ¿de acuerdo?
– Si Juan, lo que tú digas. En realidad, estoy necesitada de sexo.
- Por eso. Te voy a follar todos los días.
- ¿Y cuando regrese mi hija?
- Ya buscaremos la manera.
- Vale, Juan. Lo dejo en tus manos. O en tu… polla, jeje.
- Ahora métete en la cama que mañana es domingo y tenéis que ir a misa -la alcé en mis brazos-, yo te llevo, y desde ahora en adelante vas a dormir desnuda, ¿entendiste?
- Sí, Juan. Desnuda para ti. Siempre a tu disposición.

La acosté y al verla tendida inmóvil, con las piernas abiertas, la polla se me endureció de nuevo, así que le dije:

– Antes de irme te voy a follar otra vez.
– Vale. Estoy agotada, pero me gusta cómo me folla tu polla.

No había terminado de decir eso cuando ya tenía toda mi polla adentro, y ella empezó a gemir nuevamente. Esta vez cuando estaba a punto de acabar, se la saqué y me corrí en sus tetas. Hice que con sus propias manos de desparramara mi leche por su cuerpo y que se chupara las palmas

Le di un apasionado beso y la dejé descansar. Se lo tenía merecido.


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Mensaje  achl Vie Sep 25, 2020 4:39 pm



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Sexo si amor


He dibujado mentalmente su cuerpo escultural desnudo, cerrando los ojos.

Son ya las siete de la tarde y él acaba de salir. Tres horas follando conmigo, sólo sexo, pero sexo de 24 kilates.

Me llamó y me pidió que le esperara sexy. Jugué con sus sensaciones en nuestra charla, porque supuse -como si me conociera- que le costaba imaginarme así; a mí, que jamás he aceptado un amante fijo.

Antes de que llegase me bebí tres latigazos seguidos. Quería estar suelta, puta.

Se fue satisfecho, y yo con el coño lleno. Condujo, feliz, dos horas hasta su esposa, seguro que tarareando una copla. Así le imaginé cuando, al final, reposó unos minutos mientras yo admiraba su cuerpo y su polla.

Después de irse me tomé otro latigazo, el despecho iba colmando mi vaso hasta hacerme aceptar las condiciones: "sólo sexo".

Esta última gota me dice, ahora que son las nueve, que acaba de llegar a Sevilla. Recibo un WhatSapp que me parece peligroso, con besos y corazones.

Finjo serenidad. Me tapo las tetas para cubrir mis vergüenzas –esto es lo que acordamos- de naufragios emocionales.

La verdad es que no me harto de esta situación. ¿O sí?


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Mensaje  achl Mar Nov 17, 2020 2:16 pm




CONTINUARÁ


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Mensaje  achl Mar Dic 15, 2020 7:57 am



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Un día como otro cualquiera


Era un día como cualquier otro. Solo la lluvia golpeaba en la ventana y te llamaba a voces para ir a su baile.

Ella había salido a reunir más pensamientos. Cuando regresó, yo ya había entrado. De pronto se oyeron llaves. Me apresuré con la toalla. Cuando abrió la puerta se encamino hacia el baño y me vio. Estaba esperando con una peonía blanca en la mano, cubierto de pies a cabeza con las lágrimas de lluvia. Al acercarse, me abrazó.

En ese momento, la toalla cayó suavemente de mi cuerpo húmedo. Se atrevió a recoger la toalla, me mira atentamente y sin darse cuenta de la pregunta: es tarde, cuánto tiempo será ... el que escuchó su respuesta "sin un minuto más cerca el uno del otro" se derritió y dijo: " y camino por tu mente. No está permitido, pero tanto como me gustaría estar ambos en el sofá para verme a través de tu prisma ".

Era la primera vez que descubría a un niño tan cerca, y son criaturas tiernas que no tienen maestro propio. Sus ojos clavados en los de él intensificaron su agradable seducción. Él la miró ferozmente. Tenía el pelo mojado y colgado en algunos mechones densos y voluminosos. Pequeñas gotas de agua brillaban al Sol antes que goteara de sus cabezas. Sus ojos brillantes eran tan brillantes como gotas de agua. Cuando levantó los ojos, entendió que se veían igual. No había palabra que pudiera decirse, por lo que se inclinaron el uno hacia el otro. Antes de presionar sus labios para tocarlo, miraron una vez más a los ojos con calidez.

Él movió sus manos con cuidado hacia abajo y sintió su cintura mientras besaba su barbilla. Echó la cabeza hacia atrás y le permitió besarle en el cuello. Sintió una chispa y en ese justo momento metió la cabeza entre su canal. Él sintió sus manos a los lados de su cara. Fue un toque suave. Fue un toque de amor. Sus dedos se abrieron paso a través de su cabello desde la parte posterior de su cabeza.

Después acarició su cuello, besó sus labios con delicadeza, y, cuando se miraron el uno al otro, entendieron que harían el amor. Estaban listos para explorar el uno al otro, se sentían parte del otro. Ella envolvió sus brazos alrededor de su cuello y presionó su cuerpo más cerca del suyo, podía sentir su corazón latir, un acelerar tan rápido como el de ella.

Pero, de pronto, sus besos eran más apretados y abundantes. Con la punta de los dedos trazó una línea desde el cuello hasta la parte más inferior. Sus labios siguieron el mismo camino. La escuchó gemir mientras aplicaba un beso en sus senos.

Cogió sus manos, las besó y susurró: "todo a su tiempo". Estaba pensando en irse ahora mismo, pero respondió: "no te atrevas". Él sonreía y dijo: "tan ansioso, tan cachondo. No sabes lo que empezaste”. “Creo que sí, no pares", suplicó. "Si es eso lo que quieres".

Él alcanzó detrás de ella, ella sintió una sensación de calor debajo de la cintura, como si sintiera una mayor humedad. Cuando se volvió hacia ella, sus ojos ardían como fuego, pero ella también tenía un ojo de león, como si quisiera arrancarla por completo. Lo quería tan profundo, tan profundo que lloró de placer.

La cogió en sus brazos y la abrazó fuertemente contra la pared. Después de sumergirse en ese gran mundo de lo desconocido, cayó de nuevo en el sofá. “No pares ", suplicó.



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Mensaje  achl Lun Dic 21, 2020 8:20 am



Entrega de los Oscar

En las tablas del escenario el cantante terminaba su canción. Un nerviosismo reinaba en el pequeño pero concurrido cuarto de control, en lo más alto de la parte trasera de la sala. No se trataba de un programa de los corrientes; era, nada menos que la retransmisión en directo del acontecimiento más importante del mundo de la cinematografía: “la entrega de los premios de la Academia; los Oscar”.

Numeroso aplausos impacientes se oían mientras el cantante daba por finalizada su actuación. Se inclinó mostrando sonrisa, tras la que se ocultaba indignación. La orquesta había arruinado su arreglo musical y había ahogado sus últimas notas.

De pronto, una voz enérgica sonaba en los altavoces del cuarto de control. Era la voz del director.

—¡Un minuto más, y pausa para la publicidad!
—¿Qué canción era ésa? –añadió, preguntando, con aire de despistado.
—La segunda -contestó su ayudante-. O la tercera. No estoy segura.
—Sea la que sea es malísima –contestó, y le preguntó-: ¿qué es lo que sigue ahora?
—El premio a la mejor adaptación cinematográfica de un libro. Ahora vamos a enfocar a todos los candidatos.

El director miró hacia las pantallas. Las cinco centrales captaban cada una a una persona diferentes; cuatro hombres y una mujer. Ellos con esmoquin, parecían nerviosos. En cambio, ella se mostraba indiferente ante todo lo que la rodeaba. Tenía los ojos semicerrados, los labios abiertos ligeramente y movía la cabeza en forma convulsiva, como escuchando una música proveniente de su interior.

—¡Esa tía está drogada! –exclamó el director-, pero qué bonita es –añadió rápidamente.

Empezó la cuenta atrás para los comerciales. No bien acabaron se encendió una luz en las pantallas. Se podía ver al maestro de ceremonias regresar al estrado; el director hizo una toma de él y después enfocó a dos artistas famosos, un hombre y una mujer, que subían al escenario entre los aplausos de la concurrencia. Las palmas cesaron apenas empezaron a leer la lista de los candidatos.

A medida que iban pronunciando los nombres, los 4 hombres trataban, sin éxito, de parecer indiferentes, mientras la mujer seguía dando la sensación de estar en otra galaxia.

Llevaron el sobre al escenario, con la consabida pompa y solemnidad, el sobre era abierto, con suspense.

—¡Oscar a la mejor adaptación de un libro corresponde a...! –la artista invitada hizo un receso en el momento culminante, después miró a su colega. Éste agregó, con voz aguda...

