Se llama copla democrático


Unirse al foro, es rápido y fácil

Se llama copla democrático
Se llama copla democrático
¿Quieres reaccionar a este mensaje? Regístrate en el foro con unos pocos clics o inicia sesión para continuar.

Sólo escritos eróticos

Página 9 de 9. Precedente  1, 2, 3, 4, 5, 6, 7, 8, 9

Ir abajo

Sólo escritos eróticos - Página 9 Empty Re: Sólo escritos eróticos

Mensaje  achl Vie Sep 16, 2022 6:06 pm



La entrega de los Oscar

En el escenario, el cantante terminaba su canción. Un nerviosismo reinaba en el pequeño pero concurrido cuarto de control, en lo más alto de la parte trasera de la sala. No se trataba de un programa de los llamados corrientes; era, nada menos, que la retransmisión en directo del acontecimiento más importante del mundo de la cinematografía: “la entrega de los premios de la Academia; los Oscar”.

Numerosos aplausos impacientes se escuchaban mientras el cantante se inclinaba mostrando una sonrisa, tras la que se ocultaba una indignación; la orquesta había arruinado su arreglo musical y había ahogado sus últimas notas.

De pronto, una voz enérgica sonaba en el altavoz del cuarto de control.

—¡Un minuto más, y pausa para publicidad! -era la voz del director

—¿Qué canción era ésa? –añadía, preguntando, con cara de despistado.

—La segunda… o la tercera. No estoy muy segura -respondió su ayudante.

—Sea la que sea era malísima. ¿Qué es lo que sigue ahora?

—El premio a la mejor adaptación cinematográfica de una novela. Enseguida vamos a enfocar a los cinco candidatos.

El director miró hacia las pantallas. Las cinco centrales captaban cada una a una persona diferente; cuatro hombres y una mujer. Ellos, de un riguroso esmoquin, parecían nerviosos. En cambio, ella se mostraba indiferente ante todo lo que la rodeaba; tenía los ojos semicerrados, los labios ligeramente abiertos y movía la cabeza en forma convulsiva, como escuchando una música de su interior.

—¡Esa tía está drogada, pero qué bonita es! –exclamó el director.

Empezó la cuenta atrás para los anuncios. No bien acabaron, se encendió una luz verde en las pantallas. Se podía ver al maestro de ceremonias volver al estrado; el director hacía una toma de él, y su ayudante de dos famosos artistas, un hombre y una mujer, que subían al escenario entre los aplausos de toda la concurrencia. Las palmas despalmaron no bien comenzaron a leer los nombres de los candidatos, que a medida que los iban pronunciando, ellos trataban, sin éxito, de aparentar indiferencia, mientras ella seguía dando la sensación de estar en otra galaxia.

Llevaron el sobre al escenario, que, con la consabida pompa y solemnidad, era abierto con cierto suspense.

—¡El Oscar a la mejor adaptación de una novela corresponde a...! –la artista invitada hizo un receso en el momento culminante, miró a su artista compañero, quien agregó, con más énfasis...

— ¡¡Vivian Perkins, por… LAS CHICAS MALAS ESTÁN MUY BUENAS!!

Un cámara fijó a Vivian, que en principio parecía no haber escuchado. Sus ojos se abrían y sus labios esbozaban una risita forzada. Empezó a caminar. Otro cámara la seguía mientras iba hacia la parte delantera del escenario. Solo luego de que bajase los escalones y se volviese hacia el público, pudieron hacerle una toma completa de su cuerpo.

—¡Oh! -exclamó la ayudante del director, quebrando el silencio en el cuarto de control-. ¡Esa mujer no lleva ropa interior bajo el vestido transparente! ¡Quítenla del primer plano! -ordenó.

—No –dijo el director-. Dejemos que se le empine un poco a los cámaras.

Mientras Vivian iba hacia el micrófono portando su Oscar, parpadeó varias veces, como batallando contra el sueño o contra el llanto, ¡vayan a saber! Pero cuando abrió los ojos, lucían resplandecientes.

—Señores y señoras de la Academia, público en general –comenzó en un tono suave-. Si les dijese que no me siento orgullosa, mentiría. Esto es algo que solo ocurre en los más disparatados sueños de un escritor…

Los aplausos la interrumpían, pero cesaban a petición de la galardonada, que hacía un gesto con la mano que le quedaba libre.

—...empero, no dejo de sentir resentimiento y pena a la vez. ¿He merecido este premio como mujer o como escritora? Creo que no hay duda de esto en la mollera de los cuatro caballeros candidatos, de haber sido alguno de ellos el ganador. Pero todo lo que han tenido que hacer es escribir sus libretos; no estaban obligados a acostarse con todos y cada uno los participantes de la película para conseguir que ésta se llevara a cabo. No obstante...

Rugidos corrían en la sala, confusionismo invadía el cuarto de control.

—¡Comiencen ya a grabar! -se oía la voz del director-. ¡Corten! ¡Esperen dos segundos! ¡Ahora! ¡No! ¡Pongan el VTR! ¡Quítenlo! ¡Un segundos más! ¡No! -se sentó a medias en el asiento que ocupaba de detrás de su escritorio y echó un vistazo a la sala a través de la ventanilla-. ¡Hagan tomas de las reacciones del público! ¡Ahí abajo se está formando la de Dios en Cristo!

Las imágenes aparecían en las pantallas: mujeres en pie, aplaudiendo, gritando, riendo… Hombres abochornados, perplejos...

—¡Bien, Vivian! ¡Cuenta toda la verdad! –decía una señora puesta en pie, y un cámara hacía un primer plano de su acompañante, que intentaba por todos los medios hacerla sentar de nuevo. El director del cuarto de control ordenó que dos cámaras siguieran permanentemente a Vivian cuando ella prosiguiera con su discurso.

—...no puedo pasar por alto las costumbres manidas e hipócritas de dar las gracias a los que han contribuido a que ganara este Oscar. Especialmente, y ahora sin hipocresía pero con cariño, a Al Ray, un oficial de la policía de Hollywood, y a su encantadora hija Susan. Pido, por favor, el mayor aplauso de la noche para estos dos grandes ausentes –la sala estallaba-. Mi siguiente agradecimiento es para mi agente, que siempre me decía que lo único que importaba era lograr que se hiciese la película -buscó con la mirada el lugar donde sabía que se hallaba, pero no lo podía ver por mor de las luces de los focos. Pero llevó la voz hacia ese sector-. "Debes estar más tranquilo, ¿no?, como ves no ha sido tan difícil" –y seguidamente siguió hablando para el gran público-. Todo lo que tuve que hacer fue, "simplemente", follar con el productor, mamársela al primer actor, y lamerle el coño y los pezones a la esposa del director. Gracias a todos ellos, porque han sido, tal vez, los que lo han hecho posible...

—¡Hostia! -exclamó el director del cuarto de control. El sonido del vocerío general, de nuevo medio ahogaban las palabras de la galardonada.

—¡Cortad todos los micrófonos de la sala! –ordenó el director.

No obstante eso, los potentes altavoces hacían posible que la voz de Vivian se escuchase por encima del griterío.

Guardaron relativo silencio al aparecer de nuevo en los altavoces la voz de la triunfadora de la noche.

—...Y por último, quiero dar las gracias a todos los miembros de la Academia por haber tenido el privilegio de haber sido la elegida como ejemplo de escritora del año. Y en su honor, voy a descubrir una estatua que he mandado hacer expresamente para ellos.