¡Vivian Pec, por… ¡Las chicas buenas van al infierno!

Un cámara fijó a Vivian, que en un principio parecía no haber escuchado. Sus ojos se abrían y esbozaban sus labios una sonrisa forzada. Empezó ella a caminar. Otro cámara la seguía mientras iba hacia la parte delantera. Solo después de que bajase los escalones y de volverse hacia el respetable, pudieron hacer una toma completa de su cuerpo.

—¡Hostias! -exclamó una voz femenina quebrando el silencio en el de control-. ¡Esa mujer no lleva ropa interior bajo el vestido transparente! ¡Quítenla del primer plano! -ordenó la ayudante.
—¡De eso nada! –intervino el director-. Dejemos que se les empine un poco a los cámaras.

Mientras, Vivian se iba al micrófono portando el Oscar en la mano. Parpadeó varias veces, como luchando contra el sueño o contra el llanto, vayan a saber Pero cuando abrió los ojos, lucían resplandecientes.

—Señores y señoras de la Academia. Público en general –empezó en un tono de voz suave-. Si les dijera que no me siento orgullosa, les mentiría. Esto es algo que solo ocurre en los más disparatados sueños de un escritor...

Los aplausos la interrumpían, pero cesaban a petición de la galardonada, haciendo gesto con la mano que le quedaba libre.

—...Empero, no puedo dejar de sentir resentimiento y tristeza a la vez. ¿He merecido este premio como mujer, o como escritora? Me parece que no hay dudas de esta clase en la cabeza de ninguno de los cuatro caballeros candidatos, de haber sido alguno de ellos el ganador. Pero lo cierto es que todo lo que tuvieron que hacer es escribir sus libretos. No tenían que acostarse con todos y cada uno los participantes de la película para lograr que ésta se llevara a cabo. No obstante...

Un rugido corría en la sala, y un confusionismo invadía el cuarto de control.

—¡Comiencen ya a grabar! -se oía la voz del director-. ¡Corten! ¡Esperen un segundo! ¡Ahora! ¡No! ¡Pongan el VTR! ¡Quítenlo! ¡Cinco segundos más! ¡No! -se sentó a medias en el asiento que ocupaba de detrás de la mesa y echó un vistazo a la sala por la ventanilla-. ¡Tomen escenas de las reacciones del público, desde todos los ángulos! ¡Ahí abajo se está formando la de Dios en Cristo!

Las imágenes aparecían ya en las pantallas: mujeres en pie, aplaudiendo, gritando. Hombres entusiasmados y perplejos...

—¡Bien, Vivian! ¡Cuenta la verdad! –decía una señora puesta en pie y un cámara hacía un primer plano de su acompañante, el cual intentaba por todos los medios hacerla sentar otra vez. El director del cuarto de control ordenó que un cámara siguiera permanentemente a Vivian cuando prosiguiera con su discurso.

—...no puedo pasar por alto esas costumbres manidas hipócritas de dar las gracias a toda la gente que hacía posible que ganara este Oscar. Especialmente, ahora sin hipocresía pero con cariño, a un oficial de la policía de Santa Mónica, llamado Al Ray, y a su encantadora hija Susan. Pido el mejor aplauso de la noche para estos dos grandes ausentes –la sala estallaba-. Mi siguiente agradecimiento es para mi agente, que siempre decía que lo único que importaba era lograr que se hiciera la película -buscó con la mirada el sitio donde sabía que estaba, pero no lo podía ver por mor de las luces de los focos. Pero dirigió la voz hacia ese sector-. "Tienes que estar ya más tranquilo, viejo, ya ves que no ha sido tan difícil" –y siguió hablando para el público-: todo lo que yo hice ha sido, "simplemente" follar con el productor, mamársela al primer actor y lamerle el coño a la esposa del director. Gracias a todos ellos, porque fueron, tal vez, los que lo hacían posible...

—¡Jo! -exclamó el director del cuarto de control. El ruido del vocerío general, de nuevo ahogaban las palabras de la galardonada.

—¡Cortar los micrófonos de la sala! –soltó el director.

No obstante eso, los potentes altavoces hacían posible que la voz de Vivian se oyera por encima del griterío.

Guardaron relativo silencio al aparecer nuevamente en los altavoces la voz de la triunfadora de la noche.

—...Y por último, quiero expresar mi agradecimiento a todos los miembros de la Academia por haber tenido el privilegio de haber sido la elegida como ejemplo de escritora del año. Y en su honor, voy a descubrir una estatua que mandé hacer expresamente para ellos.

Reía burlona mientras la mano que tenía libre tanteaba por detrás del cuello. De pronto el vestido cayó. Quedó quieta en el escenario, con el Oscar en pose invertida sobre su figura desnuda. El cuerpo del muñeco cubría parte de las tetas y el estómago, y la boca de la cabeza calva parecía reír a causa de las cosquillas por el vello del pubis.

Un escándalo monumental recorría la sala. Algunos espectadores, en pie, gritaban, jaleaban, vitoreaban, reían, mientras dos guardias del servicio de seguridad corrían hacia el escenario para tapar a la oscarizada. Al llegar, uno de ellos intentaba cubrirla con su guerrera. Pero Vivian, gloriosa y ufana, apartaba la guerrera a la vez que bajaba del estrado luciendo, con un contoneo deliberado, su espectacular figura.

Mezcla de asombro y felicidad se reflejaba en la faz del director del cuarto de control, pero antes de dar paso a la publicidad, dijo:

—La ceremonia de la entrega de los Oscar no volverá a ser igual después de lo ocurrido esta noche.
—¿Cubriremos el índice de audiencia? -preguntó su ayudante
—Así lo espero. De lo contrario, sería una pena que la verdad no tenga la misma oportunidad de oírse como la mentira.


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Mensaje  achl Sáb Ene 02, 2021 10:29 am


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Me quedé a medias la primera vez

La cogió del mentón y, luego de volver la cara hacia la suya, la besó. Su boca respondía temblorosa. Apoyado en su no resistencia, acudió al SOS de su excitación. Se la acercó y alzó tentativamente la mano hasta el coño. Se podía oír, anhelosa, la respiración de ella, pero no lo apartó. Crecido de nuevo por la ausencia de oposición, metió su otra mano dentro de la blusa y le desabrochó el sujetador. Restregó contra sus tetas su dura masculinidad, aplastándoselas. Un orgasmo bestial lo hacía estremecer espasmódicamente, y el semen, en esa zona de su ropa, fluía incontenible "¡Ahhh!”, gritó, pero se contuvo al ver que ella gemía, con los ojos vueltos. “¡Eh!” -gritó otra vez, la llevó al asiento de atrás cubriéndola con su cuerpo. Manoteó, nerviosa y torpemente, en su corazón. Los pezones se le empitonaron. Seguía con los ojos cerrados, inmóvil. Pasados unos segundos, volvió a abrir los ojos. Vio él en su mirada algo que nunca había visto antes. Como si ella hubiera confirmado lo que venía sospechando. Se sentó en su asiento del lado del volante. “Lo siento, perdí la cabeza”. “No pasa nada, yo también disfruté”. “¿Estás enojada conmigo”. “Agradecida” “¿Agradecida?”. “Sí, por ayudarme entender”. Arrancó él el motor del coche e inició la salida rumbo a la casa de ella, sin haber entendido lo que quería decir con sus últimas palabras.

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Mensaje  achl Dom Mar 07, 2021 10:16 am



Sólo escritos eróticos - Página 8 Erztic17


Turquía y el sexo


Turquía es tierra de contrastes, con esa mezcla entre el mundo árabe, asiático y europeo. Por lo que sus mujeres tienen un no sé qué que las hacen especialmente sensuales. Pero aparte de esa mezcla de culturas, las turcas son en sí disímiles a todas y únicas en su especie. Del mundo árabe adquieren exotismo y capacidad de bailar extremadamente sensuales, y ese misterio que siempre está próximo de ellas. De Asia, la lujuria sexual y la distancia que plantean al inicio, y que después se vuelve en un cariño que llega a ser hasta desmedido. Y de Europa, toman el amor por el sexo y gran parte de su belleza. Por tanto, podemos decir que tras adquirir lo mejor de tres países y aunarlos en uno solo, Turquía es necesaria para cualquiera que quiera disfrutar, no solo de su cultura, paisajes, cocina y ocio, también de un sexo con mujeres realmente hermosas y lujuriosas. Ahora bien, ¿un viaje a Turquía es algo fácil de hacer? Uno tiene que pagarse el pasaje, hospedaje, alimentación y gastos misceláneos que hacen que un plan sea fructífero. Así que, si no estamos en situación de poder costearnos un viaje a Estambul o Ankara en búsqueda de hembras dispuestas a hacer de todo contigo, lo más económico es ver videos de porno turco. Un tesoro de un porno repleto de chicas turcas cachondas y listas para hacerte pasar el mejor rato sexual de tu vida. Lo único malo de pasar mucho tiempo viendo esos vídeos, es que terminas tentado y, finalmente, te compras un pasaje y disfrutas de un montón de chicas turcas calientes.



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Mensaje  achl Vie Mar 26, 2021 1:34 am



Sólo escritos eróticos - Página 8 Erztic18


La madre de Nacho


Nacho está a punto de llegar, y yo de estallar. Nunca se sabe lo que espera a uno. Las oportunidades nos marcan la vida, incluso hasta las que dejamos escapar. Pero esta oportunidad la quería yo evitar.

“Es mejor que espere a Nacho en la calle, no quiero subir a su casa, sé bien lo que siento y quiero evitar una tentación”, pensé.

Pero su madre me invitó a subir y a esperar en el piso a su hijo. Le dije “vale”. Y aquí estoy yo, observando cómo me hace una descomunal mamada una mujer mucho mayor que yo, que me está chupando la polla sin parar como si le fuera la vida en ello.

— ¡Sigue! -le digo al ver su insistencia de golosos meneos de lengua.

Le cogí con la mano la cabeza para algo que nunca imaginé hacer con ella. Inimaginable es que me chupe la polla la madre de mi amigo y colega.

Tiene 43 años y está buenísima; guapa, ojos verdes, tetas grandes pero bien puestas y un culo redondo de ensueño. Se divorció de su marido cinco años atrás y desde entonces sé por su hijo que no sale con hombres. Me he dado cuenta de que mira mucho mi paquete. ¡Pero yo solo tengo 18 años y su hijo es mi mejor amigo! Aunque sabido es que el imperativo de la carne no entiende de edades ni de amistades.

— ¡No pares de chupar, que veo que estás gozando de lo lindo!

De pronto, deja de chupar, se saca la polla de la boca y me dice:

— Hacía tiempo que quería comerte la polla -y vuelve a bajar la boca.
— Pues sigue comiendo hasta que se te pase el hambre.
— No se me pasará. Me gustas demasiado, lástima que seas tan joven.
— Tú también me gustas. Por eso precisamente no quería subir.
— Tócame las tetas, las tengo sensibles -me dice, mientras se incorpora para que la bese en la boca y la abrace. Está más caliente de lo que yo pensaba, porque los pezones los tiene hinchados y afilados, y de sus labios chorrean hilos gruesos de saliva.
— ¿Sabes que tienes los pezones a reventar?
— ¡Por tu culpa! Si me los lames despacito me harías aún más feliz.

Están a veinte centímetros de mi lengua juvenil, pero la realidad es que una despampanante madura está follando con la boca la polla de un púber y pidiéndome que le lama los pezones. Creo que no se atreve a más…

— Claro que sí. Estaba deseando que me lo pidieras -y llevo mi boca a sus tetas. Con una mano las levanto hasta mi boca. Sus pezones están rabiosos, y sus hermosas tetas se hallan duras y llenas. Mientras ella, con varios dedos de la mano derecha se agita con desespero su caliente clítoris, gimiendo y hasta rugiendo. Está terriblemente excitada.

— ¡Ahhhh, qué gusto me estás dando! -me dice y me atrae más hacia ella, y en ese momento pienso que me va a pedir... pero no…

Mi polla va a explotar. Su coño desprendes un aroma… No sé explicarlo con palabras, pero es excitante al máximo. Su hijo no llega. Nunca me importó menos la ausencia de mi amigo Nacho. Su madre, todavía con el sabor del líquido pre-seminal en su boca, y yo, yo… lamiéndole sus preciosos pezones y con unas tremendas ganas de devorarle el coño y después follármela por delante y por detrás.

De pronto, suena el móvil de ella, lo coge, escucha lo que le dicen y después responde: “vale, hijo, hasta luego”.

— Mi hijo está con su padre, van a comer juntos y a hablar de sus cosas. No vendrá por los menos en dos horas --me dice, abriéndose de piernas, como si hubiese leído mi pensamiento...



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Mensaje  achl Sáb Abr 03, 2021 1:19 am




Sólo escritos eróticos - Página 8 Erztic20


Escenas eróticas de la actriz española
revelación MARÍA PEDRAZA


https://es.pornhub.com/view_video.php?viewkey=ph5ed8b1663f61a

Razz


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Mensaje  achl Jue Abr 15, 2021 9:56 pm


Sólo escritos eróticos - Página 8 Erztic21


La necesidad obliga

Una monjita de un pobrísimo convento se vio obligada a buscar un trabajo, para ayudar a la economía del convento. Se hizo de un periódico del día y empezó a leer “Sección de empleos”. Vio un anuncio:

MUJER, SI ERES JOVEN Y TIENES GANAS DE TRABAJAR 10 HORAS DIARIAS, TE OFRECEMOS UN TRABAJO; SI ESTÁS INTERESADA PRESÉNTATE DE 6 A 8 EN EL 21 DE LA CALLE GLORIA BENDITA. TE ESPERAMOS

Miró su reloj: 19:10. Se apresuró en cambiarse el hábito por ropa de calle, y se fue hacia esa dirección. La recibieron y la sometieron a una prueba que ella no entendía; quitarse la ropa y quedarse solo en bragas y sujetador.

“Querrán ver si estoy sana, digo yo”, pensó la ingenua monjita.

Una vez pasada esa criba, la enviaron a una sección contigua.

—¡Hola!”, la saludó efusiva una chica, que era la encargada de vestuario.
—Hola -respondió tímidamente.
—Mira, vestirás solo la ropa que te asigne el jefe. Con los clientes tendrás que saber ser amiga sin ser entrometida. Te ocuparás de que tu clientela se sienta tan cómoda como en su casa. Te exigiremos un buen manejo de los idiomas español, italiano, francés y alemán. Y en cuanto a tu retribución, 50 euros por jornada, que puedes quintuplicar o sextuplicar en función de "ciertos factores”, el hablar esos idiomas es uno de ellos.
— ¿Y cuáles son los otros?
— Tu misma los irás viendo.

La monjita hacía mentalmente sus cálculos mientras se iba embutiendo en mini minifalda y blusa de un generosísimo escote. Se miro al espejo y se gustó. El resultado final de todo esto: cada día por la mañana le entregaba a la Madre Superiora del convento un mínimo de 300 euros.



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Mensaje  achl Vie Abr 16, 2021 2:43 pm



Sólo escritos eróticos - Página 8 Erztic22


De escritora a supervisora de un puticlub

Levanté la mirada y miré la hora en el reloj de pared de mi oficina: las diez y diez. Ya debía haber terminado el cambio del personal. Era ahora el momento de iniciar mi inspección cotidiana. Pero antes de salir me paré unos instantes ante el lujurioso espejo con la silueta de un coño colgada detrás de la puerta de entrada y salida de mi dependencia.

El transparente vestido me lucía bien. Estaba satisfecha. Los primeros días en mi nuevo trabajo, había sentido timidez al verme obligada a llevarlo, pero al observar más tarde que a nadie parecía interesarle, abandoné mi timidez; a casi todas las chicas que trabajaban en este club les había ocurrido lo mismo.

Bajé cuatro plantas en el ascensor hasta la disco. Mi trabajo consistía en verificar que todos los puestos sí permanecían cubiertos y en asegurarme de que había otras chicas para sustituir a las que se habían ausentado. Como así, organizar los horarios. El señor Ruiz había sido el que tuvo la idea de montar este club, y el éxito alcanzado había superado todos sus cálculos. No era en realidad lo que a él le habría gustado hacer pero su avaricia por ganar dinero le había presionado Al señor Ruiz le supuso un desembolso de tres kilos de euros la instalación del club. Pero eso no parecía preocuparle. El dinero no significaba gran cosa para él, como les ocurre a los granujas magnates que manejan impresionantes sumas de dudosa consecución. Lo más importante de todo para él era aumentar grandemente su patrimonio.

La música sonaba con fuerza en la parcialmente concurrida discoteca. Era demasiado temprano para que hubiera más ambiente allí. A partir de las doce, empezaría a llenarse.

Paco, el encargado, salió a mi encuentro al verme avanzar hacia él.

—Todo bien -informó-. Venga más tarde. Estamos probando ahora un disc jockey nuevo, del que hablan maravillas.
—Lo intentaré –le respondí, y él me dio la lista de las chicas que estaban trabajando en ese momento.

Sobre la marcha, subí hasta el bar de la planta baja. Damián se encontraba sentado frente a su escritorio-. ¡Buena noche tenemos, señorita supervisora! -anunció.

—‘Magnífico! –respondí en su mismo tono, y recogí su lista.

Subí otra planta. Los reservados empezaban su movimiento justo cuando yo aparecí. Juanca se me acercó.