Sonreía, burlona, mientras la mano que le quedaba libre tanteaba por detrás del cuello. De pronto, el vestido caía. Vivian se quedó quieta en el escenario, con el Oscar en pose invertida sobre su figura desnuda. El cuerpo del muñeco cubría una parte de las tetas y el estómago, y la boca de la cabeza calva parecía reír a causa de las cosquillas del vello del pubis.

Un escándalo monumental recorría toda la sala. Algunos espectadores, en pie, gritaban, jaleaban, vitoreaban, reían, mientras dos guardias del servicio de seguridad corrían hacia el escenario para cubrir a la oscarizada. Al llegar, uno de ellos intentaba taparla con su guerrera. Pero Vivian, gloriosa y ufana, apartaba la prenda, a la vez que iba bajando del estrado luciendo, con un contoneo de caderas deliberado, su espectacular figura.

Una mezcla de asombro y felicidad se reflejaba en la expresión del director del cuarto de control, que antes de dar paso a la publicidad, dijo:

—La entrega de los Oscar no volverá a ser igual después de lo de esta noche.

—¿Cubriremos los índices de audiencia? -le preguntó su ayudante

—Eso espero…. Pero, si no, sería una pena que la verdad no tenga la misma oportunidad de salir a la luz como la mentira.


Sólo escritos eróticos - Página 9 1k3ibt10


Antonio Chávez López
Sevilla mayo 2003










achl
achl

Mensajes : 28377
Fecha de inscripción : 06/05/2012

A achl le gusta esta publicaciòn

Volver arriba Ir abajo

Sólo escritos eróticos - Página 9 Empty Re: Sólo escritos eróticos

Mensaje  achl Vie Oct 28, 2022 12:57 am



Sólo escritos eróticos - Página 9 Textos10

Obsesión por mi tía

Me llamo Miguel Ángel, tengo 19 años y estoy estudiando la carrera de Periodismo. Soy un chico tremendamente sexual y me embalo con cualquier tía a la primera de cambio. Menos con mi tía carnal, y no por pensar que es incesto, sino porque me faltan arrestos para decirle a la cara mi deseo, y eso que yo no me considero tímido, todo lo contrario.

Mi tía es la hermana gemela de mi madre que se quedó viuda y desde entonces vive con nosotros en nuestra casa, y de esto hace ya casi dos años.

Desde su estancia aquí ha sido un suplicio para mí. En lo único que pienso permanentemente es en tirármela. No he podido quedarme a solas con ella en ningún momento. A hurtadillas he querido besarla, pero me ganan los nervios y no me atrevo ni tampoco decirle cuanto la deseo y las ganas que tengo de poseerla, aunque sea una sola vez. Además, ella tampoco se me insinúa y por eso no sé si yo le gusto o no, aunque también podría ser que solo me ve como su sobrino y no pasa por su cabeza ni remotamente tener sexo conmigo. A veces me da la impresión de que me mira de una manera especial, que yo, deseoso, interpreto que igual le ocurre lo mismo que a mí, que le da pudor y vergüenza decirme algo, cualquier cosa, que me haga arrancarme de una vez.

Me gustaría que leyera esto que estoy escribiendo y después que inmediatamente salga de su dormitorio y se venga al mío. No dejo de "tocármela" pensando en ella y viendo fotos de mujeres desnudas; que, debido a mi psicopatía por ella, ninguna mujer en pelotas se asemeja a mi tía, aun reconociendo que las hay despampanantes. La apreciación humana es un enigma difícil de descifrar.

Esta noche sobre las once acabo de regresar a casa después de dejar a una amiga que me estoy tirando en la suya. Pero solo está en mi cabeza la imagen de mi tía. Me estoy volviendo tarumba con mi puta obsesión.

Mi tía en nada se parece a ninguna otra mujer que yo conozca; tiene 40 años, es guapa, morena, alta y con unos pechos de ensueño y un culo redondo y duro. Todavía se conserva lozana, de puta madre. Desde el fallecimiento de su marido por un repentino infarto no se le conoce hombre en su vida, y es una pena que esté desperdiciando sus años sin nada de sexo. Yo no podría, antes muerto.

Por la mañana salimos de casa para acudir a trabajar (yo para ir a la universidad) y mi tía se queda solita haciendo la comida, limpiando la casa y regando las flores del jardín hasta las tres de la tarde. He pensado no ir mañana a la universidad, sin que mi madre se entere, para estar por fin a solas con con mi tía y sofocar este fuego que me está consumiendo.

Sé que soy un pervertido por pensar en estas cosas, pero tal vez sea mi única oportunidad. Me la voy a meter en mi cuarto y vamos a revolcarnos y a devorarnos como fieras.

Pero, ¡oh!, de pronto me desperté. Todo había sido un sueño, llevado a él por la tormentosa obsesión que tengo por mi tía. Aunque sueño o no, la obsesión por ella sigue in crescendo...

Sólo escritos eróticos - Página 9 Textos10


Antonio Chávez López
Sevilla octubre 2022


achl
achl

Mensajes : 28377
Fecha de inscripción : 06/05/2012

Volver arriba Ir abajo

Sólo escritos eróticos - Página 9 Empty Re: Sólo escritos eróticos

Mensaje  achl Vie Oct 28, 2022 1:00 am

achl escribió:

Sólo escritos eróticos - Página 9 Textos10

Obsesión por mi tía

Me llamo Miguel Ángel, tengo 19 años y estoy estudiando la carrera de Periodismo. Soy un chico tremendamente sexual y me embalo con cualquier tía a la primera de cambio. Menos con mi tía carnal, y no por pensar que es incesto, sino porque me faltan arrestos para decirle a la cara mi deseo, y eso que yo no me considero tímido, todo lo contrario.

Mi tía es la hermana gemela de mi madre que se quedó viuda y desde entonces vive con nosotros en nuestra casa, y de esto hace ya casi dos años.

Desde su estancia aquí ha sido un suplicio para mí. En lo único que pienso permanentemente es en tirármela. No he podido quedarme a solas con ella en ningún momento. A hurtadillas he querido besarla, pero me ganan los nervios y no me atrevo ni tampoco decirle cuanto la deseo y las ganas que tengo de poseerla, aunque sea una sola vez.  Además, ella tampoco se me insinúa y por eso no sé si yo le gusto o no, aunque también podría ser que solo me ve como su sobrino y no pasa por su cabeza ni remotamente tener sexo conmigo. A veces me da la impresión de que me mira de una manera especial, que yo, deseoso, interpreto que igual le ocurre lo mismo que a mí, que le da pudor y vergüenza decirme algo, cualquier cosa, que me haga arrancarme de una vez.

Me gustaría que leyera esto que estoy escribiendo y después que inmediatamente salga de su dormitorio y se venga al mío. No dejo de "tocármela" pensando en ella y viendo fotos de mujeres desnudas; que, debido a mi psicopatía por ella, ninguna mujer en pelotas se asemeja a mi tía, aun reconociendo que las hay despampanantes. La apreciación humana es un enigma difícil de descifrar.

Esta noche sobre las once acabo de regresar a casa después de dejar a una amiga que me estoy tirando en la suya. Pero solo está en mi cabeza la imagen de mi tía. Me estoy volviendo tarumba con mi puta obsesión.

Mi tía en nada se parece a ninguna otra mujer que yo conozca; tiene 40 años, es guapa, morena, alta y con unos pechos de ensueño y un culo redondo y duro. Todavía se conserva lozana, de puta madre. Desde el fallecimiento de su marido por un repentino infarto no se le conoce hombre en su vida, y es una pena que esté desperdiciando sus años sin nada de sexo. Yo no podría, antes muerto.

Por la mañana salimos de casa para acudir a trabajar (yo para ir a la universidad) y mi tía se queda solita haciendo la comida, limpiando la casa y regando las flores del jardín hasta las tres de la tarde. He pensado no ir mañana a la universidad, sin que mi madre se entere, para estar por fin a solas con con mi tía y sofocar este fuego que me está consumiendo.

Sé que soy un pervertido por pensar en estas cosas, pero tal vez sea mi única oportunidad. Me la voy a meter en mi cuarto y vamos a revolcarnos y a devorarnos como fieras.

Pero, ¡oh!, de pronto me desperté. Todo había sido un sueño, llevado a él por la tormentosa obsesión que tengo por mi tía. Aunque sueño o no, la obsesión por ella sigue in crescendo...

Sólo escritos eróticos - Página 9 Si_qui15


Antonio Chávez López
Sevilla octubre 2022




achl
achl

Mensajes : 28377
Fecha de inscripción : 06/05/2012

A achl le gusta esta publicaciòn

Volver arriba Ir abajo

Sólo escritos eróticos - Página 9 Empty Re: Sólo escritos eróticos

Mensaje  achl Vie Oct 28, 2022 1:00 pm


Sólo escritos eróticos - Página 9 Textos11

La delantera de mi colega de curso

Asistía yo a mi segundo año en la universidad, había conocido muchas chicas pero nunca como Berta. Una joven sevillana que tenía unos labios que derretían con solo verlos, y sobre todo unos pechos grandes que por mucho que quería ocultarlos se dejaban apreciar.

Era obvio que todos los compañeros se sentían atraídos por ella, por lo que no perdían ni un segundo en seguirla en cada pausa que tenían. O si el profesor pedía que se formasen grupos para una tarea, ella era la primera en ser elegida. Pero a pesar de todo esto no mostraba su interés por nadie. Algo que a partir de esta historia cambiara.

Era una tarde de primavera y todos estábamos en los últimos días de curso, ya las chicas no vestían como en invierno y se jugaban a usar ropa que enseñaba demasiado. Berta era una de ellas, con un pantalón ajustado y una camiseta que estaba a punto de explotar.

Como siempre teníamos que hacer un nuevo trabajo en grupo, pero hoy los conformaría el profesor, tocándome a mí con Berta, formando un grupo de nosotros dos solos. No podía creer la suerte que tuve con esa azar del destino que me quede extasiado cuando ella se me acercó para convenir cuando nos íbamos a juntar a hacerlo. Berta vivía cerca del campus así que nos fuimos para su apartamento donde estaríamos más tranquilos y nadie nos interrumpiría.

En el trayecto íbamos conversando sobre el trabajo y algunas otras cosas, que no quería que mi relación fuera solamente por obligación. Quería sacarle algún tema que a ambos nos pudiera interesar y la universidad no era precisamente una cosa divertida. Mientras en mi cabeza me hacía a la idea de que nada ocurriría ya que una mujer tan hermosa no podría estar nunca con un birria como yo.

El ejercicio era complicado y nos llevó unas cuantas horas de la tarde y parte de la noche, ya estábamos listos para darnos por vencidos al menos por eso día, pero algo sucedió. Berta, sin querer, posó mi mano en su regazo en un intento por coger un libro que estaba un poco alejado de la mesa, e inmediatamente me miró. No era tan accidental el contacto pues era algo que por sus ojos había estado buscando toda la tarde.

Apenas alumbrados con una tenue luz que cubría la mesa, Berta se me acercó más, y al ver que yo no hacía nada decidió coger la iniciativa, besándome con esos carnosos labios en un beso que aun hoy recuerdo. Además porque había despertado algo en la bragueta de mi pantalón que ella rápidamente atinó a coger con su mano.

Empezó a besarme metiendo su lengua hasta mi garganta, mientras se había hecho a la tarea de meter mi mano dentro del pantalón y estaba jalándome el miembro de una manera que es hasta difícil de describir. Yo había estado pensando en esos hermosos pechos toda la tarde y no podía seguir esperando a que la ansiedad me consumiese. Así que la cogí de su camiseta e intenté sacarlos, aunque torpemente, con la tal velocidad que aun hoy no me lo creo.

Ante mí aparecieron dos hermosos pechos que aún estaban cubiertos por un sujetador, pero que pronto se podía solucionar cuando Berta se lo desabrochó. Increíbles los dos melones que esta chica tenía, y mi mirada no podía dar crédito de lo que estaba viendo. Ella me preguntó si me gustaban y si quería tocarlos, a lo que accedí casi sin decir nada, solo moviendo mi cabeza y acercándome hacia ellos.

El tacto era mejor, pero cada segundo que pasaban entre mis manos no hacían más que alimentar mis ganas por catarlos, así que mientras ella me observaba, yo fui acercando mi boca a sus pezones y mientras los mordisqueaba iba degustando esos increíbles trozos de carne, que aún grandes estaban erguidos. Podía percibir que esto último le gustaba porque cada mordisco de mis dientes la hacía gemir en un grito ahogado que se podía intuir que le agradaba sobremanera.

La posición no era cómoda así que nos fuimos los dos al sofá, y allí ella se acostó y me pidió que me subiera encima suya, para así poder coger mi pene con la boca y hacerle una felación de campeonato. No es lo que me dijo, pero si mi memoria no me falla fue algo como "me gustaría probar a que sabe tu verga". Era algo tímido y se notaba que todo hasta ahora le había costado.

Comenzó a chupármela, y yo mientras me pellizcaba porque no podía creerme lo que estaba viviendo, una mujer con unas mamas impresionantes, una cara guapa y unos labios que no solo eran sensuales, sino que sabía utilizar muy bien estaban siendo míos, y eso me ponía a mil.

Luego de un rato que ya había estado jugando con mi pene y había bañado en su saliva, ella cogió sus tetones y los enrolló alrededor de mi miembro, lo cual le sirvió para hacerme una paja cubana que nunca había vivido antes. Y menos con unos senos tan inmensos como los que tenía mi compañerita de curso. Todavía no salgo de mi asombro cómo no descargué en ese mismo instante, lo cual hubiese sido una pena al perderme todo lo que vendría poco después.

Se incorporó casi tirándome y se subió encima de mí, sujetando mi miembro y apuntándolo hasta su vagina, deslizándose rápidamente sobre él para comenzad a cabalgarme. Ya en ese instante se había transformado en otra chica completamente distinta, y es que se la veía poseída y gimiendo con intensidad en mi oído mientras se meneaba hacia delante y hacia atrás, hacia arriba y hacia abajo. Estaba decidida a echar el mejor polvo de su vida y yo no me lo iba a perder.

Pero de algo que no hablé hasta ahora es de su redondo culo, el cual me daban ganas de jugar y me lo estaba perdiendo. Por eso, cuando ella montaba frenética, aproveche ya que estaba como perdida para meter un dedo en su ano, lo cual no pareció molestarle, al igual que cuando fueron dos y hasta tres. Poco a poco iba haciendo lugar para mi pene y ella no se daba cuenta, o al menos no le importaba.