—Necesito más carne magra para el próximo finde -me dijo, nervioso-. El pasado finde pasé apuros. Pero, al final, Pepe, de la quinta, pudo “prestarme” seis nenas. Pero no quisiera tener este tipo de problemas en lo sucesivo.
—Vale. Se lo haré saber al señor Ruiz.
—No lo olvide. Tenemos que ser serios y no dar la sensación de mala organización. Daríamos ventajas a la competencia.

A partir de la tercera planta, todas eran exclusivamente para la gente VIP. Decidí echar un vistazo a la piscina. Había tres clientes conversando fuera del agua y tres chicas tumbadas en el césped, con aire ausente. No parecía importarles que estuvieran en pelotas. Indiferentes los miraban. O ya habían visto muchas pollas, o iban a su bola. Me aproximé a ellas y les dije que al señor Ruiz no le iba a gustar su actitud, cuya cambió enseguida, no sin antes lanzarme una vaharada de miradas hostiles. Aun mi trato amable con todas y cada una de mis compañeras, no ignoraba que no era bien acogida por algunas, sobre todo por “las creídas". Y no sabía por qué. A no ser porque mi sexo era el preferido del jefe.

—Calma total, bombón -me dijo el donjuán de Toni, cuando salió del bar-. No hay ningún cliente en mi sala de masajes ni en mi sauna –agregó.

El gimnasio de la planta superior estaba semivacío. Sólo dos de los reservados tenían las cortinas echadas. Quizás cliente y empleada estaban "conversando” en la cama.

—Noche negra -me dijo, enojado Dani, el vigía de la planta más caliente de todo el club-. Parece que esta noche todos los mariditos han decidido permanecer en sus casitas con sus amaditas espositas. ¡Es desquiciante! Me canso más sin hacer nada.

Solté una carcajada.

—No es gracioso -echó seriedad al asunto-. Algunas de mis chicas están empezando a divertirse entre ellas –señaló uno de los cuartos.
—Pues no debes permitir que ocurra eso -contesté, con cara de circunstancias. Debes dejarlas que practiquen contigo. En este club, el "tortilleo" está prohibido.
—Mi esposa, kufff! –replicó poniendo la mano en horizontal en la garganta haciendo gesto como de cortarse el cuello-. No sabe usted cómo se las gasta la fiera de mi parienta.

Reí de nuevo, y me despedí de Dani. Subí a otra planta. Allí no ocurría nada. A partir de la sexta, había reservados para los clientes que querían pasar la noche entera. Nicolás y sus quince chicas, por separado, jugaban en ese momento a las cartas. Saludé de pasada, sonriendo e inclinando levemente la cabeza, y regresé a mi oficina.

Llegué y, guardé los listados en el cajón de mi escritorio. Ya relajada, encendí un Winsthon y me fui hacia el despacho de dirección. Ruiz no estaba allí. Extraño. Cuando a las ocho salí de su costoso chalet me dijo que llegaría a las diez. Y ya eran las once. En vista de lo cual, y como por el momento no tenía más que hacer, se me ocurrió bajar a la discoteca para ver actuar al nuevo disc jockey. Un buen pinchadiscos era básico en un sitio así. Una música adecuada para ciertas personas determinadas, mantenía vivo el local.

Pero empero, desistí bajar. No estaba con ánimos. No tenía ganas de hablar con nadie más. No resulta fácil el tener que sonreír, simulando interés en todo lo que me decían.

Encendí otro Winsthon. Pero caí en la cuenta de que lo que en realidad tenía ganas era fumarme marihuana. Pero no debía. Las reglas eran estrictas. Fuera drogas en el club. La expulsión de la persona que sorprendieran sería inmediata, además de una pésima carta de recomendación.

"No cometeré un fallo", había dicho Ruiz. Los otros grandes puticlub intentarán arruinarme si lo cometo; debo cuidar de no darles la más mínima oportunidad".

Pero en su chalet era diferente. Tenía de todo: marihuana, crac, hachís, cocaína, heroína, anfetamina, que nos gustaba usar y abusar mientras hacíamos sexo. Pero nunca llevaba nada de eso encima. A veces pensaba de dónde las podía lograr de tan buena calidad, pero no se lo preguntaba. Solo había algunos asuntos que tocábamos, y entre ellos el de su familia.

Me acuerdo de la única vez que vi a su padre. Apareció por el club una tarde, días después de la apertura. Lo rodeaba dos tipos fortachones. Ruiz lo hizo subir directamente a su despacho. Al cabo de un rato bajaron y su hijo lo acompañó a visitar el club. Dos horas de un sitio a otro, y a su padre aún le quedó por visitar las plantas dedicadas a los socios.

Casualmente me hallaba en holl en el instante en que salían al pasillo de salida a la calle. Ruiz me vio, pero ni intención hizo por presentarme. Su padre era un hombrecillo de pelo gris y ojos negros inexpresivos. Su hijo se inclinó, y su padre lo besó en la frente, cabeza, cara… con gestos que parecían cómicos. Sonrió y le dio unas palmaditas en el hombro..

—Todo me parece bien, hijo. Estoy orgulloso de ti. Este es un negocio con el que podemos ganar mucho dinero –se dio media vuelta y salió a la calle, escoltado por sus gorilas.

Ruiz se volvió y me miró y, sin decir palabra, se metió en el ascensor que llevaba a su despacho. Seguí sus pasos.

Su petaca de whisky la estaba vaciando en la boca cuando entré. Nunca antes lo había visto beber alcohol en horario de trabajo Algo iba mal.

—¡Joder, ya está bien! –gritó, nervioso.

Al llevar de nuevo el cuero a sus labios, vi que le temblaban las manos. Bebió otro largo trago y me dijo, de pronto, con cara desencajada:

—¡Quiero follar contigo!

Sus ojos reflejaban una extraña expresión. No sé por qué, pero daba la sensación de que tenía miedo de la respuesta que iba a recibir.

—Vale –respondí, tranquilamente.
—¡Pero ahora mismo!
—¿Cierro la puerta con llave?
—¡Aquí no. En mi chalet! ¡Múdate enseguida!

Poco después partimos hacia su chalet. No hablábamos mientras caminábamos hacia su coche. Su chalet tenía un amplio ventanal, con vistas al Guadalquivir.

Cuando llegamos, encendió las luces y se fue hasta la mesa del salón, donde había una tabaquera.

—¿Quieres uno de estos? –me preguntó, a la vez que abría la tabaquera.
—Bueno...

Cogió un cigarrillo para mí y otro para él. La marihuana era dulce. Por lo general, sentía su efecto después de la primera chupada. Pero esta vez no fue así.

—¡Vamos ya! -me empujó levemente.

Lo precedí hasta su dormitorio, al mismo tiempo que se iba quitando toda la ropa. De pronto se paró y me ordenó:

—¡Desnúdate completamente!

Dejé el cigarrillo sobre el cenicero, en la mesilla, y empecé a desvestirme. Me incliné para quitarme los zapatos. Cuando me enderecé vi que estaba desnudo y ereccionado su pene. Abrió un cajón del armario y sacó de él una cajita de color verde, una cucharilla dorada y un frasco que contenía unos polvos blancos. Finalmente, se me aproximó llevando en la mano todas esas cosas.

Abrió la cajita y sacó un poco de polvo con la cucharilla. Se la acercó a la nariz y aspiró profundamente. Luego, repitió la misma operación en el otro orificio nasal. Comenzaron a iluminárseles los ojos.

—Aspira -me dijo, pasándome la cucharilla.
—¿Qué es esto? -pregunté.
—Cocaína
—¿Hace daño?
—No.

Lleve el utensilio a mi nariz y aspiré. Pero el polvo me hizo estornudar. Se echó a reír mientras acercaba la cucharilla a la otra fosa. Aspiré de nuevo, pero ahora no me picó.

—¿Qué tal?
—No siento nada -respondí.
—Espera… espera… -comenzó de nuevo a reír.

Tenía razón. Al poco, sentí que se me insensibilizaba la nariz y que tenía la boca seca. Parecía estar en una nube. Ruiz no me había quitado ojo de encima durante todo el proceso.

—¿Qué? –reía ahora con más fuerza.
—Creo que ya estoy empezando a volar.

Dejó el frasco sobre la mesilla y me apretó contra sí. Su boca, caliente y sensual, mordía la mía, y sus brazos rodearon mi cuerpo, desnudo. Bajó un poco, y primero comenzó a lamer enloquecedoramente mis tetas y luego mi clítoris. Después, me tiró en la cama. En ese momento, lancé unos gemidos de placer.

Levantó la cabeza y sus ojos se clavaron en los míos.

—¡Me tienes loco! -dijo, en forma casi agresiva.
—Me alegro –respondí. Mi pena era insignificante al lado de sus problemas. Su mundo de sufrimientos estaba más allá de mi alcance.

Sus ojos desprendían una expresión primitiva. Pero antes de tener tiempo de preocuparme, sentí como su larga, gruesa y dura masculinidad me penetraba, rompiendo de nuevo mi himen semicerrado.

Mi cabeza parecía explotar. Un reguero apacible, de sangre y fuego, se desparramaba sobre mi cerebro.

Comenzó a sacudirse frenéticamente, por lo que enseguida alcanzó el climax. Se apartó bruscamente, clavando las uñas en la sábana, a ambos lados de mi cuerpo. Los ojos los tenía cerrados y la cara crispada, como un loco.

—¡No! –gritaba, sin poder controlarse-. ¡No puede ser!

Traté de acercarle más a mí, pero se estremecía y caía sobre un costado de la cama, inmóvil. Súbitamente, comenzaba a sollozar, lanzando angustiosos lamentos.

Apoyé su cabeza contra mi pecho y la acaricié.

—Tranquilízate.

Pero, haciendo caso omiso a mi última palabra, levantó de nuevo la cabeza. Y, entonces, vi que de sus ojos emanaba un reguero de lágrimas.

—¡No lo entiende! ¡Maldito sea!

Esperé a que siguiera hablando para enterarme de una vez de qué iba la cosa.

—¡Al final logró lo que quería! ¡Por huevos quería meterme en el negocio de la familia! ¡Y lo ha conseguido!
—No te atormentes más -le dije-. Todo se arreglará.
—¡Se suponía que el club era mío! ¡Mío! ¡Mi padre me prestó el dinero, pero ahora no quiere que se lo devuelva! ¡Ahora todos somos socios!
—¿Para eso han venido?
—¡Sí!
—Mejor hubiera sido haberle puesto una bomba al club, y así lo olvidaría todo. Lo habría interpretado como una idea loca de "su hijito favorito" –añadió, un poco más calmado.
—No sé, según he oído, las familias de ascendencia italiana se respetan, ocurra lo que ocurra.

—Y has oído bien. Pero cuando se trata de dinero y poder...
-se secó las lágrimas-: “la Cosa Nostra” es solo una sigla para la galería sensacionalista. Mi padre se libró de sus hermanos para convertirse en jefe, y cuando él muera, sus sucesores, excepto yo, se matarán entre ellos para ocupar su puesto. Así es como funciona “la Cosa Nostra”. Ya te iré informando sobre qué significa "el amor fraternal italiano"

Guardé silencio unos segundos. Al fin, le pregunté:

—¿Y qué pasará ahora?
—Que seguiré dirigiendo el club. Pero con la gran diferencia de que los beneficios serán repartidos entre los dos.
—¿Y los tres millones que te prestó tienes que devolvérselos?
—Ahora todo se ha convertido en un negocio familiar. Por lo que el consejo los reintegrará en forma de beneficios.
—¡Qué bien! –repliqué, y él me miró sorprendido. Añadí-: mi padre es director de un Banco, y recuerdo que una vez le oí decir que un adelanto en efectivo del cuaderno particional de una herencia familiar, que por las razones que fueran no podía ser devuelto, era mamela pura. A la hora del reparto podían ir mal las cosas y no habría dinero. Pero si todo va viento en popa, corresponde por ley. Pero en el peor de los casos, lo anticipado, anticipado queda. Así que, como sois dos a repartir... –hice una pausa para que trascendieran mis palabras-: ...¡cariño, acabas de embolsarte una pasta gansa! ¡Nada menos que la tontería de millón y medio de pavos!

Se le iluminaron los ojos. Finalmente, sonrió.

—Cuando te traté por primera vez, supe que tenías talento. No ha fallado mi ojo clínico –saltó de la cama hasta el suelo, y me preguntó, señalando el bar-: ¿te apetece una cop...?
—No -lo interrumpí-. Pero me apetece fumarme otro pitillo de esos tuyos, si es que quedan.
—Todos los que quieras -contestó, y se fue al salón.

Regresó con la tabaquera en la mano. Se me acercó, cogí un pitillo y lo encendí. Me eché en la almohada, aspirando. Esta vez sí surtió el efecto deseado. Y a partir de entonces, comencé a sentirme bien.

Él se quedó en pie junto a la cama, mirando con regodeo mi cuerpo desnudo. Me gustó, pero sentía pudor. Para desviar su atención, le pasé la hierba, a la que dio una chupada y me la devolvió. No obstante, de nuevo sus ojos en mi cuerpo, pero ahora repartidos entre mis tetas y mi entrepierna. Finalmente, después de haber dado una chupada larga y ya desinhibida, tendí los brazos y le dije:

—Ven. Tu pene está en deuda con mi vagina. Antes no me vino...

Lo acogí con ansia y fue entonces cuando realmente hicimos el amor. Al otro día llevé mis cosas a su casa, salvo la máquina de escribir y mis escritos, que los dejé adrede en la mía. A pesar de mi decisión de irme a vivir con él a su chalet no quise desprenderme de mi humilde piso, que seguía pagando el alquiler Me gustaba la idea de poder contar con un lugar tranquilo en donde ir a inspirarme y proseguir con mi Literatura, sin nada que perturbara mis pensamientos.


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Razz Razz Razz




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Mensaje  achl Sáb Abr 17, 2021 11:38 pm




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Engañada



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Mensaje  achl Sáb Abr 17, 2021 11:48 pm


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Engañada

Esta es mi historia hasta los 28 años que ahora tengo. Me llamo Claudia y soy una chica agraciada de cara y cuerpo. Me casé a los 26 años, pero mi marido, que en el primer año de casados era un hombre con un alto sentido de la moralidad, en el otro se convirtió en un pervertido. Me propuso que estableciéramos una “relación abierta con cambios de pareja”, a lo que me negué rotundamente, pero él insistía y lo único que estaba consiguiendo era que nuestra relación se rompiese a pedazos por día; tanto, hasta llegar a la ruptura definitiva por mi parte. En los últimos campases de nuestra inexistente relación, me tendió una red de añagazas a través de falacias gigantes. Me dijo que la esposa de su socio me iba a conceder un trabajo de contable, que es mi profesión, en una de sus empresas, para lo cual, por su cuenta me preparó una entrevista. Lean… lean…


Después de una exquisita cena, sin, por supuesto, faltar como colofón final el alcohol y la droga, me di cuenta de que Carmen (que así se llamaba la tal) quería algo más de mí que mis saberes en contabilidad. No sé exactamente cómo entré a por uvas en lo que me ofreció e insistió. El caso es que, cuando ambas nos metimos en la cama, yo estaba medio drogada, y medio borracha. Pero parecía que no me importaba. Y entonces comenzó "la gran corrida", y, para mi sorpresa, me gustaba. Nunca llegué a imaginarme que las caricias y los besos de una mujer fueran algo tan excitantes. Las diabluras que Carmen hacía con sus dedos y su lengua, convertían mi pequeño consolador en un juguete infantil. Era como si me abrieran las puertas de un nuevo mundo.

Cuando desperté a la mañana siguiente, en la cama de Carmen y con ella a mi lado, pude ver lo bellísima y lo escultural que era desnuda, incluso sin maquillaje. Entonces me di verdaderamente cuenta de que había gozado toda la noche, tanto o más que aquella bisexual y lujuriosa empresaria millonaria.


Esperé hasta las tres antes de volver a casa, en busca de mis cosas, pensando en que mi ex marido estaría en su club revisando la caja del día anterior, como solía hacer (yo decía mi ex, y, aunque él no me concedía el divorcio, la última faena que me hizo rebosó el vaso de mi aguante). Abrí con mis propias llaves y me fui presurosa al dormitorio principal de la casa. Pero mis cálculos habían fallado. Mi ex seguía acostado. Raro en él. Pero pasaba yo de averiguar si permanecía allí, furtivo de un enredo de faldas nuevo o de algún otro que había presentado cara.

Traté de salir de nuevo, silenciosamente, pero él de percató de mi presencia y se sentó en la cama, desperezándose:

—Hola, cariño.

No le eché cuenta.

—Ya estoy informado de todo. Por cierto, tan mal no te fue, ¿verdad?
—Me lo pasé de puta madre –respondí, al fin.

Comencé a sacar mi ropa del armario.

Ahora estaba completamente despierto.

—¿Te lamió el co...? –me preguntó, de sopetón.
—Sí.
—¿Y tú a ella?
—Sí.

Me di cuenta de que había empezado a excitarse.

—¿Y qué hacía su marido mientras tanto?
—Mirar.
—¿Penetró a su esposa?
—No sé.
—¿Y a ti?
—No sé

Se regodeaba con las preguntas.