Ahora solo bastaba aunar coraje para, finalmente, hacer mi jugada maestra, que consistiría en cogerla y mientras subía y bajaba meter mi pene en su ano. Algo que me costó tomar la decisión, pero cuando finalmente junté el coraje lo hice, y fue lo mejor que podía haber hecho. Berta solo se limitó a gemir un poco más de lo normal, pero esa actitud mía era la que había estado buscando.

Después de este polvo increíble, hicimos tantas cosa que no puedo acordarme. Solo se viene a mi mente cómo bañé de semen los exuberantes pechos que Berta tenia, y ella me lo agradeció lamiéndolos y tragándose el semen como buena amante. Algo que después de ese maravilloso día repetiríamos previo acuerdo de los dos.

Sólo escritos eróticos - Página 9 70_div10

Antonio Chávez López
Sevilla octubre 2022



achl
achl

Mensajes : 28377
Fecha de inscripción : 06/05/2012

A achl le gusta esta publicaciòn

Volver arriba Ir abajo

Sólo escritos eróticos - Página 9 Empty Re: Sólo escritos eróticos

Mensaje  achl Vie Oct 28, 2022 8:25 pm


Sólo escritos eróticos - Página 9 Textos12

Infidelidad consentida

A mi hermana pequeña de 28 años la operaron de la matriz y le dijo el cirujano-ginecólogo que no podía tener sexo durante una buena temporada. Está casada y tiene un hijo de 2 años, y todos en mi familia a partir de eso tratamos de ayudarla en todo lo que buenamente podemos.

La semana pasada fui a visitarla a su casa y me confesó que desde la operación no tenía intimidad sexual con su marido. Me contó que a veces ella no tiene ganas ni deseo. Al mismo tiempo me dijo que entiende que su esposo es hombre y eso la preocupaba porque una infidelidad seria era lo peor que podría pasar a su familia en este momento.

Luego de contarme eso me cogió las manos, me miro de frente y sin tapujos me pidió que me acostase con su marido. Yo me divorcié hace más de un año y actualmente no estoy saliendo con nadie, así que me dijo que no solo no le importaría, sino que hasta me estaría agradecida si accedía, que prefería que fuese con una mujer conocida y quien mejor que yo que era su hermana, y no que se liase con cualquier prostituta que podría contagiarle una enfermedad venérea

Añadió que su esposo es hombre y los hombres tienen esa necesidad de querer desfogarse sexualmente con una mujer. Me dijo también que su esposo siempre ha sido un hombre fogoso y que le gustaba el sexo, y de mujer a mujer hasta me llegó a afirmar que gozaría de lo lindo con él en la cama porque su esposo siempre ha sido un buen amante. Te va a dar mucho placer, estoy segura de ello.

Esa confesión me dejo petrificada e incrédula también, pero por instinto de sangre le dije que no haría eso; pero ella estaba más tranquila y me pidió que por favor que me lo pensase.

Me dijo que podía irse de su casa con su hijo, pues prefería que el encuentro sexual con su marido sucediera en privacidad. Me dijo que podíamos usar el cuarto de invitados que ellos tienen vacío; pero enseguida agregó que seguramente su marido me iba a pedir "hacerlo" por toda la casa. Volvió a bromear diciéndome:

- No te preocupes, me llevo mi hijo al parque toda la tarde para que estéis solos sin que nadie os moleste.

Para terminar me prometió:

- Tranquila, hermana, que nunca más volveré a hablar de este asunto entre nosotras.

Desde ese día me quedé pensando en nuestra conversación. El esposo de mi hermana es un tipo guapo y cachas, y es cierto que hace mucho tiempo que no me he acostado con ningún hombre.

A veces me levanto con ganas de sexo, pero obviamente tampoco es cuestión de revolcarme con cualquiera. No puedo dejar de pensar de qué quizás no era una idea descabellada lo que mi hermana me proponía, pero me siento culpable de hacerle esto a ella, porque se iba a convertir en una cabrona consentida.

Finalmente accedí. Hice el amor con mi cuñado esa tarde. Justo es reconocer que intenté que fuera de una forma mecánica y con la idea incrustada en mi pensamiento de que estaba complaciendo los deseos de mi hermana. Pero (ese "pero" que de ordinario no trae nada bueno), ya en casa empecé a recordar los momentos sublimes de nuestro polvo y, sin pensarlo dos veces, llamé a mi cuñado a su trabajo y le dije que quería repetir lo mismo que la vez anterior, pero ahora a hurtadillas y sin el consentimiento de mi hermana, a lo que él me respondió lacónico y concreto: "cuándo y dónde".

A pesar de nuestra discreción, no sé cómo llegó a oídos de mi hermana que me acostaba casi a diario con su marido. Como se veía venir, esto fue el principio del fin de su matrimonio y ello arrastró nuestra amistad y confianza, así como hirió de muerte nuestros vínculos sanguíneos, hasta el punto de no hablarnos.

Resultado final: Mi hermana se curó de su matriz y a la vez se enrolló con un vecino soltero, y su ex marido y yo seguimos funcionando y haciendo planes para vivir juntos; estamos enamorados, pero de casarnos no hemos hablado.

Moraleja: "la pluma, el coche, la esposa o el esposo no se deben prestar nunca a nadie, por la sencilla razón de que todo eso forma parte del ser absoluto de la persona".

Sólo escritos eróticos - Página 9 Seduci10

Antonio Chávez López
Sevilla octubre 2022


achl
achl

Mensajes : 28377
Fecha de inscripción : 06/05/2012

Volver arriba Ir abajo

Sólo escritos eróticos - Página 9 Empty Re: Sólo escritos eróticos

Mensaje  achl Vie Oct 28, 2022 11:04 pm


Sólo escritos eróticos - Página 9 Textos13


Solo fue a pedir trabajo

Conocí a Celia hace seis meses y debo decirles que a primera vista no me resultó llamativa, mas bien diría que fue algo ingenua al preguntarme si era conmigo la entrevista para el trabajo de empleada de mostrador en el negocio. A lo cual respondí que no, que era al dueño al que tenia que ver y le di su dirección por lo que tímidamente me esbozó una sonrisa y se dirigió a la salida contoneando su cadera ligeramente dibujada en su holgada falda.

Después de unos días se presento al trabajo diciendo que habían aceptado y que el dueño del negocio le ordeno presentarse de inmediato a suplir a una compañera enferma.

Al pasar del tiempo me fui dando cuenta de que Celia era mas de lo que aparentaba, pues una tarde se presentó con un pantalón muy ajustado y a la cadera que además de verse bien en su esbelto cuerpo, denotaba que apuradamente alcanzaba a cubrir el frente de su pantalón corto, que debió por lo corta que se veía la distancia de su cremallera al botón, ser diminuta a lo que le dije de manera socarrona que se iba a resfriar si seguía vistiendo así con pantalones ajustados y blusas ombligueras, a lo que contestó alegremente que si eso me preocupaba que le tapara para que no pasara frío, con lo cual me desarmó y me hizo entender que era una chica de cuidado y en consecuencia debía tener cautela al dirigir algún comentario picante a su persona.

En la siguiente ocasión que estuvimos juntos se dispuso a llegar mas allá de lo picante y en un tono coqueto y agresivo me insinúo que quería salir conmigo, a lo que respondí que sí, pero jamás imagine que ese seria el principio de un bucle que no tiene fin y que por descabellado que suene cimbraría lo mas férreo de mi seguridad en cuestiones de cama. Que debido a mi basta experiencia creía insuperable y digna de cualquier barón que se considerara serio y exitoso.