—Solo recuerdo que penetró a una de las dos, pero no pongo en pie a cual –añadí.
—¿Qué hacía él después?
—Me lamía el clítoris, con su pene en mano tratando de masturbárselo. Pero no se le ponía duro, se enfadó y salió del dormitorio.
—¿Y qué hicisteis vosotras entonces?
—Avivamos el fuego y proseguimos el baile, devorándonos mutuamente, pero con mayor agresividad y efectividad que las veces anteriores –sentía que lo que le estaba diciendo le estaba chinchando, que era lo que yo pretendía.
—¡Oh, cuánta orgía! –dijo, relamiéndose y bajándose de la cama. Me puse en guardia. En ese momento estaba asquerosamente drogado, completamente desnudo y con el pene; eso sí, atractivamente ereccionado.
—No sé cómo carajo me las arreglo, pero siempre me pierdo lo mejor. Me hubiera gustado estar allí.
—Nadie te lo había prohibido.
—Estás equivocada. Eso es solo privativo de mi magnate socio y de su magnate esposa.
—Pues entonces tienes razón. No sé cómo carajo te las arreglas, pero siempre te pierdes lo mejor -repetí sus mismas palabras.
—Pero podemos arreglarlo ahora. ¿Bailamos?
—Estoy cansada y plena –dejé pasar un momento, y añadí-: Además, me saturé de danzas para un mes. Todas las bailé durante toda la noche pasada en la mejor suite del hotel Alfonso XIII.
—A partir de ahora, en el Alfonso III siempre habrá disponible una suite para ti. Lo sabes, ¿verdad?
—Ni lo sé ni me interesa –contesté, y me subí en la banqueta para poder bajar del armario mi maleta y algunas de mis cosas más necesarias.
Me quedé con mis llaves y aprovecharía una ausencia de mi ex de su casa, para más tarde ir de nuevo con una furgoneta y así llevarme el resto de mis pertenencias.
—¿Qué estás haciendo? –miró detenidamente hacia donde me halaba.
—¿No lo ves?
—Solo veo que estás trasteando en una maleta.
—Te equivocas de nuevo. Como siempre. ¡Estoy haciendo mi maleta, que no es lo mismo!
—¿Y por qué? –parecía desconcertado.
—Porque me voy de tu puta casa. ¿Para qué diablos crees entonces que estoy haciendo la maleta?
—No es necesario que te sientas tan ultrajada. Decías que lo habías pasado bien, si no me falla la memoria.
—Y de nuevo te digo que sí. Pero eso no tiene nada que ver –le respondí-. No me gusta que me utilices, como tampoco que me mientan. ¡Y tú me has utilizado y me has mentido, hijo de la gran puta!
—Bah, tontería Había de por medio un negocio importante. Podíamos habernos arruinado.
—¿Podíamos? ¡Encima cachondeo! ¡Querrás decir podías haberte arruinado! ¡Nunca he tenido parte en tus negocios! Te recuerdo que no tenemos gananciales.

Se quedó mirándome, sin responder.

—Toda esa sarta de mentiras que decías sobre un puesto de contable en una de las empresas de tu amigo y socio-, no era sino eso: una sarta de mentiras. Carmen me dijo que no sabía nada de un trabajo para mí. No hay trabajo porque su marido ha vendido su holding de empresas. ¿Por qué no me dijiste la verdad? Y la verdad es que me vendiste como un Judas a ese vicioso matrimonio para saldar una deuda que tenías con ellos –añadí, aprovechando su silencio.
—Eso da igual ahora. Pero no te mentí acerca de mi socio. Él habría... -se interrumpió al ver la expresión en mi cara.
—¡Eso también es mentira, cabrón! –repliqué, furiosa-. Carmen me informó de que tu socio y tú no os habláis desde meses.
—Así es, pero no pasa nada –respondió, acercándose más a mí-. Bueno, ya ha acabado todo. Olvídalo. Sabes que te quiero.
—Tienes razón solo en una cosa: "ya ha acabado todo". puedes dejar de mentir, ¡embustero! –lo miré despectivamente.

Seguía sacando mis cosas y metiéndolas a marchas forzadas en mi maleta, pero siempre con su oposición.

—¡No me entorpezcas! ¡Tengo urgencia por irme de aquí! ¡Me asquea hasta pisar este suelo!
—¿Y a dónde vas a ir?
—¡A ti qué coño te importa! -contesté, pero de pronto me percaté de que los malos modales eran sus aliados, así que cambié de actitud y empecé a hablarle normal, aunque en forma irónica:
—Pero si vas a empezar a llorar, te diré que a mi piso alquilado en Triana. Ahora es cuando me alegro de no haber dejado de pagar mensualmente el alquiler.
—No me digas que piensas regresar a esa ratonera inmunda.
—Prefiero mi ratonera inmunda a tu hervidero de putas.
—No me creo que regreses a tu casa.
—¿Te quedarías más a gusto si te dijera que me voy a vivir con Carmen y su marido a París?
—Tampoco me creo eso.

Abrí mi bolso y mostré un pasaje de avión.

—¿Sabes qué es esto?
—Solo sé que soy un hijoputa.
—Por fin empiezas a decir la verdad –repliqué, guardando de nuevo el billete.

Movía la cabeza repetidamente de un lado a otro.

—Se me abren las carnes solo con pensar que resultaste ser una jodida tortillera.
Lancé una carcajada.
—Los cabrones consentidos no deben jugar con fuego porque se queman. Y tú estás ardiendo entero, cabrón. Ahora sí que puedes usar tus mimetismos acerca de “los cuernos" -le dije en alusión a lo que me dijo el día que nos conocimos. Y añadí-: Y en cuanto al viaje a París le dije a Carmen que no. Pero no por ti, por mí. No quiero convertirme primero en un juguete y después en una puta para ninguno de esos dos lujuriosos cónyuges.

Sin prestar atención a mis insultos, una expresión de alivio se reflejó en su cara:

—Te he hecho pasar un mal trago. Lo reconozco. ¿Pero, por qué no te metes en la cama y lo olvidas todo? Te vendrá bien descansar. Puedes incluso disponer de esta noche libre.
—Justo lo que voy a hacer tan pronto llegue a "mi ratonera inmunda", meterme en mi cama -respondí y añadí-: pero no te molestes en darme tu permiso. Acabo de renunciar a mi empleo de contable en tu club. Y tanto mi puesto de trabajo como mis ganancias te los puedes meter en los cojones. Eres tan miserable que todos los insultos resultan pocos.
—No hables así. No olvides que eres una señora.
—Ah, pensé que era una lesbiana.
—No seas tonta –se me acercó-. Podemos conservar nuestra amistad. Te conviene.
—Tal vez tú puedas, yo no.
—¿De qué vas a vivir entonces? -me preguntó, con cierto retintín.
—Eso es asunto mío.
—Pero si tanto te interesa, he ahorrado. Últimamente, con tanto sexo variopinto, no he podido emplearme en lo que realmente me interesa–agregué, sin dejar que replicara.
—No tienes dinero -afirmó.
—Si tú lo dices... Pero si así fuera, buscaré un trabajo –repliqué, sin dejarme avasallar. Y añadí-: no obstante, tengo claro que no voy a dejar mi profesión de contable nunca –esto fue lo último que le dije en esa ocasión. Y sin más, cogí mi maleta llena y mis cosas y salí a escape de aquel infierno.
Pocos días después de aquel incidente, de noche ya, sonó el timbre de mi casa. Me levanté pesadamente de la silla de detrás de mi escritorio y fui a abrir la puerta.
—Hola. Pasaba por aquí y se me ocurrió venir a ver si estabas.
—¿Dónde conseguiste mi dirección?
—Me la han facilitado confidencialmente.
—¿Es quizá hoy tu día libre?
—Ojala fuera eso. Tu marido o ex marido me echó. Espero que a ti no te haya despedido también.
—Me he despedido yo –y viendo que seguía en el umbral, añadí-: pero pasa, no te quedes ahí fuera.

Vi cómo sus ojos inspeccionaban el salón.

—Disculpa este desorden –me apresuré a decir-. Pero estaba trabajando y...
—No quiero molestar -me interrumpió.
—Nada de eso. Me alegro de que hayas venido. Necesitaba un respiro. Tengo en la nevera dos latas de cervezas.

Me acerqué para recoger su chaqueta, pero no hizo ademán de quitársela.

—Pensé que si no habías cenado aún podíamos ir a un chino. o a una pizzería, o a otro lugar que te apetezca.
—¡Ni una palabra más! -sonreí-. Dame un minuto.
—No te vistas elegante –advirtió-. Tengo gustos de rico, pero billetera de pobre.
—¿Unos vaqueros quizá?
—Cualquier trapo. Con esas hechuras...

Me desvestí detrás de la puerta abierta del armario y me puse mis vaqueros favoritos, una camisa verde de cuadros y un jersey, anudado a la cintura.

—¿Bien así? -le pregunté girándome en redondo cuando salí de mi escondite.
—Mejor imposible.
—Dame otro minuto para cepillarme el pelo y maquillarme un poco -salí del baño al cabo de diez minutos y lo encontré en pie y en el mismo lugar de donde lo había dejado. No se había movido ni un centímetro.
Lo miré.
—Podías haberte sentado.
—Estaba bien así.

Era un placer sentir la brisa de la primaveral noche sevillana después de haber estado encerrada todo el día haciendo números y más números.

—¿Sabes dónde queda alguno de esos restaurantes?
—Ahí cerca, en el barrio de Los Remedio hay varias pizzerías. Podemos ir caminando tranquilamente, si te apetece.
—A mí me apetece todo lo que te apetezca a ti.
—Oh, qué amable es mi amigo–sonreí.

Conversamos durante todo el trayecto de ida y de vuelta y en el transcurso de la cena, pero cuando llegamos a la puerta de mi casa, nos quedamos callados.

—Las cervezas siguen estando en la nevera –dije, al fin, para romper el silencio.
—No quiero ocasionarte más molestia.
—Entra ya. No seas bobo.

Eran las dos de la madrugada cuando se levantó del sofá, con cara de preocupación. Después de ponerse la chaqueta, se fue presuroso hacia la puerta de salida a la calle.

—Será mejor que te deje dormir un poco -dijo-. Me siento culpable de haber interrumpido tu trabajo.
—No digas tonterías. Te agradezco tu visita –respondí, a la vez que abría la puerta de salida a la calle.
—Gracias -debido a su alta estatura, me puse de puntillas para poder besarlo en la mejilla. Pero desde mi postura, un poco incómoda, no pude evitar que su boca rozara la mía, y, de repente, una cálida sensación surgió entre los dos, y, sin pensar, me arrojé a sus brazos y lo hice entrar de nuevo, cerrando tras sí la puerta con llave y cerrojo.

"Después", más tarde, al alba, mientras yacíamos abrazados en la cama, su suave voz susurró en mi oído.

—¿Sabes que siempre te he amado?
—No debes obligarte a decir algo que no sientas. En este momento estoy feliz por estar aquí y así contigo.
—Pero lo digo de veras.
—No mientas. Estoy decepcionada por tantas mentiras. Me hacen daño escuchar cosas que se dicen por decir.
—Nunca te mentí -respondió, con lágrimas en los ojos-. Te amaba ya entonces, te amo ahora y te amaré de por vida. Y esto es algo que no puedo ni quiero evitar. Todas las lunas, durante los tres años, seis meses y diez días que hemos permanecido sin vernos, he besado la fotografía, que todavía conservo como oro en paño, que nos hicieron en el Club Náutico de Sevilla.

Después de esas emotivas palabras, pronunciadas con amor, me puse a llorar. Pasados dos días de aquella maravillosa noche de sexo se instaló en mi pequeña vivienda, que no ratonera inmunda. Y en el día a día, en la convivencia, corroboré que mi gran amigo Alejandro era una excelente persona.

Doy fe de que es verdad eso de que un clavo saca otro clavo.

Sin embargo mi particular “acta notarial sobre eso del clavo”, la vida, que nunca deja de traer y de llevar sorpresas, positivas y negativas, cuando más ilusionada me encontraba en mi nueva relación con mi amigo de toda la vida, por pequeños detalles en un principio y por descarados detalles más tarde, descubrí que “ mi hijoputa amigo del alma” se dejó comprar por mi ex marido y su ex jefe, ahora otra vez su jefe, para que me convenciera de que regresara de nuevo con él.

Anulo ahora mi anterior dicho y lo sustituyo por este: “El Dinero es el constructor y el destructor y el decisorio y el irrisorio de la felicidad”.

¿Y saben que he decidido finalmente?... “¡al carajo los tíos”.



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Mensaje  achl Mar Mayo 18, 2021 4:33 pm



La necesidad obliga

Una monjita, joven, guapa y, aparentemente, con un buen cuerpo de un pobrísimo convento se vio obligada a buscar urgentemente un trabajo, para poder ayudar a la economía del convento, que estaba en peligro de desaparecer. Se hizo de un periódico del día y empezó a leer la “Sección de empleos”. De pronto, vio un anuncio que llamó poderosamente su atención. Entusiasmada, lo leyó y lo releyó:

MUJER, SI ERES JOVEN, ENTRE 18 Y 25 AÑOS DE EDAD, Y NECESITAS TRABAJAR UN MÍNIMO DE SEIS HORAS DIARIAS, PARA GANARTE UNA BUENA REMUNERACIÓN, TE OFRECEMOS UN EXCELENTE TRABAJO. SI ESTÁS INTERESADA PRESÉNTATE DE 6 A 8 DE LA TARDE DE LA SEMANA CORRIENTE EN EL NÚMERO 69 DE LA CALLE GLORIA BENDITA. TE ESPERAMOS. ¡SERÁS BIENVENIDA!

Miró, con un cierto nerviosismo, su reloj de pulsera: las 19:10 horas. Se levantó presta del sofá y se apresuró en cambiarse su hábito de monja por ropa de calle, y enseguida se encaminó hacia la dirección marcada. Una vez allí, la recibió una mujer madura, atractiva y bien hecha, y la sometió a una prueba que ella no entendía, y que era quitarse toda la ropa exterior y quedarse solo en bragas y sujetador. Finalmente, vio aceptación en la expresión de la madura:

“Habrá querido ver si estoy sana, digo yo”, pensó la ingenua monjita.

Una vez pasada esa insospechada criba, la mujer madura la envió a un departamento contiguo.

—¡Hola!, la saludó efusivamente una chica que solo llevaba ropa interior, y que era la encargada del vestuario.
— Hola -respondió la monjita, tímidamente.
— Mira, tendrás que vestir solo la ropa que te asigne la dirección. Con los clientes tendrás que saber ser amiga sin ser entrometida. Te ocuparás de que tu clientela se sienta tan cómoda como en su propio hogar. Con el paso de las semanas, te irán exigiendo paulatinamente un buen manejo de los idiomas español, italiano, francés, alemán , e incluso el árabe. Y en cuanto a tu retribución, 50 euros por cada jornada, dinero que puedes quintuplicar o sextuplicar, o más en función de "ciertos factores”; el saber defenderte esos idiomas es uno de ellos.
— ¿Y cuáles son los otros?
— Los irás viendo por ti misma.

La monjita hacía mentalmente sus cálculos, mientras se iba embutiendo en una mini minifalda y una mini miniblusa con un generosísimo escote. Se miró y se remiró en el espejo y se gustó.

¿El resultado final de todo esto?: cada día por la mañana le entregaba a la Madre Superiora del convento un mínimo de 300 euros.



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Mensaje  achl Dom Jul 25, 2021 9:19 pm




MAITE PERRONI
SE CONFIESA




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Mensaje  achl Jue Sep 23, 2021 5:31 am



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Una cita inesperada, por mí no buscada

Soy un hombre casado desde hace más de una década, y siempre he sido fiel a mi esposa, hasta anoche. Soy el propietario de un grupo de empresas. Para conseguir mi visto bueno a un turbio negocio, dos tipos malnacidos colaboradores de una de mis empresas me tendieron una trampa, y nada mejor para ello que utilizar una mujer, un prostituta de alto standing.

Después de tomar varios whisky Chivas etiqueta negra en un lujoso burdel, acompañado de esos dos traidores, cuando vieron que estaba cargado de copas, se quitaron de en medio y en su lugar dejaron una despampanante chica, la cual me sedujo con sus evidentes encantos hasta llevarme a la cama.

Una vez en la habitación los dos, sentía que me envolvía una niebla densa y brillante, y no era solo por el alcohol. Mi sangre parecía arrastrar objetos cortantes que herían con una extraña, pero placentera angustia. Mi cuerpo temblaba en una sensación de ansia. Y los ojazos verdes de la hembra salvaje que tenía a mi lado se mostraban provocativos. Me tambaleaba el borde de su cima. Su rostro, desencajado por la pasión del momento, agolpaba sangre en los labios. No hablábamos, solo nos mirábamos. Pero su aliento quemaba mi faz con una ventolera de pasión, y sus carnosos labios, ávidos buscaban afanosamente los míos. Su figura, su aroma, y aquella gravedad de los cuerpos, aquel abrasador peso de ansiedad, como estatuas candentes recién salidas del molde. De pronto, su diabla lengua, con sus sabios movimientos, hacía enviar sangre a mi miembro viril. Desgarró mis calzoncillos y mi virilidad crecía entre sus manos y más todavía en su boca. Finalmente, sin poder ni querer evitarlo, caí cautivo en su jugosa vulva, borracho de alcohol, de pasión, de deseo, de placer, de un inmenso placer. ¿De amor? ¡No! ¡Amor solo para mi esposa!