La primera vez. Salimos del trabajo Celia y yo a eso de las tres de la tarde y la invité a comer debido a la cercanía de mi casa y a que siempre tengo algo preparado, que es suculento, solo se mete al microondas se calienta y en 2 minutos se consume con toda naturalidad como en los mejores restaurantes. Acompañado de un excelente vino y una charla agradable comimos una ensalada de verduras acompañadas de marisco, y lo mejor vino después pues me dijo, tímida, ¿quieres ver cómo se ve mi tatuaje en la cadera después de comer? A lo que desconcertado contesté que sí y bebí un sorbo de vino para calmar mis ánimos.

Terminamos de comer y nos fuimos a la sala de estar para reposar la comida, viendo un rato tv puse una película pero eso fue lo de menos ella rodeo mis labios con los suyos, carnosos y tibios, con un ligero sabor a fruta que me encantó

Ese acto fue seguido de un susurro en mi oreja que decía: "¡hazme el amor".

Esto desencadenó en mí una serie de pensamientos que para no ser extremista puso en duda la idea que hasta ese día tenía de las adolescentes de 17 años y que por supuesto no era tan sencilla por las disposiciones legales de la edad en la que una persona es responsable de sus actos, todo esto pasó por mi mente en solo un segundo antes de decir subamos a mí cuarto.

Ya en él Celia se instalo cómodamente en mi cama mostrando su escultural cuerpo que a pesar de tener solo 17 años era muy bello lo pequeño de su cintura que no mediría mas de 55cm. En contraste con la voluptuosidad de sus senos que eran redondos y parecían desafiar a la gravedad, puesto que eran grandes, carnosos y levantados hacia arriba…

Por lo demás su cadera era delineada para una chica de su edad algo ancha en pocas palabras era sensual

Ni me fijé en lo rápido que se actúa con una mujer así, puesto que en un momento la cubrí de besos fogosos en su boca, cara, cuello y parte de sus senos a los que liberé de su prisión un sujetador sexy que apenas podía con ellos por lo ajustado que estaba. Esta acción debió gustarle a Celia ya que sutilmente se desprendió de su blusa y su sujetador

Junto con las ataduras de su pantalón el cual bajé de un solo tirón. Dejándola solo en un diminuto tanga blanco que haría temblar hasta al mas sereno de los hombres, incluyéndome a mí por supuesto

Hecho esto me desprendí de todo contacto con el exterior viendo venir una tormenta de pasión.

Lentamente pasé mi mano por su cadera mientras besaba su boca ansiosa y caliente; ella por su parte buscó instintivamente con su mano entre mis piernas a mi miembro que para ese entonces estaba despierto y en alerta. Acarició ligeramente mi pene y yo le mordisqueé sus pezones oscurecidos por la irrigación en ellos y levantados

Pero entonces Celia se cambió de posición y empezó a succionar mi pene con una avidez digna de un bebe hambriento, esto mientras yo acariciaba su trasero redondo y carnoso besando e introduciendo mi lengua en su pequeña división de labios mayores que por supuesto estaban rojos y tibios al igual que sus labios menores que ocasionalmente mordía levemente originando que ella gimiera de placer. En esos momentos solo podía pensar en lo que tendría que hacer para no terminar antes de empezar por lo que rápidamente invertí ese fabuloso 69 y en esta ocasión solo yo podía

Hacerle sexo oral y así la tuve al borde del orgasmo durante por lo menos 10 minutos, alternando la succión a su clítoris, que estaba rosado y erecto con unas penetraciones que la hacían retorcerse de placer. Empujando con fuerza y suavidad alternada, me dijo al oído que la volvía loca, que era fabuloso y que no pensó que seria rico estar conmigo. En ese momento le pedí que si podía tener su orgasmo en mi boca, a lo cual dijo con los ojos cerrados y el ceño fruncido de placer que sí.

Descendí inmediatamente a la tibia y húmeda vagina que tenia a mi miembro dentro y busqué afanoso la unión de sus labios menores que es donde está esa llave del paraíso llamada clítoris al encontrarla erecta y rosada urgida de caricias la succione y al tenerla entre mis dientes con una delicadeza digna de un cirujano comencé a lamerlo frenéticamente mientras ella se retorcía gimiendo y diciéndome una serie de halagos.

En cuestión de dos minutos aceleró los vaivenes de su pelvis, subiendo y bajando rápidamente esta con una fuerza cada vez mayor, lo cual me indicó sin lugar a dudas que estaba próxima al orgasmo, por lo que intensifiqué mis embates a su clítoris con mi lengua que ocasionalmente introducía en su pequeña entrada vaginal que estaba húmeda y caliente de pronto en un instante ella comenzó a gemir fuerte, arqueó la espalda, tembló todo su cuerpo mojándome con sus líquidos vaginales toda la boca y de inmediato se me adormeció la lengua y los labios quedando su vagina roja, húmeda y temblorosa. Me incorporé y abrí sus piernas e introduje mi miembro erecto en su vagina y la ataqué brutalmente embistiendo su ser. Esto produjo una segunda oleada de orgasmos que la hizo vibrar y gemir Pero yo acallé sus gemidos y sus palabras de excitación besando su boca e introduciéndole mi lengua a la vez que la embestía más rápido próximo mi propio orgasmo pero ella estaba teniendo otro. Sin notarlo al principio empezó a apretarme con su vagina en contracciones que recorrían todo su canal vaginal, algo que en el argot de los hombres conocemos como «perrito». Celia. mas relajada, debió darse cuenta de mi excitación y de la proximidad de mi orgasmo ya que no se cómo aumento los apretones a mi pene, y tratando de retenerme lo más posible me abrazó con sus piernas agitándose con más fuerza y sin poderme contener llegué a mi orgasmo. Dejándome llevar por sus caricias nos quedamos con las piernas entrelazadas y nos rendimos al cansancio uno sobre el otro, al abrir mis ojos ella los abrió también y me susurro al oído suavemente: "te desearé el resto de mi vida".

Sólo escritos eróticos - Página 9 Deposi25

Antonio Chávez López
Sevilla octubre 2022


achl
achl

Mensajes : 28377
Fecha de inscripción : 06/05/2012

A achl le gusta esta publicaciòn

Volver arriba Ir abajo

Sólo escritos eróticos - Página 9 Empty Re: Sólo escritos eróticos

Mensaje  achl Lun Ene 23, 2023 7:58 pm


¡Por fin daba con la tecla del sentido de su vida!

Laura era una hermosa mujer de 39 años que nació en Sevilla y trabajaba en la gran empresa de su padre de jefa de la sección de contabilidad. Su vida siempre había sido aburrida. En su adolescencia era presionada por su padre para que sacase con sobresaliente la carrera de Economía, por lo que no había vivido plenamente la magia de la adolescencia. Y cuando, por fin, se decidía a vivir su propia vida, le era imposible porque todavía permanecía bajo el mando y la influencia de su progenitor y jefe.

No odiaba su trabajo y tampoco su vida, pero de ésta añoraba no haberla gozado más. Mañana iba a cumplir 40 años. Estaba hablando por teléfono con un cliente sobre unos datos de su cuenta, cuando se percataba de que tenía un mensaje en su móvil; era de su amiga Daniela.

Esta noche te prohíbo que me digas que no, como siempre me dices. Tenemos una cena en el restaurante italiano.

Daniela le recriminaba que trabajase tanto todos los días. Daniela contaba ya 38 años, era más atractiva que guapa, pero poseía una espectacular anatomía y también tenía sobradas posibilidades económicas. Siempre se encontraba de fiesta en fiesta, revolcándose de cama en cama, pero Laura no era capaz de hacer eso, aun superando en todo a Daniela y además era de un mayor estatus económico.

— Laura, esta noche cenaremos en mi casa, para celebrar tu cumpleaños. Vienen tus primos con sus parejas.

Su padre no tenía la costumbre de llamar a la puerta del despacho de su hija antes de pasar, pero lo que más la enervaba a ella era que le marcase sus planes como si fuesen una obligación. Debido a su endeble carácter, esa noche se hallaba inmersa en una encrucijada: no se atrevía a decirle a su padre que no podía asistir a la cena porque quería salir de fiesta con su amiga Daniela.

A punto estaba de hablar de ese asunto con su padre, pero se había ido ya, sin escuchar su respuesta, como era habitual en él. Nunca contaba con ella.

Daniela, no puedo salir esta noche contigo. Mi padre ha organizado una fiesta por mi cumpleaños

Eso decía el mensaje con el que respondía a su amiga, cuyo teléfono móvil no tardaba en sonar

— ¡¿Cómo que no puedes salir?! -había cabreo en su voz.
— Es que mi padre me ha dicho que esta noche hay cena familiar y no puedo decirle que no -como siempre, intentaba justificarse.
— ¡Pero si tienes ya 40 años, joder! ¿¡Cómo coño no puedes decirle que no!?

Sabía que su amiga Daniela tenía razón, así que cortó la comunicación para no seguir discutiendo con ella, y menos aún sabiendo de antemano que iba a ser un tira y afloja absurdo, porque ella pensaba lo mismo que su amiga y confidente Daniela.

“¡¿Y encima me cuelgas?! ¡Pues que sepas Laurita que esta noche voy a ir a la casa de tu padre, y saldremos juntas sí o sí!”.

Daniela acababa de hablar con un teléfono sordomudo.

El mensaje que terminaba de recibir Laura era inquietante. Sabía que Daniela era capaz de montarle un pollo, sin reparar en que estuviesen delante su padre, incluso acompañado.

Después de recoger su bolso para irse ya a su casa, pasó cerca del despacho de su padre. Pero se detenía en la puerta entreabierta.

Estaba a punto de llamar, cuando escuchaba que su padre estaba hablando por teléfono.

— ¡Pues claro que vendrá mi hija Laura a la cena! No te preocupes, yo te la presentaré. Ya es hora de que se case. Sí, seguro que le vas gustar tú. Hasta luego.

Laura se ponía furiosa. No podía creerse lo que había escuchado. ¡Su padre le estaba preparando una cita a ciegas! No se lo pensó y entró al despacho. Enmudeció y se sorprendió el padre al comprobar que su hija no había llamado a su puerta, y además la veía terriblemente enfadada. Nunca la había visto así antes.

Mientras, Laura cerraba la puerta de un fuerte portazo, se acercaba a su padre y le miraba a los ojos, como jamás lo había hecho.

— ¿¡Cómo te atreves prepararme una cita sin mi consentimiento?!
— Verás, hija…

No le dejaba seguir hablando. Era la primera vez que se enfrentaba a su padre.

— ¡No tengo que ver nada! ¡Estoy harta de ti, de que siempre controles mi vida! ¡Y eso no te lo voy a permitir nunca más! ¡Esta noche no voy a acudir a tu cena familiar!

El hombre no abría la boca, solamente veía cómo su hija salía de su despacho dando otro portazo. Siempre la había llevado a rajatablas, pero esta vez no le quedaba otra que admitir que había perdido la autoridad que había mantenido sobre ella.

— Iremos juntas a cenar esta noche –le decía vía móvil a Daniela, mientras caminaba hacia el aparcamiento.

Ya dentro de su coche, sentía un vacío que iba llenándose con un sentimiento de culpa, que la hacía romper a llorar, desconsoladamente. La entristecía lo que había hecho, pero estaba indignada y se sentía traicionada, así que no pensaba dar marcha atrás.

Lloraba con la cabeza sobre el volante. Pero, de pronto, se daba cuenta de que alguien golpeaba el cristal de su ventanilla. Alzaba la cabeza y veía a un hombre, guapo, moreno, ojos verdes. Parecía joven, pero algunas canas en las sienes decían que no lo era tanto. Se secaba las lágrimas como buenamente podía y enseguida bajaba el cristal de su ventanilla.

— Disculpe, señorita. La he visto llorar y no he podido evitar acercarme. ¿Se encuentra usted bien? -su tono era amable y tierno, le daba tranquilidad a Laura.
— Sí, gracias –se secaba los ojos, mostrando una sonrisa forzada.
— Una mujer tan hermosa como usted no debería llorar de esa forma. Le afecta a su belleza –añadía.

Y poco después se despedía educadamente de ella y se iba alejando. Laura sentía algo extraño en su cuerpo. Aquel desconocido había conseguido tranquilizarla. Después de pasar por su casa, para ducharse y ponerse lo más guapa posible, conducía hacia donde había quedado con Daniela, oyendo de la radio de su coche a su cantante favorita de coplas: “Miriam Domínguez”.

Cuando entraba al restaurante italiano, veía que Daniela estaba en una mesa del fondo, acompañada de dos chicos. Desde lejos, parecían dos modelos sacados de esas revistas de modas. Al verla, Daniela levantaba la mano haciéndole un gesto de que se aproximase. Laura tragaba saliva y se iba hacia la mesa.

— ¡Muchas felicidades, preciosa! –Daniela se levantaba, la besaba y la abrazaba-. ¡Estás para comerte, tía buena! -añadía.

Siempre le decía cosas así cuando la veía vestida con alguna ropa ceñida. En esa vez era un ajustado vestido verde de unos diez o doce centímetros por encima de las rodillas, que se había regalado a sí misma como un obsequio por su cumpleaños, comprado en su boutique habitual de Sevilla.

— Quiero presentarte a dos amigos -le decía Daniela, cuando llegaban a la mesa.

Eran dos hombres espectaculares; guapos, altos, fornidos. Se adivinaba que debajo de las camisas había dos abdómenes impresionantes.

— Los conocí anoche en un bar de copas. Son bomberos –le dijo a sovoz Daniela.

La cena transcurría entretenida, pero uno de los bomberos era muy pesado, y no dejaba de intentar ligarse a Laura; pasaba una mano por encima de la de ella haciéndose el distraído y a la mínima oportunidad intentaba besarla con cualquier excusa.

Laura empezaba a agobiarse. Pero en ese momento veía venir a la mesa de ellos a un hombre. Le reconocía pronto; era el hombre que la había abordado y la había tranquilizado en el estacionamiento.

— Buenas noches, discúlpenme -y cogía, sin miramientos, la mano de Laura.
— Me he percatado de que no está usted disfrutando de esta cena -miraba a Laura y dejaba una tarjeta en su mano.

Y Daniela y los bomberos, mudos, sin reaccionar ante aquello. Laura se ponía colorada de la vergüenza. Aquel hombre la besaba en la mano y después se iba con paso firme y decidido hacia la puerta de salida de aquel famoso restaurante.