Después de culminar, quedó en mis labios un regusto desagradable. Aquel cuerpazo, aquellos torneados muslos, aquella expresión de triunfo por haber recibido un pastón, hacían que cayera derrotado por el ciego imperativo de la carne.

De pronto la habitación se volvió oscura, bronca. Aquella despampanante hembra había logrado que olvidase a mi esposa durante un buen rato, y por si eso fuera poco, quería asegurarse de su logro, y, para eso, con voz melosa, inyectadas en sangre las pupilas, me reclamaba de nuevo a través de quejidos:

—¡Cariño, cariño, quiero más, dame más…!
—¡Cállese! -grité. Ni aún en esa intimidad, por mí no deseada, quería tutearla. Me vestí como buenamente pude y salí de la habitación. Me precipité, sin mirar, escalera abajo, y la calle acogía al pecador.

No sabía si lo que sentía era remordimiento, o humillación por haber sido tan ingenuo hasta caer en una trampa a través de de la intervención de una imponente mujer. Lo que sabía era que no podía evitar que el recuerdo de lo que acababa de ocurrir se pegase a mi piel como algo viscoso. La humana debilidad pesaba con la impotencia de siglos. La serpiente y la mujer habían vencido de nuevo. Pero esta manzana era más apetitosa que nunca…

Decidí irme caminando hacia mi casa, pensando. El amanecer empezaba ya a blanquear las últimas estrellas. Un nutrido grupo de turistas hablaban en voz alta entre ellos, entusiasmados con los monumentos de la ciudad de Sevilla. Corría el río celeste de un nuevo día. Aparecían ráfagas azules y violetas, hasta que la luz adquiría un color oprimente Me cruzaba con gente joven con los pelos alborotados, pálida, tambaleante, debido al trasnoche, las drogas y las libaciones. Caras desencajadas en que la luz violácea dejaba angustiosas caras ahogadas; caras ahogadas en el piélago negro de la madrugada, que poco a poco iban siendo sacadas hasta la orilla seca del alba.


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Antonio Chávez López
Sevilla septiembre 2021




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Mensaje  achl Vie Ene 07, 2022 2:30 am



EL CLIC CLAUDIA 4
(Obra completa)



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Mensaje  achl Sáb Feb 12, 2022 11:25 pm



Hannah Palmer






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Mensaje  achl Mar Sep 06, 2022 11:22 am



INFIDELIDAD MUJERES INFIELES

Todo empezó años después de casados. Yo le fui infiel a mi esposo con otro hombre esa historia se las contare después. Incluso teniendo a este otro hombre como amante también su hermano me follaba de vez en cuando. Yo quede embarazada aun no estoy seguro si el niño es de mi esposo o de […]

Como ya lo sabe le fui infiel a mi esposo con su hermano, bueno ese momento era mi novio, aunque eso no lo deja de ser infidelidad. Después de ese momento excitante y delicioso. Cada vez que iba a su casa no besábamos y me agarraba toda por todos lados, pero nunca pudimos follar. Hasta […]

Esto sucedió aun cuando no me había casado. Un día que fui a visitar a mi novio a su casa, pero solo se encontraban el y su hermano. Yo ese día decidí ir con una minifalda de jeans como las que le gusta a mi novio por si se presenta una oportunidad de follar pues […]

Jose: Ahora provocaste al animal. Te toca aguantar. Andrea: Espera. Jose: Abre las piernas. Después de esto a tu marido se le va ir el pene de lo abierta que vas a quedar. Andrea: Yo que hice. Jose abre las piernas de mi esposa y empieza a frotar su gran verga por toda la chucha […]

Una mañana mientras me encontraba en la oficina trabajando. Me llama mi amigo porque me iba hacer la instalación de Cable e internet en mi casa. José: Hola amigo como estas ya voy para tu casa hacer la instalación. Yo: José yo no estoy en la casa, pero allá esta mi esposa Andrea. Ella sabe […]

– Si? – dice una voz – Acá estoy –conteste y no dije nada mas. Segundos después el mismo muchacho que me observaba por la ventana estaba abriendo la puerta. – Hola! Que bueno que viniste. Me llamo… – No – le corto su presentación. – Sin nombres, sin amistad, solo… – Si, de acuerdo. […]

Lee aquí la primera parte de «Danae, el cumpleaños…» Afortunadamente mis padres nunca criticaron mi vestimenta, de lo contrario algo habrían dicho ante este escándalo de short. Antes de ponérmelo había tomado el tiempo de bañarme y perfumar mi cuerpo para estar regia para este día tan importante. Sin pensarlo tomé una de mis prendas

Con el tema de un ERTE a mis 40 años tuve que buscarme la vida. Uno de los trabajos que encontré era administrativo para una agencia de trabajo donde me destinaron a una sucursal en un pueblo. Esa sucursal estaba dirigida por la hija menor del sueño una jovencita con 25 años con ganas de […]

Lee aquí la primera parte de «Judith: Celebrando mi cumpleaños» Hmmm, es difícil escoger uno de tus agujeros… la verdad… todos muy apetitosos! Primero, chúpame la polla! – ordena el encargado sacándose el miembro y metiéndome la punta en la boca y agarrándome los pechos con sus manos – Qué tetas, hija! Tú, Fabio, le […]

Es mi cumpleaños. Mi marido tuvo la poca sensibilidad de no acordarse y se fue hace un par de días de viaje de negocios. No volverá hasta el domingo. Pero yo no pienso pasarme el día lamentándome, al contrario. Lo celebraré a lo grande. No estaré sola. He invitado a Rodrigo, mi exnovio, me muero […]

A mis 22 años no podía pedir más a la vida. Mi padre y madre me lo habían dado todo y gozaba de algunos lujos que mis amigas no podían darse; viajes al exterior del país, ropa costosa, cuidados de belleza y más. Sabía que era aventajada tanto económica como socialmente pero nunca presumí de […]

Hola mis queridos lectores. Antes de empezar con mi primer relato, dejen que me presente. Me llamo Camila (obvio no es mi nombre real),tengo 32 años, y soy una persona extremadamente sexual y morbosa. Vivo con mi novio Máximo, 5 años mayor que yo, a quien conocí cuando yo tenia 19 años. Con el me […]

La infidelidad es una situación que no muchos aprueban, pero cuando es un hombre quien es infiel la sociedad lo apoya e incluso lo incita a ser infiel, pero cuando una mujer es infiel se rompen todos los paradigmas inclusive siendo acusada de ir en contra de las leyes morales y las buenas costumbres, pero cuando se trata de complacer al cuerpo las mujeres con las más creativas y van en contra de cualquier regla que les impida vivir su feminidad, esto queda plasmado en los relatos eróticos de mujeres infieles.

Los relatos eróticos de infidelidad revelan las razones que llevan a una mujer a serle infiel a su marido, este tipo de cosas pasan a menudo en las zonas urbanas donde los vecinos pueden aprovechar el momento justo cuando el marido sale de la casa para estos meterse y follarse como peros rabiosos a estas mujeres infieles cachondas.

Existen mujeres infieles que no discriminan a la hora de pegarle los cuernos a su pareja, ya sea con su propio suegro, cuñado, o con los primos de su marido, en ocasiones disfrutan de ser desfloradas por los hijos de su pareja producto de un matrimonio anterior, les excita ver un hombre más joven parecido a su esposo follarlas sin compasión. Los hombres cornudos disfrutan de ver como otro u otros se follan salvajemente a su esposa, estas mujeres son felices ya que pueden probar las pollas que quieran cuando quieran sin ninguna restricción.

Ver a tu mujer follando con otros hombres puede ser muy excitante, y a la puta de tu mujer le agradará mucho la idea, pero la verdad es que ya desde hace mucho tiempo tu mujer seguro te ha sido infiel ya en varias ocasiones, muchos afirman que las mujeres son las que mejor engañan pero lo mejor de todo es que esto le puede resultar placentero, sentirse burlados por las zorras de sus mujeres que salen a buscar pollas fuera de su casa.

Las mujeres infieles disfrutan con sus relatos eróticos, estas experiencias les ayudan a recordar que son seres sexuales dispuestos a todo, aprovechando cada momento a solas y en ocasiones cuando su marido está en casa para meter hombres y ser folladas como perras en celo.

Estas historias nos hablan sobre todas las experiencias reales de infidelidad de estas mujeres que sin necesidad de salir de sus casas siempre les llega una buena polla, ya sea del vecino, el cartero, el lechero, algún oficial, o algunos de los amigos de sus hijos, inclusive el novio de su hija también entra en el menú.


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