— ¡¿Y quién es ese imbécil?! –preguntaba el bombero que había intentado ligarse a Laura.
— No sé –Laura miraba la tarjeta-. Aquí dice que se llama Jorge.

El resto de la noche pasaba con más pena que gloria. "El bombero ligón" se había vuelto más pesado, y Laura luchaba por quitárselo de encima. No hubiese estado mal una noche de sexo, pero, extrañamente, no dejaba de pensar en aquel misterioso hombre moreno de ojos verdes.

Laura llegaba a su vivienda, sacaba la tarjeta de su bolso y se sentaba en el sofá. No sabía qué hacer. Pero no quería pensar, así que cogía su móvil y marcaba el número que aparecía en la tarjeta. Interminables sonaban los tonos. Ya estaba a punto de colgar, cuando alguien respondía.

— ¿Sí? –por la voz, no cabía duda de que era él.
— Hola...

Apartaba el móvil de su boca porque no sabía qué decir. En realidad, no sabía por qué lo había llamado. Pero, finalmente...

— Soy Laura, la chica con la que usted habló en un estacionamiento y por casualidad en un restaurante.
— Laura, bonito nombre -hacía una pausa-. Antes que nada tengo que decirle que lo del restaurante no fue una casualidad. La seguí desde que salió del aparcamiento su coche. No me podía resistir a sus encantos.

Ahora Laura se quedó paralizada. Quería colgar. Aquel extraño estaba admitiendo que la había seguido, pero se sentía atraída por él. Su voz, su dulzura y su seguridad en el hablar… Sentía que se estaba excitando.

— Espero que no te haya importado que te siguiera. No pretendo hacerte daño. Al contrario. Yo soy...
— Bueno, verá usted, no sé por qué le he llamado -lo interrumpía.
— Ven mañana a mi casa a desayunar, y aquí hablaremos tranquilos. Ahora tengo que colgar, pero, por si se te extravía mi tarjeta, toma nota…

Corroborada la dirección y metía de nuevo la tarjeta en su bolso. Estaba ya a punto de despedirse cuando se daba cuenta de que él había colgado.

Después de asearse sus partes más íntimas, se acostaba. Siempre dormía desnuda. Le gustaba de sentir la suavidad de las sábanas en su cuerpo. Morfeo no aparecía. Daba vueltas y vueltas en la cama, a la vez que no dejaba de pensar en Jorge, en su voz, en las sensaciones que la hacía sentir. Sin darse cuenta, metía una de las manos entre sus muslos. Su sexo estaba húmedo. Se lo acariciaba con los dedos de esa mano y la otra mano buscaba un pezón. Gemía mordiéndose el labio inferior. Al poco, le vino un orgasmo. Nunca antes había sentido uno tan intenso en las noches en que se había masturbado. Durmió toda la noche plácidamente. A la mañana siguiente se despertaba y se duchaba, escogía ropa cómoda: vaqueros y camiseta. No quería dar la apariencia de una buscona si aparecía más peripuesta.

Llegaba al domicilio y se detenía ante el portero electrónico.

“¡¿Qué coño haces aquí, Laura?!”, pensaba mientras trataba sacar el valor suficiente para pulsar el timbre.

— ¡Buen día, Laura! –Jorge estaba detrás de ella portando una bolsa-. Vengo de la panadería. ¡Qué alegría volver a verte! ¡Pero pasa, por favor! –abría la puerta y con gesto amable le indicaba que entrase.
— Gracias –se iban hacia el ascensor y entraban en el angosto habitáculo.
— Eres muy guapa –le decía Jorge, mirándola a los ojos y con aplomo en el hablar, mientras subían.

Laura se sentía atraída por aquel desconocido.

— No sé qué decir, y tampoco sé por qué estoy aquí –su espontánea sinceridad hacía que Jorge sonriese.
— Bésame -le decía él, de pronto, mirándola a los ojos. Y Laura, como si su cuerpo fuese atraído por un imán incontrolable, se acercaba más a él y obedecía, dándole un tímido beso en los labios con los suyos semicerrados.

Cuando entraban al piso se quedó mirando el mobiliario; era del estilo minimalista, casi sin muebles, pero tan gustosamente decorado que hacía que los visitantes se sintiesen cómodos. Jorge le dijo que se sentase en el sofá, y Laura se iba hacia un sofá de cuero negro y se sentó, y después cruzó las piernas, como era su costumbre. Al poco, Jorge entró al salón con una bandeja que contenía bollería, aceite, jamón y dos tazas de café, además de azúcar, cubiertos y servilletas.

— Descruza tus piernas, Laura. En mi presencia no es correcto que te sientes así –su tono de voz era dulce, pero ahora más firme el hablar.

Laura no entendía eso de “correcto”. Tenía la costumbre de sentarse así. Pero descruzaba las piernas y se sentaba, con ellas cerradas y juntas.

Desayunaban, conversaban y sonreían contándose cosas de sus vidas, para irse conociendo. Pero, de pronto, Jorge ponía su índice de la mano derecha en los labios de Laura, como indicándole que guardase silencio.

— Quiero que seas mía –le dijo mirándola, sin que ella pudiese mantener la mirada; algo le hacía bajar la cabeza, como si de dentro de ella sintiese que no quería. Pero le respondía:
— Yo también quiero ser tuya.
— No, no me refiero a lo que estás pensando. He querido decir que tú serás mi esclava y yo seré tu señor.

Laura empezó a ponerse nerviosa. Había leído en el Internet cosas relacionadas con el BDSM, y sabía que eso la atraía, pero ahora estaba ante la realidad. Un escalofrío la recorría todo el cuerpo.

— ¿Yo? -hacía una pausa-. ¡Si yo no...!
— Tranquilízate –la interrumpía y la cogía de la mano.
— Ven conmigo -le decía, con firmeza.
— De acuerdo.

Jorge se detenía en seco, la miraba y le decía en un tono enérgico:

— ¡Señor!
— De acuerdo, señor –Laura bajaba nuevamente la cabeza.

La besaba en la frente y la llevaba a un cuarto de al final del pasillo.

Laura se asustaba al ver todo aquello. Las paredes oscuras, sin muebles, salvo una cama y un yugo de madera, que a ella le recordaba los cepos que utilizaban en la antigüedad para inmovilizar por cuello y muñecas a los ladrones. Y esto la asustaba más de la cuenta, y más cuando veía que había al fondo del cuarto un cordaje que colgaba del techo, como una especie de columpio, y junto a él, un arcón de madera.

— Desnúdate –mientras le decía eso, permanecía detrás de ella.

Laura dudaba, hasta que sentía cómo la mano de Jorge impactaba con fuerza en una de sus nalgas, haciéndola soltar unos gemidos de dolor. Su cuerpo se tensaba totalmente. Estaba a punto de girarse y de devolverle el golpe, pero, sin esperarlo, recibía un azote más fuerte en la otra nalga. Volvía a gemir, pero el segundo hacía que se serenasen sus ganas de revelarse. Y sus gemidos, extrañamente, no eran de dolor; eran como si estuviese su mente entrando en un estado distinto del que ella desconocía.

— Te ordeno por segunda vez que te desnudes -no gritaba, pero sus órdenes eran contundentes.

Laura se quitaba la blusa y la dejaba caer. Sentía pudor por desvestirse. Ahora le tocaba al sujetador, que también dejaba caer. Se ponía las manos sobre los pechos, como queriendo esconderlos.

Jorge le acariciaba la espalda. Laura proseguía con sus manos tapándose los senos. Sentía cómo subía la mano que estaba ahora cerca de su cuello. Sentía un fuerte tirón del pelo. Jorge la tenía cogida del pelo y tiraba de él.

— Toda la ropa.
— Sí señor.

Se desabrochaba el botón de los vaqueros y corría la cremallera. Su cabeza era una lucha; una parte de ella le decía que se fuese de allí, pero la otra parte, en ebullición, le indicaba que se desnudase y que se entregase.

Se bajaba lentamente los vaqueros. Llevaba bragas negras. Jorge podía admirar en plenitud un cuerpo escultural. Cuando los vaqueros estaban en los tobillos, no se atrevía a agacharse a quitárselos, pero se ayudaba de un pie y los echaba a un lado de un puntapié, sintiendo que iba creciendo su excitación. Por minuto se sentía más vulnerable. Sentía que Jorge la atraía, y ella deseando estaba de ser penetrada. La humedad en su mirto iba en aumento vertiginoso.

Se quitaba las bragas. Y ya, completamente desnuda, intentaba taparse los pechos y el sexo. Jorge le cogía los brazos y se los ponía detrás de la espalda, forzando con sus pies a que ella abriese las piernas. Y así quedaba una asustada Laura: con las manos atrás y las piernas abiertas y a la vista un sexo depilado, que también estaba abierto, pero de par en par.

Jorge daba una vuelta alrededor de Laura, mirándola de arriba abajo.

— ¡Hermosa perra! –exclamaba.

Al oír que la llamaba perra no se indignaba, todo lo contrario, la excitaba más. Era raro todo aquello. Se sentía humillada por estar desnuda ante alguien que acababa de llamarla perra, pero era un sentimiento de humillación que le gustaba.

Jorge llevaba la mano a la vagina de Laura, que gemía al sentir el contacto, y más cuando veía que, sin previo aviso, le había metido dos de sus dedos hasta el fondo, incluso agitándolos.

— Ya veo que estás excitada. Y me gusta –sacaba los dedos del interior y los llevaba a la boca de Laura.
— Lámelos.
— Sí señor.

Lamía los dedos. Se sentía bien por estar haciendo lo que hacía. Toda su vida encorsetada en unas normas y obedeciendo sin rechistar, pero ahora era la primera vez que se sentía feliz por obedecer.

Jorge le ordenaba que se fuese al cepo. Ante aquel aparato empezó a sentir miedo. Jorge le metía la cabeza y las manos por el interior del cepo y luego lo cerraba con llave. Laura sentía pánico, pero no se quejaba. Poco antes había podido moverse libremente, pero ahora no, ahora estaba atrapada.

El cepo estaba anclado al suelo y Laura estaba con el cuerpo inclinado, casi de rodillas, y sus nalgas ligeramente levantadas.

Jorge se sacaba su miembro viril y la ponía en los labios de Laura.

— ¡Abre bien la boca, perra! -le ordenaba.

Laura abría la boca y Jorge le metía el pene. Empezaba un frenético movimiento, introduciéndolo y sacándolo. Por momentos se lo metía entero, haciéndola padecer arcadas. Estaba tanto rato metiéndoselo y sacándoselo en la boca que se humedecía su clítoris. Tanto nivel de excitación nunca había sentido en las pocas veces que había tenido sexo, que de eso hacía mucho tiempo ya.

Jorge se iba hacia el arcón, situado en otro lado del cuarto. Laura intentaba seguirle con la mirada, pero lo perdía de vista al no poder girarse la cabeza. Pasado unos minutos, que a ella le parecía una eternidad, sentía cómo Jorge le acariciaba con suavidad las nalgas y el trasero, que era realmente grandioso.

— Me gusta sobremanera lo que están viendo mis ojos -decía él.

Laura sentía que le ardía una de sus nalgas. Había recibido un latigazo con una fusta. Quería gritar, pero algo en su interior la contenía. Otro fustazo recibía la otra nalga, y fuego en ella, pero la sensación la excitaba de una manera tan loca que no acababa de entender.

La intensidad de los fustazos iba creciendo. Al principio los contaba, pero después solo cerraba los ojos, mordiéndose los labios. Cuando Jorge paraba de dar golpes, le acariciaba de nuevo las nalgas.

Laura sentía cómo le separaba los labios vaginales, abriéndoselos a tope. Sentía que Jorge le metía dentro el pene. Luego del dolor recibido, eso lo acogía como un gran regalo, como el gusto que su señor le estaba dando. Quería quitarse las ataduras pero Jorge no la dejaba y seguía penetrándola, cada vez con más intensidad.

Como cinco minutos estarían así, hasta que sentía que un orgasmo se le aproximaba y su cuerpo se tensionaba más.

— ¡No se te ocurra correrte, perra! –gritaba él, sin parar de moverse.

A Laura le costaba aguantar. No podía más.

— ¡Por favor, no puedo aguantar más! –cuando acababa esa frase, veía cómo Jorge azotaba fuertemente una de sus nalgas.
— ¡No vas a descargar hasta que yo no te lo ordene! -le daba otro azote que la hacía gritar de dolor, y también de placer
— ¡Pídemelo como es debido, suplícamelo!
— ¡Mi señor, déjeme soltar este orgasmo, se lo suplico!

Se mordía con más fuerza los labios, intentando contener el torrente que ya estaba a punto de invadirla.

No recibía respuesta. Pero, sin esperarlo, escuchaba la palabra mágica:

— ¡Ahora!

Laura sentía su cuerpo convulsionarse. El orgasmo hacía que sus piernas temblasen, y por eso se contraía el sexo, que aún tenía dentro el miembro de Jorge.

Sentía Laura en sus adentros un chorro de líquido tibio. La inundaba haciéndola rugir de placer. Jorge recostaba su cuerpo contra la espalda de Laura, que aún seguía luchando con sus convulsiones.

La noche la pasaron juntos. Y, a partir de esa velada sexual no volvían a separarse. En cada sesión, Laura aprendía una cosa nueva. Por vez se sentía más feliz. Por fin había encontrado la forma de dar un verdadero sentido a su vida.

Pero cuando una tarde, tomando café con Daniela le contó sus relaciones con Jorge y lo que ambos hacían en la intimidad, lo aceptaba porque quería a Laura, pero a partir de entonces no era tan frecuente verlas juntas. A Daniela (chica madura, guapa y con buenas hechuras, soltera, liberal y con dinero) la tildaban las lenguas viperinas al acecho de ninfómana, simplemente porque se acostaba con quien más le atraía y más placer le daba en la cama, pero con ella no había opresiones, ni órdenes, ni cepos, ni cadenas, ni columpios.

Sólo escritos eróticos - Página 9 1o9dtk10

Antonio Chávez López
Sevilla enero 2023


Shocked

achl
achl

Mensajes : 28377
Fecha de inscripción : 06/05/2012

Volver arriba Ir abajo

Sólo escritos eróticos - Página 9 Empty Re: Sólo escritos eróticos

Mensaje  Contenido patrocinado


Contenido patrocinado


Volver arriba Ir abajo

Página 9 de 9. Precedente  1, 2, 3, 4, 5, 6, 7, 8, 9

Volver arriba

- Temas similares

 
Permisos de este foro:
No puedes responder a temas en este foro.